Todas las entradas de: Yehuda Ribco

¿Por qué no la dejas ir?

¿Por qué te cuesta tanto dejar ir el recuerdo de tu ex?
Explicaciones y respuestas, seguramente, haya muchas.
Si me permites, con humildad y simpleza te compartiré una.
Es el EGO quien te hace aferrar (sea al ex, a los ex, a objetos, fantasías, etc.).

Una relación que ha terminado, es sinónimo de impotencia.
Sea que terminó por muerte, por hartazgo, violencia, infidelidad, aburrimiento, incomprensión, “enamoramiento” de otra persona, incompatibilidad, sin causa aparente, por cualquiera sea el motivo o la razón, detrás aparece la impotencia.

Será que tú no has sabido mantener la relación.
Tú no has querido seguir dentro de ella.
Tú no hiciste lo que hubieras podido para que el resultado fuera diferente.
Tú dejaste que las cosas derivaran de tal o cual manera.
Tú te cansaste de ser el bombero que corría a arreglar los desastres de tu ex.
Tu suegra era insoportable.
Tu pareja se sentía atraída por otra persona y no pudiste hacer nada por reconquistarla.
Cualquiera sea causa o motivo, ficticio o real, habrá alguna impotencia.

El EGO quiere controlarte, para lo cual usa sus reducidas pero poderosas estrategias.
Como su existencia se comprende solamente unida al sentimiento de impotencia, ya que con éste se dispara de forma automática y natural, siempre que actúa hay sentimiento de impotencia.

Entonces, para luchar contra ese sentimiento, harás lo posible y hasta lo imposible.
Te obsesionarás, viajarás miles de kilómetros, batallarás, llorarás, escribirás poemas, amenazarás con hacerte daño y a veces lo cumplirás, serás violento, manipularás emocionalmente, negarás que sea un fracaso, echarás culpas, rezarás, odiarás, andarás dando lástima por la vida, huirás lejos, insultarás, mendigarás su presencia, soñarás y anhelarás su presencia, te excusarás por mencionarla de continuo, justificarás que siga su fantasma presente en tu vida, impedirás nuevas relaciones… ¿Cuántas cosas más, imaginables y no?
Todo a causa del EGO, para no sentir impotencia y al mismo tiempo hundirse en ella.

Querer controlar lo que no se puede controlar, en vez de ser feliz controlando lo que se puede controlar y dejando fluir lo que no.
Pero el EGO, no comprende, no razona, no negocia, no construye shalom. El EGO es el EGO, y hace lo único que sabe hacer.

¿Por qué te cuesta tanto dejar fluir, no querer controlar, asumir, desechar, valorar, y seguir adelante hacia una mejor existencia?

¿Por qué hacemos cosas buenas?

¿Por qué hacemos cosas buenas?
¿Te lo preguntaste alguna vez?
¿Te lo respondiste?
¿Te satisfizo la respuesta?

Si me permites, compartiré contigo algunas ideas, espero que nos beneficie a ambos.

  1. La neshamá, nuestra identidad espiritual que es pura, intachable y eterna, nos compele al bien sin otro motivo que el bien en sí mismo. La misma neshamá que sabe que todos estamos conectados, somos parte de una unidad cósmica y estamos separados por la materialidad pero no en esencia.
  2. Por empatía con la persona o ser vivo.
  3. Hemos sido educados adrede para llevar una vida de responsabilidad, compromiso, solidaridad, etc.
  4. Porque eres consciente de los bienes que has recibido, y recibes, y te parece justo y correcto agradecer y retribuir. Si no fueras consciente, o no hubieras sido receptor, o si no estuvieras educado moralmente quizás no harías bondades.
  5. Para obtener algún provecho egoísta:
    1. Por creer que Dios, o la deidad en la que pones tu fe, te recompensa aquí, en otra vida, en ambos.
    2. Con la idea de ‘hoy por ti, mañana por mí’.
    3. Para obtener aprobación social.
    4. Para sentirte bien, a gusto contigo mismo, regodeándote en tu “bondad”.
    5. Porque se obtiene ascendiente sobre los que son beneficiarios.
    6. Para sentirnos con poder, por tanto en control, y así sentirnos más felices, creernos más deseados, especiales, dignos de admiración, etc.
  6. Para someter al beneficiado a alguna especie de manipulación, extorsión, negociación o similar.
  7. Por sentimiento de culpa.
  8. Por alguna compulsión enraizada en el inconsciente, puede que por cuestiones genéticas que mueven a proteger a los de la propia especie, por mandatos sociales nacidos en antiguos clanes familiares, traumas ocasionados por vivencias personales, o algún otro origen indefinido.
  9. Para evitar algún castigo o situación incómoda, real o fantaseada.
  10. Porque es un mandato divino el vivir de acuerdo a la bondad y la justicia.

Creo que no hace faltar explicar ninguna de estas opciones, son todas simples de comprender y ejemplificar.

Ahora, me gustaría me hicieras el bien de ayudarme con tus comentarios al respecto, así como las implicancias de tus creencias en tu vida cotidiana.
Gracias, hasta luego.

