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Licenciado en Geografía e Historia, Licenciado en Derecho, Doctorado en Geografía Humana, Administración del Estado

El Jesús histórico y la fuente «Q»

Mucho se habla acerca de la historicidad de la figura religiosa de Jesús de Nazaret. Si nos referimos a la influencia histórica, sociológica y religiosa de dicha figura el debate se acaba rápidamente en un sentido: esa influencia es absolutamente indudable. Pero, lo es… en el ámbito especificado y que tiene por centro la religión.

De mucha mayor complicación es intentar abordar eso que se llama el “Jesús histórico”, lo es por dos motivos: por el confusionismo y por la falta de fuentes históricas contrastables entre sí –no de documentación que hay mucha-.

Historia Sagrada e Historia

No faltan autores que confunden la denominada “Historia Sagrada” con la disciplina académica llamada “Historia”, que no otorgará a las fuentes apologéticas cristianas mayor valor del de documento histórico en sí, como tampoco lo hará con Flavio Josefo, Dion Casio, Plinio el Joven, Celso o el Talmud.

Por ello, a veces se confunde mucho la búsqueda del Jesús histórico -que es una, y puede abordarse desde el cristianismo, otra creencia o ninguna-, con el dotar de historicidad a Jesús, que es otra cosa, casi antiacadémica por definición y que solo puede emprenderse desde la creencia, no desde la ciencia, porque el planteamiento ya es “ad hoc” de entrada.

Desde ese punto de vista coincidimos y no con el polémico y popular historiador y comunicador César Vidal Manzanares (ex profesor de la UNED).

Coincidimos cuando dice:

“En estos últimos casos, da la sensación de que existe un mayor interés pro presentar la figura de Jesús que encaje en la última corriente (¿nos atreveríamos a decir “moda”?) que por plantearse seriamente lo que las fuentes nos dicen sobre él. Gacias a ello, hemos “padecido” a Cristos marxistas, hegelianos “guerrilleros”, existencialistas o nihilistas, por sólo citar a unos cuantos, así como un uso de las fuentes intolerables desde una perspectiva histórica” (César Vidal Manzanares, “El documento Q”, pág. 230, Editorial, Planeta, Barcelona 2005)

Hasta aquí estamos de acuerdo con este autor casi punto por punto, no se ha abordado históricamente la figura de Jesús, se ha abordado dotarle de “una historia” que coincidiese con “una ideología” de quién la escribía. Así, tenemos multitud de “biografías” de Jesús que lo mismo lo sitúan en “Cachemira” como dentro de la más absoluta ortodoxia canónica y con el más absoluto desprecio hacia el método histórico.

A vueltas con la «Historia Sagrada»

Pero don César Vidal Manzanares continua y, aquí ya no coincidimos, porque, a partir de un optimismo, no excesivamente justificado en las fuentes, da por buenos y nos presenta como históricos una serie de datos y formulaciones que, tal vez, puedan realizarse desde una “Historia Sagrada” y militante pero, mucho nos tememos, que no puedan realizarse desde la disciplina académica y científica que es la Historia, así, contradiciendo lo que acababa de decir -repetimos que, posiblemente por un exceso de optimismo- se contradice y dice lo siguiente:

“Partiendo de un criterio meramente histórico [sic]*, a mi juicio se puede afirmar que las fuentes, tanto cristianas como judías y paganas, nos permiten conocer y dar como ciertos buen número de datos acerca de la vida de Jesús, en un grado de exactitud que supera en bastantes ocasiones a personajes famosos de la Antigüedad.

Estos datos son, como mínimo, los siguientes:

    1. Jesús pertenecí a la estirpe davídica
    2. Su nacimiento no fue normal
    3. Estuvo en Egipto
    4. Se crió en Galilea
    5. Tuvo hermanos y hermanas
    6. Fue bautizado por Juan el Bautista
    7. Inició su ministerio en Galilea
    8. Sus hermanos no creían en él.
    9. Predico un evangelio centrado en la venida del reino de Dios y en la necesidad de arrepentirse y aceptarlo a él para obtener salvación..
    10. Realizó curaciones y otros hechos que tanto el como sus discípulos y contemporáneos interpretaron como expulsión de demonios.
    11. Realizó varias bajadas a Jerusalén
    12. Se negó a ser mesías de corte guerrero, lo que ocasionó, entre otras razones, su fracaso en Galilea y el abandono de alguno de sus discípulos
    13. En la última etapa de su vida se centro fundamentalmente en el grupo más íntimo de los discípulos de entre los que nombró a Doce, posiblemente como referencia al número de las tribus de Israel: Muy posiblemente fue en esta etapa cuando comenzó a anunciar su muerte en armonía con su visión de sí mismo.
    14. También por esta época desarrollo un ministerio de predicación e Perea.
    15. Realizó una limpieza del Templo
    16. Profetizó la destrucción del Templo
    17. Acudió a Jerusalén con sus discípulos durante una Pascua (…) Durante la misma celebró una cena preñada de contenido escatológico.
    18. Fue traicionado por uno de los discípulos llamado Judas, abandonado por los restantes, prendido, sometido a una reunión plagada de irregularidades, de uno de los tribunales del Sanhedrín y entregado a Pilato.
    19. Éste lo envió a Herodes Antipas para posteriormente intentar ponerlo en libertad acogiéndose a una tradición legal de liberar a un preso en la Pascua. Tras flagelarlo, quizá con la intención de contentar a sus enemigos, procedió a ordenar su crucifixión.
    20. En su condena influyó su pretensión de ser el mesias (de hecho, de eso le acusa el cartel colocado en la cruz por Pilato).
    21. Muerto en la cruz fue sepultado en una tumba que, tres días después, se encontró vacía
    22. Los discípulos afirmaron haberlo visto resucitado de tal manera que su conducta cambió y que incluso algunos incrédulos -como su hermano Santiago o el luego apóstol Pablo- aceptaron la nueva fe tras ser objeto de alguna de sus apariciones.
    23. La única respuesta de sus adversarios a estos hecho fue la de que el cadáver había sido robado.
    24. Sus discípulos siguieron existiendo como un movimiento identificable.

(César Vidal Manzanares, “El documento Q”, pág. 230, Editorial, Planeta, Barcelona 2005)

La fuente o documento Q

Bien, un par de cosas, la siguiente intercalación [sic]* la hemos realizado desde el presente artículo puesto que dudamos muchísimo que “desde un criterio meramente histórico” pueda sostenerse un solo punto de los veinticuatro que, con gran optimismo, sostiene don César Vidal Manzanares, hacia el final de su obra “El documento Q” -toda ella cuajada de optimismo por otros motivos, para ahora nos centramos en la historicidad de Jesús de Nazaret-.

La segunda cosa es la simple y sencilla constatación de que la “fuente Q” –del alemán “quelle”, que significa fuente-, es lo que se supone pudo ser una fuente escrita, oral o mezcla de ambas, más o menos contemporánea a los supuestos relatados y que serviría de base a los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas, otro tema es Juan). Esa fuente está perdida y… sigue perdida, por muchos esfuerzos reconstructivos que, a partir de la de deconstrucción de los sinópticos, algunos autores hagan.

(continuará)

La dualidad, el hombre y la mujer en el Zohar

En el Zohar, uno de los pilares de la cábala, puede leerse la igualdad en el género humano, la igualdad entre hombre y mujer. Es más, se considera que no existe «hombre» sin mujer.

Dicho de otra manera, el «hombre», como genérico, no es tal sin la mujer ni puede existir con independencia de ésta. Hay que decir que lo mismo sucede a la inversa.

Bereshit/Génesis

El Zohar basa eso en un análisis del comienzo del Bereshit/Génesis, a partir del cual alcanza las conclusiones anteriormente expresadas, en concreto:

Las Sagradas Escrituras dicen: «varón y hembra los creó» (Bereshit 5:2). De esto deducimos que toda figura que no represente al varón y a la hembra no se parece a la figura celestial (…) Tened presente que el Santo, bendito sea, escoge por residencia alli donde varón y hembra están unidos. El colma de bendiciones el lugar dónde se unen varón y hembra». Por esto dicen las Escrituras: «Los bendijo y les puso por nombre Adam (Hombre) (Bereshit 5:2). Pero no dicen «Lo bendijo y le puso por nombre Adam», ya que D_os sólo bendice cuando el varón y hembra están unidos. El varón solo no merece el nombre de hombre sino está unido a la mujer. Por esta razón dicen las Sagradas Escrituras: «Y les puso por nombre Adam» (Zohar, I, 55b)

Aquí se diferencia «hombre» de «varón» y se entiende que «hombre» hace referencia tanto a varón como a hembra, y que «Adam» -que se identifica con el termino «hombre»- no es lo mismo que Adán en cuanto a nombre del varón, «Adam» viene de «Adamah», que significa «polvo de la tierra», lo que se relaciona con lo dicho en Bereshit 2:7.

Según esta interpretación Adam -que no Adán- son tanto varón como mujer, siendo «hombre» la conjunción de los dos, y no pudiendo existir hombre sin mujer. El Zohar identifica, así, el término «hombre» con el género humano en su totalidad, no en uno de sus determinados componentes sexuales.

El principio masculino y femenino como conjunto también tendría su reflejo en la esencia de Elohim pero, aún estando relacionado con lo humano, eso nos llevaría a otro tema.

El principio masculino y femenino en Elohim

De la misma manera que Adam es sinónimo de «género humano» y es varón y mujer, Elohim contiene en sí mismo el principio masculino y femenino, porque también dice el Bereshit que los creó «a su imagen», sobre ello también reflexiona el Zohar:

«Si las Sagradas Escrituras dicen: (Bereshit 1:27) ¿por qué añaden aún: (Bereshit 1:27)? El texto designa de hecho los dos aspectos, lo masculino y lo femenino (…) tal como lo prueba la continuación del versículo: (Bereshit 1.27)» (Zohar, III 117a).

Que Adam designa al género humano, sin distinción de sexo, queda reforzado, además, por la etimología, así en hebreo «hombre» en cuanto varón se escribe «is», mientras que «mujer» es «isah», pongo los términos transliterados -obviamente-.

Y que el principio femenino también se encuentra en Elohim se puede observar también porque una de las maneras de referirse a Él es llamándolo «La Matrona», pues Gevurah, que es fuego, es el principio femenino en Elohim, y se la llama también, Hija, Novia, Esposa o Matrona. Todos esos nombres se unen en un concepto «Tif’eret», que significa «Belleza».

