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Licenciado en Geografía e Historia, Licenciado en Derecho, Doctorado en Geografía Humana, Administración del Estado

Judaísmo y judaísmo mesiánico

Si el judaísmo rabínico no es nada proselitista tampoco es, en consonancia a eso, excesivamente divulgador.

En puridad para seguir a Elohim ni siquiera es preciso seguir el judaísmo, existe el llamado camino “noajida” -expresión que significa “descendientes de Noé»- igual de valido, a ojos del judaísmo, que sus propios postulados religiosos, entiéndase «valido» en relación a los no judíos -los judíos tienen el judaísmo propiamente dicho-.

Eso no obstante, si alguien lo desea puede acceder al judaísmo propiamente dicho, eso sí, no será de manera tan sencilla como convertirse al cristianismo o al islam -por poner dos ejemplos cercanos-, sino que se precisará años de estudio bajo la supervisión de un rabino.

Diferentes tendencias

Hay diferencias entre un tipo y otro de judaísmo, pero toda variante o tendencia judía se reconoce como mutuamente válida. Pudiéndose hablar, a grandes rasgos, del judaísmo ortodoxo, el reformista y el conservador.

Ningún tipo de judaísmo disputa a otro ser la interpretación «verdadera», digamos que a diferencia del ecumenismo cristiano que es muy reciente (y en la medida que lo es) el judaísmo rabínico nunca ha sido excluyente entre sí, nunca ha entendido que tal o cual visión diferente pero ajustada a su seno ha sido «herética» o una «herejía». Conceptos, además, propiamente cristianos, así que ajenos por entero al judaísmo.

Naturalmente existen sus diferencias, sea en la observancia de los preceptos, sea en la educación o sea en el papel de la mujer. Así el judaísmo ortodoxo, tiende a limitar el papel religioso y social de las mujeres judías, mientras que el judaísmo reformista y el conservador no tienen mayor inconveniente en que las mujeres participen en igualdad de condiciones en las sinagogas y en los ritos, y, en numerosas ocasiones las mujeres ejercen altas funciones religiosas dentro de la comunidad, tan altas como…la de ser rabina -no en la rama ortodoxa, que como tal se resiste a los cambios, pero sí en el judaísmo reformado y en el conservador, que son las otras dos ramas de las tres que se divide el judaísmo-

El llamado judaísmo mesiánico

Antes se ha dicho que toda variante del judaísmo rabínico se reconocía mutuamente entre sí como judaísmo.

Pero no se debe confundir con una de esas variantes -aunque ellos hacen todo lo posible para confundirse con él- al autodenominado «judaísmo mesiánico» con judaísmo.

El judaísmo mesiánico es una curiosa variante del protestantismo cristiano, generado a partir de una «visión» de un pastor -estadounidense- tras la lectura de una epístola de Saulo que venía a decir algo así como «es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos en primer lugar, y después de los que no lo son.» (Romanos 1:16), además de ese pasaje también ayudó a esa perspectiva algunos versículos del capítulo 2 de Saulo a los Colosenses.

Paradójicamente se eluden, sin embargo, interpretaciones claramente contrarias a esta emulación, como las que pueden encontrarse en Gálatas 2:11-14 y en ciertas partes de la epístola a los Romanos.

Este «judaísmo mesiánico» o «judaímo por Jesús» (como se llama una de sus organizaciones punteras) nace hacia finales de la década de 1960 en los Estados Unidos (aunque para dotarse de mayor «prestigio» alguna de sus versiones quiere remontarse a la Inglaterra de finales del siglo XIX) .

El pastor fundador se «iluminó» -o tuvo una revelación, como se prefiera- y decidió que para «misionar» entre los judíos lo mejor era camuflarse de judío, así que ni corto ni perezoso se puso a ello, y sus seguidores pues…llamaron «sinagogas» a sus iglesias, «rabinos» a sus pastores y, eso sí, siguieron adorando al «Señor Jesús» -cosa del todo incompatible con el judaísmo-.

El porqué del judaísmo mesiánico

Se preguntará tal vez ¿y para qué se quería misionar específicamente entre los judíos? Pues porque se entendió que era condición necesaria y anterior a la Segunda Venida del Señor Jesús -la parusía- la «conversión de Israel» así que ¿por qué no echar una mano al Espíritu Santo y estimularla?

De modo que se comenzó a poner los medios que supuestamente debían ayudar a tal fin, que no era otro sino precipitar la parusía y, con ella, el Apocalipsis, el fin de los tiempos y después que se instaurase el reinado del Señor Jesús, que ya que parecía remiso en venir pues ¿por qué no empujarle un poco?

Siendo diferente el contexto y más sincera -aunque tal vez cruda- la declaración, viene a se la misma idea expresada por un cardenal y príncipe de la Iglesia Romana en relación a una elección papal: elegir elige el Espíritu Santo pero…a veces conviene ayudarle.

Finalmente, como el éxito misionero entre los judíos fue relativamente escaso, el «consumidor potencial» del producto acabó por incluir a no judíos a los que les apeteciera ser cristianos disfrazados de judíos, así ese proselitismo algo se amplió, mayoritariamente los seguidores de esta variante del cristianismo se encuentran en los Estados Unidos, aunque hay organizaciones y comunidades mesiánicas en otros países.

Tetragramáton, pentagramas y esoterismo

Vamos con el llamado tetragrámaton esotérico o pentagrama esotérico. Lo primero a decir es que no tiene nada que ver con el tetragrámaton que forma las cuatro letras del incompleto nombre del D_os de Israel.

La naturaleza del tetragrámaton como parte del Shem Hameforash

Lo segundo que en el pentagrama aparece junto a otros elementos simbólicos -bastante numerosos, dicho sea de paso- formando círculo alrededor del mismo la palabra tetragrammaton separada de la siguiente manera: TE TRA GRAM MA TON pretendiendo evocar el nombre de la divinidad formando, por lo demás, círculo protector alrededor de la estrella flamígera que es el pentagrama.

Equivocadamente algunas explicaciones esotéricas dicen que TE TRA GRAM MA TON es el nombre impronunciable de la divinidad, esto es claramente erróneo atendiendo a que la propia expresión “tetragrámaton” -sin dos “m” , por otro lado- simple y llanamente significa “cuatro letras”, nada más, y lo que evoca esa expresión no es el nombre impronunciable de la divinidad sino el nombre incompleto de la divinidad que aparece en el Shemoth que en hebreo es יהוה que puede traducirse a nuestro alfabeto por YHVH o YHWH.

Para empezar esa es la parte del nombre en sí -la expresión literal “cuatro letras” sea en griego o en chino evidentemente no lo es-, para continuar es impronunciable el nombre completo porque se desconoce las que faltan -aunque dado que son vocales y tiene relación con la expresión “Yo Soy” el número de combinaciones posibles es limitado, pero saberse a ciencia cierta no se sabe-, y para acabar durante la lectura de la Tora no se pronuncian ni siquiera esas cuatro letras sino una expresión alternativa -usualmente Adonay o Edonai, pero pudiera ser Elohim o Hashem igualmente- por mero respeto religioso no por una prohibición “mágica” -que viene a ser el resumen de la explicación esotérica- o por una “mala interpretación del Éxodo y del Deuteronomio” -que suele ser la interpretación cristiana respecto a las prevenciones judías para pronunciar esas letras-.

La sacralidad y el misticismo de las palabras

Ese respeto esta vinculado, al carácter que otorga el judaísmo a las palabras, y que se relaciona con la idea de que el “nombrar” es “crear” en determinado sentido -no exclusiva del judaísmo, sino más antigua que el mismo-, eso se entiende muy claramente si se conoce algo el judaísmo y su mística, sin ir más lejos se expresa ese sentido “creador” de las palabras en el Sepher Yetzirah, el Zohar también lo viene a indicar pero es obra más compleja. Así que lo de las “malas interpretaciones tanajicas” o “prohibiciones mágicas”…nada de nada.

Por otra parte resulta un tanto absurdo el colocar formando círculo que contribuye al carácter protector y de poder del símbolo no un nombre incompleto -pronunciable o no- sino la literal expresión “cuatro letras”, es una confusión del estilo de entender que el acrónimo “Jehová” sea un nombre. Dificilmente si existiese algo de lo que protegerse o que dominar se arredraría ante una expresión como eso, ergo: no tiene sentido pretender dotar a esa expresión de poder alguno.
Tetragrammaton como pentagrama esotérico

Ahora bien, la explicación esotérica -que nada tiene que ver, como se ha dicho, ni con la expresión “tetragramaton” ni con las letras que lo componen- se remite a la curiosa variante “tetragrammaton” que según alguna corriente del esoterismo significa:

“Te”, que equivaldría a “Dios”
“Tra”, que equivaldría a “desarrollar”
“Gram”, que equivaldría a “grabar”
“Ma”, que equivaldría a “alma”
“Ton”, que equivaldría a “deidad familiar”

Obviamente, tal cosa no tiene la menor relación con el significado original y real de la expresión “tetragrámaton” ni con las cuatro letras que lo componen en sí, esto es: YHVH.

Sí que en según que variantes del pentagrama aparecen dichas letras en su brazo izquierdo, sin embargo no está claro que evoquen el incompleto nombre de D_os o bien el nombre “Eva”, todo depende de una letra inicial -en castellano parecería “final” porque el hebreo se escribe de derecha a izquierda- que cambia la palabra hebrea YHVH (el tetragramaton) por HVH (Eva), digamos que si se pone יהוה se está escribiendo YHVH pero si se pone הוה se está escribiendo HVH (Eva).
El tetragramaton y Eliphas Levi

Una explicación completa y detallada del significado de la simbología y las funciones del pentagrama esotérico -que, repito, nada tiene que ver con el tetragramaton relacionado con el Shem Hameforash- se puede encontrar en la obra de Eliphas Levi (que en realidad se llamaba Alphonse Constant) “Dogma y Ritual de la Alta Magia” (de unas 259 páginas, la obra está dividida en dos tomos, el original está escrito en francés pero hay traducción al castellano). Si bien dependiendo de que grupo o corriente del esoterismo se trate esos significados pueden ser más o menos cambiantes.