Envuelto para regalo

Imagina, o recuerda, la siguiente escena.
Alguien quiere darte un regalo pero tú no lo aceptas, crees que tienes buenos motivos para negarte, por ello le dices cosas como: ‘No te hubieras puesto en gastos’, ‘No me lo merezco’, ‘Siempre me regalas cosas y yo nada’, ‘No hay motivo para esto’, ‘Demasiado para mí’, ‘No corresponde’, etc.
Quizás en el fondo piensas cosas tales como: ‘Es pobre y está gastando de más’, ‘Algo me va a pedir a cambio’, ‘Me siento como un abusivo aprovechador’, ‘Aquí hay gato encerrado’, ‘Qué cosa tan desagradable e inútil’, etc.

De forma habitual, ¿cuál piensas que podría ser la reacción de esa persona?
Al principio quizás sorpresa. Luego insistencia. De a poco fastidio y hasta enojo.
¿Es así?
¿Piensas que habrá alguna reacción diferente, o algo más aun?

¿Por qué lo que comienza como un gesto bondadoso, amistoso, deriva en un momento de tensión, agresión, mal sabor o similar?

Te presento una idea que tal vez sirva para responder y así poder aprender.
Aquel que da (regalo, caridad, favor, consejos, tiempo, compañía, etc.), siente que tiene algún poder, de cualquier tipo que fuera (económico, sabiduría, generosidad, paciencia, experiencia, salud, etc.).
Un poder que tú no posees, o que en ti es menor.
Él está en posición de dar, porque puede hacerlo (sea para obtener algún rédito egoísta con ello, o no).
Tú quedas en posición de recibir, lo que te pone en está ecuación en desventaja.
(Tal vez en otra ocasión presente un estudio que pueda desvirtuar un tanto esta ecuación).

Cuando tú, por el motivo que fuera, rechazas su regalo, ¿no estás haciendo que sienta algún grado de impotencia?
Sea ésta real o imaginaria, el hecho es que aquel que tenía listo el regalo siente que tú le pones un obstáculo, que le impides ejercer su poder (real o imaginario), que le haces sentir impotencia.

¿Cuál es el mecanismo automático y natural ante el sentimiento de la impotencia?
El EGO.
Éste dispara de forma inmediata cualquiera de sus cuatro reacciones instintivas (y/o sus derivados): llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.

Ya no importa la intención del regalo, ni la de oponerse a recibirlo, ni cualquier otra cosa, solamente imponerse, controlar lo que no se debe controlar, tener la razón, satisfacer ese deseo oscuro, demostrar quien tiene el poder.
Eso mismo, demostrar que uno tiene el poder, aunque no sea así.

¿Qué opciones hay, para uno y otro?
¿Recibir siempre lo que el otro quiere dar?
¿Aceptarlo pero dejarlo de lado a la primera oportunidad?
¿Dar vueltas, excusas, justificaciones, indirectas?
¿imponerse a como dé lugar?
¿Mentir?
¿Qué hacer?

Si te tomas el tiempo para leer, estudiar y meditar acerca de esto que compartí contigo, quizás puedas aprovecharlo para llevar una vida de más felicidad, construyendo shalom siempre.
Espero me regales tus comentarios, tus ideas, tus aportes, muchas gracias por haberme regalado tu tiempo y atención al haber llegado hasta aquí con tu lectura.

Salir del balde

Se encontraba un pescador ocupado en su tarea cuando se acercaron unos turistas, los que con curiosidad se asomaron a ver qué había en su balde.
Como estaba cubierto, se disculparon por su curiosidad y le preguntaron que había dentro. El amable pescador movió un poco la tapa y les mostró que estaba casi lleno de cangrejos.
Conversaron un poco de la tarea del pescador cuando advirtieron que a un lado había otro balde, pero que estaba destapado. Igualmente de curiosos se acercaron a ver que contenía, y para su sorpresa estaba también lleno de cangrejos.
Fue inevitable que le preguntaran el motivo por el cual un balde estaba tapado en tanto el otro permanecía descubierto, siendo que en ambos había cangrejos.
El agradable pescador contestó que el destapado tenía cangrejos de la especie “X”, y el motivo por el cual no salen es que cuando uno ya va alcanzando el borde para escaparse, el que esta más abajo lo jala para que no salga, en cambio los cangrejos del otro balde son de la especie “Y” que hacen una pirámide, luego colaboran para que todos puedan salir a la libertad.

¿Te resulta conocida esta anécdota?
¿Con qué la podrías relacionar?
¿Cuál crees que podrían ser sus enseñanzas?
¿Cuál consideras que podrían ser los puntos a favor y los contrarios de cada una de las especies de cangrejos?
¿Tienes ideas cómo se puede vincular con la parashá de la semana, Vaierá?

