Eran como las doce y media del mediodía de un 1 de Kislev del año 5747 (o lo que es lo mismo, un 3 de diciembre de 1986), cuando, en una clínica de San Bernardino, en Caracas, capital de la República, aún no oficialmente Bolivariana, de Venezuela, nacía un pequeñín, que veinte años más tarde estaría escribiendo, frente a una computadora, estas líneas, agradeciendole a toda la gente que ha pasado por su vida, el simple, pero sublime, hecho de haber pasado por: "su vida".
Existe una canción en el acerbo musico-costumbrista venezolano, que dice algo así como: "Yo soy venezolano, de la pura capital, del eje de mi tierra, del Distrito Federal, yo busqué lo más central, y no pudiendo en Catedral, nací en la esquina El Conde, en la propia calle real". Y no sólo de ello me siento muy orgulloso, aunque yo haya nacido un poco más al norte de la "Vieja Caracas", a las faldas del Imponente Cerro Ávila, y no en la esquina El Conde, que ya para ese entonces, era un sector turístico de gran valor, sino que una parte de mi familia es venezolana de más de cuatro generaciones atrás. Me siento orgulloso, cuando cumplo un año más de vida, de haber nacido en esta "Tierra de Gracia", y de haber vivido aquí y pretender seguir viviendo, y no solo viviendo, sino contribuyendo, con mi Patria.
También el haber nacido de una familia tan variopinta, tan heterogénea, como la mía, como la de muchos en mi país, como la de muchos quizás en el resto del mundo, sobre todo en nuestra querida América Latina. Pues corre por mis venas una sangre "mezclada" de muchos pueblos, de muchas culturas, en mi ADN está presente una intensa memoria colectiva; en mi hay venezolanos, con todo lo que ello representa (sería imposible enumerar a todas las culturas que componen nuestra población), y judeo-españoles, con todo lo que también ello representa…
A falta de hermanos, mis primos jugaron el rol de los ausentes, y disfrutamos muchas experiencias juntos, antes, y hoy compartimos tantas cosas, que ¿para qué hermanos?, si mis primos son mis hermanos, y no tengo sólo uno, o dos, sino más de quince, varones, y más de veinte, mujeres.
Mis tíos, padres complementarios, me han hecho, junto a mis queridos padres y abuelos, lo que hoy soy.
Todo esto no se queda aquí, pues los que han participado de mi vida, de los cambios que poco a poco han ido haciendome crecer, son más que los "pocos" familiares que tengo, con los que cuento, por los que ruego; incluyo además a todas aquellas personas que uno va adoptando como modelos a seguir, a las que uno adopta como figuras paternales, las que empiezan a dejar su influjo en nuestras vidas.
Agradezco, como regalo de mi para los que me acompañan en mi travesía por el pasillo de la vida, a mi País, a mi Familia, a mis Amigos, a mis Maestros; desglosándolo no alcanzaría el artículo para agradecerle a tanta gente, parece increible que en veinte años le deba tanto a tanta gente, y lo más probable es que sean más de lo que supongo son, ruego al Eterno que siempre tenga el ánimo y la voluntad de mirar atrás para ver lo que he hecho, y gracias a quien lo he hecho, quien ha sido mi motivo, mi punto de apoyo.
D»s nos bendiga.