La dualidad de Elohim

Hay diversos pasajes en el Zohar que muestran que igual que coexisten el principio masculino en el hombre y en Elohim, lo mismo sucede con el bien y el mal, son intrínsecos a uno y otro, en ese sentido queda anulado el problema que planteaba Leibniz con la «Teodicea», porque en Elohim se encuentran los dos principios, por eso ángeles y dáimón son lo mismo, y por eso radican en el propio “ethós” humano ambas cosas. Es decisión humana ante unas circunstancias hacer una u otra cosa, la resultante será la que defina si eso ha sido bueno o malo. Un par de pasajes del Zohar para ejemplificar -hay más-:

«Dijo el Santo, bendito sea: Yo y mi Sekinah formamos el alma; el padre y la madre de cada hombre forman el cuerpo. El padre provee el blanco de los ojos, las venas y el cerebro. La madre provee las pupilas, el pelo y la piel. El cielo, la Tierra y todos los cuerpos celestes se asociaron igualmente para la formación del hombre. También los ángeles se asociaron para su formación y también del Espíritu del Bien y del Espíritu del Mal, para que fuera amasado de ambas partes a la vez» (Zohar, III, 219b)

«Si el Santo, bendito sea, no hubiera creado el Espíritu del Bien y el Espíritu del Mal, que emanan uno del lado de la Luz y el otro del lado de las Tinieblas, respectivamente, el hombre no hubiera podido ni merecer ni desmerecer. Por ello, D_os lo creó compuesto de dos espiritus. Los deseos sexuales son buenos o malos según el espíritu que los incita tal como está escrito: « (Zohar, I 23-a)

El bien y el mal son opciones… de acciones, no son entes, como las acciones de Elohim pudieran ser malas si él lo desease, las acciones humanas pueden serlo si se provoca una acción que desemboque en un mal, porque Elohim -no físicamente- comparte las características del hombre, entre otras… crear con la Palabra, así como contener interna y potencialmente bien y mal.

Axiomas y Teodicea

La «Teodicea» nace como una reflexión sobre la naturaleza de Dios y la cuestión del mal, en concreto el porqué un Dios que es amor y bondad, siendo omnipotente, permite la existencia del mal.

El maremoto de Lisboa fue el desencadenante de la especulación teológico-filosófica, realizada dentro del cristianismo de la época (inicios del siglo XVIII de la era común).

La Teodicea de Leibniz

Cuestión que, poco más o menos, inaugura Leibniz en los siguientes términos:

“Los antiguos errores, profesados por los que acusaban a la divinidad o suponían la existencia de un principio malo, han sido a veces renovados en nuestros días; se ha recurrido al poder irresistible de Dios, cuando debía fijarse más bien en su suprema bondad; y se ha considerado como un poder despótico el que debía concebirse como dirigido por la más perfecta sabiduría. He observado que estas opiniones, que pueden causar mucho daño, han sido sostenidas, apoyándose particularmente en nociones confusas tocantes a la libertad, a la necesidad y al destino; esto me ha movido más de una vez a tomar la pluma para aclarar puntos tan importantes, y finalmente me he visto obligado a condensar mi pensamiento sobre todas estas materias tomadas en conjunto, y darlo a conocer al público. Este es el objeto del ensayo presente sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal.”

(Gottfried Wilhelm Leibniz, “Teodicea”)

Leibniz habla aquí del problema de la existencia del mal, ese problema no lo sería sino fuese porque se conjunta con la omnipotencia de Dios, de lo cual surge la pregunta ¿cómo un Dios bondadoso y omnipotente permite la existencia del mal? La respuesta de Leibniz es la elaboración de un sistema filosófico en el cual el mal no lo ha creado Dios y no lo permite aleatoriamente, sino que lo hace con una finalidad –si se quiere hasta probatoria, en el sentido de “prueba de fuego”, de algo iniciático o “depurativo”-, no en vano “teodicea” significa “justicia de Dios” pero, también, “justificación de Dios”.

La cuestión del mal y su relación ajena a la voluntad de Dios también la trata John Milton en “El Paraíso perdido”, pero Milton “esquiva” la cuestión de la omnipotencia y permisividad divina, y se centra en la figura del “Maligno” y, en cierta medida, de la libertad de elección tanto en ángeles como en humanos. Lo curioso de Milton es que las razones que pone en boca de Satanás resultan de lo más convincentes.

La cuestión de la existencia del mal como permisión

La teodicea lo que plantea es el problema de la bondad de Dios y la presencia del mal, aunque Leibniz lo haga “justificando” a Dios. Dicho de otro modo como es posible que un Dios bondadoso y omnipotente permita la existencia del mal.

No es solo el mal introducido en la naturaleza humana a partir del pecado original sino de “todo” el mal -puesto que el mal es, en teoría, preexistente a la naturaleza humana, recordemos que se introduce externamente en ella, no nace con ella, por tanto el mal es, en principio externo y previo al hombre-.

Los axiomas que se barajan en la “Teodicea” son que Dios es bondadoso y que es omnipotente, luego el problema a resolver es el porqué del mal -que es previo y externo a la humanidad, otra cosa es que se introduzca en su naturaleza y pase a formar parte de la misma- ¿cual es el sentido de esa permisividad? eso es lo que se plantea.

Lo cierto es que la teodicea se encuentra con algunos problemas porque parte de: a) que Dios es bueno, b) que Dios es omnipotente -hay más cosas pero eso es lo básico-. Eso hace incomprensible tanto la existencia del mal como que se le permita actuar.

Con lo cual llegamos a las explicaciones. Alguna va por la vía del libre albedrío, solo que eso se encuentra con alguna pequeña paradoja, por ejemplo: un asesino escoge libremente asesinar sin embargo su víctima ve anulada su libertad -dado que no escoge ser víctima-. Otras explicaciones van por la vía de la acción del Maligno –es la vía de Milton-, pero se supone que el Maligno no es omnipotente sino que esta sujeto a la autoridad y omnipotencia de Dios, por tanto esa explicación tampoco sirve puesto que devuelve a las preguntas iniciales de la teodicea ¿cómo un Dios omnipotente y bondadoso permite la existencia y actuación del mal? Hay otra respuesta más, totalmente «ad hoc» y funcionalísima: los caminos y designios del Señor son inescrutables.

Los axiomas

No es del todo correcto identificar dogma con axioma, el axioma es un principio indemostrable sobre el que se basan los dogmas, pero no son lo mismo. El axioma es indemostrable porque se considera que no precisa demostración -la necesidad de una causa incausada de Santo Tomás es un axioma, a partir de él organiza todas las vías tomistas, es un principio indemostrable del que se considera que no precisa demostración-.

Los axiomas que utiliza el cristianismo son los relativos a la primera acepción RAE, es decir, proposiciones tan claras y evidentes que no precisan demostración. Ahora bien, se puede dudar -o poner en tela de juicio- que esas proposiciones sean tan claras y evidentes, porque una cosa es una proposición tan clara y evidente que no precisa demostración y otra una proposición «ad hoc», y muchos axiomas del cristianismo son «falsos axiomas» pues son proposiciones «ad hoc».

“Pero si el conocimiento del principio de continuidad es importante para la especulación, el de la necesidad no lo es menos para la práctica, y éste será el objeto del presente tratado, incluyendo además los puntos que se relacionan con él; a saber: la libertad del hombre y la justicia de Dios.”

(Gottfried Wilhelm Leibniz, “Teodicea”)

Leibniz ya deja claro que va a defender axiomas, sucede que en su caso introduce el concepto de “necesidad”, que viene a salvar –o a intentarlo- el reproche que, objetivamente, puede hacerse a lo “ad hoc”.

Apócrifos y canon del Tanaj

El canon de libros que componen el Tanaj, también denominados deuterocanónicos –que significa “segundo canon»- , se estableció, en su forma actual, por el judaísmo rabínico en el siglo II de la era común, por el concilio de rabinos que, tras el fin del Segundo Templo, se reunió en Jamnia bajo la dirección de la figura casi legendaria del rabbi Yochanan ben Zakai.

El canon del Tanaj y Jamnia

Quede claro que esta comunidad se organizó con el permiso de Vespasiano.

De hecho hay un episodio, con toda probabilidad mítico, de cómo Yochanan ben Zakai se presenta ante Vespasiano mediante un ardid -ni más ni menos que su propio entierro- para solicitarle el organizar la comunidad de Jamnia, donde se celebraría dicho concilio y donde se generaría una escuela rabínica que enlazará con los masoretas.

Así, de este concilio surgirá el Canon Palestinense o Tanaj, también conocido a veces como Micra, su parte fundamental es la Torá. No obstante aún se discutirá durante algún tiempo la pertinencia o no de la inclusión canónica de ciertos libros como, por ejemplo, el de Daniel.

Las pautas usadas para la elaboración de ese canon fueron, a grandes rasgos, las siguientes:

– Que hubiese sido escrito en la época en que se consideraba que aún había profecía en Israel, lo que, aproximadamente, lo situaría como escrito anterior al año 450 a.e.c. (antes de la era común).

– Que fuese obra de profeta o profetas, o bien de personas que el concilio entiende inspiradas por Dios (según fuese el nivel profético de la obra, se ponía ese texto en la sección de «Profetas», o en la de «Escritos consagrados»).

– El texto debía estar escrito en hebreo, aunque en algunas ocasiones se aceptó en arameo.

– El contenido debía ser coherente con el conjunto del cuerpo ideológico o pensamiento judío (eso está en correlación con la necesidad que el texto este inspirado divinamente).

Los apócrifos del canon

El “Libro de Enoc” y otros libros –“Macabeos” o el “Eclesiástico”, entre otros-, quedaron fuera por considerarse que no cumplían ese conjunto de condiciones.

Claramente “Macabeos” y “Eclesiástico” no cumplían la condición cronológica –en puridad la investigación moderna nos indica que otros tampoco atienden a la cronología tradicional, por ejemplo, el “Libro de Daniel”, escrito en varias etapas, esencialmente durante el período macabeo-.

Tanto “Macabeos I” como “Macabeos II” relatan las luchas civiles entre judíos tradicionalistas y judíos helenizados, estos últimos apoyados por los monarcas seleucidas. De esta época surgirán ciertos rasgos del judaísmo actual, una de sus celebraciones más notables, la Hanuká o Fiesta de las luces, se celebra el 25 de Kislev, lo cual resulta variable en el calendario común, según esa variabilidad se celebra entre finales de noviembre y diciembre. Se relaciona con la consagración del Templo por Judas Macabeo, aunque eso da forma a la actual celebración es muy posible que ésta, bajo otras motivaciones, se realizase ya anteriormente.

El “Eclesiástico” o “Libro de la Sabiduría” se descartó también por motivos cronológicos análogos al caso de los “Macabeos”. Se trata de un conjunto de escritos sapienciales del que, curiosamente, sabemos la autoría –porque se conoce su biografía e incluso el autor aparece indicado en el propio texto, así como hay también valiosas indicaciones de los textos que se manejaban por el judaísmo poco antes de las guerras macabeas-, su autor es Jesús ben Sirá.

El “Libro de Enoc”

El “Libro de Enoc”, por lo que parece y se deduce de su contenido, se trata de una obra con una propuesta visionaria -las obras visionarias son aquellas en las que se describe como D_os entra en contacto con una persona a través de una visión, ya sea en sueños o en trance, se supone que el alma de esa persona asciende de alguna manera a otro plano y contacta con D_os-.

La crítica coincide en que se trata de una obra recopilada por diversos grupos y autores cuya datación se situaría cercana al siglo III aEC, en sus partes más antiguas, y al I EC en su contenido más moderno. Tiene una parte casi cosmogónica –relación con el Bereshit/Génesis- y otra apocalíptica –en la que describe el fin de la Tierra-. Abunda en él el lenguaje simbólico e incluso de referentes oníricos.