Déjame compartir contigo lo que pensé.
El primer patriarca de la Familia Judía, Abraham Avinu, ya es un hombre muy mayor, va rozando casi el siglo de vida. Durante ese largo tiempo casi no pasó día en el cual no viera o sufriera toda clase de cosas que intimidan hasta al más valiente.
Era un mundo egoísta, hostil, lleno de acciones y actitudes negativas. Casi siempre las personas tenían una buena excusa para ello y siempre amparados por la idolatría; es decir, el apego a divinidades creadas según la imaginación y el deseo del hombre. Un dios deseaba el robo, el otro la mentira, uno más la violencia, aquel otro el hostigamiento y así, cada dios inventado justificaba una mala acción.
El buen patriarca hacía lo que humanamente podía para no dejarse hundir en ese abismo, para sobresalir y vivir con dignidad, con respeto, con amor desinteresado hacia el prójimo. Su repertorio de respuestas ante la realidad circundante era amplio, ya que iba desde dar comida y reposo al necesitado hasta salir a encabezar una guerra, en la que estaba en franca desventaja, para liberar a inocentes capturados. En el medio podríamos mencionar también el debatir con Dios para salvar del desastre a ciudades repletas de maldad, o el aceptar su fragilidad, cuando era débil, y no atormentarse por ello.
En todo momento y lugar Abraham trataba de vivir con bondad y justicia, aunque su tendencia más fuerte era la de hacer el bien al prójimo sin pedir nada personal a cambio. Así vivía, así creía que era el mejor camino para alcanzar la plenitud, el shalom, en este mundo, en lo individual y en lo colectivo.
Creo que el primer patriarca hubiera colaborado con el resto de los cangrejos de su balde para que todos y cada uno disfrutara al máximo de su felicidad.

(Publicado originalmente en serjudio.com)

Resp. 1152 – ¿Tener más hijos?

Hola Moré una pregunta… en mi caso y el de mi esposo, por el momento hemos decidido no tener mas hijos, entonces estamos bien??? simplemente queremos que nuestro hijo tenga todo lo que sea posible entregarle (me refiero en el ámbito emocional)

Buen día.

Antes de responder, permítame una pequeña introducción.

El noájida debe tomar decisiones y no depender de algún clérigo, líder religioso, gurú, maestro esclarecido, intermediario con el plano espiritual, emisario de las deidades, para ser responsable y comprometido.
Es correcto pedir consejo de personas a las que se considera conocedores en los aspectos a aconsejar, pero no por ello dejar que sea otro el que tome decisiones o forme opiniones personales. El médico le puede aconsejar bajar de peso, dejar de fumar, hacer ejercicio, pero es usted quien debe tomar la decisión correcta y sostenerla en el tiempo por medio de acciones concretas y adecuadas. No es el médico el responsable, ni quien debe tener la última palabra, aunque tenga 100% la razón en X tema.

A diferencia de las religiones, todas ellas producto del EGO y por tanto de la opresión, se espera que la persona sea constructora activa y consciente de su vida, así como de la sociedad. Para lo cual, es necesario aprender, analizar, decidir, hacer, evaluar, seguir aprendiendo, reevaluar, preguntar, pedir ayuda, compartir, recibir, dar, etc.
Construir shalom es más que un lema o una meta, es la vida misma, en cada uno de sus instantes y circunstancias.

Por ello, si al día de hoy ustedes han decidido con voluntad y razonamiento sopesado que escogen no procrear más, y con ello no violan ningún mandamiento noájico ni alguna ley de su sociedad, entonces, probablemente están bien en lo que hacen.
No porque yo se lo diga, o luego algún rabino sabiamente les admita su decisión, o porque la gente les avale estarán bien.
Mientras no contradigan ningún código, ni obstaculicen el desarrollo de lo bueno, ¿cuál puede ser el problema?
No hay mandamiento para los noájidas de procrear, aunque lo haya tenido Adam en su momento y lo tengan los varones judíos actualmente; supongo que tampoco hay una ley o reglamento en su sociedad que les obligue a tener determinado número de niños. Quizás haya alguna costumbre local o familiar, como esas familias que tienen muchos hijos y se espera que todos los miembros sigan esa tradición particular. No lo sé, no me corresponde saberlo, ni tampoco decidir sobre continuar tradiciones familiares (tengan o no fundamento).
(Los noájidas pueden derivar del mandamiento de «no asesinar» un mérito por el procrear, pero no equivale a cumplir con ninguno de los Siete).

Ahora, en el asunto concreto de la pregunta, yo me pregunto: ¿es un motivo suficiente para no traer más niños al mundo el querer darle a su hijo todo lo que sea posible entregarle, sea particularmente en el ámbito emocional o cualquier otro?
¿Cómo saben que su hijo no precisa de hermanitos para tener todo lo posible para entregarle en el ámbito emocional? ¿Acaso los vínculos que se establecen entre hermanos, no son una manera muy poderosa para desarrollar actitudes y aptitudes? ¿No se puede aprender muchísimo para fortalecer el plano emocional gracias a las relaciones fraternales? ¿En qué creen que pueden dañar o restringir la felicidad de su hijo si le dan la posibilidad de compartir su vida con algún hermanito?

¿Es una decisión que toman ustedes, los padres, y se hacen responsables por ella; o de alguna forma están achacando la responsabilidad al niño y sus supuestas necesidades de no compartir los recursos (emocionales y otros) con hermanitos?
¿Es para darle toda la atención a su hijo, y con ellos esperan conseguir la felicidad para él y quienes le rodean; o tal vez haya alguna otra cosa que lo impulse?
No es a mí a quien deben responder estas preguntas, sino a ustedes mismos, y eso si desean hacerlo.

