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Miro el reloj de mi teléfono celular y veo la hora: 00:00. A esa hora, sin valor matemático, toda la gente se ha vuelto en un sentimiento efímero de dar al otro "un feliz año"; seguramente dentro de un mes a esa persona no le hablarán, o hablaran demás de ella, pero, qué importa, siguen el convencionalismo, abrazan y besan, ríen y profieren la dichosa frase: ¡feliz año!.

Eso es lo que queda para una celebración vacía, sin sentido, con un trasfondo conocido sólo por aquellos que, se rebelaron en contra de la "autoridad eclesiástica" o forman parte de la misma.

D»s quiera que el año civil que comienza en la cuenta de occidente sea un año lleno de luz, lleno de bendición, que mucha gente se sume al staf de los fieles, y que los que sumamos tengamos la voluntad para seguir ahí, al pie del cañón, haciendo cada día, sin perder el entusiasmo, sin perder la perspectiva.

 

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