Posiblemente el “quid” de la cuestión, para excluirlo del canon, está en la datación y en considerar o no lo que allí se describe como un «éxtasis real» –como referido a un trance “extático” de contacto con lo divino- o bien algo que podría considerarse, en términos modernos, una patología alucinatoria -obviamente, tal consideración es una analogía anacrónica-

Ambas cosas pueden ser formalmente una propuesta visionaria pero, como es evidente, el origen de la visión sería completamente distinto. Es igualmente claro que el límite de su datación y la sospecha de que no se tratase de una propuesta visionaria real -con independencia que su origen fuese alucinatorio o que, simplemente, fuese una recopilación más o menos mítica realizada por los grupos de autores mencionados- se impusieron sobre la opción canónica, por ello el libro no es canónico.

En ese sentido, hay que repetir que estos escritos no son canónicos, pueden ser más o menos interesantes -y a nivel de análisis o investigación pueden serlo mucho-, pero no forman parte del Tanaj.

El Libro de Iyov/Job

El libro de Iyov (Job) es bastante curioso, hasta peculiar, por una parte sirve para ver el concepto que de Satanás tiene el judaísmo, no el de «archienemigo» de D_os sino el de un «fiscal», por otra parte nos muestra que la famosa paciencia de Iyov -altamente proclamada como virtud esencial del libro por el cristianismo- poco o nada tiene que ver con lo esencial del texto tanajico.

Allí Iyov acusa a D_os de… ser malvado, y, por último, el libro es, esencialmente, una metáfora de la idea de Omnipotencia, de la Omnipotencia de D_os, que puede hacer lo que desee. La interpretación católica -la típica de la catequesis- sobre ese libro, es completamente ajena a lo que el libro dice, entre otras cosas porque un catequista no suele conocer el judaísmo.

El significado de las pruebas de Iyov

Pueden encontrarse diferentes opiniones sobre el significado del libro de Iyov, una de ellas se centra en la idea de una «prueba» del tipo de fe de Iyov, sobre si su fe o amor a D_os (aquí algún autor cristiano traza equivalencias entre ambos conceptos, aunque parece una equivalencia gratuita, o al menos no necesaria fuera del punto de vista cristiano) obedecía a un interés personal de Iyov o eran «puras» (en el sentido de tener fe en D_os y seguir amándolo pese a todas las desgracias que acontecen al personaje).

Sin embargo, fuera de la “interpretatio christiana”, lo primero a decir sobre la idea del mensaje, es que versa sobre la total omnipotencia de D_os, incluso se diría que el hilo argumental (todo lo que le sucede a Iyov y esa especie de «tertulia» entre D_os y Satanás en relación al personaje) es subsidiario o anecdótico, solo sería la trama que permite mostrar como D_os es todo, literalmente, y lo puede todo, es decir, sobre el tema de la omnipotencia no sobre el tema de la fe y su carácter.

La cuestión de la fe

La cuestión de la fe sólo puede plantearse desde el cristianismo, porque la fe no es concepto propio -o, cuando menos esencial- del judaísmo. En Iyov no es la fe lo que se prueba, sino que es Iyov el probado, cómo se comporta con su mujer, cuando ésta lo deja; cómo se comporta al recibir el desprecio de todos aquellos que antes le lisonjeaban y le llamaban «amigo» por su dinero; y cómo trata a los que no le abandonan en medio de su tragedia y miseria; y cómo se dirige a D_os, cuando parece todo un sinsentido y no existir esperanza alguna.

No es la fe de Iyov la probada. Para el judaísmo es impensable la idea de que D_os ponga a prueba la fe de las personas, la fe es concepto ajeno al D_os de Yisrael y lo que éste pretende de las personas, pues D_os crea para ser libres y no ovejas.

Tampoco es la pureza lo que se considera.

El precio de la esencia de Elohim

Elohim pone a prueba a la persona. Pero a la persona en cuanto ser, dándole con ello parte de su esencia, porque la persona, sin la esencia de Elohim, no existe en cuanto «ser» se queda en algo situacional como es el «estar». La persona entera es la probada, pero no gratuitamente, lo es para darle la consistencia del «ser», para que adquiera ontología propia. Porque ¿le importa al D_os de Yisrael que alguien le tenga mucha fe? No, al D_os de Yisrael solo le importa el comportamiento, las acciones y sus resultantes.

Lo que se pone a prueba es ver si Iyov es capaz de superar, de vencer, la imagen de autosuficiencia que ocultaba al verdadero ser de Iyov, para encontrarse y encontrar a D_os. Es curioso, en ese sentido, que lo que se potencia es una búsqueda del propio «yo», una búsqueda personal a través del «fuego» de la prueba. De alguna manera viene a ser como un psicoanálisis primitivo y traumático -porque realmente las pruebas son de órdago- que tiene también un componente iniciático respecto a la propia personalidad, al ethós de Iyov.

Pero sigue siendo curioso como Iyov reprocha de tú a tú las acciones a las que le somete Elohim, por un momento le acusa de maldad, si bien, finalmente rectifica.

No obstante todas esas características: el papel de Satanás, la relación de Iyov con Adonay, la ambigüedad de la bondad divina, bondad que llega a supeditarse a una demostración de pura omnipotencia y como esa ambigüedad se disuelven por el don del «ser» y no tan solo del «estar». Componen un telón de fondo en el que el libro de Iyov dentro del contexto del Tanaj no deja de ser una «rareza».

Elohim y En Sof

El libro de Iyov es, por un lado, un canto a la omnipotencia -y hasta arbitraridad, pero es que en D_os, como en el hombre, también habita internamente la existencia de mal, eso sería más complicado de explicar y definir, pero lo identifica y lo demuestra el Zohar-, por otro someter a la fragua el metal del que está hecho Iyov ¿porqué sí?

Sí y no, sí en la medida que es demostración de la omnipotencia divina, pero no en la medida que no es una prueba caprichosa, no se prueba ni a fe alguna, ni ninguna característica de Iyov, se le prueba a él -y muy duramente- en la totalidad de la persona.

El resultado al superar la prueba es que Iyov, al estar en contacto permanente con Elohim -recordemos que le habla «cara a cara»- obtiene parte de la esencia de Elohim, y eso conlleva un precio, precisamente porque la naturaleza de Elohim hace imposible aceptar parte de su ontología sin «quemarse».

Y aún así teniendo en cuenta que Elohim es parte de la voluntad limitada de En Sof, es una emanación. Lo cual nos da una idea de cual podría ser el resultado, para un humano, de un contacto directo con la totalidad de En Sof.

Apéndice sobre la posible cronología del Libro de Daniyyel/Daniel

Ya se ha indicado la hipótesis acerca de la compilación mayoritaria del Libro de Daniyyel/Daniel a partir de mediados del siglo II a EC y que habría seguido completándose durante los años siguientes.

Quede claro que la hipótesis cronológica sólo significa que la autoría del Libro de Daniyyel/Daniel no se debería a Danniyel/Daniel, sino que se ejecutaría a partir de otros materiales -especialmente en relación a la primera parte del Libro, la que trata el tema de Daniyyel/Daniel, sus compañeros y el exilio- a los que se añadiría -especialmente para la segunda parte- los elementos propios del panorama político de la época Macabea en aquellas regiones y sus antecedentes -los medos, los persas aquemenidas, la expedición de Alejandro, la creación de su Imperio, la fragmentación del mismo tras su muerte prematura y el reparto de su reino entre sus generales-.

Eso no excluye que no existiese la figura de Daniyyel/Daniel y que éste, en efecto, hubiese partido con otros nobles para el exilio babilónico y allí hubiese protagonizado diversas peripecias, precisamente alrededor de esa figura se encontrarían los materiales y fuentes que permiten elaborar la parte “personal” de la historia de Daniyyel/Daniel en Babilonia. Y esa figura es la que facilita a los autores del “Libro de Danniyel/Daniel” orquestar alrededor de la misma la segunda parte de la obra, y su contenido “profético” de gran y específico calado político -el que ya se ha explicado-.

Vamos a resaltar alguno de los apoyos de la cronología que data para época macabea la autoría fundamental del “Libro de Danniyel/Daniel”.

El canon del Tanaj

Resulta significativo que en el canon hebreo del Tanaj el Libro de Danniyel/Daniel no está incluido entre los libros proféticos sino entre los libros literarios sapienciales o hagiógrafos. Es decir, un texto atribuido “teóricamente” a uno de los que debían ser “profetas mayores” se coloca fuera…de los escritos de los profetas ¿por la propia figura de Daniyyel/Daniel? No, por las dudas -o certezas- acerca de la autoría real del libro que lleva su nombre.

Tanto es así que a la hora de elaborar el canon hebreo el Libro de Daniyyel/Daniel estuvo a punto de sufrir la suerte de los libros de los Macabeos, es decir: no ser incluido en el canon debido a la incerteza de su autoría y -a partir de ahí- sobre la “incerteza” de su “inspiración divina”, eso ya para los mismos religiosos hebreos que elaboraron el canon -y que continuaron discutiendo sobre la inclusión o exclusión de ciertos libros en el mismo hasta el siglo II EC, pese a que el canon hebreo se fijó en Yavne hacia 90 EC-. Fue la popularidad del Libro de Daniyyel/Daniel entre los ambientes nacionalistas judíos (ya desde las primeras versiones de su aparición, véase1 Mac. 2:59 y siguientes) lo que inclinó la balanza.

Además, y en cuanto al contenido formal del libro, la compilación compleja y diversa del texto se observa no sólo en la disparidad de su estructura argumental -una primera parte dónde se explica la historia de Daniyyel/Daniel en Babilonia, y una segunda parte con constantes referencias al oriente helenístico- sino en que el texto incluye modismos y giros griegos y persas, lo cual vuelve a confirmar una redacción del texto en la época en la que éstos eran protagonistas de la política en el Fértil Creciente y la meseta irania.

Flavio Josefo

Una fuente externa invocada por los autores partidarios de una autoría del propio Daniyyel/Daniel del libro que lleva su nombre es… también Flavio Josefo -justo el mismo autor que nos facilita las claves del asunto de Alejandro Janeo-.

Así se invoca un pasaje de las “Antigüedades” -Libro XI, capítulo 8, versículo 5- dónde se cuenta que el Sumo Sacerdote Jadua salió al paso de Alejandro cuando éste se acercaba a Jerusalén para mostrarle las profecías de Daniyyel/Daniel y ganarse, de esa manera, el favor del monarca macedonio (1):

“Y cuando el libro de Daniel se le mostró en donde Daniel declaró que uno de los griegos debe destruir el imperio de los persas, y que se supone que era la persona destinada. Entonces se puso alegre, y despidió a la multitud por el momento, al día siguiente los llamó, y les preguntó que favores querían de él, ante lo cual el sumo sacerdote expresó su deseo de poder disfrutar de las leyes de sus antepasados , y no pagar ningún tributo en el séptimo año. Se concedió todo lo que deseaba.” (Flavio Josefo “Las antigüedades de los judíos”, Libro XI, capítulo 8, versículo 5)

Ahora bien, Josefo es un judío del siglo I EC -luego, por ejemplo, posterior a Jesús ben Sirac, quedémonos con este dato- que profesa el judaísmo, luego, recoge la tradición  judía y, cómo es lógico, es fiel a ella, así que no es nada extraño que recurra a la misma en su polémica -entre otros contra Apión, al que dedica expresamente una pequeña obra- para reivindicar los orígenes y la “santidad” de los judíos -utilizando también el recurso al Libro de Daniyyel/Daniel y a la tradición que recoge el episodio de Jadua-. En sus “Antigüedades” se sirve de numerosas fuentes, al tiempo que da datos…da fe de sus creencias.