Si no quieren más hijos, bien, es la decisión de ustedes. Yo la respeto y no precisan ni que la apruebe, ni la corrobore ni la aplauda. No deberían esperar nada de ello de nadie, sino solamente que les respeten su decisión, que han tomado racionalmente y en pleno ejercicio de su libertad.

Por supuesto, quizás quieran rever su decisión y modificarla en algún momento.
O tal vez la corroboren, pero encuentren que hay otro/s motivo/s para ella.
O confirmen que mantienen su decisión así como el motivo para la misma.
Es cuestión de ustedes, entre ustedes, y que debe ser respetado por los demás.

Que sepamos construir Shalom en cada momento y podamos gozar de la bendición que llueve sobre nosotros desde lo Alto.

Moré Yehuda Ribco

Resp. 1151 – Jesús, arma del imperio

Buena noche Yehuda, Diana desde Guatemala le saludo y le agradezco por su paciencia y por compartir su conocimiento con todos.
1- Quisiera preguntarle algo que muy dentro de mi me hace sentirme cofundida.
2- Ahora que publicó lo de jesucristo…
3- yo he leido y se sobre la historia pero me cuestiono por que razon inventaron todo eso…?
4- Por que Di-s ha permitido eso y otras cosas más…
entiendo que todo lo hacemos nosotros los humanos y que todo es energia…
5- pero detras de todo esto debe haber un por que…?
6- Abraham no cuestiono y solo obedeció…
7-  es duro pero yo si necesito preguntar…
8- tengo días muy buenos… a veces malos…
9- siempre con ganas de aprender y mantener la sanidad mental y paz para mi familia y para mi.
10- Pero hay momentos en donde siento que somos solo titeres…
11- aprecio mucho su comentario y agradezco su tiempo.
Buena noche! Y disculpe mi ignorancia… no quiero aburrirlo pero le digo su lectura me ha hecho aprender muchísimo.
Que El Eterno lo bendiga grandemente

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Para mis amigos, los bomberos involuntarios

Egoísmo positivo, negativo y el manipulador

En alguna ocasión anterior estudiamos acerca del “egoísmo positivo”, aquel que es necesario e indispensable para preservar la propia integridad, salud, estabilidad, etc.
Es el egoísmo esencial, para que la persona no reniegue de otros, pero tampoco de uno mismo. 
Toma lo que precisa y le corresponde, aunque otro pueda precisarlo, aunque otro se lo pida, aunque alguien se lo demande o exija.
Lo usa, porque está bien hacerlo, porque le pertenece, porque es para satisfacer su necesidad, y a veces hasta su placer.
No está pecando, ni robando, ni abusando, ni usurpando, ni disfrutando de la falta de otro, ni tomando aquello que puede salvar al prójimo de la muerte; sino que está ejerciendo su sano derecho a satisfacer su necesidad con lo que es propio.

Pero, hay personas a las que las entrenaron para sentir culpa si disfrutan de algo. A otros además hasta se le inculcó la culpa por usar de algo, aunque fuera para satisfacer una necesidad básica. Están también a los que se les endilgó que no tenían derechos, solos responsabilidades y culpas, por tanto debían entregarse y entregar lo suyo a quien les dominara.
Cada sorbo de agua, mendrugo de pan, bocanda de aire debía sentirse como un robo, como una ofensa, como perjuicio, ¡cuánto más si era algún placer un poquito más elaborado!

Es frecuente que los manipuladores hagan sentir culpa a sus víctimas si (éstas) reclaman algo para ellas mismos, si sugieren que precisan de algo que no pueden dar al manipulador, si mencionan que no se entregaran como marionetas a sus deseos.
Allí se enrosca el manipulador para agredir, atacar, manosear, ofender, acusar de egoísta, de poco sensible, de enfermo, de malvado a quien solamente pide un poco de lo que le pertenece y corresponde.
El manipulador acusa de egoísmo (del negativo), señalan la evidencia de maldad, demuestran que hay alguna podredumbre emocional o moral, porque los manipuladores suelen recurrir al sentimiento de culpa para dejar inermes a sus víctimas y aprovecharse de ellas.

Por supuesto que detrás del que siente que no tiene derecho para disfrutar como del manipulador está el EGO ejerciendo su tarea.
Y, donde está el EGO, está la impotencia.

En una generalización, que como siempre deja fuera muchas cosas, el manipulador se siente impotente y de alguna manera rebuscada trata de obtener algún el falso poder con su ejercicio perverso. En lugar de reconocer su impotencia, evitar la acción del EGO, se entrega por completo a él. Llanto-grito-pataleo y cualquiera de sus derivados, junto a la desconexión de la realidad. Todo ello o alguna de sus partes son empleadas para sentir un alguito de sensación de poder, falso poder.
¿Cómo? Haciendo que alguien sea servil a sus deseos, manipulando, obteniendo réditos del sufrimiento ajeno.
No son felices, no hacen felices, viven sin paz, atormentadores atormentados.
Pero, están también los que sienten que no pueden obtener amor ni atención de otra forma, no han aprendido a hacerlo diferente, entonces, es una compulsión, como un acto obligatorio el mantenerse en esa pose y conducta. De lo contrario, ¿quién les prestaría la más mínima atención?
Son sus berridos, sus trampas, sus piruetas macabras lo único que les abre al contacto con otros, al menos, así lo sienten en lo profundo.
La solución iría por reconocer su enfermizo modo de vida, dejar de lado las herramientas del EGO, aceptar su impotencia, controlar lo que realmente pueden controlar, comunicarse auténticamente, trabajar por armonizar su ser, amar y respetar al prójimo, pero… ¿para qué tanto trabajo si se puede pasar el tiempo sufriendo y haciendo sufrir?

