La cuestión palestina y el nacimiento de Israel

El nacimiento de la cuestión palestina está ligado al nacimiento del moderno Estado de Israel y, yendo más lejos, al proceso que originará dicha creación, intrínsecamente unido a la aparición del sionismo político.

El movimiento sionista tiene unos tintes comunes con otros movimientos que surgen dentro del pensamiento político europeo del siglo XIX –desde el socialismo utópico a otros- pero, también, tiene un rasgo singular, que es la conclusión de que la vía que ofrece garantías a la normalización de la vida de los judíos –frente a un antisemitismo siempre latente en la sociedad europea- no era la integración en las sociedades en las que vivían sino la creación de un Estado propio, un Estado específicamente judío, que Theodor Herlz definirá –con alto nivel de detalle- en su obra “El Estado judío” –Der Judenstat-.

Este proyecto se pone en marcha y va adquiriendo la suficiente entidad para pensar que de la utopía se puede pasar a la realidad, la opción de Palestina como sede de ese Estado no es la única que se baraja pero sí es la que finalmente se adopta, y los primeros asentamientos se realizan aún bajo dominio otomano, en ese momento –y aún más bajo el Mandato británico- la denominación “Palestina” y “palestinos” la utilizan, curiosamente, mucho más los inmigrantes judíos que no los árabes, en realidad eso muestra la ambivalencia en el sentido de dicha voz.

Tras la Primera Guerra Mundial los tres distritos otomanos que forman –a grandes rasgos- el territorio del actual Estado de Israel y territorios controlados por el mismo junto a otro territorio transjordano configuran el primer Mandato Británico en la zona. Si bien Gran Bretaña tiene su propia política e intereses imperiales su mandato en la zona tiene peculiaridades jurídicas que diferencian esos territorios de otros dominios coloniales británicos, anteriores en el tiempo. En efecto, ese territorio queda bajo jurisdicción de la Sociedad de Naciones y Gran Bretaña solo es, en teoría, administrador temporal del mismo, con una misión: conciliar los antagónicos intereses de los habitantes de la región, cuya demografía, por otro lado es cambiante –cabría citar un estudio de la Universidad de Yale que muestra la evolución de la población de la zona en ese período, y el enorme peso que la inmigración tiene en la misma durante los años del Mandato-. En cualquier caso la misión es muy complicada, porque se combinan no dos sino tres intereses antagónicos, el del sionismo y los judíos sionistas que buscan –como mínimo- la creación de un Hogar Nacional judío en la zona, el de los árabes que… no quieren ni oír hablar de eso, y el de los británicos que, en realidad, esperan administrar esas dos discrepancias en pro de su interés colonial e imperial y, en base a un “divide y vencerás”, eternizar con un “sine die” su dominio en la zona –que enlazando con Irak, Kuwait y otros territorios consolidaban y facilitaban las rutas con el dominio que era la joya de la Corona: la India-.

En 1922 se desgaja del Mandato el territorio de Transjordania, previa presentación de un memorándum a la Sociedad de Naciones dónde el gobierno británico justificaba la necesidad de esa decisión, Transjordania se constituye en un emirato teóricamente independiente pero bajo la práctica autoridad británica, Transjordania es el origen de la actual Jordania. La población de este territorio es árabe, si bien pueden distinguirse dos grupos, los beduinos y los palestinos –usaremos esa voz para entendernos-. Digamos que ese desgaje no perjudicará la causa del sionismo, en el fondo favorece la idea del Hogar Nacional judío al crear una entidad árabe, incluso pudiera haber sido una vía de solución al irresoluble problema del antagonismo árabes versus judíos en el resto del territorio del Mandato, que ahora pasa a circunscribirse a los territorios que actualmente forman el actual Israel y los que controla Israel –excepto el Golan, que formaba parte de Siria, que era colonia francesa-, sin embargo las ambiciones de la dinastía hachemita frustrarán esa posibilidad –y eso a pesar de ser, probablemente, el régimen árabe que mayor cordura y realismo mostró en todo momento-.

La Administración británica va desarrollando en el territorio del Mandato una política muy cambiante, en cierta medida según la evolución de las circunstancias internas –rebeliones de la población árabe incluidas-, se van presentando diferentes proyectos de “libros blancos” que debieran ser la hoja de ruta para el futuro de esos territorios, sucede que no hay una excesiva coherencia entre aquello que dice un proyecto u otro, hora se presentan proyectos afines al sionismo hora cercanos a las posturas árabes, como telón de fondo no perdamos de vista que tales vaivenes favorece a la política imperial británica en un sentido: la indefinición es una forma de mantener el status quo con Gran Bretaña como metrópoli colonial de facto.