En cuanto a la opinión que me merece pues… los “híbridos” basados en errores y pasados por la capa de lo hermético y misterioso me parece que… ya parten de una mala base.

El tetragramaton es simple y llanamente la expresión “cuatro letras” para referirse a YHVH. Se podría hasta intentar buscar significados “particulares” a cada una de las letras que lo componen -aunque a mi parecer no hay más que el conjunto de las mismas relacionado con el concepto “ser” y con “Yo Soy”-, a fin de cuentas la cábala judía -pongo el adjetivo para diferenciarla de la falsa cábala- entre sus métododos busca significados en los textos tanájicos y la gematria desglosa las palabras por letras. Pero añadirle una “m” a la expresión tetragramaton y convertirla en sí misma en un “nombre de poder” es algo -como ya se ha dicho- más o menos igual de absurdo que pretender que el acrónimo “Jehová” sea un nombre

Jorge Romero Gil

Bibliografía

Anónimo, Sepher Yetzirhá, versión de Aryeh Kaplan

Bar Lev, Iejiel, El canto del alma, Ediciones Obelisco, Barcelona

Biblia de Jerusalén, Edición de 1976

De León, Moshe, Zohar, Ediciones Obelisco, Barcelona, en curso de publicación desde el año 2001.

El Zohar o El libro del esplendor, selección y edición de Gershom Scholem, Berbera Editores, México

Levi, Eliphas, Dogma y ritual de la Alta Magia

Renán, E., Historia de las religiones. Cristianismo y judaísmo

Tanaj, versión derivada de” Westminister Leningrad Codex”  del “the Westminister Hebrew Institute”

The Babylonian Talmud, traducción M.L. Rodkinson ,1918

Tetragrámaton, Sem Hameforash y acrónimos

Hola a todos,

Hablemos un poco sobre el tetragrámaton y ciertas curiosas derivaciones del mismo. Tenemos que éste es YHVH, se trata de un fragmento de un nombre, no de un nombre completo -el nombre completo se perdió hace siglos, ese nombre era el Shem Hameforash-, bien, pensemos ahora en su origen, tenemos lo siguiente, en los textos de su religión de origen nos encontramos con:

1- YHVH,

2- resulta que el nombre no se puede pronunciar porque esta incompleto,

3- resulta que tampoco puede pronunciarse ni siquiera fragmentariamente porque su religión de origen no contempla tal opción,

4- resulta que como nombre alternativo para pronunciar -llegado al punto del texto donde aparece la palabra fraccionada YHVH- se propone אֲדֹנָי «Adonai» o «Edonai» (Señor)

5- resulta que durante la Edad Media eruditos judíos inventan un sistema de puntuación para las vocales (que, de entrada, no existían como tales en hebreo), se intercalan las marcas de puntuación de las vocales de «Adonai» o «Edonai» entre las consonantes YHVH -para que la gente cuando llegue a ese punto del texto y deba pronunciar algo en voz alta diga «Adonai»-,

6- resulta que eso nos da YeHoVaH (la «i» desaparece porque en puridad corresponde no a una marca vocálica sino a la medio vocal hebrea «yud»),

7- resulta que eso lo ve un «plagiador», dice «¡eureka!», lo confunde con un nombre y…lo adora como al nombre de su Dios…curiosísimo,

8- resulta que en los textos actuales del «plagio» pues sigue apareciendo el acrónimo…confundido con nombre.

Si el nombre esta incompleto o completo entraríamos en valoraciones respecto al Shem Hameforash, esta incompleto en la medida que se ignoran las «vocales no gráficas» que lo completaban originalmente -con la seguridad de las mismas tendríamos el Shem Hameforash-, resulta que estas «vocales no gráficas» se supone que las guardaban cierto grupo de sacerdotes y de entre ellos las conocían dos: el Sumo Sacerdote y otra persona designada por él para que en caso de fallecimiento de uno otro controlase el nombre completo.

Desaparecido definitivamente el sacerdocio…se pierde ese conocimiento oral, por eso, en cualquier caso, el nombre es incompleto, no porque no existiese «al completo» previamente sino porque al desaparecer el conocimiento oral en cuestión -altamente restringido, sea la restricción la que indica la tradición o sea algo «menos restringida»- pues…se esfuman esas «vocales no gráficas» que nos faltaban. Lo que falta tiene, seguramente, relación con el verbo ser, dado que «Yo Soy» era uno de los atributos de la divinidad y «Yo Soy» aparece junto al tetragrámaton.

La no pronunciación del nombre de la divinidad -ni siquiera fragmentariamente- tiene que ver con la dignidad que se otorga al mismo, y con la especial consideración que el judaísmo otorga al valor «intrínseco» de las palabras -de esa consideración o valoración especial hacia la palabra nace también la Cábala-.

La palabra «Jehova» en puridad es un acrónimo, no es nombre de nada.

Moraleja: si no sabes leer no escribas, y…si vas a plagiar algo…asegurate antes de lo que estas plagiando -caso contrario se hace el ridículo-.

Saludos

El Papiro 7Q5 de Qumrán, su identificación y sus implicaciones

El papiro 7Q5

El fragmento 7Q5 se halló en la cueva 7 de Qumrán en 1955. Los materiales encontrados en esa cueva presentaban una particularidad respecto a las otras: no había textos en hebreo o arameo, sino que todos estaban escritos en griego. Además, una de las ánforas que contenía manuscritos tenía escrita la palabra «Roma» y también era bastante diferente a las ánforas en las que aparecieron otros materiales de Qumrán. A esto se sumaba otra peculiaridad: solo aparecieron papiros y no otro tipo de material.

Esto sitúa al 7Q5 en un contexto diferenciado y relativamente peculiar entre los restantes hallazgos de Qumrán. Ahora bien, quede claro que el 7Q5 inicialmente no es ni más ni menos misterioso que bastantes fragmentos de papiro de otras cuevas, que, por sus características -en muchas ocasiones precisamente por su carácter «fragmentario»- no se pudieron clasificar, quedando todavía algunos pendientes de una identificación o interpretación definitiva.

Vayamos a otro punto del 7Q5: su datación, que se fijó entre el 50 aEC y el 50 EC. Estas fechas son, precisamente, uno de los escollos para la mayoría de biblistas (hay que diferenciar en este asunto entre biblistas y papirólogos), que no admiten una redacción de los evangelios conocidos actualmente anterior al 70 EC. Recalco lo de «conocidos actualmente». Naturalmente quedaría fuera de ello la «fuente Q», que tiene que ser muy próxima o contemporánea al propio Jesús. Obviamente, si lo que tuviésemos en el 7Q5 fuera una parte importante del texto de Marcos, la datación no significaría escollo alguno, puesto que nos encontraríamos ante un hecho, y los hechos, una vez demostrados, son incontestables. Pero lo que tenemos es un fragmento de papiro de 3,9 x 2,7 centímetros, que contiene 20 letras y, de esas veinte letras, no todas son legibles. Por tanto es obvio que el material se presta a diferentes interpretaciones. Los biblistas, repito, no apoyan la tesis neotestamentaria del texto.

Conste que se trata de criterios académicos. Aquí no entran a favor ni en contra criterios religiosos, como lo demuestra el hecho, por ejemplo, de que uno de los oponentes a la identificación del sacerdote católico O’Callaghan sea otro sacerdote católico. Se trata de criterios establecidos y muy consolidados, de modo que, cuando algo los pone en cuestión, suele ser difícil removerlos, pero hay que tener en cuenta que «uno no puede ni debe cerrarse a los nuevos conocimientos, aun en el caso de que estos resulten incómodos»(1) y eso es totalmente cierto. Aun así, la polémica y la identificación del 7Q5 no está todavía resuelta ni definitivamente cerrada.

En buena medida la datación más generalmente aceptada para el evangelio de Marcos depende de la interpretación que se realice del capítulo 13, ya que en él se menciona la destrucción del Templo de Jerusalén. Es preciso aclarar que lo que menciona es «una» destrucción, no cuál de ellas. Es más, las indicaciones del texto evangélico para vincular dicha destrucción con algún acontecimiento se dirigen hacia… la «llegada del Hijo del Hombre», cuestión a la que me referiré más adelante. Una parte de los biblistas considera que en un versículo del capítulo 13 de Marcos se hace una referencia a la destrucción del Templo durante la guerra judía, ergo…el evangelio de Marcos debió escribirse, en su versión actual, después del año 70 EC. Además, conviene recordar que el mencionado evangelio se confeccionó especialmente para los gentiles, de modo que su público, que no era judío, quedaría particularmente «impresionado» por los «castigos» infligidos a los judíos por su negativa a creer en la «Nueva Revelación».

De ahí esa referencia a una de las supuestas consecuencias ya acontecidas de su «incredulidad». Tal vez el mejor exponente de esta cuestión sea M. Laconi, cuando dice «mucho depende de la lectura del c.13: ¿Supone o no la caída de Jerusalén(2)?» Porque, en efecto, la cuestión es saber qué dice ese texto. Pero además hay otra cuestión: ¿qué dice el 7Q5?, también entraremos, porque tal vez la tormenta para los biblistas no sea tal y se reduzca a una tormenta en un vaso de agua.