Por su parte, el que siente que no tiene derechos (particularmente de gozar), cree que cualquier disfrute acarrea problemas, castigos, males.
Se apoca para que nadie lo maltrate.
Se castiga para que nadie lo castigue.
Justifica su deleite para escudarse de que le mortifiquen por él.
Las acciones perversas del manipulador, en parte, le dan una sensación de justo castigo, de que se merece ser destratado de esa forma.
¿Se entiende la idea?
Es como si buscaran que les maltraten, porque de esa forma son castigados “justamente” por algún pecado que han cometido y evitan algún castigo mayor que no pueden controlar.
Pero, están también aquellos que creen que solamente siendo miserables obtendrán amor, atención, la protección del terrible sentimiento de la impotencia que los carcome por dentro. Entonces, ser miserable, débil, derrotado, amargado, carente de placer, es su manera de gritar pidiendo amor, auxilio, una madre que los venga a rescatar del infierno en el cual se creen caer a cada instante.
Por supuesto, son mecanismos inconscientes en buena parte, difícilmente quien vive así lo haga de manera premeditada.
También estas personas deberían emprender un camino de autosuperación, de conocimiento, de perdonarse, de aceptarse, de aprender a gozar de lo permitido, entre otros pasos necesarios para alcanzar un modo de vida pleno.

Bomberos involuntarios

Una variante de las personas que no se sienten con derechos, especialmente a disfrutar, son lo que se entregan por completo a causas “buenas” y se extralimitan hasta el punto de terminar agotados, vacíos, secos y enfermos.
Siempre dispuestos a ayudar, como bomberos siempre listos para apagar todos los incendios, sin darse tiempo para sí, ¿porque no lo merecen?, sin adquirir para ellos bienes, ¿porque no los merecen?, porque deben estar atentos a las necesidades de los otros, siempre, en todo momento, sin excepción. El otro es importante, yo no.
Si soy egoísta, aunque sea el mínimo que consideramos positivo, ya soy malo, solamente malo, sin recuperación.
Entonces, nada debe ser para mí, todo para otros.
Están al servicio como salvadores, sin siquiera darse la oportunidad para salvarse a sí mismos de sus empeños nacidos en la enfermedad.
Se ponen el lema de dar, sin recibir. Encuentran vocaciones místicas que les confirman que quien recibe es malo, menos feliz, pecador, oportunista, y que solamente es salvo, dichoso, espiritual el que da y da y da.
Así, la palabra no, cuando para defender sus derechos se trata, no existe.
Los límites, tampoco.
Siempre en servicio de rescate de otros, los que se aprovechan de esta debilidad.
Pero, allí mismo los aprovechadores reciben su “castigo”, porque se debilitan al no aprender a solucionar sus propios problemas, no se fortalecen por no actuar con independencia y las situaciones se suelen empeorar porque el “bombero” no puede hacerse cargo de todo, ni le corresponde.
Aunque no lo parezca, son estos bomberos los que mantienen le caos en familias, empresas, grupos, relaciones de pareja, etc., ya que al hacerse cargo de las dificultades ajenas o grupales, no permiten que las cosas sean resueltas por quien debe hacerlo o como debe hacerlo.
Entonces, aquellos que corren apurados a resolver todo, no permiten que los sistemas se compongan, ni encuentren los recursos para existir de manera saludable, sino que se mantienen en desequilibrio y dependencia, aguardando a que ese salvador que en apariencia los socorre los siga empobreciendo y enfermando.
¿Paradójico?

Así, por una cosa o por otra, el bombero cada vez tiene menos fuerza, los problemas se incrementan, los otros le exigen más, los agujeros para tapar se multiplican, la sensación de impotencia se generaliza y crece, las acusaciones se cruzan, el EGO reina por doquier.
¡Alto!
¿Qué hay que hacer?
Seguro que no seguir en lo mismo, ni dar excusas, ni echar culpas, ni esperar que Dios o destinos solucionen lo que está en manos de cada uno arreglar.

Arriba Talmidim

Nuestro querido socio, amigo, compadre, camarada, discípulo, maestro, a quien conocemos como Talmidim está con dificultades de salud.
Quiero pedirles que cada uno lo tenga presente en el momento en el que reza, pero especialmente cuando ejerce obras de bien y justicia, para que todo nuestro cariño y fuerzas espirituales se sumen como mérito a su pronto recuperación.
Que sea pronto restablecido junto a las otras personas nobles que están en padecimiento.
Todo nuestro cariño y respeto para él y los suyos.