En esta situación se alcanza la década de 1930, tan trascendental y dramática para Europa y para el mundo, en 1933 Hitler se hace con el poder en Alemania y, prácticamente de forma inmediata, comienza a establecer infamantes leyes antisemitas –quede claro que eso preludia la Shoá y muestra cuales son las intenciones del régimen alemán, pero aún no son la Shoá, ésta, en puridad, se producirá durante la Segunda Guerra Mundial-, trágicamente eso coincide con un momento en el que la política británica en relación a su Mandato de Palestina es de “congelación” de las cuotas de inmigración judía autorizadas –en un gesto favorable a la población árabe-, con lo que esa posible vía de refugio queda mermada, no obstante conviene aclarar que en la percepción de la época, para los propios judíos alemanes, la amenaza nazi no pasa de ser, inicialmente, una vuelta de tuerca más del antisemitismo tradicional, en el fondo se esperaba que el asunto quedase en gestos “cara a la galería” –en realidad Alemania había sido tradicionalmente uno de los territorios europeos con menos manifestaciones antisemitas-, por desgracia Hitler era coherente: tenía intención de hacer aquello que se anunciaba en el Mein Kampf. Pero el caso es que eso aún no se percibe en toda su extensión durante el transcurso de los años treinta –ni por lo que hace a sus proyectos respecto a los judíos ni, tampoco, a su política de agresión y expansión a costa de sus vecinos-.

Se debe tener en cuenta, además, que esos ecos europeos sonaban lejanos en el devenir diario de las cosas en el territorio del Mandato, aquí las tensiones seguían sus propias pautas, pautas que eran independientes de aquello que se estaba gestando en el corazón de Europa, y pautas que mostraban una constante: el antagonismo casi absoluto entre habitantes judíos y árabes del territorio.

El caso es que la dinámica de las cosas, la del enfrentamiento, que es independiente en su motivación y desarrollo a lo que va sucediendo en Europa, prosigue en el día a día del Mandato. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial las organizaciones sionistas -y pese a no conocerse la verdadera magnitud de la acción de Hitler y de sus intenciones respecto a los judíos- deciden implantar una tregua en su enfrentamiento con Gran Bretaña y brindar su apoyo a ésta en la guerra contra Alemania. Hay que mencionar una excepción extremista, la del llamado “grupo Stern”, cuyo líder aboga incluso por el demente proyecto de apoyar a la Alemania hitleriana contra los británicos, pero esto será repudiado de raíz por el movimiento sionista y acogido con un indiferente desprecio por los alemanes -a diferencia de los servicios del infame mufti de Jerusalén, que apoyará a Hitler y será correspondido por éste-.

La guerra significará una especie de paréntesis en el conflicto de la región, que no se calmará pero queda postergado por los acontecimientos que se estaban desarrollando a escala mundial. Con la derrota alemana y la victoria aliada se volverá, no obstante, al punto en que había quedado la cuestión del Mandato en 1939, sin embargo hay ciertos cambios notables. El primero es que Gran Bretaña ya no puede ni seguir manteniendo un Imperio colonial ni seguir ejerciendo de potencia colonial, el segundo es que derivado de eso la “cuestión palestina” -englobando en ese termino tanto a la parte judía como árabe- se debía resolver… en serio. Los británicos pasan el problema a las muy nuevas Naciones Unidas, organización que se entiende heredera de la extinta Sociedad de Naciones -que era, de iure, quién debía velar por la soberanía y el futuro de ese territorio-. Lo cierto es que la ONU pretende escuchar tanto a árabes como a judíos, pero mientras los segundos y sus representantes realizan una política y una diplomacia a la vez pragmática y de colaboración con la ONU, los árabes, confiados en lo que entienden una posición de superioridad, se cierran en banda y no desean siquiera plantearse el tema de una partición ni de las condiciones de la misma. Los árabes podían tener argumentos en pro de sus intereses, pero sencillamente no los dan, su único argumento es que irán a la guerra -que es lo que finalmente harán confiando en el apoyo del resto de los países árabes-.

Finalmente la ONU decretará la partición, los judíos la aceptarán y los árabes no, los judíos proclamaran -en pleno estallido bélico contra los árabes- la independencia del Estado de Israel, curiosamente por la otra parte no habrá nada similar -digamos que la conciencia nacional árabe palestina es cosa tan tardía como… después de 1967-, la guerra se saldará con la derrota árabe y la consolidación del Estado de Israel. ¿Eso significa que el nuevo Estado se quedó con todo el territorio? No, ciertamente se quedó con lo que había ocupado hasta la declaración de armisticio, pero Cisjordania -o Judea y Samaria, como se prefiera- y la franja de Gaza quedaron en manos árabes, sólo que habiéndose podido hacer no se proclamó allí ningún Estado árabe-palestino, Cisjordania se incorporó a Jordania y la franja de Gaza a Egipto, esto se podría interpretar, aparentemente, como una traición a los árabes palestinos por parte de sus “hermanos” árabes, pero no fue así, jamás la población árabe de esos territorios se enfrentó a egipcios y jordanos reclamando algo similar a una independencia, jamás hubo el menor roce ni el menor inconveniente en tener pasaporte egipcio o jordano. Evidentemente esa población estaba en su derecho de sentirse satisfecha siendo egipcia o jordana, pero eso evidencia algo: que la cuestión árabe-palestina no es en sus inicios una cuestión nacional -no es una causa nacional-.

