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Nacimiento de la Era Mesiánica

Según se tiene por convicción, la Era Mesiánica global llegará por alguno de estos dos caminos: el razonable o el tormentoso.

Si es el razonable, disfrutaremos de la Era Mesiánica porque hemos colaborado en la construcción de Shalom. Así, la Era Mesiánicas será la conclusión razonable y necesaria de un trabajo personal y colectivo. Habremos desaprendido y aprendido hasta alcanzar las virtudes que nos permiten llevar una vida de armonía, solidaridad, comprensión, amor, shalom. En este escenario, la Era Mesiánica no tiene más opción que aflorar.

Pero, está el camino oscuro, por las malas. Nos negamos a salir de la celdita mental, nos aferramos al EGO y sus herramientas, nuestra vida individual y la social está plagada de miedo, resentimiento, angustia, odio, agresión, discriminación negativa, barbaridad, religión, mentira, manipulación, etc.
En este segundo escenario la Era Mesiánica nos explotará en la cara, de manera sorpresiva, inesperada. Será una intervención divina dolorosa. Dios impondrá al Mashiaj/Mesías, aunque estemos en rebelión, aunque prefiramos seguir esclavizados a la muerte del EGO. Sobrevendrá sin nuestro permiso, y dolerá.

Viendo el mundo, interno y externo, personal y colectivo, ¿cuál crees que tiene más chances de suceder?

¿Anti navideño?

A minutos de que termine el 24 de diciembre, 2013, les cuento que en las últimas horas he visto el intercambio de comentarios y de mensajes entre personas gentiles que se declaran como noájidas y cómo se preocupan para desligarse del mito cristiano, de la fiesta idolátrica, de los ritos y encantamientos de esta fecha navideña.

Muchos realizan rituales contrarios a lo habitual para quienes conmemoran estas fechas. Con ello demuestran que siguen presos de la religión, no por participar de ella, ciertamente que no, sino por no haberse podido desligar y poner su mente y corazón en otros asuntos. ¿Para qué y por qué hacer un “anti pesebre” si uno está convencido de que todo es una patraña sin valor espiritual? ¿Es más sabio quien hace eso por ello? ¿Jugar a la ironía para desmitificar pero sin salir del mito? ¿Se pretende enseñar a otros lo ridículo del mito o los rituales que lo circundan?
No se es libre en tanto se siga con las cadenas, aunque se las arrastre como en juego, aunque se las decore para que parezcan otra cosa, siguen siendo las cadenas de la cuales se presume –o pretende- estar librados.
Es comprensible.

Hay otros que se afanan en declarar que no participan de cenas familiares, ni tienen nada que celebrar, y aborrecen siquiera les mencionen al Papa Noel o cualquier otro chirimbolo navideño. Parecieran al borde del infarto cuando alguien les saluda con un “Feliz Navidad”.
Es comprensible.

Están los que se preocupan por lo que aprenden sus hijos, lo que ellos sufren por no cantar villancicos junto a los otros parroquianos, a que no abrirán regalos con ojos esperanzados a la mañana. Sí, son padres atormentados por sentir que sus hijos son discriminados, o lo sean por andar por la senda noájica. O les aterra que la tía, o abuela, pasen por encima de la autoridad paterna y les den regalos en nombre de Santa, y les mencionen al niñito Jesús que murió por nuestros pecados, y al buen Padre Dios que sacrificó salvajemente a su hijito sin pecado para salvar a los hombres, y…
Entonces, se esmeran en tratar de justificarse delante de sus hijos, adiestrarlos en cómo responder ante saludos e invitaciones navideñas, les imponen la fiesta judía de Januca con sus regalos como reemplazo, hacen esto y aquello para apartar la idolatría de sus pequeños en estos días.
Es comprensible.

Estas tres posturas comparten al menos un elemento en común, puede decirse que son reactivas y no proactivas.
Se posicionan como anti navideñas, pero no aportan realmente algo trascendente a cambio (en mi evaluación).
La primera juega a la fina burla y la apariencia de superación, sin dejar el contacto con aquello que provoca aversión.
La segunda se hermana a la fobia, y como tal reacciona con evitación u hostilidad.
La tercera los pone como padres sobreprotectores ante el peligro que representa la idolatría cristiana (en sus diversas facetas) y en vista de su poder material y atractivo sensorial.

¿De estos tres tipos, y los que existan que no mencionamos es que tomaron la idea los inventores del Grinch?
Por favor, quiero que se comprenda que no estoy haciendo un juicio de valor sobre estas personas, a las que comprendo en sus reacciones (las comparta o no).
Simplemente quería mencionar esto que me ha llamado tanto la atención, pero no solamente como un observación (más o menos apegada a la realidad), sino para tratar de aportar algo para la construcción de shalom.

Por ello, quiero dejar un par de ideas para los del tercer tipo, si me permiten el atrevimiento.
Son solo modestos pensamientos sin mucha elaboración, a la espera de que alguno de ustedes ayuden a profundizar.

Es importante enseñar bien a los hijos a no ser esclavos de los mitos ni de las imposturas sociales.
Muy importante que tengan en claro que no son cristianos (o de la religión X) y que por tanto no les corresponde la parafernalia de esa religión.

La cuestión es que no hay que hacerlo por estar próxima la Navidad (Pascuas, o lo que fuera), sino que es una tarea para todo el año.
El mensaje no debiera ser anti algo, sino constructivo, de conocimiento, de apertura. Que el niño aprenda a priorizar, a preguntar, a analizar, a decidir, a ser responsable, a ser comprensivo, a construir shalom. Porque, es fácil enseñar a odiar, a estar en contra, a ser enemigo y hacerse de ellos; pero con ello no están siendo conducidos por la senda de la Verdad.
Mejor es que conozcan y puedan amar su propia identidad espiritual de noájidas. Que aprendan de noajismo, lo que les sirva de judaísmo y se les brinde herramientas para sintonizar su Yo Vivido con su Yo Auténtico. Que se los eduque para ser libres y felices, constructores de shalom, activos en la bondad y la justicia.
Que no se conviertan en autómatas que repiten lemas, ni aceptan consignas por fe.
Que no sean reactivos al cristianismo, sino noájidas a plenitud.

No es necesario entrenar guerreros noájidas, sino educar a personas que se dediquen a construir shalom por medio del noajismo.
Son cosas diametralmente opuestas.
El guerrero tiene como meta la destrucción del enemigo, su vida gira en torno a él.
El obrero que construye shalom busca mejorar su interior para mejorar lo exterior.