Por ser quien eres

Por lo general el jefe de la empresa era un hombre hosco, malhumorado, estricto en extremo, exigente y a veces explosivo en vez de comunicativo. Este día, no parecía ser diferente a todos los otros. Hasta que, a media mañana, solicitó permiso para entrar a la oficina un empleado. El patrón con un gesto de su cabeza, seco y sin gracia le autoriza.
Entonces el hombre le dice con humildad: “Jefe, si me permite quiero obsequiarle esta sencilla pulsera, espero no le incomode mi atrevimiento, es que deseaba expresarle mi reconocimiento por ser usted quien es.”
El patrón se sintió confundido, pues le pareció que era víctima de una mala broma; ¿cómo le iba a reconocer que estuviera encima de él todos los días, que le destratara, que tuviera que soportar sus broncas? Sí, seguramente era una burla… pero, por otra parte, los gestos, el tono, las palabras expresaban sinceridad, agradecimiento, incluso un increíble aprecio.
Aún desorientado respondió al rato con un sencillo «gracias”, y aceptó que el subordinado le entregara ese premio “por ser quien era”.
Un poco más tarde, aún dubitativo el jefe va hasta el escritorio del subalterno y le pregunta: “¿Qué quiso decir que me quiere reconocer por ser quien soy?”.
Y responde el otro: “Ah, perdone si no fui muy claro. Es que usted me lleva a esmerarme en mi tarea, a no dejarme ganar por la pereza y hasta me obliga a que encare mi trabajo diario de manera creativa. Sí, usted me inspira a mejorar cada día. Quería agradecerle por ello. ¿No le molesté, no?”.
Y contestó: “No, no… gracias.” – esto lo dijo como un murmullo, inesperado en él. Es que estaba hondamente impresionado. No paró de meditar en esta experiencia extraordinaria. No se había percatado de los alcances de sus acciones. Sí, sabía que tenía mal genio, reconocía que a veces podía pasarse un poco de la raya en sus explosiones intempestivas, admitía que era un tanto exigente por demás, pero lo que nunca había imaginado es que alguien fuera capaz de hallar en ello una faceta positiva y usarlo como trampolín para el crecimiento en vez de excusa para la revancha, la queja o el descontento. Quizás debiera ser él quien agradeciera y reconociera al empleado “por ser quien era”, un simple hombre que le dio una tremenda lección, pues supo descubrir una cara profunda mucho más noble que sus habituales máscaras de exasperación, impaciencia e incomodo.
Pensaba camino a casa, y mientras conducía cada tanto miraba esa pulsera sencilla alrededor de su muñeca.
Al llegar a casa se encontró con su esposa, con sus hijos, su perro, el hogar, como todos los días, pero también diferente. Algo había cambiado. No se daba cuenta de qué, pero sin dudas que sentía que algo estaba distinto.
Estuvo con ellos largo rato, conversaba, atendía mientras jugaba con su nueva pulsera, hasta que se dio cuenta de que era la primera vez en mucho tiempo, años quizás, que ellos estaban allí. Porque hasta entonces él llegaba del trabajo malhumorado, estresado, no quería saber nada de nada, ellos estaban pero como si no estuvieran. Como la lámpara, el timbre o el tapete. Eran parte de la casa. Sin embargo hoy eran ellos, su familia, cada uno con su propia personalidad y vida. Entonces, emocionado, salió de la casa para regresar al rato. Los llamó y les dijo que quería darles un regalo a cada uno, una sencilla pulsera como reconocimiento “por ser quien eres tú”. Ellos no comprendieron muy bien, el silencioso y ausente padre de pronto estaba tan efusivo, comunicativo, agradecido, no entendían bien que pasaba por lo que pasó a explicarles el extraño encuentro por la mañana en la oficina.
Mientras tanto, en casa del empleado, éste conversaba con su esposa la cual, el día anterior, le había entregado una pulsera de reconocimiento “por ser quien eres tú”.

Tu esencia es pura, es tu neshamá, o espíritu, tu Yo Esencial. Esa poderosa pero silenciosa voz que desde lo profundo te inspira al bien, a lo bueno, a la vida, a la eternidad. El lazo con el prójimo, con el cosmos y con el Eterno. Esa chispa sagrada que no perece ni se contamina, y sin embargo está oculta bajo las pesadas cáscaras que el EGO va sumando a su alrededor.
El EGO nos atribula, nos llena de sentimientos de impotencia, nos asfixia, nos lleva al exilio interior, ajenos a nuestra identidad más pura. Creemos que somos las máscaras, los rostros prestados del Yo Vivido, nos aferramos a esas camisetas y banderas, nos creemos todos los mandatos que nos van instruyendo y todas las doctrinas que hacen del EGO nuestro dios y salvador.
Tanto el EGO como esas máscara también somos nosotros, pero a diferencia del Yo Auténtico no es nuestra impronta sagrada y eterna, sino lo que vamos adosando a nuestra autenticidad. Por lo general ocultan la verdad, opacan la luz, en vez de permitir que la línea de energía poderosa irradie desde nuestro centro.
Lo saludable no es batallar contra el EGO ni renegar de las máscaras, sino darnos cuenta de qué rol están cumpliendo, y aprender a usar uno y otras en sintonía con nuestra neshamá.
Es una tarea que lleva toda la vida, con altibajos y tropiezos, pero es parte de nuestra misión en esta vida.