Vuelvo a recordar un dato importante: tenemos un fragmento de papiro con 20 letras no todas reconocibles. Otro dato importante: tenemos una posible -y muy discutida- identificación de ese fragmento con Marcos 6: 52-53, pero nada, absolutamente nada, de Marcos 13: 1-2 y sucesivos. De hecho no hay absolutamente nada más, ni de Marcos, ni de nadie en el fragmento. Además tenemos otra posible identificación… que no es del texto de Marcos. Por lo demás, la datación de Marcos posterior al 50 EC se vincula también a otras referencias, por ejemplo a Ireneo, que lo sitúa después de la muerte de Pedro, y eso según la tradición -y conste que es remarcable aquí lo de «tradición», porque eso es lo único que sitúa a Pedro en Roma- se produjo en 64 EC o algo después; en cualquier caso no antes. ¿Cómo entonces iba a pertenecer a Marcos un documento cuyo umbral máximo es el 50 EC?

Pero sigamos con el fragmento del papiro. En un principio se consideró «inclasificable», puesto que era en parte ilegible, y lo legible no correspondía a texto veterotestamentario alguno, ni parecía corresponder, de entrada, a ningún otro texto conocido. Por tanto desde 1955 hasta que pasó a manos del padre O’Callaghan «durmió el sueño de los justos».

La hipótesis de O’Callaghan

El jesuita Josep O’Callaghan (que, pese a su apellido, era español), se hizo cargo de algunos materiales fragmentarios de la cueva 7 de Qumrán. Su intención era lograr la identificación de los mismos en textos veterotestamentarios o esenios, que era lo habitual en los materiales de Qumrán. O’Callaghan acometió la labor con diversos fragmentos, labor que en principio resultó bastante infructuosa, ya que no existía ninguna coincidencia con los textos del Antiguo Testamento. Para ver qué sucedía intentó la comparación del fragmento con textos neotestamentarios, y entonces se produce la sorpresa: O’Callaghan empieza a ver similitudes y a formular hipótesis sobre la posible pertenencia de esos fragmentos al Nuevo Testamento. De los diferentes fragmentos, él mismo considera solo fiables la identificación del 7Q4 (posible fragmento de la Epístola a Timoteo) y el 7Q5 (posible fragmento del Evangelio de Marcos). Para O’Callaghan resulta vital la identificación unas letras que aparecen en la cuarta línea del fragmento: son «nnes», que relaciona con la palabra «Gennesaret». Respecto al resto, el propio O’Callaghan solo propone posibilidades, y de los dos «fiables» es el 7Q5 el que generara la mayor polémica. O’Callaghan plantea sus resultados a inicios de la década de los 70.

Las objeciones de «fondo» de los biblistas ya las he especificado más arriba; ahora resumiré las principales objeciones formales -de biblistas y no biblistas- a lo expuesto por O’Callaghan:

1.- El mal estado del papiro que impide una identificación clara de las letras

2.- Lo pequeño del fragmento y lo «fragmentario» del mismo (solo 20 letras).

3.- La distribución espacial del texto no es segura, pues faltan palabras aquí y allá. En concreto parecen faltar tres palabras.

4.- Existen otras posibles identificaciones con otros textos bíblicos o apócrifos

Conviene recordar que la oposición a la hipótesis de O’Callaghan es ante todo académica y científica, al igual que lo es su apoyo. No obstante, también existen posturas que pueden llamarse «espurias»; por ejemplo, uno de los principales críticos a la identificación del 7Q5 con Marcos es el sacerdote Luis Heriberto Rivas, profesor de la Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, para quien el 7Q5 no es sino un fragmento del «Libro de Enoc», un apócrifo. Eso lo sostenía en noviembre de 1998. O sea, que se remite al punto 4 de las objeciones expuestas más arriba. J. Fitzmayer, por su parte, también rechaza la hipótesis de O’Callaghan y de sus defensores Thiede y Schokel. Se basa en las dimensiones del fragmento y en las pocas letras reconocibles. Fitzmayer no propone identificación alguna, sencillamente se limita a indicar que no es posible llegar a una identificación dado el estado del material en sí (en esencia, las «objeciones» 1 y 2).

Sin embargo, la propuesta de O’Callaghan también tiene su defensa y sus defensores. En primer lugar, la defensa de O’Callaghan es… el propio O’Callaghan. En efecto, es indiscutible que el método empleado por el investigador es perfectamente adecuado y ortodoxo, así como que su hipótesis es perfectamente posible. Ahora bien, eso en cuanto a hipótesis, pero, ¿se la puede elevar a categoría de tesis? Y, sobre todo, ¿existe suficiente evidencia para poder hacerlo? Esa es la cuestión, más allá de lo circunstancial, que es lo que permite elaborar la hipótesis como hipótesis plausible. Porque no deja de ser circunstancial y algo sujeto a interpretación el ver en las letras «nnes» una parte de la palabra «Gennesaret», así como el ver en «Gennesaret» una parte de un fragmento de Marcos. ¿Es posible? Sí. ¿Es seguro? Eso ya no tanto. La situación, de hecho, la resume muy bien el profesor J. Charlesworth «sigo pensando que es improbable -solo una palabra es clara en el fragmento: «y»-, pero diría ahora que al menos es convencible»(3)(J. Charlesworth, en un artículo publicado en enero de 1992, citado por R. Albeiro Rodas).

Thiede y la papirología

Ya he mencionado también a Thiede, que a partir de 1984 es, seguramente, el principal valedor de la propuesta de O’Callaghan. Esencialmente, Thiede viene a demostrar desde la papirología -es decir, desde el análisis del propio papiro, no desde la exégesis del mismo- que la hipótesis de O’Callaghan no solo no es descabellada, sino que es perfectamente factible. Esto no significa que pueda elevarse a tesis, pero como hipótesis es asumible.

De entrada descarta que el argumento del tamaño del documento implique la imposibilidad de identificación del texto, y cita diversos ejemplos. Admite que eso supone una dificultad, pero advierte de que no es insuperable. A continuación «papiro en mano» va mostrando cómo las propuestas de letras y palabras de O’Callaghan son, igualmente, factibles a partir de la reconstrucción de renglones y de la esicometría del texto, que es el cálculo de la media de letras por renglón. Además, la «estética» del texto corresponde con el «estilo decorativo», propio del griego empleado en aquella zona hasta el año 50 EC, lo cual es un argumento paleográfico en refuerzo de la datación. En definitiva, Thiede, a partir de la aplicación de la metodología y de las técnicas propias de la papirología, viene a demostrar que O’Callaghan podía perfectamente tener razón. Ciertamente no es una demostración de que la tenga, pero sí lo es de que su hipótesis no era en absoluto descabellada, sino que, por el contrario, se formuló solidamente. A todo esto algunas otras pruebas, como el recurso al cálculo de probabilidades y a determinados programas informáticos como el «Ibycus», también favorecen la hipótesis de O’Callaghan.

El elemento circunstancial no desaparece ni de los «pros» ni de los «contras» respecto al 7Q5. Descartados los prejuicios iniciales propios de cualquier planteamiento que se considera «consolidado», no puede concluirse que O’Callaghan se equivocase o que tuviese razón: la balanza todavía hoy esta demasiado equilibrada para una cosa u otra.

Pero, en realidad, si O’Callaghan tuviera razón, ¿supondría -dejando al margen la datación- una alteración realmente significativa para los biblistas? Dicho de otro modo: ¿qué cambios implica una datación anterior al año 50 EC respecto a una posterior al 70 EC?.

De ello me ocuparé a continuación. Es más, supondré, incluso, que O’Callaghan tiene razón en la identificación de su fragmento. Analizaré qué pasa y qué tenemos. Me permito parafrasear a Celso: «Dejemos a un lado todo lo que se les puede objetar»(4).

Implicaciones de la datación de O’Callaghan

En primer lugar, veamos de qué texto estamos hablando. Los versículos completos de Marcos 6: 52-53, dicen lo siguiente:
«Pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada. Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron» (Mc 6: 52-53, versión Biblia de Jerusalén).

Ese sería el texto completo de los dos versículos de Marcos que tendríamos si el 7Q5 es realmente aquello que pensaba el padre O’Callaghan que era. Vuelvo a resaltar, además, que ese es el texto completo de ambos versículos, aunque, en realidad, el fragmento solo recogería algunas palabras de ambos versículos; pero eso es solo una precisión que carece de importancia para lo que aquí vamos a plantear y suponer.

Como dije más arriba, el problema de fondo de los biblistas es la datación del fragmento, sencillamente porque dicha datación tira por tierra sus suposiciones, que ya estaban convertidas en «materia consolidada». Esas suposiciones, que eran -y aun son- las mayoritariamente aceptadas entre los biblistas, decían que el evangelio de Marcos se escribió sobre el año 70 EC; en cualquier caso no antes del 64 EC, fecha máxima a la que algunos estaban dispuestos a aceptar. La misma tradición patrística ya incide sobre una fecha posterior al 64 EC -Ireneo, por ejemplo-. Indican también que el evangelio de Marcos se escribió para los gentiles. Además, algunos interpretan que la referencia al fin del Templo de Jerusalén (Mc 13: 1-2) refuerza esta idea, ya que eso sería una muestra de que el escrito se realizó tras la guerra judía, y el inicio de ese capítulo 13 vendría ser a la vez un ejemplo y una admonición para los gentiles. Un ejemplo de lo que les sucedió a los judíos por su incredulidad y su «impiedad» y una admonición dirigida al «público gentil» de lo que les sucede a los incrédulos y a los impíos. Además, dado que los judíos tras la guerra no eran demasiado populares en el conjunto del Imperio, también era una «buena carta de presentación» para los gentiles. Si la referencia a la destrucción del Templo se vinculaba a la guerra judía, la redacción del texto evangélico debía ser posterior al año 70. En cualquier caso posterior a la toma de Jerusalén por Tito y a la destrucción del Templo. Pero ¿es a esa destrucción a la que se refiere Marcos 13: 1-2? Como dice algún autor respecto a la datación, «mucho depende de esa interpretación». Más adelante entraré en esa interpretación, en lo que dice el texto en su propio contexto. Por otra parte ¿recoge el 7Q5 algo de MC 13: 1-2? No, en absoluto. Y eso también puede ser importante, porque el 7Q5, si es correcta la identificación de O’Callaghan, solo recoge Marcos 6: 52-53, y ya veremos las implicaciones que eso supone.