¿Se entiende cuál es la modesta idea que les presento?

A los hijos no habría que criarlos para no ser cristianos, ni poner el énfasis opositor en las épocas navideñas.
Más bien, criarlos para que descubran su propia identidad y vivan acorde a a ella, todos los días, en cada momento posible.
Construir shalom.

Entonces, los riesgos de caer en la idolatría, como en cualquier otro pecado o aberración, se reducen drásticamente.
El EGO seguirá activo desde su base cerebral, mantendrá sus tentáculos actuando, tentara con religiosidad y otras voluptuosidades; pero, allí donde hay AMOR, el EGO desfallece.

———

(Es un texto que originalmente escribí para publicar en FULVIDA.com, pero comparto también en serjudio.com. Tengo varios motivos para ello, uno de los cuales es el riesgo que corren también almas judías que se deslizan por el resbaladizo camino hacia el abismo).

Peor que la pobreza

Dicen que es malo ser pobre.
Durante mucho tiempo lo fui, ahora parece que no tanto.

Supongo que será malo porque en esta sociedad el dinero abre multitud de puertas, incluso a cosas básicas y esenciales como la alimentación, vivienda, salud, seguridad, entre otras.
Porque, convengamos que si bien muchas Constituciones aseguran que los habitantes del país tienen derecho a esas cosas, a menudo es un bello precepto o deseo sin cumplimiento en la práctica.
Además, no es bien considerado ser pobre. No tengo claro el origen histórico/social de esto, pero se percibe tanto entre los que rechazan a los pobres directamente (o la idea de serlo); como en aquellos que desde su supuesta altura monetaria (que equiparan con la moral) se dedican a caridades paternalistas y poco compasivas/comprensivas de la multidimensionalidad del hombre (cualquiera sea su condición económica).
En resumen, ¿quién quiere ser pobre?

Sin embargo, hay algo peor que la pobreza material, económica.
Es la pobreza de actitud.
Aquella que te impide disfrutar de lo permitido, porque calculas lo que perderías o dejarías de ganar si disfrutaras.
Es la que te prohíbe ayudar al prójimo dándole dinero o servicios que te cuestan a ti dinero, erigiendo montón de excusas para tu acción.
La que te abate y angustia, a pesar de tener la heladera (nevera, refrigerador) llena de buenos alimentos, la casa segura, la familia sana.
Es la que te llena de conflictos y dudas, te impone límites excesivos y sin razón, te lleva a vivir en pobreza aún teniendo una abultada cuenta bancaria.
La que te bloquea en aspirar a una vida mejor, una que puedes desear y alcanzar con tu esfuerzo.
Esa que te hace ser pobre, rodeado de riquezas de todo tipo.

Rashi (Vaikrá/Levítico 26:6) enseña: “Puede haber comida, puede haber bebida, pero si no hay paz no hay nada”.

Entonces,
disfruta de lo permitido,
vive a pleno el aquí y ahora,
no pretendas controlar lo que no tienes cómo controlar,
emplea la Comunicación Auténtica,
comparte con el prójimo,
sé bueno y justo,
alimenta tu multidimensionalidad con el pan apropiado a cada plano,
haz tu parte en la tarea de construir shalom.

Así, serás muy, muy, muy rico.
(Y cuando lo seas, apóyanos en nuestra tarea de difundir estos valores. Gracias.)
Serás muy rico y lo gozarás con paz.

¿Felices fiestas?

Saludos navideños, estamos rodeados por ellos.
Los vecinos, el portero, en el súper, en la tele, por la radio, en la calle, allí donde mires, donde te estaciones, por donde pases, alguien saludará.
Podrán ser “felices fiestas”, “feliz navidad”, “merry christmas”, “feliz año nuevo”, “feliz 2014” o cualquiera similar.
La gente lo dice por formulismo, igual que cuanto te preguntan “¿Cómo estás?” cuando te ven, y esperan que tu contestación sea también el ritual “Bien, gracias” o algo parecido.
O tal vez lo expresan de todo corazón, sintiendo que es una especie de bendición, de buen augurio, porque te desean cosas buenas y así lo aprendieron a codificar.
Creo que es muy improbable que alguien te lo dispare con ánimo maligno y malicioso, o esperando convertirte a su fe por ello, o abusar de ti al saber que no eres “creyente”. Seguramente habrá de estas personas, pero no me parece que abunden a tu alrededor.

En resumen, esas buenas almas te saludan con toda su buena onda, o porque es la costumbre hacerlo así.
No te persiguen, no te hostigan, no te quieren convertir, ni te predican su religión con este saludo.

Sin embargo, quizás te pase como a mí, que no me gusta.

¿Qué hacer?

Sabemos de los orígenes idolátricos de esta festividad cristiana, sea más acá o más allá, de un dios o de otro, es igualmente negativo y contrario a la espiritualidad.

Entendemos que se vincula profundamente con el terror de los primitivos humanos del hemisferio Norte al llegar a la estación de mayor oscuridad, frío y sensaciones terribles. Ellos precisaron inventar dioses fantásticos, espejos del EGO, para sentirse arropados, con un salvador, esperanzados en que el sol retornará, etc.

Es evidente que el cuento de Jesús es eso, un cuento, hábilmente preparado por los amos del imperio romano para seguir en el poder. Cambiaron, un poco, para usar menos las armas y esclavizar usando las cadenas de la fe.

Tenemos conocimiento que en épocas pasadas los “creyentes” aprovechaban estas fechas para maltratar a los judíos y otros “herejes”, haciendo todo tipo de barbaridades muy poco acordes con el extraño dogma de tener una religión de amor y un dios amoroso.

Es claro que actualmente la faceta idolátrica-religiosa ha derivado un poco hacia el consumismo, gorditos en trajes rojos, regalitos, cenas impresionantes, petardos, lujuria y todo tipo de excesos. Se sigue adulando al EGO con todo ello, y levantando excusas como atalayas para seguir encerrados en celditas mentales que hacen que la máscara ocupe el lugar del rostro.

Todo eso lo tenemos más que sabido, por ello, ¿qué hacer cuando esa buena persona, a la que apreciamos y estimamos, nos dice sinceramente “feliz navidad”, o saludo similar?