Quede claro que Josefo no cita para nada cosa alguna respecto a que el Libro de Daniyyel/Daniel profetizase a Jesús. Y que lo que se pone en boca de Josefo más adelante en “Las antigüedades de los judíos” -Libro XVIII-, capítulo 3- y que supuestamente se refiere a Jesús -el llamado Testimonium Flavianum- es una interpolación sobradamente conocida y reconocida como…falsa.

Sin embargo…J osefo, como se ha dicho, vivió en el siglo I EC, es evidente que el Libro de Daniyyel/Daniel ya estaba escrito en su compilación final en esa época -sin entrar ahora en la cuestión de si los capítulos 13 y 14 son apócrifos o no, vaya, si deben o no formar parte del Libro de Daniyyel/Daniel-, pero… no lo estaba en la época de ben Sirac -justo ligeramente anterior al conflicto de los Macabeos-. Y eso nos lleva a Jesús ben Sirac (Jesús hijo de Sirac) y…al Eclesiástico -obra que se le atribuye-.

El Eclesiástico

El Eclesiástico no forma parte del canon tanájico pero sí lo hace de algunos canones biblícos -como los libros de los Macabeos, al igual que éstos es recogido por el canon católico-. Su datación es de cerca del 180 a EC, y su autoría se le concede a Jesús ben Sirac quién lo escribiría en Palestina, la época de la aparición del texto es justo la anterior a la del conflicto macabeo. Posteriormente, hacia el 130 a EC, fue traducido al griego por un nieto de Jesús ben Sirac.

Bien, en el Eclesiástico, en un momento dado, se realiza un himno de alabanza a los padres, dónde se cita a los profetas y sus obras por orden de importancia (véase Eclo capítulos 44 a 49), entre ellos no hay ninguna referencia al Libro de Daniyyel/Daniel.

Es decir, a inicios del siglo II a EC Jesús ben Sirac resulta que no conoce tan relevante obra, ni siquiera menciona a Daniyyel/Daniel ¿debido a qué? Pues a que…la redacción del Libro de Daniyyel/Daniel es posterior a Jesús ben Sirac y su Eclesiástico.

Sin embargo, la contemporaneidad del Libro de Daniyyel/Daniel con los macabeos viene a ser confirmada por.. los propios libros de los macabeos (véase al respecto 1 Mac 2:59 y siguientes).

Luego, por la propia cronología interna que se desprende de los textos, cabe concluir también por esa vía que el Libro de Daniyyel/Daniel -al menos, tal y como lo tenemos nosotros y como lo debía tener Josefo- no existía en época de la composición del Eclesiástico -hacia 180 a EC-, siendo posterior a esta fecha, y sí existía cuando se redactan los libros de los macabeos -ya hay referencias en 1 Macabeos-. Eso vuelve a mostrar que tal libro -repetimos: al menos en cuanto a la redacción que nos ha llegado- no se confeccionó en el siglo VI a EC, sino a partir de mediados del siglo II a EC, es decir, en medio del conflicto entre los judíos tradicionalistas y el reino seleucida.

Notas

(1) Además de Josefo alguien podría mencionar tal vez la obra de Quinto Curcio Rufo “Historia de Alejandro Magno” y su libro II, bien, tal libro no existe… fuera de la imaginación de quién ha deseado reconstruirlo -por los motivos que sean, como se hace en la antigua edición en español del siglo XVIII, de Mateo Ibañez de Segovia, quién en su mismo prólogo habla de “aliños” añadidos para perfeccionarla-. La obra de Rufo contenía diez libros de los cuales dos se han perdido -precisamente los dos primeros- y quedan los ocho restantes aunque incompletos. En concreto véase las ediciones de Rufo de Editorial Gredos -tapa dura- o Sarpe -rústica-. Algún episodio equivalente a lo citado por Josefo en el capítulo 8 del libro XI de las “Antigüedades” no sale por ninguna parte en la obra de Quinto Curcio Rufo. Por lo demás Flavio Arriano en su “Anábasis de Alejandro Magno” no hace mención del asunto de Alejandro Magno y su supuesta entrevista con la delegación judía. Respecto a la Novela y “novelización” de la vida y acciones de Alejandro véase el estudio crítico de Francisco Marcos Marín en la introducción a su edición del “Libro de Alexandre”.

Jorge Romero Gil

Bibliografía

I y II Macabeos, Biblia de Jerusalén, edición de 1975

Alberto Vaccari, S.J, “La settanta settimane di Daniele” (en colaboración con G. Rinaldi), 292-298.

Arriano, Flavio, “Anábasis de Alejandro Magno”, Editorial Gredos, Madrid, 2001

Delcor, M. y Koening, J, “Le Livre de Daniel”, en “Revue de l’histoire des religions”, tomo 183 n°2, 1973. pp. 196-198.

Delcor, M.,“Le livre de Daniel” (tesis doctoral), Ed. J.Gabalba et cie, París, 1971

Eclesiástico, Biblia de Jerusalén, edición de 1975

Josefo, Flavio: “Las antigüedades de los judíos”, Editorial Akal, Madrid, 1997

Libro de Daniel, Biblia de Jerusalén, edición de 1975

Rufo, Quinto Curcio, “Historia de Alejandro Magno”, Editorial Sarpe, 1985

Rufo, Quinto Curcio, “De la vida y acciones de Alexandro el Grande”, versión de Mateo Ibañez de Segovia, edición de 1794 (facsímil del original en la Universidad de Sevilla)

Tanaj, versión derivada de” Westminister Leningrad Codex”del “the Westminister Hebrew Institute”

Comentarios sobre el Libro de Daniyyel/Daniel capítulos 8 y 9

Cuando uno se aproxima a un texto lo primero es respetar el contexto del mismo, para empezar el interno del propio texto -su contenido, lo que el texto desea expresar- y para continuar el externo -el de la época del mismo y sus circunstancias-.

En el caso del Libro de Daniyyel/Daniel se citan en numerosas ocasiones unos versículos de un capítulo que pretende ser profético, en concreto Daniyyel/Daniel 9:24-27, empezaré por mostrar esos versículos según una traducción cristiana al castellano, se trata de la Biblia de Jerusalén, dicen lo que sigue:

24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.

25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él… y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.

27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»

Esos son los versículos de esa profecía que, a veces, se presentan como demostraciones sobre su cumplimiento.

Pero ya se ha indicado que el contexto de un texto es importante para acercarse al mismo, y que en primer lugar debe atenderse al contexto interno del texto, en este caso se trata de un pasaje profético del Libro de Daniyyel/Daniel que… se incluye dentro de un capítulo profético, así que me parece oportuno citar la totalidad de los capítulos 8 y 9 de Daniyyel/Daniel para así, después, poder proceder a contemplar el conjunto de ese texto y lo que dice, y no quedarnos tan sólo con un fragmento aislado y… descontextualizado -lo cual suele convertir a los textos en pretextos, como hace muchos años me comentó una persona-. Esto se dice en los capítulos 8 y 9 de Danniyel/Daniel:

Daniyyel/Daniel 8

1 El año tercero del reinado del rey Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión después de la tenida anteriormente.

2 Miré durante la visión y me veía en Susa, la plaza fuerte que está en la provincia de Elam; en la visión miré, y me encontraba en la puerta del Ulay.

3 Levanté los ojos para ver, y vi un carnero que estaba delante de la puerta. Tenía dos cuernos; los dos cuernos eran altos, pero uno más que otro y el más alto había despuntado el último.

4 Vi que el carnero acometía contra el oeste, el norte y el sur. Ninguna bestia podía resistirle, nada podía escapar a su poder. Hacía lo que le parecía y así se hizo grande.

5 Estaba yo cavilando, y he aquí que un macho cabrío vino de occidente, recorriendo la tierra entera sin tocar el suelo; este macho cabrío tenía un cuerno «magnífico» entre los ojos.

6 Vino donde el carnero de dos cuernos que yo había visto en pie delante de la puerta y corrió hacia él con todo el ardor de su fuerza.

7 Vi cómo alcanzaba al carnero, enfurecido contra él; embistió al carnero, y le rompió los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para resistirle; lo echó por tierra y lo pisoteó; no había nadie que librara al carnero de su mano.

8 El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en la plenitud de su poder, el gran cuerno se rompió y en su lugar despuntaron cuatro «magníficos» en la dirección de los cuatro vientos del cielo.

9 De uno de ellos salió un cuerno, pequeño, que creció mucho en dirección del sur, del oriente y de la Tierra del Esplendor.

10 Creció hasta el ejército del cielo, precipitó en tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó con sus pies.

11 Llegó incluso hasta el Jefe del ejército, abolió el sacrificio perpetuo y sacudió el cimiento de su santuario

12 y al ejército; en el lugar del sacrificio puso la iniquidad y tiró por tierra la verdad; así obró y le acompañó el éxito.

13 Oí entonces a un santo que hablaba, y a otro santo que decía al que hablaba: «¿Hasta cuándo la visión: el sacrificio perpetuo, la iniquidad desoladora, el santuario y el ejército pisoteados?»

14 Le respondió: «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas: después será reivindicado el santuario.»

15 Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí como una apariencia de hombre,

16 y oí una voz de hombre, sobre el Ulay, que gritaba: «Gabriel, explícale a éste la visión.»

17 El se acercó al lugar donde yo estaba y, cuando llegó, me aterroricé y caí de bruces. Me dijo: «Hijo de hombre, entiende: la visión se refiere al tiempo del Fin.»

18 Mientras él me hablaba, yo me desvanecí, rostro en tierra. El me tocó y me hizo incorporarme donde estaba.

19 Luego dijo: «Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al fin de la Ira, porque el Fin está fijado.

20 El carnero que has visto, sus dos cuernos, son los reyes de los medos y los persas.
21 El macho cabrío velludo es el rey de Yaván; el cuerno grande entre sus ojos, es el primer rey.

22 El cuerno roto y los cuatro cuernos que despuntaron en su lugar, son cuatro reinos salidos de su nación, pero que no tendrán su fuerza.

23 «Y al término de su reino, cuando lleguen al colmo los pecados, surgirá un rey, insolente y hábil en engaños.

24 Se hará poderosa su fuerza – mas no por su fuerza misma – tramará cosas inauditas, prosperará en sus empresas, destruirá a poderosos y al pueblo de los santos.