Por las razones anteriormente expuestas los biblistas se oponen casi radicalmente a la identificación de O’Callaghan, pues alegan que si Marcos se escribe después del 70 EC no puede pertenecer ningún texto del 50 EC a dicho evangelio. Pero, ¿qué sucede con sus teorías si O’Callaghan tuviera razón? ¿Realmente la «tormenta» sería tal?

En primer lugar, sabemos que existían cristianos y el cristianismo con anterioridad al año 50 EC. Eso es una obviedad, pero vale la pena recordarla porque sirve ya para bajar el nivel de la «tormenta» de los biblistas. Digamos que, de entrada, la reducimos de «huracán» a «tormenta tropical». Sabemos, además, que la fuente «Q», fuese la que fuese, ya debía existir -si existió- hacia el año 50 EC e incluso antes, pues una de las características de dicha fuente es su contemporaneidad , si no estricta, sí muy cercana, a la supuesta vida de Jesús. Por eso no tiene nada de extraño que los cristianos tuviesen sus textos, fueran los que fuesen. Así, en puridad, que el evangelio de Marcos se escribiese en el 50 EC o algo antes tampoco sería algo tan imposible -aunque se sigue datando mayoritariamente con posterioridad al 70 EC-.

La tradición de Ireneo en particular, y la patrística en general, es solo eso: una tradición. Además, ¿es inmutable la datación del 50 EC del 7Q5? No tanto; en primer lugar, porque el C-14 da unos márgenes +/- para toda datación; y en segundo lugar, porque el estilo del texto podría ser, simplemente, arcaizante (ejemplos de eso hay muchísimos en la Historia), así que no deja de ser un indicador circunstancial que, en cualquier caso, no cambiaría que el fragmento fuese anterior al año 70 EC simplemente por el umbral máximo de utilización de las cuevas. Si bien hay quien apunta que no existe la seguridad total de que la cueva 7 de Qumrán no fuese utilizada durante la II Guerra Judía, arqueológicamente no es seguro del todo el sellado de la misma durante la I Guerra Judía; sin embargo, sigue siendo lo más probable. En cualquier caso, ¿es factible la existencia de textos cristianos entre el año 50 -o anteriores- y 70 EC? Sí, lo es. ¿Cambia en eso algo lo que conocemos del cristianismo primitivo? ¿Alguna alteración fundamental? No y no, luego, por ese lado tampoco hay tormenta. Ya la bajamos de «tormenta tropical» a «muy fuerte tormenta». Sigamos.

Segunda cuestión: el carácter «gentil» del evangelio de Marcos, o sea, el «público» al que va dirigido. Esa idea parece otro obstáculo en el camino de O’Callaghan. Pero, ¿por qué? En realidad solo por inercia, ya que a ese carácter no le afecta lo más mínimo que la datación de Marcos sea anterior o posterior al 70 EC. Además, no solo Marcos sino todo el Nuevo Testamento va dirigido a los gentiles  más que a los judíos. Es otra obviedad, pero parece necesario recordarla, porque a esa motivación no le afecta en lo más mínimo la datación. Es evidente la voluntad proselitista del cristianismo desde el primer momento y, si hacemos caso a sus propios textos, está clarísima esa voluntad «pro-gentil» desde Pablo (recordemos que los propios textos cristianos sitúan un pseudoenfrentamiento entre Pablo y Pedro por este asunto, que se dirime a favor de las tesis de Pablo), es decir, desde los inicios.

Por tanto, tampoco aquí existe una dificultad respecto a eso por una datación de Marcos anterior al 70 EC. La «muy fuerte tormenta» queda ya en «tormenta intensa».

Y llegamos a la tercera cuestión, casi el «ojo del huracán»: ¿Qué sucede con el capítulo 13 de Marcos? ¿Qué sucede con la referencia a la destrucción del Templo de Jerusalén? Pues veamos qué sucede. Recordemos qué tenemos con el 7Q5, si damos por buena la hipótesis de O’Callaghan: un fragmento de Marcos 6: 52-53. Ni más ni menos. Solo eso. ¿Alguna referencia a la cuestión del Templo? Pues no: ninguna. Eso es lo que hay. Veamos qué puede implicar eso.

En primer lugar, que, aun dando por buena la idea de O’Callaghan, no sabríamos para nada lo que decía o dejaba de decir el resto del texto del 50 EC, supuestamente de Marcos. Dicho de otra manera: no tendríamos la menor idea de si el episodio del Templo -o cualquier otro- lo recogía o no esa primitiva versión de Marcos. Existe algo llamado «interpolaciones», que son muy habituales en copias antiguas de textos anteriores a la copia. La intencionalidad de las mismas puede ser muy diversa y más o menos inocente y, dado lo escasísimo del texto que muestra el 7Q5, no podríamos saber en ningún caso, por la vía del estilo, la composición, etc., si el pasaje del Templo -o cualquier otro- corresponde o no al mismo autor que realizó el escrito del 7Q5.

Pondré un ejemplo de lo que digo: existe una edición de «El Príncipe», de Nicolás Maquiavelo, comentada por Napoleón Bonaparte. Algunos de esos comentarios en sí mismos no dan pistas para saber si son contemporáneos a la obra original o no. Nosotros, evidentemente, sabemos que no, pero el texto en sí no lo indica. Bien, supongamos que en un futuro lejano queda solo en nebulosa quién era Maquiavelo, pero se sabe quién era Napoleón. Supongamos que solo se tuviese el texto comentado por Napoleón y que alguien descubre un fragmento de «El Príncipe» -solo un fragmento- anterior al siglo XIX. Naturalmente cualquier hipótesis de que «El Príncipe» fuese del siglo XIX caería por tierra. Sin embargo, no significaría nada más allá de un cambio de datación, solo significaría que «El Príncipe» se escribió antes del siglo XIX -cosa que, evidentemente, nosotros sabemos- y que esa versión anterior del texto no tendría los comentarios de Napoleón.

La «tormenta intensa» queda ya solo en «lluvia intensa», pero aun la calificaremos de tal, pues aún quedaría la duda respecto a qué sucede si, al final, Mc 13: 1-2, es anterior al año 50 EC. Veámoslo.

Para ello volvamos al 7Q5 y vayamos un poco más allá con el capítulo 13 de Marcos. ¿Qué sucedería si, en efecto, el texto de Marcos anterior al 70 EC contuviese ya el capítulo 13? Porque, para esa cuestión, vale como pista lo dicho por M. Laconi «Mucho depende de la lectura del c.13: ¿supone o no la caída de Jerusalén?». Para saber eso vuelvo a parafrasear a Celso «examinemos, a pesar del despecho de la falta de fundamentos serios (…) el contenido de lo que se proclama»(5). Veamos que dice Marcos 13: 1-2 a la luz del contexto del propio texto y a la luz del contexto de los restantes evangelios.

La referencia al Templo en el capítulo 13 de Marcos y los evangelios sinópticos

La mejor manera de poder entender el significado de Marcos 13: 1-2 es realizar un análisis del mismo dentro de su contexto, tanto de la totalidad del capítulo 13, como en el modo en que es tratado el episodio de la profecía de la destrucción del Templo de Jerusalén en los restantes evangelios sinópticos. Utilizaré para ello la versión de la Biblia de Jerusalén de 1976. Bien, comencemos por ver que dice Marcos 13: 1-2, es lo siguiente:

1: Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.»
2: Jesús le dijo: «¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»

Esa es la referencia a la destrucción del Templo de Jerusalén en Marcos 13: 1-2. Se trata de una clara indicación de que el Templo desaparecerá. Ahora bien, ¿dice el texto algo más? ¿algo indica a que posibles acontecimientos acarrearan la destrucción del Templo? Veámoslo en la continuación del capítulo:

3: Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés:
4: «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»

Aquí puede observarse, sin lugar a dudas, cómo los discípulos preguntan «cuándo sucederá» y «cuál será la señal». Y lo hacen, según describe expresamente el autor, «sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo». Queda claro que le están preguntando cuándo sucederá la desaparición del Templo y qué señales y acontecimientos comportará tal cosa. Veamos cual es la respuesta:

5: Jesús empezó a decirles: «Mirad que no os engañe nadie.
6: Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: «Yo soy», y engañarán a muchos.
7: Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
8: Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, habrá hambre: esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.
9: «Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos.
10: Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones.
11: «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.
12: Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
13: Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
14: «Pero cuando veáis la abominación de la desolación erigida donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes;
15: el que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa,
16: y el que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.
17: ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
18: Orad para que no suceda en invierno.
19: Porque aquellos días habrá una tribulación cual no la hubo desde el principio de la creación, que hizo Dios, hasta el presente, ni la volverá a haber.
20: Y si el Señor no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado los días.
21: Entonces, si alguno os dice: «Mirad, el Cristo aquí» «Miradlo allí», no lo creáis.
22: Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos.
23: Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad que os lo he predicho todo.
24: «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor,
25: las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas.
26: Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria;
27: entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

Esto es lo que dice el capítulo respecto a los acontecimientos que sucederán y las señales que se darán. ¿Respecto a qué? Pues respecto a la pregunta. ¿Y cuál era la pregunta? La que, en privado, le formulan cuatro de los discípulos, que no es otra que «cuándo sucederá y cuál será la señal» que indique que del Templo de Jerusalén «no quedará piedra sobre piedra». Esa era la cuestión inicial, no otra. Y a esa cuestión se responde con una descripción de los acontecimientos que señalaran el fin de los tiempos y la llegada del «Hijo del Hombre», es decir: la Segunda Venida de Cristo. Luego, entre los acontecimientos que señalarán todo eso figura la propia desaparición del Templo. Esa es la respuesta respecto a en qué circunstancias desaparecerá el Templo, y esas circunstancias, llenas de tribulaciones previas, están directamente conectadas por el propio texto con la llegada del «Hijo del Hombre, que viene entre nubes con gran poder y gloria».