En años anteriores creo que compartí el mismo consejo: ¡responder con amabilidad y cordialidad!
Aprovechar la ocasión para construir shalom.
Podrías contestar con algo parecido a: “Muchas gracias, le deseo lo mismo a usted”, o “Felicidades”, o “Que tenga un año excelente”, o hasta quizás “Felices fiestas”.
No es necesario pararse en un pedestal y dar cátedra sobre noajismo o judaísmo a gente que no quiere o no puede escuchar y aprovechar el mensaje. Tal vez habrá ocasión luego, porque tú no has cerrado la puerta a la comunicación, sino que la has abierto para ser tenido en cuenta y respetado, porque has respetado y tenido en cuenta al otro en su otredad.
Eso no significa que te lances a saludar tú primero con: “Feliz navidad”.
Tampoco que participes en fiestas celebrando este fecha idolátrica (si no me equivoco este tema también lo hemos trabajado en años anteriores, si quieres puedes buscarlo y compartir el link aquí mismo).
Pero, la cortesía con la firmeza, la bondad y la justicia, son el camino para construir shalom.
Esa buena gente te saluda con toda su simpatía, te consideran como para desearte felicidad y bienestar. Recuerda que seguramente están encerrados en sus celditas mentales, son esclavos del EGO y por ello de la religión, no por voluntad o deseo de hacer el mal. Entonces, sé compasivo, comprensivo, constructor de Shalom.
Quizás te guste hacerte ver, llamar la atención, dejar constancia que eres diferente y no uno de ese montón de bizarros adoradores de falsos dioses. ¡Bien por ti! Pero, ¿no será ésta una postura que emana del EGO en vez del AMOR? No lo sé, eres tú quien debe analizarlo y responderte a ti mismo.

Por mi parte, confieso que no me sale fácilmente responder con un “felicidades” o “feliz año” ante los saludos que recibo. Está bien que así sea, mientras aproveche la oportunidad para construir shalom y no para sembrar confusión y caos.
Ya habrá tiempo para ofrecer un buen pan espiritual, para mostrar el paisaje y que la gente mire y se deleite.
Pero, no podemos obligar a des-aprender, ni presumir de una santidad que seguramente no tenemos.

¿Qué te parece a ti?

Éxodo 2:5

"Entonces la hija del faraón descendió al Nilo para bañarse. Y mientras sus doncellas se paseaban por la ribera del Nilo, ella vio la arquilla entre los juncos y envió a una sierva suya para que la tomase [o, estiró su brazo y lo tomó]."
(Shemot / Éxodo 2:5)

Si es axiomático que la Torá no tiene palabras accesorios, que todo en ella es necesario, ¿para qué nos cuenta que la princesa envió una sierva a tomar el arca con el niño dentro (o su brazo se estiró de manera sobrenatural, según consta en el Midrash –y que no es para ser tomado literalmente-)?
¿Es realmente éste un dato que aporta a la idea medular de la narración?
¿No era suficiente contarnos que el niño fue recogido?
¿Vivimos más felices y servimos mejor al Eterno al conocer el detalle que la princesa mandó a una de sus esclavas a recoger el arca con el niño dentro?

Algunas humildes ideas:

  1. Al involucrar a una de la servidumbre estaba protegiéndose de ser traicionada. Recoger y salvar de la muerte a un niño, evidentemente hebreo, sería una violación a una regla impuesta por su padre, el faraón. Hacerlo de manera individual, pero a la vista de las siervas la dejaría en situación de desventaja con respecto a ellas. Porque ellas tendrían un secreto con el cual extorsionarla. Ahora, todas serían cómplices.
  2. Eventualmente la orden del faraón de exterminar a los bebes varones se extendió a los pequeños de Egipto, no solamente a los hebreos. Recién nacidos y a los de poco tiempo. A la princesa contrariaba tal decreto, el cual incluso llegó a perjudicar a algunas de su servidumbre, gente a la cual ella apreciaba. Con este acto de misericordia compartida estaba ofreciendo a la doncella un compensación simbólica por la decisión sanguinaria de su padre. Perdiste un hijo por culpa de mi padre, ahora lo reemplazas gracias a mí.
  3. La princesa tenía una alta conciencia ética y al tener esta oportunidad magistral para salvar una pobre vida quiso que otros también compartieran con ella. Como el que en vez de dar dinero para caridad se lo entrega a sus hijos para que sean estos quienes se lo depositan en la mano al necesitado. Se cumple con la caridad, al tiempo que se educa a los pequeños en su valor, además de hacerlos partícipes de la mitzvá en la práctica.
  4. La princesa estaba dispuesta a ver el contenido del arca y hasta quizás rescatar al niño hebreo, aunque ello la pusiera como contraventora de una ley del padre, pero no estaba inclinada a sumergirse en las aguas del río y arriesgar su vida o dignidad para hacer el trabajo. ¡Qué paradójico! Arriesgar la vida o la integridad para salvar a un desconocido, pero no atreverse a hundirse en las turbulentas aguas.
  5. Ella era una idealista pero poco pragmática.
  6. De alguna manera llegó a despojarse de servir a la idolatría, era noájida consciente o al menos se aproximaba a ello. Tal vez era solamente monoteísta, o rechazaba la tremenda cultura politeísta de su cultura. El hecho es que tenía la oportunidad de salvar una vida y de “predicar” el valor de ser libre de los ídolos. Ésta era una ocasión especial, quizás única, para hacer comprender a su séquito un poco acerca de su ideología y forma de vida.
  7. La joven dio la orden a la esclava, pero ésta se negó aduciendo que no estaba dispuesta a contradecir un decreto del padre, de mucho mayor valor que el de la princesa. Ante el obstáculo inesperado la princesa iba a desistir, pero entonces oyó el llanto desde el arquita y venció las resistencias y se hizo con la barca y el niño.
  8. ¿Realmente ella pretendía salvar al niño? ¿O fue más bien a partir de la sugerencia de Miriam (Shemot / Éxodo 2:7) que a la princesa se le ocurrió tal idea?
    Entonces, si fue así, si no había ni temor a violar una orden faraónica, ni había deseo de ser heroica, ni cuestiones éticas en juego, ¿será simplemente que la niña estaba curiosa y como chica criada dentro de la nobleza hizo lo que sabía hacer, enviar a una criada a hacer el trabajo “sucio”?