25 Y, por su habilidad, triunfará el engaño entre sus manos. Se exaltará en su corazón, y por sorpresa destruirá a muchos. Se alzará contra el Príncipe de los Príncipes, pero – sin que mano alguna intervenga – será quebrantado.

26 Es verdad la visión de las tardes y mañanas que se ha dicho, mas tú guarda en secreto la visión, pues habrá aún para muchos días.»

27 Yo, Daniel, desfallecí y estuve enfermo unos cuantos días. Luego me levanté para ocuparme de los asuntos del rey. Seguía perplejo por la visión, que no se podía comprender.

Daniyyel/Daniel 9

1 El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la raza de los medos, que subió al trono del reino de Caldea,

2 el año primero de su reinado, yo, Daniel, me puse a investigar en las Escrituras sobre el número de años que, según la palabra de Yahveh dirigida al profeta Jeremías, debían pasar sobre las ruinas de Jerusalén, a saber setenta años.

3 Volví mi rostro hacia el Señor Dios para implorarle con oraciones y súplicas, en ayuno, sayal y ceniza.

4 Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos.

5 Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, no hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas.

6 No hemos escuchado a tus siervos los profetas que en tu nombre hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, a todo el pueblo de la tierra.

7 A ti, Señor, la justicia, a nosotros la vergüenza en el rostro, como sucede en este día, a nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a Israel entero, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.

8 Yahveh, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.

9 Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él,

10 y no hemos escuchado la voz de Yahveh nuestro Dios para seguir sus leyes, que él nos había dado por sus siervos los profetas.

11 Todo Israel ha transgredido tu ley, ha desertado sin querer escuchar tu voz, y sobre nosotros han caído la maldición y la imprecación escritas en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él.

12 Él ha cumplido las palabras que había pronunciado contra nosotros y contra los príncipes que nos gobernaban: que haría venir sobre nosotros una calamidad tan grande como no habría jamás bajo el cielo otra mayor que la que alcanzara a Jerusalén.

13 Según está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad nos ha sobrevenido, pero nosotros no hemos aplacado el rostro de Yahveh nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y aprendiendo a conocer tu verdad.

14 Yahveh ha estado atento a esta calamidad, la ha descargado sobre nosotros. Porque es justo Yahveh nuestro Dios en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos escuchado su voz.

15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu pueblo del país de Egipto y te granjeaste con ello un nombre que dura hasta el presente, nosotros hemos pecado, hemos sido malos.

16 Señor, por todas tus justicias, retira tu cólera y tu furor de Jerusalén, tu ciudad, monte santo tuyo; pues, a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el escarnio de todos los que nos circundan.

17 Y ahora, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas. Ilumine tu rostro tu santuario desolado, ¡por ti mismo, Señor!

18 Inclina, Dios mío, tu oído y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras ruinas y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. No, no nos apoyamos en nuestras obras justas para derramar ante ti nuestras súplicas, sino en tus grandes misericordias.

19 ¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y obra! ¡No tardes más, por ti mismo, Dios mío, pues tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.»

20 Todavía estaba yo hablando, haciendo mi oración, confesando mis pecados y los pecados de mi pueblo Israel, y derramando mi súplica ante Yahveh mi Dios, por el santo monte de mi Dios;

21 aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el personaje que yo había visto en visión al principio, vino volando donde mí a la hora de la oblación de la tarde.

22 Vino y me habló. Dijo: «Daniel, he salido ahora para ilustrar tu inteligencia.

23 Desde el comienzo de tu súplica, una palabra se emitió y yo he venido a revelártela, porque tú eres el hombre de las predilecciones. Comprende la palabra, entiende la visión:

24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.

25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él… y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.

27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»

Bien, eso dice el texto en su contexto, debemos relacionar los versículos mencionados con la totalidad del capítulo 9, a su vez, para entender el capítulo 9 es preciso relacionarlo con el 8, porque…el capítulo 8 nos da ya claros indicios del contexto histórico -el externo- del texto, nos muestra dónde y cuando debe situarse la autoría del texto. De la misma manera -y en un sentido ahora interno- el capítulo 8 nos arroja luz sobre lo que teóricamente se “profetiza” en el capítulo 9.

Contexto histórico y datación

Ya adelanto que la totalidad de la profecía es… profecía “ad hoc” elaborada a “balón pasado”, es decir.. la fecha de autoría del Libro de Daniyyel/Daniel no es del siglo VI a. EC como a veces se indica sobre esa “profecía”, sino… hacia mediados del siglo II a. EC, vaya… durante el período de los Macabeos y las guerras que éstos sostuvieron con los seleucidas.

Ese contexto externo… explica la totalidad de esa supuesta “profecía” que no es, sino, otra cosa que una “retroprofecía” para legitimar o reforzar ciertos aspectos del “presente” del autor del texto -que, a despecho del título del Libro, no es el Daniyyel/Daniel llevado en cautiverio a la corte babilónica por Nabucodonosor tras su primera campaña contra el reino de Juda-, evidentemente un partidario de los Macabeos y del judaísmo tradicional frente al helenismo, dado que las guerras de los Macabeos fueron al mismo tiempo guerras civiles -entre judíos “helenizantes” y “tradicionalistas”- y guerra exterior -contra el declinante poder del reino selucida-.

El Libro de Daniyyel/Daniel fue escrito, como se ha dicho, durante la guerra de los Macabeos, pero es un libro de formación compleja -no una pieza escrita “de una tirada”- como, por otro lado, sucede con muchos libros del Tanaj -Ieshaiau /Isaías, por ejemplo-, lo que significa que posiblemente su autoría no es única -exactamente lo mismo que sucede con Ieshaiau /Isaías- sino atribuible a diversos autores -lo más probable- o a uno que utiliza diversas fuentas. En cualquier caso se trato de una obra realizada a partir de diversas fuentes, con aumento del texto, con retoques e interpolaciones -cosa observable en que no todos los elementos de la obra son propios de la época de los macabeos, aunque sí lo son la mayoría-.

Su composición comenzaría a realizarse durante la guerra de Judas Macabeo contra el rey seleucida Antioco IV (165 a. EC), pero se alarga durante el tiempo, así pueden encontrarse referencias a Alejandro Janeo, el gobernante de la estirpe de reyes-sacerdotes de los Macabeos que lleva al reino Asmoneo a su máxima extensión.

Ese es el contexto histórico externo del texto, en el cual se escribió el Libro de Daniyyel/Daniel y el cual explica la finalidad del mismo libro -claramente projudaísmo tradicionalista, vaya, promacabeo, aunque alguno de esos gobernantes puede no haberse librado de críticas por parte del autor o alguno de los autores del Libro de Daniyyel/Daniel, en concreto el recientemente mencionado Alejandro Janeo que no parece salir muy bien librado a ojos de quién redactó ese texto-.

Aspectos formales del texto

En cuanto a aspectos formales de la obra los veremos brevemente antes de pasar a examinar el texto citado, así, cabe decir al respecto, que se trata de un texto básicamente escrito en hebreo, aunque algunos fragmentos lo están en arameo -sección 2, 4b-7, 27-. Igualmente partes del Libro son aceptadas por algunos canones mientras que otros los consideran apócrifos, en concreto: Oración de Azarías, Historia de Susana, Bel y el Dragón y el Canto de los tres jóvenes.

La estructura interna del Libro puede dividirse en lo que sigue: los capítulos 1 al 6 ambientados en el exilio babilónico y que contienen relatos narrativos de Daniyyel/Daniel y tres compañeros en el mismo, los capítulos 7 al 12 que presentan relatos apocalípticos descritas por el autor o autores como “revelaciones” recibidas en “primera persona” por Daniyyel/Daniel, los capítulos 13 y 14 -Historia de Susana, Bel y el Dragón- que son considerados apócrifos en algunas versiones -no en la aquí citada de la Biblia de Jerusalén-.

En definitiva, nos hallamos ante una obra compleja, elaborada a partir de diversas fuentes por uno o varios autores -posiblemente lo segundo, especialmente si se acepta que comienza a escribirse durante la guerra de Judas Macabeo y atendiendo a que su elaboración se extiende, como mínimo, hasta Alejandro Janeo-, escrita en origen en dos idiomas -hebreo el inmensamente mayoritario y arameo para algunos fragmentos- y cuya traducción al griego más antigua se perdió utilizándose para ese idioma la versión de Teodición.

Capítulos 8 y 9 de Daniyyel/Daniel

Ahora pasemos a los capítulos 8 y 9 de Daniyyel/Daniel y después a los versículos “proféticos” del capítulo 9, los que van del 24 al 27.

El capítulo 8 en su totalidad es una “retroprofecía”. Mediante su simbolismo el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel nos muestra los antecedentes y el resultante del contexto histórico en el que se desenvuelve a continuación el capítulo 9.

Así, mediante las imágenes misteriosas de los carneros y machos cabrios -de dos cuernos y un sólo cuerno-, se expone el tránsito del dominio iranio -medo-persa- al hélenico -el macho cabrio de un sólo cuerno- en los territorios del Fértil Creciente y más allá de ellos. Igualmente se reproduce el fin “prematuro” de Alejandro Magno, la fragmentación de su gran Imperio y que los reinos resultantes de la misma quedan en manos de estirpes que no eran las del macedonio -en concreto las de sus generales-, en definitva, ahí el capítulo 8 se remite a la época de los diádocos.

El sector de los reinos que se asientan tras los diádocos y que les “tocó” en “suerte” a los judíos es el del reino seleucida -en el período en el que se va construyendo el Libro de Daniyyel/Daniel cada vez más centrado en Siria y… reducido progresivamente a la misma-, excepción hecha del breve dominio que sobre Judea -y a expensas de los seleucidas- ejerce el Egipto lágida.

En cualquier caso el capítulo 8 de Daniyyel/Daniel se “cierra” -narrativamente- con la aparición del reino Seleucida -lo que viene a relatarse en Dn 8:9- y el desarrollo de su conflicto religioso con los judíos tradicionalistas -eso viene a describirse simbólica pero claramente en Dn 8: 10-13- y con el reinado de Antioco IV que es bajo quién se inicia el conflicto de los Macabeos -Dn 8: 23-25-. Ese es el panorama que nos presenta el capítulo 8 de Daniyyel/Daniel y que prepara el camino a las “revelaciones” del capítulo 9 y a su contenido propagándistico tradicionalista -frente a los judíos helenizantes y helenizados, recordemos que el conflicto de los Macabeos también lo es civil, véase, por ejemplo, la clásica obra de Renán “Historia del pueblo de Israel”- que se resume en la primera parte del capítulo 9 de Daniyyel/Daniel -entre los versículos 2-23, especialmente del 2 al 20, del 21 al 23 es más bien una fase de transición hacia la “revelación” del capítulo 9- como veremos a continuación.

Téngase en cuenta que la inmensa mayor parte del capítulo 9 es, como se ha dicho, un discurso propagandístico promacabeo, y que los paralelos que éste va realizando entre los versículos 2 al 20 lo son entre los judíos que “han abandonado” a su deidad -los helenistas proseleucidas- y los que se han mantenido fieles a ella en medio de las catástrofes y tribulaciones, por eso ahí Daniyyel/Daniel reclama “por los justos” aunque asume como de “todo el pueblo” los pecados de los contrarios contra la divinidad.