Una manera de hallar esa armonía es gozar de lo permitido. Esto es, disfrutar de todo aquello que está a nuestro alcance, que es lícito, que es saludable, aunque pareciera ser algo pasajero y sin sentido trascendente. Pero, sin olvidar que es “de lo permitido”, esto es, con límites, con control.
Control de uno mismo y de aquello que podemos controlar, dejando fluir lo que está por fuera de nuestro control.

Una buena medida es para el gentil aprender y cumplir el código universal otorgado por el Eterno para las naciones, los Siete Mandamientos Noájicos.
En tanto que la identidad espiritual judía se entrena y desarrolla por medio del código del judaísmo.
Son puntales que sostienen y promueven nuestra buena vida.
Una desprovista de supersticiones, sin rituales carentes de sentido, sin religión, sin atrevidos planteos al Eterno, sin negociados extraños, sin EGO.

¡Qué tarea ser quien eres!

El tesoro oculto

Tras muchos años de duro trabajo, un anciano labrador comenzó a notar que sus fuerzas iban mermando cada vez más. Sabía que a sus hijos no les agradaba el campo, veían el esfuerzo pero no los beneficios, preferían la vida de ciudad, en apariencia mucho más cómoda, por lo cual, como no quería que sus tierras fueran abandonadas, quiso enseñarles a apreciar la belleza y bendición que allí crecía.
Les llamó y les anunció: -Queridos hijos, vayan a la viña que con tanto amor llevo cultivando todos estos años y busquen aquello que enterré como tesoro para ustedes.
Pensando que se trataba de algún cofre lleno de riquezas exóticas, corrieron veloces al campo. Cavaron durante horas, hasta que no quedaba ni un solo centímetro de tierra sin remover alrededor de las viñas. Ellos no lo sabían, pero estaban haciendo el trabajo habitual para revitalizar la tierra y permitir a los cultivos obtener más y mejores nutrientes.
A pesar del esfuerzo realizado, no encontraron nada que mereciera la pena vender ni conservar. No había monedas, lingotes, brazaletes, coronas, pagares, nada, solo tierra. Se enojaron un poco por lo que consideraron un engaño del padre, pero lo disculparon a causa de su condición.
Meses después, uno de los hermano pasó por allí y descubrió que todo su trabajo no había sido inútil, ya que la viña estaba llena de apetitosos frutos, con los que pudieron enriquecerse.

Como en este relato, los tesoros pueden estar presentes y al mismo tiempo permanecer ocultos.
Solamente quien abre sus ojos y conoce puede llegar a apreciar la riqueza escondida. 
Esta moraleja se aplica a todas las dimensiones de la vida, no solamente a lo material o económico.

En la parashá encontramos un ejemplo de alguien que pudo destapar las marañas que tapaban un increíble tesoro; déjame que te explique, por favor.
Abraham, el primer patriarca de Israel, desde muy pequeño tuvo la convicción de que las creencias politeístas no tenían sentido, que era imposible que esos dioses tuvieran existencia o poder. Razonaba, o creía, que debía de haber algo superior, quizás una deidad suprema por sobre los dioses, o tal vez un solo dios, único, fuente y motivo de todo.
Pero no tenía como demostrarlo, ni visiones proféticas, ni libros revelados, ni una tradición al respecto, ni una cultura, ni siquiera una familia que le instruyera en la senda de esa creencia. Era él contra el mundo. Sus argumentos podían ser muy lógicos, pero faltos de evidencia práctica. Por lo cual, era una creencia individual y extraña que nadaba contra la corriente poderosa y llena de rituales. Además, en su juventud aún no era experto en comunicarse, por lo que a veces recurría a acciones un poco atropelladas, o palabras faltas de tacto. Por supuesto que esto no le conseguía adherentes ni apoyo, sino oposición y respuestas hoscas.
Tenía mucho por aprender, y mucho también por des-aprender, pero cada cosa a su tiempo.
Así pues, su prédica no hallaba mucho eco favorable. Por el contrario, desde el rey hasta el más humilde de los hombres lo trataban como rebelde, loco, fuera de lo normal. ¿Cómo se atrevía a discutir la autoridad del monarca? ¿Cómo se oponía a la ley, puesto que el rey decretó y era obligatorio creer que él era verdadero dios hijo de un dios?
¿Cómo una persona en sus cabales podía siquiera dudar de que los dioses eran los que controlaban el mundo hasta en sus mínimos detalles? ¡Ninguna persona sana pensaba, sentía o decía cosas parecidas!
Para todos era verdad incuestionable que los dioses existían, que competían entre ellos, que tenían necesidades materiales, que dependían en varios sentidos de sus fieles, que parecían hechos a imagen y semejanza de los hombres. Así era la creencia general y por tanto lo normal. Y, si alguien creía diferente, ¡bien callado se quedaba! El miedo era grande de no contradecir al rey, quien no tenía inconveniente en usar todo tipo de violencia y presión para mantener su dictadura casi global.