Bien, tan solo una ideas que quise compartir contigo.
¿Quisiera decirme si te ayudan a comprender mejor cuestiones en tu vida cotidiana?
¿Podrás construir shalom mucho mejor con el estudio de estas posibilidades?

Ansiedad

Ahí está la ansiedad.
La sientes.
Tu corazón late más rápido, percibes como un hormigueo, la sangre fluye con más fuerza, se acelera la respiración, piensas más rápido (y probablemente previendo algo catastrófico o caótico), es tu cuerpo que se puso en estado de alerta ante un eventual peligro.
No hay nada concreto, externo, que señalar como peligroso, absolutamente nada objetivo que dispare estos cambios, pero surgen.
La ansiedad es una reacción normal del organismo ante una imagen/creencia de peligro, que por lo general se relaciona con sentirse en impotencia ante la agresividad o la sexualidad.
Entonces, el disparador fáctico pudo haber sido a causa de un malestar gástrico, un golpe de calor, un período de estrés, un pequeño accidente sin mayores consecuencias, algo que escuchó al pasar, nada en concreto pero allí está la presencia oscura.

Sientes la ansiedad, y puedes querer huir, pero no sabes de qué; 
hacerte el desentendido, pero no tienes idea cómo pensar en otra cosa;
esperar a que mágicamente desaparezca, y angustiarte porque no se va;
intentar con algún amuleto o remedio alternativo, y caer en supersticiones y otros timos que servirán para confinarte más;
aguardar a que alguno te rescate, dependiendo y sintiéndote inepto e ineficaz;
aprender a convivir con ella, creyendo que te acostumbras al malestar;
padecerla, de manera estoica y sufrida;
dar los pasos necesarios para superarla, lo cual sería genial.

La ansiedad se hace sentir en su nebulosa caótica y poco definida, que pesa y trastoca la normal experiencia de vida.
Es pariente del miedo, el cual suele depositarse sobre algún objeto, situación o persona que son específicos y reales (para la persona que lo padece al menos, porque Satanás, embrujos,  maldiciones no tienen existencia en el mundo real).
Para el miedo, el mecanismo automático de respuesta es el que provee el EGO, que dispara sus herramientas para tratar de controlar aquello que le impone el sentimiento de impotencia. Manipulará, llamará la atención, llorará, gritará, pateará, se desconectará de la realidad, lo que sea necesario y esté a su disposición para obtener dominio (real o imaginario; directo o indirecto) y así sortear el miedo, sepultar el sentimiento de impotencia, obtener satisfacción. Tengo miedo a que el perro me muerda, entonces mi cuerpo responderá de manera automática para evitar esa impotencia (ataque canino). Tengo miedo a hacer el ridículo en una reunión social, las herramientas del EGO se encargarán de hundirme más en ese miedo o conseguirán manipular la situación para sortearla, aunque sin resolver las causas ni evitar efectos secundarios. Tengo miedo a lo que me deparará el más allá, entonces hago supersticiosas negociaciones con entidades sobrenaturales, compararé expiaciones religiosas, me someteré a rituales y dogmas, todo ello con el afán de contener al miedo y obtener un supuesto poder (sobre lo que nadie domina). El EGO tiene sus trucos y los sabe usar, de paso mantiene sometido, esclavizado, a su amo. El EGO salva (o eso parece), pero no libera, ni admite la felicidad, ni empodera a la persona.

Pero ante la ansiedad las herramientas del EGO parecieran como si no se dirigieran hacia fuera en procura de satisfacción o dominio (librarse del sentimiento de impotencia), sino más bien se quedaran a medio camino, descargando su acción sobre uno mismo. Es que, al no haber algo concreto contra lo cual luchar, ni alguna necesidad real para satisfacer, ni impedimento del cual librarse, resultan ineficaces las herramientas del EGO. Así pues, a la impotencia que motiva la ansiedad se le suma otra impotencia, la de no tener ni siquiera las rudimentarias (pero sumamente efectivas) herramientas del EGO.
Así, por lo general no hay llanto, grito, pataleo, sino que será sofocación, dolor de cabeza/cuello/espalda, dificultad para respirar y/o tragar, mareos, sensaciones corporales desagradables, sensación de perder el contacto con la realidad, hiperventilación. Sí, las herramientas del EGO que se quedan sin expresión externa y corroen desde dentro hacia adentro.

Entonces, la ansiedad puede ser usada para formar la creencia de que existe un peligro concreto, palpable, justificable (lo que significa que ahora también hay un miedo), por ejemplo a estar enfermo, probablemente con ataque de pánico, a enloquecer, a engordar, a ser humillado, a morir, o cualquier otra idea apocalíptica que justifique ese cuadro de intenso malestar.
Ya no es solamente la ansiedad, que puede desaparecer o mantenerse, sino también la aparición de un miedo, la energía que se ancla a un objeto, situación, persona.
Esto puede resultar beneficioso, puesto que al tener un enemigo en concreto es factible buscar soluciones emocionalmente valiosas, o al menos recurrir a las estrategias del EGO para eludir momentáneamente los embates provocados por el EGO.

La ansiedad puede también mantenerse en el tiempo, sin enfocarse en nada en particular. Entonces la persona se siente fatigada, irritada, inquieta, tensa, duerme mal, se deterioran sus lazos afectivos y sociales.
Está “estresada”, porque sostiene por demasiado una reacción de preparación para el peligro que debiera ser fugaz. Nuestro cuerpo no está especializado para ese incesante estado de alerta y reacción.
En esta situación no formó un miedo particular a partir de las sensaciones ansiosas, sino que mantiene la energía difusa, debilitando a la persona, envolviéndola cada vez más en su telaraña.
Recuerda que nuestro cerebro primitivo no tiene manera de distinguir si un estímulo proviene de una amenaza real, concreta, material, presente; o es una que imaginamos, producto de la ficción (película, teatro, lectura, etc.) o de la imaginación. Solamente percibe algo riesgoso y reacciona al mismo. No está fuera la amenaza y por tanto tampoco la solución efectiva.

Sea que se forme un miedo o se mantenga la ansiedad persistente, se toma los síntomas de ansiedad como “prueba” de que algo malo ocurre, como demostración de que en realidad sí hay algo mal en la persona. Esto aumenta el malestar, provoca mayores reacciones ansiosas, lo que encierra a la persona en un círculo vicioso, en su celdita mental.