También se recurre aquí a un argumento literario -una comparativa- típico del judaísmo postbabilonio: la traumática experiencia de aquel exilio -traumática en sentido nacional y psicológico, en puridad el exilio en Babilonia fue bastante dorado y el trato dado por los babilonios a los judíos de integración a su sociedad-, de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor y del fin del Templo.

La influencia de esas figuras y de ese argumento se extenderá en la historia posterior del judaísmo al menos hasta que otro suceso la sacuda y traumatice aún más: la toma de Jerusalén por Tito y el fin de la primera guerra judía. Hasta entonces la evocación de la ruina de Jerusalén a manos de Nabucodonosor, el exilio, la profanación del Templo y la interrupción de los sacrificios serán constantes en la memoria judía, y se recurrirá a ellos tanto como argumento religioso como figura literaria, y aún después de los desastres de la primera y segunda guerras judías el paralelismo entre las destrucciones de Jerusalén a manos babilónicas y romanas seguirá siendo una presencia casi inevitable.

Pero volvamos al capítulo 9 de Daniel, en concreto entraremos ya en los versículos “proféticos” y “mesiánicos” citados, dejaremos clara de entrada una cosa: en efecto se trata de una profecía “mesiánica” porque hay referencia a un “mashiaj” es decir: a un ungido.

De salida dejemos claro que se trataba de una profecía cuyo cumplimiento era facilmente presumible por parte del “profeta” o “profetas” que la realizaron -los autores del Libro de Daniyyel/Daniel- pues… ya se había cumplido o se estaba cumpliendo en el momento que la realizaban, es decir, es otro caso de “retroprofecia” o, en todo caso, de “profecía de autocumplimiento”, porque la finalidad de esos capítulos -y gran parte del Libro de Daniyyel/Daniel- no es profética sino propagandística, en concreto: propaganda política promacabea y projudaísmo tradicional.

Volvamos a exponer que se dice en Daniel 9: 24-27, vuelvo a usar para la versión castellana la dada en la Biblia de Jerusalén, bien esos versículos dicen lo siguiente:

24 Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos.

25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él… y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados.

27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»
Vayamos versículo a versículo de entrada a partir de ese texto.

En el versículo 24 se da un plazo a contar para la restauración de Jerusalén, bien, ese plazo vuelve por una parte al paralelismo entre la situación presente en el tiempo de los Macabeos y la “catástrofe” sufrida en tiempos de Nabucodonosor: “expiar la culpa”, “poner fin a la rebeldía”, “sellar los pecados”, “instaurar justicia eterna”, “sellar visión y profecía”, para ungir el santo de los santos”. Todo eso evoca a la vez la desgracia sufrida a manos de los babilonios -desgracia que el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel atribuyen a la “rebeldía” y “pecados” de los habitantes del reino de Judá- y.. .la sufrida a manos de los seleucidas -desgracia que el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel atribuyen a la “rebeldía” y “pecados” de los… judíos helenistas proseleucidas, por cierto tras tomar Jerusalén y el recinto del Templo los Macabeos… no dejaron uno con vida-. Por otra da un plazo que era fácil contar: cuando se realiza la “profecía” eso ya se había cumplido, el visionario, repito, tenía fácil el hacer la cuenta.

¿Y respecto a eso de “sellar la visión y la profecía” y “ungir el santo de los santos”? Bien, es una alusión a la restauración del Templo, nuevamente doble y nuevamente… con los “números contados” respecto a una de ellas. Se vuelve aquí a repetir el paralelismo entre la “situación babilónica” y la “seleucida”.

Vayamos paso a paso, tras conseguir de Ciro -primer rey del Imperio Aqueménida- la autorización para la reconstrucción de Jerusalén y el Templo, los judíos que volvieron del exilio babilónico reconstruyeron ambas cosas, eso significaba a la vez“sellar la visión de la profecía” -el cumplimiento de la promesa de la restauración de Jerusalén- y “ungir el de los santos” que era…el Templo, que incluía el sancta santorum -”el santo de los santos”, el máximo lugar sagrado dentro de ese recinto-, y que precisaba ser “ungido” -con aceite, con oleo- para volver a consagrarse. Todo eso ya se había cumplido… cuando se escribe la profecía, puesto que el Libro de Daniyyel/Daniel data de mediados del siglo II a.. EC y no del siglo VI a. EC, así que sacar la cuenta de eso… era bastante sencillo -como lo sería para nosotros contabilizar el tiempo transcurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta las elecciones generales españolas de junio de 1977-.

Pero nuevamente entre esa referencia a la vuelta del exilio babilónico, la restauración bajo los aqueménidas y la situación bajo los seleucidas y la actuación de los Macabeos vuelve a usarse el paralelismo. Así si los judíos que volvieron del exilio sellaron “la visión y la profecía” -la promesa del D_os de Israel de restaurar Jerusalén- los que toman Jerusalén a los proseleucidas… también hacen eso -cuando menos para el autor o autores promacabeos del Libro de Daniyyel/Daniel-, ya que restauran Jerusalén, la quitan de manos de los idólatras -griegos y judíos progriegos- y vuelven a “ungir” al “santo de los santos”, es decir, vuelven a consagrar el Templo una vez liberado de los enemigos del judaísmo tradicionalista.

Lo de “ungir” el Templo es literal, de hecho una de las festividades religiosas judías que aún se celebran en la actualidad evocan ese suceso: la consagración “milagrosa” del Templo. Milagrosa porque se supone que tras la “liberación” de Jerusalén los Macabeos sólo encuentran en la ciudad aceite suficiente para llenar una sola lampara del Templo para un día, sin embargo, de manera milagrosa… acaba habiendo aceite para ocho días enteros. Esa situación da lugar a dos cosas la “fiesta de las luces” -la “Hanuká” que dura, precisamente, ocho días- y el candelabro de la misma -la lámpara “hanukiyá” de ocho brazos y ocho mechas, que se van encendiendo una a una conforme van pasando los días de la fiesta-. La Hanuká se celebra a partir del 25 Kislev, lo que dadas las diferencias entre el calendario judío y el gregoriano sitúa esas festividades entre fines de Noviembre y fines de Diciembre.

El cálculo de tiempo a partir de las «semanas»

Las setenta semanas, bueno, demos por bueno que el cálculo es para años -asociando la semana con el siete, los múltiplos de siete y el computo judío para “semanas de años”-, así tendríamos que setenta veces siete es 490 años -7 x 70 = 490-, eso sería así si…tuviésemos un sólo y único plazo de setenta semanas, pero resulta que no es así, que lo que hay es un computo separado: un plazo corto de siete “semanas” -cuarenta y nueve años- , otro largo de 62 -cuatrocientos treinta y cuatro años-, como va a quedar claro en…los dos siguientes versículos.

Quedando sólo una última y más oscura -porque ahí la “profecía” ya no se mueve tanto en la “retroprofecía” y más en la “autoprofecía”- “semana” de siete años para cerrar el computo inicial de setenta -dividida en dos plazos de 3,5 años, como se indica en el versículo 27-.

Para todo esto también puede sernos útil Flavio Josefo y sus “Antigüedades de los judíos” -en concreto el Libro XIII, capítulos 12 al 15-, porque eso…también ubica la totalidad de la profecía de esos pasajes del “Libro de Daniyyel/Daniel” en pleno período Macabeo.. .incluyendo el último período de siete años que completa el ciclo de setenta. Lo que, a su vez, confirma que la supuesta profecía es una “retroprofecía” -basada en la obviedad de conocer lo ya pasado- y una “autoprofecía” -que relata acontecimientos del “presente” referido al momento de la elaboración del texto-.

Pero, volviendo al primer período del computo, resulta que en Daniyyel/Daniel 9:25 se dice “ Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos”. Tenemos un primer plazo, pues, de siete semanas -esto es cuarenta y nueve años, según el computo explicado- “desde el instante que salió la orden de volver a construir Jerusalén” -es decir, la ciudad entera- y ¿cuando salió esa orden? Pues bajo Ciro de Persia, que es quién autoriza en primer lugar -Artajerjes se limita a confirmarla posteriormente-, resulta que eso nos situaría en un plazo de 49 años que serían los que median entre la destrucción del templo hacia el 586 a. EC y el momento en el que Ciro ya en su trono da la primera autorización para reconstruir Jerusalén -recordemos: “desde el instante en que salió la orden”, en ese momento comienza el computo-, esto es…el 537 a. EC, ergo: ahí tenemos la primera “retroprofecía” dentro del capítulo 9 de Daniel. Era fácil para el autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel realizarla, teniendo en cuenta que ya conocían ambas fechas…

“Pero en la angustía de los tiempos”, otra vez volvemos al discurso paralelo “catastrofista”, tampoco demasiados problemas para el autor o autores de Daniyyel/Daniel, en primer lugar porque aludiendo a la “retroprofecia” la reconstrucción de Jerusalén no se llevó a cabo sin problemas -véase Esdras y Nehemias, por citar meramente fuentes tanajicas o veterotestamentarias-, en segundo lugar porque pasando al “tiempo presente” de la redacción del texto el paralelismo es evidente: eran tiempos angustiosos -guerras exteriores, un monarca helenizante y los elementos tradicionalistas de sus súbditos enfrentados al mismo-. Dicho en otras palabras: nos encontramos nuevamente ante la propaganda política tradicionalista promacabea -en el sentido de “volver” a los valores representados por Judas Macabeo y sus primeros sucesores-, vestida de…”profecía”. En cuanto a “príncipes ungidos” -”ungido” es lo que significa “mashiaj”- lo eran tanto Ciro -si se quería aludir a éste- como Alejandro Janeo -si la alusión va para el segundo-. Y ahora pasamos al segundo plazo, el de las “sesenta y dos semanas”.

Que existe separación entre el plazo “corto” -siete semanas- y el “largo” -sesenta y dos semanas- se confirma en el versículo 26, recordemos que alude a “Y después de las sesenta y dos semanas” desvinculándose por completo del primer plazo de siete, sigamos haciendo cálculos a partir de eso: si desde el 537 a. EC -cuando “salió la orden de volver a construir Jerusalén”- restamos los 434 años correspondientes al segundo plazo de “sesenta y dos semanas” obtenemos el años 103 a. EC que es…el año en que el escasamente querido por el autor o autores del texto Alejandro Janeo accede al trono y es “ungido” -mashiaj- como Sumo Sacerdote y “príncipe”.

He aquí un “mesías” -”ungido”- que no es precisamente amado por parte de su pueblo, que después de ser “ungido” -y ya a posteriori del plazo de sesenta y dos semanas- será “suprimido” -efectivamente, durante un tiempo pierde el trono, como se verá más adelante- y durante ese período “no habrá para él…” gran cosa… al margen de la lucha y el exilio.

A partir de aquí la “retroprofecía” ya empieza a tocar tiempo de su presente -del correspondiente al autor o autores de esa parte del Libro de Daniyyel/Daniel-, la situación se vuelve más resbaladiza dado que la “autoprofecía” en tiempo presente ya es más insegura: se manejan datos “actuales” pero se ignora el resultado final de los mismos.