Si esa es la respuesta respecto al «cómo», veamos cual es respecto al «cuándo»:

28: «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29: Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas.
30: Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
31: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32: Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
33: «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.
34: Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele;
35: velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada.
36: No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.
37: Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»

La respuesta esta clara: el lapso de tiempo será el de «esta generación». Ahora bien, el momento concreto no se sabe, ya que el «día y hora» sólo lo sabe «el Padre», por tanto la respuesta al «cuándo» es «esta generación». Y con ese «cuándo» (y, por tanto, con la desaparición del Templo, que es el comentario que origina las preguntas de los discípulos) se relaciona, indudablemente, la llegada del «Hijo del Hombre». El texto dice «Él está cerca, a las puertas».

A la luz del texto ¿qué acontecimientos se relacionan con la aludida desaparición del Templo? Pues el fin de los tiempos y la Segunda Venida de Cristo, y eso se vaticina para «esta generación». De hecho, sabemos que los primeros cristianos consideraban inminente ese fin del mundo y esa llegada de Cristo; el propio Pablo así lo creía y así lo dejan entrever algunos de sus textos, por ejemplo, cuando en los consejos de alguna de sus epístolas considera que hay cosas que no merecen la pena por la brevedad intrínseca de los tiempos.

El texto de Marcos no establece relación alguna entre la destrucción del Templo de Jerusalén y la Guerra Judía; la única relación que establece con ese acontecimiento es el fin del mundo y la Segunda Venida de Cristo, luego el propio texto evangélico contesta a la pregunta de Laconi «¿Supone o no el c 13 la caída de Jerusalén en relación a la Guerra Judía?» La respuesta del texto es un rotundo no; en él sólo se relaciona el fin del Templo con el fin del mundo y…  con la nueva llegada de Cristo. Eso y no otra cosa es lo que dice el texto. Es obvio que tal cosa no aconteció, si la profecía se remite al «fin de los tiempos» durante la generación del propio Jesús. Por lo demás, tampoco aconteció la destrucción del Templo en esa generación, ya que la Guerra Judía implica no a la generación de Jesús sino a la siguiente.

Pero veamos también, más brevemente, cómo es tratado este episodio en los restantes evangelios sinópticos.

En Mateo 24:

1: Salió Jesús del Templo y, cuando se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle las construcciones del Templo.
2: Pero él les respondió: «¿Veis todo esto? Yo os aseguro no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derruida.»
3: Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo.»

Y la respuesta:

4: Jesús les respondió: «Mirad que no os engañe nadie.
5: Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: «Yo soy el Cristo», y engañarán a muchos.
6: Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
7: Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos.
8: Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento. …
25: ¡Mirad que os lo he predicho!
26: «Así que si os dicen: «Está en el desierto», no salgáis; «Está en los aposentos», no lo creáis.
27: Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre.
28: Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.
29: «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
30: Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.
31: El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.
32: «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
33: Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que El está cerca, a las puertas.
34: Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
35: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
36: Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

En Lucas 21:

5: Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: 6: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.» 7: Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»
La respuesta:
8: El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: «Yo soy» y «el tiempo está cerca». No les sigáis.
9: Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.»
10: Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
11: Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.
20: «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación.
21: Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella;
22: porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
23: ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y Cólera contra este pueblo;
24: y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles.
25: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas,
26: muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
27: Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.
28: Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.»
29: Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles.
30: Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca.
31: Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca.
32: Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.

Estas son las referencias al episodio del Templo y su contextualización en los sinópticos. Como puede observarse en todos ellos hay una relación directa entre el comentario sobre la futura desaparición del Templo y los acontecimientos que desencadenarán el fin del mundo, cuyo punto álgido, el que marcara el fin de las «tribulaciones», será la llegada del «Hijo del Hombre». Ninguno de los sinópticos muestra desconexión alguna entre la destrucción del Templo y el fin del mundo; por el contrario, hay una conexión directa a través de las muy concretas preguntas de los discípulos, ¿cuándo y cómo?. El único de los tres que hace unas referencias que podrían interpretarse en relación a la Guerra Judía es el evangelio de Lucas -al mencionar el cerco de Jerusalén en Lc 21: 20-24- , no obstante, ni siquiera esta interpretación esta clara, pues tal cerco sigue relacionándose en el texto con los acontecimientos que marcaran «el fin de los tiempos» -Lc 21: 25-32-, fin que, expresamente, se declara que acontecerá durante «esta generación» -Lc: 31-32-. Y, además, sucede otra cosa con el evangelio de Lucas: su datación mayoritariamente aceptada lo sitúa entre los años 70-80 EC, es decir, después de la Guerra Judía.

Volvemos al problema inicial de la datación: ¿Qué sucede si la totalidad del texto de Marcos, tal y como ahora lo conocemos, hubiese sido escrito en el año 50 EC o antes? Pues no sucede nada, porque lo que está claro es que el texto de Marcos contesta al interrogante de Laconi: no habla de la caída de Jerusalén, el c 13 habla de la llegada del Hijo del Hombre y del fin de los tiempos. Sucede que la interpretación de la referencia a la destrucción del Templo como una alusión a la Guerra Judía convenía a los biblistas, pues, aparentemente, reforzaba la tesis de la elaboración del evangelio de Marcos posterior al año 70 EC, pero no deja de ser una interpretación forzada, muy forzada, de lo que dice el propio texto en su totalidad, como pienso que aquí he expuesto. Pero, en el fondo, no sucede nada si la datación de dicho evangelio se sitúa en el año 50 EC o antes -a partir, por ejemplo, del 7Q5- porque el resto de la exégesis sobre ese evangelio permanece intacta. Solo habría que modificar la datación a una fecha anterior, nada más, no existe ninguna otra implicación. Luego pensamos que ya podemos reducir la «lluvia intensa» a «ligera llovizna». En eso queda todo el «huracán» de los biblistas, si O’Callaghan tuviese razón.

 

Notas

(1) Werner Keller, «Y la Biblia tenía razón», de su prólogo a la edición revisada de 1978, edición española de 1985.
(2) Se refiere a la caída durante la Guerra Judía, M. Laconi «Vangeli Sinottici e Atti degli Apostoli», pág. 143, citado por R. Albeiro Rodas)
(3) J. Charlesworth, en un artículo publicado en enero de 1992, citado por R. Albeiro Rodas.
(4) Celso, «El discurso verdadero contra los cristianos», 62.
(5) Celso, «El verdadero discurso contra los cristianos», 66.

 

Bibliografía

Albeiro Rodas, R., Comentario sobre el papiro 7Q5 de Qumran, Febrero – Septiembre del 2002

Biblia de Jerusalén, edición de 1976

Biblia Reina-Valera, edición de 1960

Celso, El discurso verdadero contra los cristianos, Alianza Editorial, Madrid

Keller, W., «Y la Biblia tenía razón», edición de 1978

O’Callaghan, Josep, ¿Papiro neotestamentarios en la cueva 7 de Qumrán?, Biblica, 1972. Roma

Laconi, Mauro e collaboratori. Vangeli Sinoticci e Atti degli Apostoli

Thiede, Carsten Peter e Matthew D’Ancona. Testimone oculare di Gesù. 1° edizione. Edizione Piemme. Milano, 1996

El «Jesús histórico» y el asunto Ben Panthera

Hay un punto concreto sobre el tema del Jesús histórico, punto especialmente controvertido, se trata del asunto de Ben Panthera y la filiación de Jesús de Nazareth.

Me parece oportuno hacer una pequeña revisión de los datos que disponemos al respecto.

El pasaje de Celso

En primer lugar, el pasaje de Celso, tal vez el más conocido -pese a que se basa en informaciones previas- y polémico, veamos que dice Celso: «Comenzaste por fabricar una filiación fabulosa, pretendiendo que debías tu nacimiento a una virgen. En realidad, eres originario de un lugarejo de Judea, hijo de una pobre campesina que vivía de su trabajo. Esta, culpada de adulterio con un soldado llamado Pantera, fue rechazada por su marido, carpintero de profesión. Expulsada así y errando de acá para allá, ignominiosamente, ella dio a luz en secreto…»

(Celso, «El discurso verdadero contra los cristianos» 1,7, pág. 27 de la edición de Alianza Editorial).

El Talmud

La otra fuente escrita para este dato -u otros similares, porque resulta un tanto confusa, lo suficiente para dudar si en ocasiones mezcla diferentes personajes en uno-, es el Talmud, dónde en aparecen referencias a ese episodio en Sanedrín 67a, Sanedrín 107b, cabe citar también -aunque esa información es poco relevante para la filiación de Jesús- Sanedrín 43a -respecto a Jesús hay otras posibles indicaciones en otros lugares del Talmud, pero tal vez las mencionadas sean las más significativas en relación al tema aquí tratado-. Debe decirse que el Talmud se recoge por escrito en el siglo V EC y que la obra de Celso data del II EC, es decir, en cuanto fuente escrita en relación a ese tema Celso es anterior.