Como mencionamos más arriba, la causa que dispara la ansiedad suele ser banal e indeterminada, pero hay condiciones de base que la posibilitan:

  • Haber tenido criadores (padres, abuelos, nana, etc.) ansiosos.
  • Vivir en un entorno que presiona y descalifica.
  • Imponerse metas irreales (como la perfección), en donde se esfuerza para alcanzar el podio pero se llega siempre al fracaso.
  • No emplear la Comunicación Auténtica de manera cotidiana.
  • Confundir los necesito con los debo.
  • Esperar la aprobación externa.
  • Enfocarse en lo negativo en lugar de valorar lo positivo.
  • Compararse y competir en áreas o momentos que no son apropiados para ello.
  • Pretender controlar aquello que está por fuera del control.
  • Imaginar siempre el peor escenario.
  • Rumiar acerca del fracaso, fallos, errores, ocurrencias de daños, etc.
  • No estar con ambos pies firmemente parado en el aquí y ahora, sino estar con uno o dos en el pasado/futuro.
  • Juzgarse por el resultado de la acción.
  • Esperar sentirse mal.
  • Calificarse negativamente, en desmedro de sus logros alcanzados y los potenciales.
  • Dramatizar cada situación.
  • Evitar de manera consecuente el contacto con lo que incomoda o es sentido como peligroso.
  • Dejar para mañana.
  • Emplear un léxico negativo, de auto desvalorización, de verse en impotencia.
  • Concentrarse en las sensaciones de ansiedad.
  • Concentrarse en las sensaciones de ansiedad para evitar sentirlas.
  • Esperar la ayuda mágica que resuelva la situación, o creer que no existe solución posible.
  • Usar la ansiedad y los trastornos derivados para obtener beneficios secundarios.

Una buena manera de afrontar la ansiedad es convertir cada uno de los ítems recién sentidos en su inverso, en la medida de lo posible:

  • Reconocer los patrones de conducta que hemos adquirido y no nos favorecen. Acepar y perdonar. Dejar ir.
  • No admitir más descalificaciones o juicios.
  • Evaluar cuáles podrían ser las metas reales y aceptar que el fracaso, o el error, son parte de la ecuación.
  • Emplear la Comunicación Auténtica de manera cotidiana.
  • Establecer con claridad qué se necesita y que es una imposición.
  • No depender de la aprobación externa; si se recibe- bien, si no se recibe- bien. Es el aplauso interno el que debemos aprender a darnos y escuchar. Aceptar las opiniones de los demás, respetarlas como expresión de ellos, pero no convertirlas en “la verdad” o lo único que otorga valor y validez a la existencia.
  • Reconocer lo negativo así como lo positivo. Valorar lo positivo y enfocarse en ello.
  • Competir cuando es apropiado. Compararse con uno mismo, para mejorar el funcionamiento siempre y cuando no vaya en desmedro de la salud y felicidad.
  • Controlar solamente aquello que está a nuestro alcance controlar. Lo que no se puede dominar, dejar que fluya.
  • Usar la imaginación para visualizar opciones de manera constructiva e imaginativa.
  • Aceptar el fracaso, fallos, errores, ocurrencias de daños, etc., reparar lo que sea mejorable, comprometerse a un accionar más pulido –dentro de las posibilidad- y luego dejar que pase ese pensamiento .
  • Vivir a pleno el aquí y ahora, sin desprenderse de las lecciones valiosas del pasado ni comprometer negativamente el futuro.
  • Juzgar la acción en su contexto.
  • Esperar con confianza.
  • Calificarse positivamente,, valorando con precisión y realismo los  logros alcanzados y los potenciales.
  • Des-dramatizar cada situación.
  • Entrar en contacto con lo que incomoda o es sentido como peligroso, sin por ello dejar de lado la precaución saludable. Para lo cual hay que aprender el límite sano entre miedo y precaución.
  • Realizar lo que está a nuestro alcance.
  • Emplear un léxico positivo, amable, de confianza y reforzamiento de la seguridad.
  • Concentrarse en la tarea a realizar cuando haya que hacerla. Disfrutar del momento.
  • Evitar entrar en círculos viciosos. La mejor manera de no luchar afanosamente por salir de en un pozo es no entrando en él.
  • Analizar posibles soluciones y alternativas y actuar en consecuencia para lograr aquello que se puede.
  • No usar excusas para seguir encerrado en celditas mentales.

Así pues:

  1. Educa tu mente.
  2. Ordena tu vida.
  3. Acciona constructivamente.
  4. Aprende a respirar.
  5. Conversa con Dios.
  6. Haz obras de bondad y justicia que beneficien realmente a otros y sin esperar absolutamente nada a cambio.

En ocasiones será necesaria la visita al médico (específicamente, el psiquiatra) para tener una visión concreta del problema y obtener quizás algún apoyo químico o derivación a terapia psicológica. No temas en recurrir al auxilio profesional, no siempre podemos resolver todo solos (ni consultando a un rabino, ni pidiendo el consejo de un sabio, ni esperando la bendición de un santo o rezando a más no poder).

Tengo miedo

Supongo que repetiremos algunos conceptos ya trabajados, igualmente espero que el repaso sirva para perfeccionar lo aprendido y mejorar la aplicación práctica, para así obtener mayor satisfacción y bendición en la vida. ¿Quién te dice que haya algo novedoso y benéfico en este texto?

El miedo es una presencia casi permanente en nuestras vidas.
Puede ser más o menos visible y activo, pero allí está.
Todos los miedos, sin excepción, se derivan de un único miedo, básico, fundamental, absoluto: al no poder (ser impotente).
De esta madre nacen cinco miedos medulares, que se corresponden a las cinco dimensiones que forman al ser humano. Todos cargamos con estos cinco miedos, de manera más o menos consciente, con mayor o menor grado de incidencia en nuestra vida. Allí están los cinco, esperando su turno para aparecer. Pueden estar como dormidos temporadas largas, pero eventualmente demostrarán su existencia.
Estos son:

  • La muerte. Aquí se derivan miedo a accidentes, enfermedad, lesión, parálisis, pobreza, infección, ser mordido por un perro, quedar atrapado entre los escombros, ser enterrado con vida, un diagnóstico equivocado, a ser encarcelado, no cubrir las necesidades básicas y todo aquel otro motivo de impotencia que se refiera al plano físico/material.
  • La soledad. De esto se origina miedos al abandono, sufrimiento, no reciprocidad de los sentimientos, fracaso en las relaciones, la dependencia, la violencia de pareja, a ser tratado de forma injusta y no poder defenderte, a la muerte de un familiar/allegado, a la traición, al abuso emocional y cualquier otra circunstancia que manifiesta la impotencia en la dimensión emocional.
  • El anonimato. De aquí proviene el miedo a la miseria, al fracaso económico o estudiantil, a ser humillado, a ser avergonzado, a ser diferente, a ser olvidado, a opinar en minoría, dificultad para integrar grupos, miedo a la discriminación, miedo al hostigamiento así como toda otra situación de impotencia en la dimensión social.
  • Falta de razón. De éste se genera miedo a la locura, a ser idiota, a equivocarse, al error, a no ser perfecto, a no ser capaz de comprender, a la torpeza, a la depresión, a cualquier enfermedad siquiátrica, a la demencia, a que se burlen de ti, a que te engañen así como lo que implique la impotencia en el plano mental.
  • Lo desconocido. De aquí nace el miedo a la oscuridad, a lo que hay luego de la muerte, a los fantasmas, a Dios, al castigo divino, al pecado, al infierno, a no ser puro y casto, a lo sobrenatural, al Diablo, a la brujería, a lo desconocido, a no trascender, a lo que no se puede comprender de manera racional, y cualquier otra prueba de impotencia en la dimensión espiritual.

Si haces una pequeña lista de tus miedos, probablemente ya los hayamos mencionado en esta breve enumeración.
Si sigues indagando en tus propios sentimientos, verás que es correcta nuestra apreciación, pues cada uno de tus miedos se reducen a uno solo: a ser impotente.
¿Reconoces como el miedo te debilita?
¿Te das cuenta que el miedo no te ayuda a preservar tu vida y bienestar, sino que lo dificulta?
¿Comprendes la diferencia entre miedo, susto y precaución?
¿Pudiste comprobar, en algún momento, cómo la mayoría de tus miedos eran infundados y que podías sortear las dificultades que te atemorizaban previamente?
Cuando no pudiste vencer los obstáculos y ocurrió lo que temías, ¿te sirvió de algo el miedo anteriormente sentido?
¿Cuáles ejercicios realizaste para quitar de ti aquellos miedos que ya no te atormentan?

¿Terrible maldad?

Hace un rato un participante en SERJUDIO.com mencionó en un comentario la “terrible maldad del adulterio”.
Esto me permitió esbozar algunas preguntas y reflexiones, que ahora quiero compartir contigo.
Acompáñame y pensemos juntos.
Sin embargo, te pediré que dejemos a Dios de lado en este momento, porque no quiero obturar el pensamiento con respuestas prefabricadas.
Luego tendremos oportunidad de incluirLo en nuestra reflexión, así que ten paciencia.

¿Cuál es precisamente la terrible maldad del adulterio?
Supongamos que los adúlteros hacen todo en el más absoluto recato y silencio, ninguna de sus respectivas parejas o conocidos se entera de nada. Nadie sale perjudicado al enterarse, porque nadie jamás se entera. Tienen suma atención los infieles para no hacer daño a sus familias. Ellos siguen amando a sus parejas, adoran a sus hijos, en modo alguno quieren perjudicarlos. Solo que las emociones románticas ya no son lo que eran. El placer sexual se evaporó en el enlace conyugal. Ya no queda ni “química”, ni interés, ni nada en lo que a la esfera sexual se refiere. Por ello se engancharon con otra persona, alguien con la que no tienen obligaciones, ni deberes, ni contratos, ni cualquier otra barrera que les impida ser realmente plenos en su sexualidad. Están con su amante porque quieren así como su amante quiere estar con él/ella. Es una relación cariñosa, respetuosa, disfrutable, madura, adulta y sí, hasta responsable. Porque, se cuidan de embarazos y de infecciones de trasmisión sexual. Porque no hacen nada adrede para lesionar la dignidad o posición de sus respectivos cónyuges. Porque no abusan de nadie, ni se burlan, ni planifican el mal. Solamente anhelan tener a ese alguien especial que les haga sentir eso especial, y lo tienen, cada uno en el abrazo de su amante.
Son tan dichosos y plenos en esta relación extra conyugal que han logrado bajar enormemente los niveles de insatisfacción, estrés, disputas que anteriormente padecían. Son mejores esposo/esposa, mejor padre/madre, más comprensivos, más cariños, más atentos, menos demandantes de atención que el familiar no les dará. Sí, han salvado sus respectivos matrimonios y consolidado sus familias gracias a los encuentros románticos en un apartado lugar, en el secreto nido de amor.
Están en paz, están felices, así como sus familias.
Nadie sospecha, nadie se ofende, nadie se enoja, nadie se ilusiona, todo por una relación adúltera entre dos adultos que consienten en mantener tal relación.
¿Dónde está la terrible maldad en esto?

Otro caso.
El cónyuge admite incluir a otra persona en la relación matrimonial. Participan gustosamente y responsablemente en sexo grupal, tríos, cuartetos o incluso con más personas. No hay actos de homosexualismo ni bisexualismo, simplemente un adulterio consentido y hasta promovido. Pueden ser swingers e intercambiar parejas con otros, conocidos o casuales. Puede ser solo uno de ellos el que participa activamente en la relación, mientras el otro se mantiene pasivo pero presente, o conoce y aprueba pero no participa. Tal vez fue un experimento o un ejercicio cotidiano. El hecho cierto es que están en una situación de adulterio, aunque esté conocido y admitido por el otro.
Son felices con ello, siempre que pueden lo promocionan como una forma de vida ideal, que fortalece el vínculo conyugal, que permite disfrutar sin peligros, que salvó al matrimonio y hasta lo embelleció. Y todo esto lo dicen en serio, creyéndolo, sintiendo que es verdad y que en su caso el adulterio es una bendición en lugar de una terrible maldad.
¿Dónde está la maldad en esto?