Lancemos un vistazo a la continuación del versículo 26: “y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados”. En el “presente” del autor del texto el vaticinio no es demasiado descabellado: los oponentes de Alejandro Janeo habían recurrido ¡a los seleucidas! -el antiguo enemigo- y a Janeo lo había derrotado aplastantemente el monarca seleucida Demetrios III Eucarios en los alrededores de Siquem, huyendo a los montes el vencido príncipe judío y quedando aparentemente expedito el campo para el pueblo de un príncipe que vendrá -que de hecho ya estaba sobre el terreno- y que presumiblemente podía avanzar sobre “la ciudad y el santuario”.

Una observación, a partir de aquí, el texto no es favorable a Janeo pero en este punto el autor o autores del mismo no se muestran demasiado entusiasmados con su debacle a manos seleucidas, justo… la reacción que indica Josefo en sus “Antigüedades de los judíos” -ese cambio de opinión es, precisamente, la que permitirá a Janeo recuperar el trono-.

El versículo 26 se cierra con “Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados”, es decir: se habla de una guerra -la que ya estaba en marcha- no en términos excesivamente positivos pero sí lo suficientemente genéricos como para no “quemarse” demasiado.

Tuviese el resultado que tuviese el conflicto no había mucho lugar para el optimismo -menos desde la perspectiva tradicionalista del autor o autores de esa parte del Libro de Daniyyel/Daniel-: si ganaba Janeo malo, si lo hacían los seleucidas peor -además, era perfectamente imaginable la revancha generalizada que éstos tomarían tras tantos años de lo que para ellos era una “rebelión” en una parte de su reino-, en cualquier caso la guerra siempre es un “cataclismo” y trae “desastres” hasta que se acaba, es decir: “hasta el final”.

Ese pasaje es lo suficientemente “oscuro” para no arriesgar demasiado y, por otro lado,…se refugia en el lenguaje “catastrofista” y apocalíptico propio -como ya se ha indicado- de la literatura judía postexilio especialmente utilizado cuando se quiere “amenazar” o “advertir” a un gobernante o dirigente, a parte del pueblo, o al conjunto del mismo.

El último período “profético” de “una semana” alude, de facto, a sucesos contemporáneos o casi al momento de redacción de la “profecía” -como sucede igualmente en el ya comentado versículo 26 desde que indica “Y después de las sesenta y dos semanas”-, entramos pues en el terreno de la “autoprofecia” realizada en tiempo presente o en recientísimo pasado, terreno más resbaladizo para el autor o autores de la misma, dado que si bien conocen lo que está pasando, aquí la fiabilidad respecto a lo que pasará en un futuro inmediato -pese a que hagan sus cálculos políticos- ya es bastante más apurada -como de hecho demostrará la evolución del gobierno de Alejandro Janeo posterior a la profecía de ese fragmento del Libro de Daniyyel/Daniel-. Por eso mismo, también, el lenguaje se “oscurece” más y las referencias son muchísimo menos claras o explícitas en la totalidad del capítulo 9 -no digamos ya en su último versículo- que en el capítulo 8, dónde pasa justo lo contrario: lo que comienza como algo “brumoso” -a partir del carnero y el macho cabrio- al final se “aclara” explicándose la “profecía” puntualmente, es lo que tiene la “retroprofecía”: es con mucho la variante más cómoda de “profecía”.

Pero refiriéndonos a lo aludido en esa “semana” -es decir, en siete años-, se trata de una referencia a… los primeros siete años del reinado de Janeo. Efectivamente, tal monarca concertará “alianzas con muchos” resultando especialmente “firme” o “provechosa” la realizada con Cleopatra III de Egipto -de hecho, le salva el trono en un momento dado… durante esa “semana” de siete años-. Alejandro Janeo, sin embargo, no consigue precisamente la estimación de su pueblo, especialmente de los elementos más tradicionalistas -justo los que habían constituido el “núcleo duro” del apoyo a los Macabeos en tiempos de la primera revuelta de Judas-, lo cual es lógico dado el estilo de vida y las tendencias helenísticas de éste monarca -continuadas, por lo demás, por la posterior dinastía herodiana, ya bajo el dominio de Roma-, así es abucheado delante del altar durante la fiesta de los Tabernáculos, justo cuando había vuelto a Jerusalén tras seis años de campañas militares, el rey no reacciona de manera especialmente comprensiva o diplomática -digamos que lo hace como un déspota oriental- y liquida a 6000 judíos, rodeando después el recinto del altar en el Templo con una empalizada, dicho en otras palabras: hace “cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación”, que, casualmente, es lo que se indica en Daniyyel/Daniel 9:27. Cómo colofon a todo esto resulta que Janeo pierde temporalmente el trono después de una derrota ante los Nabateos que provoca otra sublevación, es decir “la ruina decretada” se derrama “sobre el desolador” (Daniyyel/Daniel 9:27) y “después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido” (Daniyyel/Daniel 9:26).

Evidentemente las acciones de Alejandro Janeo no eran demasiado del agrado del autor o autores del Libro de Daniyyel/Daniel en el fragmento que a él le atañe, aunque… pudo reir el último: “la ruina decretada” duró poco y “el desolador” recobró el trono reinando hasta el 76 a. EC. Es lo que tienen las “autoprofecías” realizadas en tiempo presente…pueden fallar mucho más que las profecías realizadas a tiempo pasado.

Todo lo cual nos situaría la redacción de ese pasaje concreto del Libro de Daniyyel/Daniel en una cronología alrededor del 88-87 a. EC, es decir: posterior a la perdida del trono por Janeo y anterior a su recuperación.

Jorge Romero Gil

Bibliografía

AA.VV., Diccionario de las religiones, vol. I, Espasa Calpe

Alonso, J., Daniel, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1971

Biblia de Jerusalén, edición de 1976

Delcor, M., Le livre de Daniel, Ed. Gabalda, París, 1971.

Galbiati, G., Il libro di Daniele, Ed. Battista, Roma.

Josefo, Flavio., Las antigüedades de los judíos, Editorial Akal

Renán, E., Historia del pueblo de Israel, Ediciones Orbis.

Tanaj, versión derivada de” Westminister Leningrad Codex”del “the Westminister Hebrew Institute”

Evolución de la identidad nacional palestina

Si se puede establecer que la voz “palestino” se refiere, en la actualidad, a los habitantes árabes –sin nacionalidad israelí- de los territorios controlados por Israel –o bajo su tutela o área de influencia, puesto que el status jurídico y administrativo actual de esos territorios es complejo de definir-, los refugiados árabes procedentes de esos territorios y sus descendientes. Se puede establecer también que el significado de “palestino” ha variado considerablemente de contenido entre inicio, mitad y final del siglo XX.

La identidad nacional palestina

A partir de ahí no es descabellado proponer, a título de hipótesis, que la identificación árabe/palestina y su conformación como identidad nacional se va produciendo en el exilio o en la ocupación, incluso cabría estudiarse si entre 1948 y 1967 los habitantes árabes de Cisjordania y Gaza se autoidentificaban nacionalmente como «palestinos», «egipcios», «jordanos» o, simplemente, «árabes».

Es indudable que después de 1967 -y al calor de la OLP, el exilio y la ocupación israelí- sí se va asumiendo una identidad nacional «árabe/palestina». Si se atiende al contexto, puede observarse que se trata de un momento histórico en el que proliferan los movimientos nacionales de liberación y/o revolucionarios. En parte propiciados por la dinámica de la guerra fría, cuyos antagonistas estimulan o patrocinan alguno de esos movimientos -aunque no en todos los casos los generen por completo-, ese patrocinio responde a los intereses geoestratégicos de la gran potencia patrocinadora.

Identidad y factor catalizador de la “etnogénesis”

Ahora bien, en la actualidad, y en el lado palestino, ¿esto es estrictamente así? Es indudable asumir que existe esa identidad nacional (creada cuando fuese y con la antigüedad que sea), pero, ¿Hamas y una parte de Al-Fatah con que se identifican? ¿Cuál es el referente que usan? ¿El componente nacional palestino? ¿El componente islamista? ¿Ambos? Dejémoslo a nivel de apunte, aunque da la impresión –sin poder afirmarla- que el factor identificativo o catalizador identitario evoluciona hacia un universalismo islámico (no ajeno al concepto de “umma”), hacia la idea o mito del «califato», y eso lo hace en detrimento de la concepción nacional.

Siendo solo una impresión o una idea a explorar, cosa que debe quedar clara, y que no implica trazar una identificación subliminal entre la causa o el problema palestino y el terrorismo islamista de los últimos años.

Otra cosa es que éste se excuse en el problema palestino o diga que actúa en su nombre, eso es una atribución paralela a la existencia misma del problema, pero el problema existe independientemente de la actuación terrorista o no.

No obstante, en lo ideológico -y con independencia de la praxis que tome esa ideología- se va pasando de un movimiento de raíz nacional/izquierdista/revolucionario a uno de índole islamista/revolucionario, como deja muy claro la composición de Hamas.

Y eso es un nuevo giro que tiene su influencia en la conformación de la identidad palestina como pueblo, una influencia en su identidad nacional y en si esta es un factor predominante en su lucha o lo es más el referente islámico, referente que por su propia naturaleza es más universalista que nacionalista.

En este planteamiento seria interesante saber si en movimientos como Hamas están integrados componentes cristiano-palestinos o no, y si lo están que medida y significación tienen dentro de ese movimiento.

La evolución del referente identitario

Volviendo a recurrir a la cronología, parece que entre 1949 y 1991 lo que existe es la formación de un movimiento de carácter nacional/izquierdista/revolucionario, que, en un determinado momento, se aglutina alrededor de la OLP. Ese movimiento se va reforzando más entre 1967 y 1991.

Y esa tendencia experimenta modificaciones a partir de 1991 paulatinamente, e incluso silenciosamente en alguna fase. Especialmente durante la tregua más o menos existente entre la primera y la segunda intifada, que en sí mismas ya muestran claras diferencias en sus patrones de comportamiento: la primera es sobre todo una reivindicación nacional, la segunda es islámica/nacional y con el componente islamista en aumento.

Poco a poco la resistencia palestina se va transformando en un movimiento mucho más vinculado a las posturas islamistas, menos a las nacionales y ya casi abandonando totalmente el factor izquierdista.

Recordando las fechas, poco después de 1991 se desintegra la URSS y la Guerra Fríadesaparece por completo, es a partir de ese momento cuando el carácter del movimiento palestino va cambiando.

Es lógico pensar que eso también viene influido por los cambios en los apoyos políticos exteriores y en la estructura financiera de ese movimiento, en definitiva, en sus aliados o “protectores” y en el origen de su financiación.

Del patronazgo (que tiene una vertiente política y otra económica) de la URSS y sus aliados en la región se pasa al patronazgo saudí (pues los saudíes son los que pasan a mover los hilos, aunque intenten hacerlo lo más discretamente posible), y eso coincide, también, precisamente, con el cambio en los factores ideológicos de los movimientos de resistencia palestinos, e incluso con sus métodos.