Veamos, no obstante, lo que dice la nota 12 para el Sanedrín 67a (Capítulo VII) de la edición en inglés de H. Freedman y J. Shachter del Talmud de Babilonia:

“In the uncensored editions of the Talmud there follows this important passage (supplied from D.S. on the authority of the Munich and Oxford Mss. and the older editions) ‘And this they did to Ben Stada in Lydda ([H]), and they hung him on the eve of Passover. Ben Stada was Ben Padira. R. Hisda said: ‘The husband was Stada, the paramour Pandira. But was nor the husband Pappos b. Judah? — His mother’s name was Stada. But his mother was Miriam, a dresser of woman’s hair? ([H] megaddela neshayia): — As they say in Pumbaditha, This woman has turned away ([H]) from her husband, (i.e., committed adultery).’ T. Herford, in ‘Christianity in the Talmud’, pp. 37 seqq, 344 seqq, identifies this Ben Stada with Jesus of Nazareth. As to the meaning of the name, he connects it with [G] ‘seditious’, and suggests (p. 345 n. 1) that it originally denoted ‘that Egyptian’ (Acts XXI 38, Josephus, Ant. XX, 8, 6) who claimed to be a prophet and led his followers to the Mount of Olives, where he was routed by the Procurator Felix, and that in later times he might have been confused with Jeshua ha-Notzri. This hypothesis, however, involves the disregard of the Talmudic data, for Pappos b. Judah lived a century after Jesus (Git. 90a), though the mother’s name, Miriam (Mary), would raise no difficulty, as [H] megaddela neshayia may be the result of a confusion with Mary Magdalene (v. also Box, The Virgin Birth of Jesus, pp. 201f, for other possible meanings of Ben Stada and Ben Pandira) Derenbourg (Essai note 9, pp. 465-471) rightly denies the identity of Ben Stada with Jesus, and regards him simply as a false prophet executed during the second century at Lydda”.

Esta nota recoge bien tanto el confusionismo generado en el Talmud -al punto que parecen mezclarse diferentes personajes- como el dato que apunta Celso -el adulterio de una tal Miriam y la paternidad de un tal Panthera o Pantera-, cabe decir que el autor del siglo II EC, sin embargo, no mezcla nada, se dirige directamente a un viejo conocido nuestro: Jesús de Nazareth.

Curiosas menciones en Flavio Josefo

Al margen del Talmud existe una curiosa mención a un tal Jesús en “La guerra de los judíos” de Flavio Josefo, lo cierto es que ese personaje remite a ciertas características altamente similares a las del nazareno mencionado en los evangelios canónicos, veamos el fragmento de Josefo:

“Pero más terrible aún que esto fue lo siguiente: un tal Jesús, hijo de Ananías, un campesino de clase humilde, cuatro años antes de la guerra, cuando la ciudad se hallaba en paz y prosperidad importante, vino a la fiesta, en la que todos acostumbran a levantar tiendas en honor de Dios, y de pronto se puso a gritar en el Templo: ‘Voz de Oriente, voz de Occidente, voz de los cuatro vientos, voz que va contra Jerusalén y contra el Templo, voz contra los recién casados y las recién casadas, voz contra todo el pueblo‘. Iba por todas las calles vociferando estas palabras de día y de noche. Algunos ciudadanos notables se irritaron ante estos malos augurios, apresaron a Jesús y le dieron en castigo muchos golpes. Pero él, sin decir nada en su propio favor y sin hacer ninguna petición en privado a los que le atormentaban, seguía dando los mismos gritos que antes. Las autoridades judías, al pensar que la actuación de este hombre tenía un origen sobrenatural, lo que realmente así era, lo condujeron ante el gobernador romano. Allí, despellejado a latigazos hasta los huesos, no hizo ninguna súplica ni lloró, sino que a cada golpe respondía con la voz más luctuosa que podía: ‘¡Ay de ti Jerusalén!‘. Cuando Albino, que era el gobernador, le preguntó quién era, de dónde venía y por qué gritaba aquellas palabras, el individuo no dio ningun tipo de respuesta, sino que no dejó de emitir su lamento sobre la ciudad, hasta que Albino juzgó que estaba loco y lo dejó libre. Antes de llegar el momento de la guerra Jesús no se acercó a ninguno de los ciudadanos ni se le vio hablar con nadie, sino que cada día, como si practicara una oración, emitía su queja: ‘¡Ay de ti Jerusalén!‘. No maldecía a los que le golpeaban diariamente ni bendecía a los que le daban de comer: a todos les daba en respuesta el funesto presagio. Gritaba en especial durante las fiestas. Después de repetir esto durante siete años y cinco meses, noperdió su voz ni se cansó. Finalmente, cuando la ciudad fue sitiada, vio el cumplimiento de su augurio y cesó en sus lamentos. Pues cuando se hallaba haciendo un recorrido por la muralla, gritó con una voz penetrante: ‘Ay de ti, de nuevo, ciudad, pueblo y Templo!‘. Y para acabar añadió: ‘¡Ay también de mí!‘, en el momento en que una piedra, lanzada por una balista, le golpeó y al punto lo mató. Así entregó su alma, mientras aún emitía aquellos presagios”

(Flavio Josefo, “La guerra de los judíos”, Libro VI, 300-309, págs. 284-285 de la edición de Gredos)

Ese texto de Josefo no tiene que ver con la posible filiación del personaje Jesús de Nazareth, pero sí tiene que ver con otra cosa: el confusionismo que puede generarse a partir de ciertos datos coincidentes con la supuesta biografía -facilitada por textos apologéticos- de un personaje que, históricamente, es de por sí oscuro -repito que no entro en la claridad propia que pueda tener desde su dimensión religiosa, no estoy hablando de fe ni de cuestiones propias de la fe-, tanto que en él parecen mezclarse no una figura sino…varias figuras, si he mencionado este fragmento de Josefo es porque esta última es una posibilidad que no necesariamente se debe excluir -aún menos a partir de Nicea, aún menos teniendo en cuenta ciertas “inclinaciones” en relación al “adorno” de Eusebio de Cesarea-.

El “Corpus Inscriptionum Latinorum” (CIL)

Pero volviendo al tema de “ben Panthera” nos queda por añadir algo en relación al posible nombre “Panthera” o “Pantera” y a su romanidad, para ello conviene citar otras evidencias y recurrir al “Corpus Inscriptionum Latinorum” (CIL) y alguna otra fuente, veamos que dicen:

1) CIL 16, 00076.

Imp(erator) Caes(ar) divi Traiani Parthici f(ilius) divi Nerv(ae) / nepos Traianus Hadrianus Aug(ustus) pont(ifex) / max(imus) tr(ibunicia) pot(estate) XVII co(n)s(ul) III p(ater) p(atriae) / equit(ibus) et p[edit(ibus)] qui mil(itaverunt) in alis V et in coh(ortibus) V quae / appell(antur) I U[lpia co]ntar(iorum) et I Thr(acum) Victr(ix) et I Cann(enefatium) et I Hisp(anorum) / Arvac(orum) e[t III Aug(usta) Th]r(acum) et I Ael(ia) Caes(ariensis?) |(milliaria) sag(ittaria) et I Ulp(ia) / Panno[n(iorum) |(milliaria) et I Thr(acum) c(ivium) R(omanorum) e]t II Alp(inorum) et V Call(aecorum) Luc(ensium) et / sunt [in Pannonia superiore su]b Cornelio Proculo / q[uin(is) et vicen(is) plu(ribus)ve stip(endiis) emer(itis) d]im(issis) hon(esta) miss(ione) / quo[r(um) nom(ina) subscrip(ta) sunt] ips(is) lib(eris) post(erisque) eor(um) / civit(atem) [ded(it) et conub(ium) cum] uxor(ibus) quas tunc hab(uissent) / cum e[st civit(as) iis dat(a)] aut siq(ui) caelibes ess(ent) cum iis / quas postea dux(issent) dumtax(at) s]ing(uli) singulas // [a(nte)] d(iem)] VI N(onas) Iul(ias) / [Q(uinto) Flavio Tertullo Q(uinto) I]unio Rustico co(n)s(ulibus) / [alae I Ulpiae contar(iorum) |(milliariae)] cui prae(e)st / [L(ucius) Aufidius Panther]a Sassin(a) / [ex gregale] / [Claudio Mot]ti f(ilio) Novano Helvet(io) / [et Secundo] f(ilio) eius / [descriptum et recognitum //

[IMP(erator) C]aes(ar) divi Traiani Parthici f(ilius) divi Nerv/ae nepos Traianus Hadrianus Aug(ustus) pont(ifex) / [max(imus)] tr(ibunicia) potestate XVII co(n)s(ul) II(I) p(ater) p(atriae) / equiti[b(us)] et peditib(us) qui militaver(unt) in alis V et in coh(ortibus) V / [q]uae appell(antur) I Ulpia con[t]a[r(iorum) et] I Thr(acum) Victr(ix) et I / Ca[nn(enefatium)] et I [Hisp(anorum) Arvac(orum) et III Aug(usta) Th]r(acum)] / et I Ael(ia) Caesa[r(iensis?) |(milliaria) sag(ittaria) et I Ulp(ia) P]anno[n(iorum) |(milliaria) et I] / Thr(acum) c(ivium) R(omanorum) et] II Alp(inorum) et V Call(aecorum) Luc(ensium) et sunt] / in Pannon[ia superiore sub Cornelio Proculo] / quinis et vicen[is pluribusve stipendi(i)s emeritis di]/missis honest[a missione quorum nomina sub]/scrip(ta) sunt i[psis liberis posterisq(ue) eorum ci]/vitatem dedit et co[nubium cum uxoribus quas] / tunc habuissent cu[m est civitas iis data aut] / siqui caelibes essent c[um iis q]uas postea du/xissent dumtaxat singuli singulas a(nte) d(iem) / {Q} VI N(onas) Iul(ias) / Q(uinto) Flavio Tertullo Q(uinto) Iunio Rustico co(n)s(ulibus) / alae I Ulpiae contar(iorum) |(milliariae)] cui prae(e)st / L(ucius) Aufidius Panthera Sassin(a) / ex gregale / Claudio Motti f(ilio) Novano Helvet(io) / et Secundo f(ilio) eius / descriptum et recognitum ex tabula aenea / quae fixa est Romae in muro post templum / divi Aug(usti) ad Minervam // ] Menandri / [3] Severi / [3] Daphni / [3] Festi / [3] Lauri [3] Festi / [3] Hermetis

2) L. Aufidius Panthera

Lucius Aufidius Panthera’s remote family origins can be traced to an ancestor called Aufidius who had introduced panthers to the circus. In Britain he is known from a dedication to Neptune found at Lympne. This altar provides no information about his date but a diploma names him as praefectus of an ala milliaria in Upper Pannonia on 2 July 133. This post is likely to have preceded his fleet command, so it may be assumed that he was promoted during the last few years of Hadrian’s reign or the first few years of the reign of Antoninus Pius.