Otro caso.
La esposa o el esposo, da lo mismo, están hartos de su cónyuge. Hace años que quieren divorciarse, pero no lo han hecho. Quizás porque en su país no existe el divorcio. O es mal considerado. O se pierden derechos económicos, de visita a los hijos, o cualquier otro. O se pasará a vivir en una situación que se teme. O psicológicamente uno u otro no son capaces de cortar ese lazo.
El hecho es que la insatisfacción existe, es añeja, pero se mantiene el vínculo matrimonial por más dolor, vergüenza y sufrimiento que se padece.
Entonces, aparece esa otra persona que habla cariñosamente, que es comprensiva, que es romántica, que es un sostén, que da una luz de vida en medio de ese caos y tormento que es el matrimonio.
Hay miedo, dudas, terror, pero finalmente se cede al impulso de encontrar alguien que respete, que ame, que cuide.
Tal vez eventualmente la persona se divorcie, pero no ahora. Ahora está en esa relación secreta, o quizás no tanto. Una relación que le da valor para continuar viviendo, para seguir acompañando a los hijos en su crecimiento, a su cónyuge a pesar de que no se le soporta.
¿Dónde está la terrible maldad en esto?

Hasta aquí tres situaciones para que reflexionemos.

Sabemos que tanto el código noájico como el de la Torá (para los judíos) prohíben de manera absoluta el adulterio (básicamente, que una mujer casada no tenga relación sexual con otro hombre que no sea su marido).
Sabemos que Dios es Juez, que todo conoce, que todo sabe, que ninguna pared o disfraz puede engañar.
Él conoce hasta nuestros más íntimos secretos, hasta aquello nuestro que nosotros desconocemos.
Sabemos que las acciones tienen sus consecuencias y los actos prohibidos en ocasiones cuentan con castigos que han sido prescritos.
Lo que no sabemos es cómo Dios juzga, ni qué parámetros exactamente entran dentro de esa ecuación sumamente compleja e infinita que es el pensamiento Divino.
Sabemos que ninguno de los tres casos presentados son permisibles (y si quieres saber mi opinión, los repruebo sin excepción), pues quebrantan las leyes del Eterno, aunque no hay ninguna aparente maldad manifiesta; aunque la razón y la lógica humana puedan llegar a admitir y aplaudir a los infieles (en los tres casos), o encuentren en ellos justificativos para sus acciones.
Entonces, ¿es por ser una terrible maldad que el Eterno los codificó como acciones para no hacerse?

¿Qué puedes tú aportar a esta reflexión?

Final de Campeonato Apertura 2013

Ayer en menos de seis minutos, a la mitad (más muchos) de uruguayos, “se le cayó la estantería”.
Era la última etapa en el campeonato de fútbol de primera profesional.
Había tres equipos con chance de ser el campeón: Nacional, River y Danubio.
El más grande, con mayor trayectoria, mejores sueldos y etc. es Nacional, con ganar y que no ganará River saldría campeón. Tenía otras varias opciones para abrirle el paso al campeonato, al igual que las tenía River. El menos favorecido, en principio, era Danubio.

Las probabilidades eran para cualquiera, pero la gente estaba convencida que sería el equipo grande de Uruguay nuevamente quien alzara la copa.
Si bien fue un campeonato con altibajos, bastante pobre y escaso de ingenio, igualmente “el bolso” estaba seguro de su preeminencia, de su destino para la gloria.

Los tres encuentros deportivos se desarrollarían a la misma hora.
Al poco de comenzar los tres partidos “el bolso” se puso en ventaja, en tanto los otros mantenían el cero.
Alegría junto a nervio, porque no sería la primera vez que Nacional comenzaba con racha ganadora y terminaba con estrepitosa pérdida.
Pero, un gol arriba y los otros sin miras de avance da esperanza e ilusiona.
Es solamente un partido de fútbol, pero la gente lo vive como una experiencia religiosa, comunal, mística, algo que supera la descripción racional (o quizás proviene y pertenece a un reino ajeno a la precorteza frontal del cerebro).

Al iniciar el segundo período, la expectativa crecía más porque los resultados permanecían sin cambio.
En la hinchada se hacían bromas sobre el tradicional adversario, en franco fracaso este año.
No solamente se gana, sino que se “babosea” al perdedor, se hace escarnio del fracasado, se aprovecha la ola para surfear sobre los caídos.
Sí, parece un momento de gloria dificil de equiparar cuando el equipito va ganando y se aproxima, lenta pero seguramente, al nuevo triunfo.

La fanaticada estaba feliz, cuando de repente, quién sabe cómo, le empataron a Nacional.
No importaba, se decían los ilusionados hinchas, con este resultado igual vamos a la final el viernes con River.
A ellos ya les ganamos en el torneo, así que no pasa nada –seguían tranquilizándose los nacionalófilos.
Para mejorar las esperanzas, River recibió un gol; con ello nuevamente era campeón Nacional y sin añadir otro partido. Faltaban unos treinta minutos para consagrarse y el ánimo estaba jubiloso, pero ansioso para que el tiempo volara. Los cánticos en la cancha eran soberbios, orgullosos, de victoria y de burlas al tradicional adversario (aquel que hacía un par de semanas atrás les había dado una paliza inesperada y que estaba complicando un poco este cotejo final).

Entonces, vaya uno a saber cómo, le metieron otro gol a Nacional. ¡Pasó de ganar y ser el campeón a estar en desventaja pero a mano con River para la final extra!
Al ratito, penal a favor de Nacional, lo iba a disparar el “ídolo”, el “salvador”, el elogiado Alvaro “Chino” Recoba. Sí, todos soñaban con el gol mágico, milagroso, ese que a último momento resuelve todo, y en el botín del líder de los amores del cuadro.
El “Chino” lanza para que lo contenga fácilmente, por pura casualidad, el arquero.
¡No! ¡Qué desastre!
Pero igual, los hinchas alentaron el doble, sin parar, alentando a su cuadro, a eso que los hace sentir más grandes que ellos mismos y sus impotencias.
Y mientras no se pasaba el malhumor, la amargura, la decepción desde la radio se escuchó lo que no se quería escuchar: gol de Danubio. Golazo. Inesperado, fuera de planes, la Cenicienta que nadie esperaba a la fiesta pasó de pronto al frente, faltando tan solo seis minutos reglamentarios.
Entonces, gol de River…
Nacional, en un ratito, pasó de festejar el campeonato a conformarse (no, no es cierto, no se conformaron) con el tercer puesto, a dos puntos del Campeón y uno del segundo.
¿Cómo pudo ser?
Durante casi 90 minutos, todo el partido, la cosa estaba resuelta.
De pronto pasa a perder, el otro empata, el otro gana y la cosa estaba saldada.
”A llorar al cuartito”.