El antagonismo de las comunidades judía y árabe del territorio del Mandato es la génesis de la actual “cuestión palestina”, digamos que lo que ha cambiado respecto a la actualidad es la desaparición de la potencia colonial -con intenciones no menos coloniales- y que una de las dos comunidades enfrentadas ha alcanzado en buena parte sus proyectos -la creación de su Estado- y la otra…, bueno, es difícil definir que proyecto o proyectos tenía y tiene la otra, porque han variado -al menos de palabra-, el inicial era “echar a los judíos al mar”, sin duda como programa es simple, eso sí, muchas trazas de compromiso o pacto no facilita, posteriormente ha habido una cierta evolución hacia el reclamar la creación de un Estado propio, no obstante eso, que sí pudiera ser un punto de partida cara a un compromiso, queda lógicamente aparcado si es el fundamentalismo islámico -sea el de Hamas, sea otro- lo que se escoge como representación, sencillamente porque eso devuelve al proyecto inicial de la parte árabe -aquello de “echar a los judíos al mar”- y se olvida del otro lema que era “paz por territorios”.

A todo esto apenas se ha mencionado tangencialmente la Shoá, eso es debido a dos cosas, la primera que el drama de la Shoá se desarrolla durante un tiempo de forma paralela pero al margen del conflicto árabe-judío -no tiene que ver con éste, aún cuando, evidentemente, impactará grandemente en la conciencia del pueblo judío-, la segunda que por su génesis y desarrollo la Shoá es una cuestión europea. Cabría añadir una tercera razón, y es que por su magnitud la Shoá merece un tratamiento aparte y pormenorizado.

8 comentarios sobre “La cuestión palestina y el nacimiento de Israel”

  1. gracias jorge por este texto tan necesario e ilustrativo. imparcial, razonado, inteligente.
    q sea compartido para alumbrar a los q estan en oscuridad y aplauden al imperialismo arabe musulman y agreden a israel q solo pretende sobrevivir.

  2. Gracias Jorge…

    Esa es la historia que deberíamos aprender para transmitir, y no lo vacío, hueco, e insensato, que se comparte como realidad al un mundo carente de visión,

    Un mundo que prefiere seguir usando «los opacos lentes de contacto» que no necesita, y que en realidad atrofian su vista junto a su entender.

    Más noajismo, más verdad, más de lo que en realidad, y «basta» de fantasías baratas detrás de dogmas, cultos, movimientos, o lo que bien convenga para vender y promover la mentira y el odio.

    Un abrazo!

  3. el 1948 los arabes solo eran arabes no palestinos logicamente ¿arabes de donde ? por su puesto no de israel palestina es algo romano ya los saben asi que cuando la gente reprocha a israel por esto y aquello porque no usan la logica para cuestionar a los que ellos apoyan osea imperio arabe musulman nadie les dice asi pero lo son se lo ha ganado BUENO EN FIN solo usan la logica pa lo que les conviene fantasias populismo desinformacion otros prefieren seguir en el hoyo porque se sienten seguros y no les importa PUES ELLOS NO VENCERAN A ISRAEL SIEMPRE A DEMOSTRADO FORTALEZA GRACIAS A HASHEM es un hecho insuperable mientras HAYA VIDA HAY ESPERANZA con HASHEM del lado de ISRAEL estos malvados lideres de hoy caeran (PUES PORQUE MALDECIR LO QUE EL ETERNO HA BENDECIDO) no es claro el mensaje? CHAVEZ ahorita esta gravemente enfermo por haber maldecido a ISRAEL en el 2010 pues HASHEM a demostrado a traves de toda la historia apoyar a los BNEI ISRAEL

  4. si fabian, ojala y la gente fuera mas sana, mas pura, mas entendida, mas razonable.
    pero el EGO afecta por todos lados.
    asi q tenemos una gran tarea, vencer al EGO en nosotros para ayudar a q los otros puedan ser menos esclavos y de esa forma hacer q el conocimiento de Dios este por cada rincon y cada corazon.
    gracias por su comentario enriquecedor.

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