Sources: RIB 66

(see Chapter 2; Lympne) (72); CIL xvi.76 3)

Otras referencias a Panthera:

Panthèra, du fait que ce nom figure sur des inscriptions latines comme surnom de soldats romains en garnison à Pise, dans le Hesse, dans le Kent [recensés dans le Corpus d’Inscriptions Latines, VII, 18 / XI, 1421 / XIII, 7514 (cf. Paterson , p. 79-80)] .

(Nota*: creo que el individuo de Kent era da la legio XX, pero no encuentro dónde leí el dato)

4) Más “Pantera”:

a) L(ucius) Otacilius Q(uinti) f(ilius) Panthera (CIL XI, 01421) b) Tiberius Iulius Abdes Panthera (citado en el Journal of Roman Military Equipment Studies), otra referencia: Rhineland tombstones Bingen/Bingerbrück (D) Infantry Scenus Bato Annaius Daverzus Breucus Tib. Iulius Abdes Panthera Hyperanor Unknown c) Turulli L(uci) f(ili) Maici(a) (Maecia) (scil.tribu) Pantera (Panthera) (3022-(4)

¿Algunos de esos Panthera mencionados tendría que ser el supuesto padre real -y no el putativo- del personaje Jesús de Nazareth? no, desde luego que no, toda especulación al respecto -como en la que su día hizo H. S. Chamberlain y a la que con razón Keller considera absurda- carecería de todo fundamento. Lo único que nos indica esa información es la existencia real del nombre Panthera en cuanto a nombre romano y, en concreto, llevado por soldados romanos, lo único que indica esa información es que la concreción de Celso respecto a un determinado nombre aplicado, además, a un soldado romano, sí tiene fundamento -repito, sólo en esos datos: que existía tal nombre y que lo llevaban soldados romanos-, ni más ni menos, esas informaciones no indican otra cosa, pero lo que indican puede tener su importancia -por ejemplo, en relación a las hipótesis que niegan que la palabra “Panthera” se refiera a un nombre, la arqueología ha desvelado que sí se refiere a un nombre, cuando menos confirma que el nombre dado por Celso existe y…en relación a la profesión mencionada por ese autor-.

Juliano y su “Contra los galileos”

Por otra parte, Juliano, en su “Contra los galileos” no se frena a la hora de hablar del supuesto nacimiento virginal de Jesús de Nazareth -para rebatirlo-, sin embargo, no cita para nada ni a Celso -al que debía conocer sobradamente- ni al “affaire” Panthera, veamos el texto de Juliano:

“…sin embargo, de ninguna manera ha sido dicho; pues no era virgen quién estaba casada y antes de concebir se había acostado con su esposo, concédase que se dice de ella, ¿dice Isaías de alguna forma que será parido dios por una virgen? Pero vosotros, ¿por qué no paráis de llamar a María madre de dios si en ningún lugar dice Isaías que el nacido de la virgen sea ‘el hijo unigénito de dios’ y ‘primogénito de toda la creación’? Pero lo dicho por Juan, ‘Todo nació por él y sin él no nació una sola cosa’, ¿puede alguno mostrarlo en las palabras de los profetas? En cambio, lo que nosotros mostramos de eso mismo escuchadlo inmediatamente: ‘Señor dios nuestro poséenos, fuera de ti no conocemos ningún otro’. Ezequías el rey ha sido representado por ellos suplicando:  ‘Señor dios de Israel, que te sientas entre los querubines, tú solo eres dios’. ¿No deja ningún lugar para el segundo dios? Pero si la palabra es, según vosotros, dios que procede de dios y nació de la substancia del padre, ¿por qué decías que la virgen es madre de dios? ¿Cómo podría parir a un dios siendo humana según vosotros? Y, además, cuando dios dice claramente: ?Yo soy y no es posible salvarse fuera de mí’, ¿vosotros os atrevéis a llamar salvador al que procede de él?”

(Juliano Augusto, “Contra los galileos”, 266D-277A, pág. 38 de la edición de Gredos)

Es posible que a Juliano le interesase más el descarte por la vía filosófica y teológica de la idea de una encarnación de la divinidad -de hecho su texto parece apuntar a eso- y que tal idea en su literalidad -dejando a un lado posibles cargas simbólicas- no es más que una “aberración” antropomórfica, que no la filiación del personaje de Jesús de Nazareth, ni, tampoco, las posibles circunstancias puramente humanas de su nacimiento, por ello Juliano no entra siquiera en ese aspecto de la cuestión -digamos que niega la mayor: la posibilidad de la encarnación de la divinidad, en consecuencia no entra ya en la menor: las circunstancias de una encarnación y si esta es real o fingida-.

No obstante, y teniendo en cuenta la voluntad polemista de la obra de Juliano resulta curioso la ausencia de referencia al dato de Celso -en el punto del nacimiento de Jesús de Nazareth-. Pero, vuelvo a insistir, Juliano, sobre todo, “niega la mayor”, eso hace que su interés por “la menor” sea subsidiario y, tampoco cabe descartar, que dado el carácter ambiguo y “esquivo” del dato de Celso -cuya obra no es sólo polemista, como lo es también la de Juliano, sino que en parte al menos debiera incluirse en el género panfletario (lo que significa que no sólo es “obra de parte” sino “muy” de parte, lo que no quita que la acometida de Celso no tenga su enjundia, de hecho Celso es un platónico con solidas bases, conocimiento del cristianismo y el judaísmo y su ataque es serio y metódico), salvando las distancias lo mismo ocurre con la “Historia Secreta” de Procopio, me refiero a la consideración del género literario en el que inscribirla, no al contenido de la obra-, a diferencia de la de Juliano, que si bien puede compartir alguna característica “panfletaria” pretende descartar cosas a partir de las propias premisas cristianas, y acude a esas premisas para discutir… la base del cristianismo “desde dentro” (otra cosa es que oponga a esa teología cristiana los preceptos del judaísmo y la filosofía del helenismo, pero Juliano intenta siempre no “bombardear” al cristianismo sino… hacerlo “explotar” desde dentro- a Juliano no le interesase relacionarla con su propio texto de refutación del cristianismo.

Intentos de explicación del término “Panthera”

Volviendo más estrictamente al tema “Panthera”, algunas explicaciones -entre ellas la que recoge Keller, véase “Y la Biblia tenía razón”, págs. 367-368- ligan ese término con la palabra “Parthenos” y buscan, curiosamente, o bien en la onomatopeya o bien en la semblanza de términos -apoyada en la mala fe o intención burlesca de los textos que refieren la paternidad de “Panthera” o, cuando menos, de las posibles fuentes en las que se basaron esos textos al recoger tal noticia-, así, esas explicaciones indican que lo sucedido es que a Jesús de Nazareth se le llamaba “hijo de la virgen” -obviamente por los cristianos- y que tal expresión fue mudada por “hijo de Panthera” -obviamente por sus oponentes-. Bien, veamos si tal cosa fuese posible a partir de los términos.

Primero. Resulta que el parecido entre “Panthera” y “Parthenos” se busca entre expresiones…de dos idiomas distintos, así la expresión “hijo de la virgen” en griego -transliterado- correspondería a “huios parthenou”, mientras que en hebreo -transliterado- tal expresión sería “ben betula”, es decir ¿cual es el parecido idiomático u onomatopéyico entre ambas expresiones? Pues…ninguno, luego por esa vía no puede concluirse confusión lingüística alguna que introduzca el término “Panthera”, porque…tal término -por esa vía- no aparece por ninguna parte, no hay semblanza onomatopéyica ni formal que pudiese hacer comprensible el juego de palabras -aún siendo un juego de palabras malintencionado-, eso al margen que los textos hablan de “ben Panthera” -o similar-, es decir, utilizan el término “ben” -hijo- en hebreo, si la confusión naciese de la polémica -aún contemplando que ésta no este exenta de mala fe, como atribuye Keller- entre cristianos y sus detractores, si estos últimos fuesen judíos “de a pie” -digamos que la maledicencia proviniese de “la fiel infantería”- el término utilizado hubiese sido “bar” no “ben”, porque “bar” es “hijo” en arameo y el pueblo llano en la Judea del siglo I EC -por ejemplo- hablaba arameo no hebreo, y esa era la lengua en la que hubiese polemizado, generado sus invectivas o sus alabanzas, esa y, tal vez, el griego. Así que dificilmente la confusión de términos pudiera generarse a nivel lingüístico entre el hebreo y el griego, en todo caso debiera haberse producido entre el arameo y el griego y, en todo caso, entre arameo y griego o entre hebreo y griego no hay similitud ni onomatopéyica ni lingüística que pueda dar pie a un juego de palabras que haga comprensible la introducción del término “Panthera”.

Segundo. Además de eso resulta que existe evidencia documental y arqueológica que confirma que el término “Panthera” es, en realidad, un nombre romano -aunque no muy usual-…asociado a militares romanos, que es, justamente, lo que afirma Celso, muchas más vueltas al origen de la palabra “Panthera” como nombre no cabe darle, la explicación lingüística -aunque sea asociada a la mala fe de los detractores del cristianismo en aquella época- no se sostiene -a mi humilde parecer-, eso, además de que ni Orígenes ni Epifanio en sus refutaciones a Celso no mencionan para nada esa “confusión lingüística”.