Aprendamos algunas cositas:

  1. Los partidos se ganan en la cancha (si no hay compra de referís, extorsión a jugadores, o cualquier otra práctica mafiosa que por supuesto no ocurre en el fútbol profesional).
  2. Un resultado no está asegurado hasta que el referí no pita la finalización del partido.
  3. No podemos controlar lo que no está en nuestro dominio controlar.
  4. La esperanza es lo último que se pierde, pero a veces sería mejor perderla desde el comienzo para trabajar con realismo y sentido práctico.
  5. Los ídolos tienen pies de barro, tarde o temprano caen.
  6. Idealizar a alguien o algo, es la mejor forma de destruir la relación.
  7. Ni siquiera el mejor jugador puede asegurar la trayectoria del balón.
  8. El fútbol es un deporte, no debe salirse de su encuadre.
  9. El fútbol es un juego, debe ser jugado como tal.
  10. A veces el que es menos tomado en cuenta puede resultar el que obtenga el triunfo.
  11. Los que juegan son los jugadores (y los del equipo arbitral).
  12. Burlarse del que pierde no te hace mejor.
  13. La ilusión suele ser un engaño.
  14. Buscamos ser parte de un algo más grande, que sentimos como poderoso, para ocultar… ¿qué?

¿Tienes más ideas o comentarios que nos puedan ayudar a crecer más?
Gracias por tomarte el tiempo de leer y opinar.

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Lecturas complementarias:

  • 1 Shemuel / I Samuel cap. 17
  • 1 Melajim / I Reyes cap. 20
  • Amos / Amós cap. 6

¿Eres nada?

En muchas personas, de todas las edades, se puede distinguir un sentimiento de “no futuro”, lo que equivaldría a un “no sentido”, y al vivir vacío.
Algunos pueden enfocar este sentimiento en lo jóvenes, otros en los jubilados, también en los muy entrados en años, y para otros esto incluye a los adultos en “edad productiva”.
El vacío que se trata de llenar con compras, sexo casual, adquisición de títulos y saberes, paseos turísticas, ingestas desenfrenadas, likes en el Facebook, adicciones variadas, fanatismo de diversa índole, religiosidad y rituales, enfermedades, o cualquier otro elemento que pareciera servir como relleno para esa empanda hueca que resulta ser la propia existencia.

No es un sentimiento novedoso, no es producto de nuestra Era ni de las ideologías imperantes.
Supera las barreras de tiempo, espacio, creencia y se ubica con el hombre desde sus orígenes.

Tomemos como muestra tan solo un ejemplo bíblico.

"’Insignificancia de insignificancias’, dijo el Predicador; ‘insignificancia de insignificancias, todo es insignificancia.’
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su duro trabajo con que se afana debajo del sol?"
(Kohelet / Predicador 1:2-3)

No hay provecho en nada, todo es insignificante, banal, vacío.
Así como venimos, nos vamos.
Nuestra existencia es un destello mínimo, un puntito perdido en la infinitud del cosmos y los tiempos.
Nada vale, somos nada.
¿Qué es el futuro, entonces?
Una copia de este momento insufrible, más oscuridad, más falsas esperanzas, un tiempo para repudiar.
El vacío corroe, destruye, sumerge.
La impotencia está por todos lados y pareciera que nada logra escapar a ella.

Entonces, se sigue viviendo por inercia.
Apáticos, sin compromisos, faltos de ingenio y creatividad, encadenados al miedo, faltos de adaptación, rumiando esperanzas y promesas que se sabe nunca se concretarán.
Repitiendo al sabio de antaño:

"Como salió del vientre de su madre, desnudo, así volverá; tal como vino, se irá. Nada de su duro trabajo llevará en su mano cuando se vaya.
Éste también es un grave mal: que de la misma manera que vino, así vuelva. ¿Y de qué le aprovecha afanarse para el viento?
Además, consume todos los días de su vida en tinieblas, con mucha frustración, enfermedad y resentimiento."
(Kohelet / Predicador 5:14-16)

Parece que lo único seguro es la inseguridad, la oscuridad, la impotencia.
De en medio de este torbellino de pesadilla emerge un supuesto salvador, un libertador, un viejo amigo (que con el paso del tiempo se volvió un feroz enemigo camuflado), el EGO.
Aquel que de manera natural está para socorrernos en momentos de impotencia, que nos ayudó a obtener atención y supervivencia en los primeros días de vida terrenal.
Se levanta como un dios, como un ídolo para ser reverenciado, al cual encadenarse, al cual amar, al cual temer, al cual adorar.
Seduce con sus promesas, invade con sus estrategias, paraliza en tanto provoca ilusiones de libertad.
Allí está el EGO, Ietzer haRá en la terminología tradicional, una pequeña zona primitiva de nuestro cerebro, que opera desde los abismos de la inconsciencia para arrastrarnos y esclavizarnos. Sus herramientas originales son mínimas, limitadas pero efectivas: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad (con lo que se deriva de ellas). Con esto le da para convertirse en el rey y seguir su reinado de decepción y terror, pero con innumerables promesas de poder y bendición.

El EGO se inviste en dioses, ídolos, héroes, personas de renombre, líderes, clérigos, cualquier otro que sea un aparente fuente de poder o conecte con ella.
El EGO, al tiempo que hunde en la desesperación y el caos, promete paz y éxito.
Asegura ilusiones de bienestar y poder, mientras trabaja para mantener al hombre encerrado en su pequeñita celdita mental.
Estimula a desear el control de todo, incluso de aquello que no hay como controlar.

El hombre se siente vacío, nulo, nada, sin futuro.
Los días pasan a veces con promesas de un mejor tiempo, pero que no será en este mundo, o no en estas condiciones, o cumpliendo con X requerimientos que indudablemente resultarán en fracaso.
Quizás pueda parecer que sometiendo a otros, con hostigamiento, con violencia, con agresiones, provocando dolor y sufrimiento, se obtiene una dosis de poder. Pero no es real. Es una ilusión de poder, que probablemente tiene sus efectos materiales pero en poco y nada sirve para elevar al hombre por encima de su angustia, de su miedo, de su sentirse vacío y condenado a la impotencia.

¿Cómo salir de esta prisión?
Hemos dado varias pautas a lo largo del tiempo que encontrarás en este hogar.
Quizás quieras compartir con nosotros algún resumen de lo que públicamente compartimos y a ti te ha servido para construir shalom en tu vida.