Como sabemos, Abraham no fue el primer monoteísta. Adam lo fue, así como Caín y Ebel, Set, muchos de los posteriores y por supuesto que Noaj.
Éste aún vivía cuando el futuro primer patriarca hebreo daba vueltas con sus juveniles ideas revolucionarias, era su antepasado más viejo y aún con vida.
Ambos personajes tuvieron oportunidad de encontrarse, el anciano contaba aquellas historias que parecían fabulosas, de una civilización arrasada por el desastre que ellos provocaron desequilibrando la naturaleza. Del reinicio de la humanidad, del pacto de los benei Noaj, de las posteriores zozobras, de cómo el mundo fue olvidando nuevamente a Dios para arrastrase en supersticiones. De todo esto relataba Noaj a su descendiente, quien bebía las palabras y confirmaba que no estaba loco, que no imaginaba cosas raras, sino que había reencontrado la Luz que había sido opacada por las tinieblas de la ignorancia y el egoísmo.
También tuvo ocasión de compartir y aprender de Shem (que recibió en algún momento el título y apodo de Malkitzedek), el hijo de Noaj del cual provienen los semitas.
Por lo visto, había otros monoteístas que permanecían ocultos, resguardándose de las hordas del terrible rey Nimrod, el cual impuso con mano dura su imperio, que dependía en gran medida de la mitología idolátrica para sostenerse.

Abraham recibió esa confirmación oral, de testigos presenciales del Eterno y Sus obras en la realidad, sin embargo, por muchas décadas no tuvo una revelación directa del Eterno.
A pesar de ello, siguió siendo leal a este camino que había iniciado, a pesar de costarle beneficios materiales, comodidad, relaciones sociales, sumarse problemas, sin embargo, nada de ello retuvo a Abraham de seguir avanzando en esta senda de virtud. Su camino no solo era de creencias diferentes, ni de inconformidad con la cultura general, sino que incluía una gran cantidad de acciones de bien hacia el prójimo, sin pedir retribución, sin esperar nada egoísta a cambio, eras actos de simple y pura bondad.
Por ello en la tradición es identificado Abraham como modelo de bondad, JESED, no solo como el que promovió activamente el monoteísmo en una época peligrosa para hacerlo.
Porque, los monoteístas anteriores estaban escondidos, temerosos, no hablaban de sus creencias ni manifestaban su desacuerdo con el relato obligado desde el poder. Pero él, sí.
Abraham removió la tierra, no sabía bien qué iba a encontrar, pero sabía que había un tesoro oculto. Lo sabía porque su neshamá (espíritu) gritaba silenciosamente en su interior, señalándole la salida para dejar de lado la tiranía de idolatría y abrazar al Eterno.
Finalmente, comenzó a brotar para él aquello que estaba aguardando a ser des-tapado, nuestra relación sagrada con Dios. Y con esto, la bendición, la plenitud, el Shalom.

Nosotros tenemos algunas ventajas sobre el primer patriarca, aunque no nos hable directamente Dios a través de profecía, ni Noaj o Shem puedan darnos testimonio directo de sus diálogos con el Eterno.
Pero, contamos con siglos de tradición ininterrumpida y fiel, contamos con la certificación de todo el pueblo quien presenció la entrega de la Torá al pie del monte Sinaí, transportamos con nosotros la Torá desde hace más de tres milenios, estudiamos el Naj, compartimos Torá oral, somos unos cuantos más que el solitario patriarca, la idea del monoteísmo se ha extendido y alcanzado remotos lugares, entre otras cosas. Sí, tenemos a nuestro favor varias ventajas con respecto a nuestro primer patriarca.
Y, de manera similar a él, todos tenemos tesoros ocultos por revelar, en todos los planos de nuestra existencia.

Pero, vale hacernos una pregunta: ¿Lo que hacemos nos lleva a lo que deseamos? 
Porque una cosa es desear, o incluso manifestar tal deseo, y otra muy diferente poner manos a la obra para alcanzar nuestras aspiraciones.

Si bien la teoría es importante, el pensamiento por sí solo no concreta. El pensamiento forma nuestra percepción sensorial, nos sirve para construir nuestra realidad, pero sin acción resulta estéril.
Solamente cuando nos comprometemos con actos es que transformamos el mundo, contribuimos a hacer realidad nuestros deseos.
Pero, la comodidad, el miedo, la inseguridad, la ignorancia, la duda vacía llevan a la rutina, que es otra forma de la parálisis.
No avanzamos, nos quedamos quietos, sin cambios.
Quizás con grandes ideas, llenos de proyectos, incluso sabiendo a la perfección qué es lo que podemos hacer, pero sin hacerlo.
Surgen las excusas, nos justificamos, o guardamos silencio mientras miramos hacia otro lado para hacer de cuenta que todo quedará en el olvido.
Cuando lo cierto es que dando un pequeño paso, avanzando aunque sea un poquito, remando en dirección a nuestra meta, ya iniciamos un proceso que probablemente nos realice.
Como remover la tierra, buscando tesoros ocultos, algo tenemos que hacer para que surja la bendición que espera por nosotros.

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com, compartido aquí)