Jorge Romero Gil

Bibliografía

Barker, A. J., La Guerra de los Seis Días, Librería Editorial San Martín, 1975

Culla, Joan B.; Israel: el somni i la tragèdia, Edicions La Campana, Barcelona, 2004

Kepel, Gilles, La Yihad. Expansión y declive del islamismo, Editorial Círculo de Lectores, Barcelona, 2001

Paya, Frank, Historia Moderna de Israel

La «ratzón» o voluntad

Dentro de la cábala es importante el concepto de «ratzón» que significa “voluntad”. Lo es tanto en el aspecto humano como divino de la misma.

En primer lugar se identifica el tipo de voluntad, pues no es lo mismo el poder hacer algo que la voluntad de hacer algo, ni es lo mismo la voluntad de hacer todo lo que se puede o algo de lo que se puede.

Los tipos de voluntad

Entrando en lo divino y, en ello, en la idea de «En Sof» (Infinito), cabe decir que se considera que “En Sof” tiene dos tipos de voluntad: la ilimitada y la limitada.

La voluntad ilimitada sería la plena voluntad y capacidad de “En Sof” cosa que, según la cábala, excede a la capacidad de imaginarla y, también, existe una limitación –casi podríamos decir “prohibición”- tácita respecto a indagar en ella.

Si bien al respecto hay dos posturas: la que considera pura y simplemente eso “materia prohibida”, sin más, y la que lo entiende como “materia reservada”. La distinción tiene sus implicaciones porque lo primero significa no profundizar en «En Sof» –taxativamente- y lo segundo significa poder hacerlo… si se tiene capacidad para ello, solo que como es algo profundamente sagrado debe “reservarse” –digamos que no sería algo para ser revelado públicamente-, eso conlleva un cierto riesgo de confusionismo, porque la cábala es esotérica en la medida que es iniciática –como lo es cualquier otro conocimiento, sea académico o no-, pero de lo que no se trata es de un “conocimiento secreto”.

La base de esa renuencia o restricción se encuentra en el «Tanaj» mismo. Así, en el «Zohar» se alude a la misma, por ejemplo, en los siguientes términos: «Rabbí Simón empezó a hablar así: El traidor revela los secretos, pero aquél cuyo corazón es fiel guarda para sí la palabra que le ha sido confiada. (Prov. 11:13). El mundo no subsiste sino por el secreto. Si el secreto es necesario en las cosas profanas, cuanto más lo es en el Misterio de los misterios del más antiguo de los tiempos, que ni tan sólo fue confiado a los ángeles superiores.» (“Zohar”, III 127b-128a).

En cualquier caso la indagación sobre la totalidad de «En Sof» no podría llegar más lejos que aquello que su voluntad desee revelar, y eso nos llevaría a la voluntad limitada de «En Sof», pues ésta es la que se manifiesta, se puede indagar y se puede obtener resultados a través de su estudio.

La voluntad limitada es, pues, aquella voluntad que «En Sof» muestra públicamente, digamos que equivale a lo que puede saberse –y Él desea que se sepa- de «En Sof». No implica que «En Sof» no pueda hacer más que lo que muestra –que su voluntad se limite por falta de capacidad- sino que significa que su voluntad se “limita” a mostrar la parte que muestra que -siguiendo a la Cábala, en particular, y al judaísmo, en general- apenas es una parte de sí mismo.

Voluntad y emanaciones

Se encuentran, pues, dos tipos de voluntad divina, la cábala llama a la voluntad ilimitada o simple “En Sof” (Infinito o Luz Infinita) propiamente, mientras que su voluntad limitada serían las emanaciones o sefirot.

Dicho en otras palabras, se considera que Hashem creó un mundo limitado por medio de su voluntad limitada o sefirot. Y ese mundo y esa creación es la que da pistas sobre lo que Hashem desea mostrar o desea que se sepa.

Cuando menos para quién pueda alcanzar tal conocimiento, que, repetimos, no se concibe como “secreto”, estrictamente hablando, pero sí como iniciático y reflexivo, porque se trata de un conocimiento alcanzable intelectualmente, por la vía del intelecto, si en la cábala hay “iluminación” esa “iluminación” lo es intelectual, en ese sentido la cábala reúne condiciones místicas y racionalistas a la vez.

Las sefirot

Las sefirot pueden ser definidas brevemente como segmentos de la expresión de la voluntad limitada de «En Sof». En ese sentido, la creación del mundo sería una manifestación de la voluntad divina de crearlo.

Cada una de las sefirot es un aspecto, a la vez, de la creación y la voluntad divina. Aquí hay que entender por “mundo” la totalidad del universo o universos definibles a partir de la mística cabalística y del judaísmo.

Uno de ellos sería el que podríamos llamar “el nuestro”, que no sería sino la realidad material que nos rodea –incluyendo “nuestro” universo-. Pero debe irse con cuidado en la definición de otros mundos a partir de las sefirot, porque sobre todo se refiere a niveles de cognición, de conocimiento, sería caer en un error entenderlos en términos de literalidad y, también, en términos de representación pura, de alegoría sin más. La manera de acercarse a ellos y a esas sefirot es a partir de una “textualidad” –de la forma- que no excluye sino que incluye lo que simboliza la misma. Eso sí, entendiendo el símbolo como parte del lenguaje, como un tipo de lenguaje, dicho de otro modo: desde la semántica.

Las sefirot son diez y representan los poderes mediante los cuales D_os expresa su voluntad limitada, que es, siguiendo esta mística, ni más ni menos, que el mundo en cuanto lo existente, que es diferenciable de la voluntad entera, esa es la realidad que es… «En Sof».

Kaddish

Al estudio de los textos sagrados se dedica el judaísmo rabínico y, dentro de él, la mística judía que se desarrolla a partir de la Cábala. La memorización del texto en el judaísmo y su efecto letanía no busca un estado de «aislamiento» que favorezca la meditación, sino la reflexión.

Memorización y oración en el judaísmo

La repetición aquí es reflexiva. Y es reflexiva porqué se reflexiona intelectualmente sobre la «forma» –la textualidad- del texto, de la que se quiere extraer todo significado posible. Por una parte es algo deconstructivo –por la descomposición o “dissémination” de las palabras en sus componentes- y por otra es justo lo contrario –puesto que no se trata de generar un nuevo significado a partir de los elementos, sino de ver la totalidad de significados contenidos en esos elementos-. Desde ese punto de vista, del análisis textual, es bastante paradójico la utilización, a la vez de un método y su contrario, y aquí sucede eso: se deconstruye pero también se recurre a la hermenéutica.

La letanía judía busca abrir la mente a la reflexión que ilumine, no busca un aislamiento meditativo del protagonista.

Eso por una parte, por otra, el judaísmo considera sus ceremonias y preceptos como «ritos», esto es, no algo únicamente simbólico, sino con el valor de «puente de comunicación» con la divinidad.

Se puede desear recitar salmos, párrafos del «Tanaj» o rezos ya establecidos en hebreo, pero conociendo el significado, para que no se queden en palabras que salen sin sentido, sino pronunciadas con ánimo de comunicación auténtico. Porque en los rituales y oraciones judías hay interacción entre el intelecto, el sentir y la acción como tal -esto último sería puramente el rito-. Todo eso debe organizarse o relacionarse con coherencia formando una unión, una unidad, a partir de la cual se desea alcanzar la comunicación con Elohim.

El “Kaddish”

Existe un rezo u oración muy particular que es el “Kaddish”, es un tipo de oración muy íntima, y lo es pese a que debe recitarse en grupo o congregación pública –el mínimo para recitarse es de diez personas–, es íntima porqué se reserva a situaciones o cuestiones que conectan de una u otra manera con lo sensible, con la intimidad del orante o los orantes.

Existen más de un “Kaddish” y más de un motivo por el cual usarlo, algunas veces se piensa equivocadamente que es un rezo funerario, pudiendo serlo no lo es de manera exclusiva, porque el “Kaddish” es sobre todo una exaltación y un ruego, un ruego si acaso especial y dedicado especialmente a algo o a alguien.

El «Kaddish de los dolientes» es el más empleado como oración funeraria, pero ni aún éste lo es en puridad de manera exclusiva, si se alude a su contenido se ve que en él no tan solo anida un recuerdo o un ruego a los difuntos sino que contiene, también, una exaltación a Elohim, y un ruego por la totalidad de la comunidad, lo cual, evidentemente, incluye a los vivos. Básicamente, podría definírsele como un recordatorio. Como puede verse en la letra del mismo “Kaddish de los dolientes”:

  • “Que su Gran Nombre sea exaltado y santificado.
  • En el mundo que Él creó como quiso. Él puede hacer que Su reinado reine
  • en nuestras vidas y en nuestros días, y en las vidas de todo el pueblo judío,
  • con rapidez y pronto. Amén.
  • Que su Gran Nombre sea bendecido por siempre jamás.
  • Bendito, alabado, glorificado y exaltado, alabado,
  • poderoso, alto, y elogiado el Nombre del Santo Uno, Bendito sea,
  • más allá de toda bendición y canto,
  • la alabanza y el consuelo que se pronuncian en el mundo. Amén.
  • Que haya una gran paz del cielo,
  • y que la vida abunde sobre nosotros y sobre todo Israel. Amén.
  • El que hace la paz en sus cielos, puede hacer la paz
  • sobre nosotros y sobre todo Israel. Amén.”

Diferentes “Kaddish”

Los “Kaddish” suelen estar escritos en arameo en su mayor parte, son rezos de alabanza a D_os y de recuerdo –más que de petición- de determinadas cosas, grupos o personas. Por eso el “Kaddish de los dolientes” se utiliza como parte de los ritos fúnebres o, mejor dicho, se emplea junto a los ritos fúnebres –como algo añadido-, en esos casos en recuerdo del difunto o difuntos –algunas versiones son más explícitas al respecto que la citada- a quienes se asocia en la alabanza a D_os.

Pero existen otras variantes y otros usos del «Kaddish», según la ocasión, las circunstancias, a quién se desea “asociar” en la glorificación de D_os, etc . Así puede mencionarse el “Kaddish de los rabinos”, que es una oración de alabanza a D_os, recordatorio de la promesa de una Mashiaj “especial” y, por último, se une a esos panegíricos una mención, un “recuerdo” o “dedicación,” a los rabinos y sus discípulos. En ocasiones se unen este “Kaddish” junto al de “los dolientes” –o “de los huérfanos”-, en ese caso se suma el siguiente fragmento al texto:

  • “Por Israel, y por nuestros maestros y sus alumnos,
  • y por todos los alumnos de los alumnos,
  • que se ocupan de la sagrada Torá,
  • tanto en esta tierra como en cada nación y nación.
  • Recibamos nosotros y todos ellos gracia,”

El Kaddish era utilizado originalmente tras los sermones y, después, se extendió su práctica como rezo al fin de una sesión de estudio de «midrash» o “aggadah”, así que el uso por “los dolientes” –quienes están en duelo-, es relativamente reciente. Pero las variantes son diversas y múltiples, aunque, eso sí, siempre reservadas para ocasiones o situaciones solemnes o especialmente remarcables.