Por último, resulta que textos tan poco proclives a la polémica anticristiana como son los evangelios dan indicios…de ciertas sospechas del supuesto padre putativo de Jesús acerca de la fidelidad y el comportamiento de su esposa, así puede leerse en Mateo:

“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente”

(Mateo 1:18-19, NT, Biblia versión Reina-Valera, edición revisada de 1960)

Y en el evangelio de Marcos se dice:

“¿No es éste el carpintero (1), hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están aquí también con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”

(Marcos 6:3, NT, Biblia versión Reina-Valera, edición revisada de 1960)

Paralelamente en el texto de Mateo se indica:

“¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?…”

(Mateo 13: 55-56, NT, Biblia versión Reina-Valera, edición revisada de 1960)

En esos fragmentos los evangelios de Marcos y Mateo indican un par de cosas. La primera -y es la que abunda en la sospecha de la filiación de Jesús- es que Marcos menciona a Jesús de Nazareth sólo como “hijo de María” cuando lo habitual era mencionar la filiación paterna…caso de ser legítima o conocida, por su parte Mateo sí que habla de un padre -se refiere a Jesús como “hijo del carpintero”, ahora bien…sigue dando por toda referencia a la filiación un sólo nombre: el de la madre.

La segunda cosa es incidental y subsidiaria respecto a nuestro tema, es la mención a los hermanos y hermanas de Jesús, como digo eso es subsidiario en lo relativo a la cuestión de la paternidad de Jesús pero…deja clara que la especulación sobre la virginidad perpetua de María es aún más especulativa que la relacionada con el nacimiento de Jesús de Nazareth. Y por si hubiese alguna duda respecto a la duración de dicha virginidad, el texto de Mateo vuelve a abundar respecto a su limitación:

“Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús” (Mateo 1:25, NT, Biblia versión Reina-Valera, edición revisada de 1960)

Es decir, “no la conoció hasta…”, según el propio texto apologético cristiano la virginidad perpetua no es perpetua puesto que dura…”hasta”, vaya que dura lo que dura, es transitoria y no perpetua. Cerremos con esto este asunto subordinado.

Como se ve hasta los mismos evangelios muestran indicios de las sospechas a las que el embarazo de María dan pie -muestran tales indicios aunque, como es lógico, sea para proceder a refutarlos, por algo se trata de textos cristianos-.

Nada concluyente

¿Todo lo anterior puede llevar a muchas conclusiones? en puridad a pocas, lo que puede llevar es, esencialmente, a plantear más interrogantes, posiblemente condenados a quedarse en dudas -eso sí, dudas con importantes implicaciones, caso que se despejasen de determinada manera-. Pocas, muy pocas, respuestas, y pocas, muy pocas, conclusiones, excepto tal vez una: la práctica imposibilidad de alcanzar eso que algunos autores han llamado “el Jesús histórico” para referirse a cierta dimensión -digamos que “biográfica”- de la figura de Jesús de Nazareth.

Jorge Romero Gil

Notas:

(1) La palabra griega utilizada por el texto de Marcos aquí es “tektôn” -τεχνίτης- que significa “artesano”, sin embargo “tektôn” se parece foneticamente mucho a otro término griego, la palabra “teknon” -παιδί- que significa…”niño”, si en lugar de “tektôn” se pusiese “teknon” resulta que el pasaje de Marcos diría “¿no es este el niño hijo de María?” Lo cual aún aumentaría más la ambigüedad “en negativo” de la referencia, digamos que al separar un “niño” de “María” del resto de sus hermanos y hermanas. Naturalmente estaría también la otra explicación, de base religiosa y cristiana: cabría la separación dadas las características especiales -en positivo- de ese “niño hijo de María”. La comparación de los términos no resultaría inadecuada por cuanto aquí se habla de vocablos del mismo idioma, no de algo perteneciente a idiomas diferentes.

Bibliografía

Biblia, versión Reina-Valera, edición revisada de 1960

Celso, “El discurso verdadero contra los cristianos”, Alianza Editorial, Madrid, 1988

“Corpus Inscriptionum Latinorum” (CIL)

Herford, R.T.: “Christianity in Talmud und Midrash”, Londres 1903

Josefo, Flavio.: “La guerra de los judíos”, vol. 2, Editorial Gredos, Madrid, 2001

“Journal of Roman Military Equipment Studies”

Juliano Augusto, “Contra los galileos. Cartas. Leyes”, Editorial Gredos, Madrid, 2002

Keller, W.: “Y la Biblia tenía razón”, edición revisada de 1978, Ediciones Omega, Barcelona, 1985

Renán, E.: “Cristianismo y judaísmo”, Ediciones elaleph, 2000

“Talmud de Babilonia”, edición en inglés de H. Freedman y J. Shachter.

“Talmud de Babilonia”, vol. I, edición en inglés de Michael L. Rodkinson, Boston, 1903

La cuestión del “yo”

Para abordar la cuestión del “yo” debe tenerse en cuenta que éste tiene muchos perfiles y que, dependiendo de en cual de ellos se entre, hablaremos de una cosa u otro. Eso tampoco es sorprendente, en mayor o menor medida toda palabra tiene polisemias y “polisignificados”, esto es, más de un posible sentido o acepción, pero, al margen de mencionar eso, nos centraremos en la cuestión del “yo” en cuanto “yo” personal.

Lo primero que diría es que es más fácil saber quién somos que qué somos ¿por qué? Por lo siguiente, lo primero incumbe a nuestro rol, a nuestro papel, eso es relativamente fácil saberlo; lo segundo es algo más difícil saber, porque nos sitúa ante la esencia y eso nos lleva a lo siguiente ¿tenemos esencia? Y, si la tenemos ¿es propia?

El “yo” personal, de entrada, es transitorio, es el “yo” que depende de nuestra mente, no es incorrecto ni pernicioso que así suceda, la mente -y ese “yo”- son instrumentos, bien empleados dan buenos resultados, mal empleados pueden llevar a la catástrofe -propia y ajena- .

Como cualquiera que usa un instrumento -y por pericia que se tenga en su utilización- en ocasiones se fallará, un proverbio latino reza “errare humanum est” y es bien cierto que de errores todos estamos llenos, pero, a cada error corresponde un aprendizaje y, también, su rectificación -en la medida que sea posible-.

El uso del “yo” personal que depende de la mente podría identificarse con el uso del intelecto, en ese sentido cabe entender que es potencialmente positivo, también cabe entender que tiene sus limitaciones: el “yo” personal, en cuanto intelecto, no puede identificar su propia esencia -aquello que indica el “qué”-, la razón básica es sencilla: no se puede ser juez y parte, pero tal vez se entienda mejor en el siguiente pasaje:

“Toda persona posee una ‘fuente de intelecto’ y los Sabios cabalistas consideran el alma como asidero de la mente. Ahora podemos entender por qué el hombre no puede captar por sí mismo la naturaleza de su alma, porqué ésta se encuentra por encima del nivel perceptible del ser humano, más allá de la mente. No obstante, aunque no podamos comprender su esencia, podemos reconocer su existencia”.

(Rabino Ijiel Bar Lev, «Estudio introductorio del Zohar», El Zohar, volumen I, Hakdamá – Sección de Bereshit, Ia-29a, página 17, Ediciones Obelisco, Barcelona, 3ª edición, 2010).

La mente puede analizar muchas cosas,  pero otras solo percibir o intuir, tengamos en cuenta otra cosa más: sólo se percibe o intuye… aquello que existe. Porqué la percepción es fenomenológica, es decir, es “atisbar algo fugazmente”, tan fugazmente que no podemos definirlo, pero, queda constancia de que “algo” hemos observado.

Yo sé quién soy, pero no sé qué soy, ahora… sé que hay un “qué” al cual respondo -y es ese “qué” aquello que me hará responsable de lo que haga-.

¿De qué manera podemos definirnos un poco más? Pues al nivel de los hechos -que tampoco podremos juzgar por nosotros mismos, nuevamente, no se puede ser juez y parte, eso sí, se puede y se debe ser autocrítico-. Ahondando un poco más en el proceso intelectivo podemos decir que en vinculado a él está la idea de “voluntad”, pero voluntad entendida como el conjunto de los siguientes pasos: a) el pensamiento-voluntad de hacer, b) el pensamiento-planeamiento de hacerlo, c) el materializar ese hacer (el hacerlo de hecho).

Será el último punto aquello que nos defina y… aquello que contará y de lo que seremos responsables, pues es lo que hacemos no lo que decimos de lo que debemos responder, porque se responde -para bien y para mal-… del pensamiento materializado en acción.

Im nin’al

Im nin’alu

Dejo aquí mi versión preferida de Im nin’alu, de la malograda Ofra Haza, también una de mis cantantes preferidas, pongo la traducción de la letra que, como se indica es de un poema.

Letra traducida de Im nin´alu (cantada por Ofra Haza) , esta letra fue compuesta por el poeta judío Yemení, Rabbi Shalom Shabazi en el siglo XVII:

Im nin’alu

Mirando a los cielos
En este infierno que te ata las manos
¿Sacrificarás tu comodidad?
¿Harás camino en una tierra extranjera?
Lucha con tu oscuridad
Los ángeles te llaman
¿Puedes oír lo que dicen?
¿Serás el mismo?
Recuerda, recuerda, nunca te olvides
Toda tu vida ha sido una prueba
Encontrarás la puerta que está abierta
Aunque tu espíritu esté roto
Abre mi corazón
Y obliga a mis labios a hablar
Tráeme los cielos y las estrellas
A la tierra

Lucha con tu oscuridad
Los ángeles te llaman
¿Puedes oír lo que dicen?
¿Serás el mismo?

Los generosos realmente saben
Lo que les será dado
Si no paran, ya sabes
Las puertas del cielo están siempre abiertas
Y allí está este D_os en el cielo, y los ángeles
Cómo se sientan, ya sabes, delante de la Luz
Y de eso trata..”
¡D_os nos bendice!