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La solución a tus problemas es simple

El día de ayer hablaba con un amigo al cual le robaron hace unos días su computadora portátil, llevaba mucha información de tipo personal en ella, desde fotos familiares hasta cuestiones financieras, un tremendo dolor de cabeza le ha resultado perder ese equipo y no por el costo de dicho equipo sino por toda la información que llevaba dentro… el anda trabajando por el norte del país donde las cosas no están muy bien.

Una señora a modo de comentario me platicaba que cada que va a comprar sus cosas para comer le dan menos que antes, sospecha que en el peso le están robando, dice que si bien los precios no aumentaron este noviembre, en el peso se esta reflejando la perdida de poder adquisitivo.

Alguien experimento recién la infidelidad conyugal (su esposa lo engaño con otro) y todo en su vida se tambaleo porque los efectos colaterales de esta infidelidad llegaron incluso hasta a rozar en consecuencias penales.

Muchas cosas hemos de enfrentar mientras estemos en este mundo, pero en las cosas fundamentales de la vida solo precisamos hacer caso del sabio y amoroso consejo del Eterno para complicarnos lo menos posible la existencia.

Piénsalo apreciado lector… ¿De que se queja al que le asesinaron a un familiar o al que le fue infiel su conyugue o al que le robaron algo o el que vive esclavizado de la idolatría? ¿De que se quejan todas estas personas?

La respuesta es sencilla: se quejan, lamentan o se atormentan de que alguien no cumplió con alguno de los Mandamientos que estableció el Eterno (ya sean ellos mismos u otros), claro aunque muchos no saben ni siquiera que estos existen, pero su transgresión es lo que convierte su vida en un autentico caos.

No hay un misterio detrás de los grandes problemas de la vida ni de las complicaciones con las que nos solemos asolar cada minuto de nuestros dias, solo la consecuencia lógica que resulta de no acatar con los Mandamientos que nos fueron dados, no hay un “secreto” o una  “maldición oculta” que nos hace la vida pesada sino sencillamente el resultado de no observar los Mandamientos.

No cabe duda que habrá que perfeccionarse mientras estemos con vida, es nuestro deber estudiar, superarnos día a día, tenemos que criar hijos, que ocuparnos en algo que nos deje un poco de plata y muchas cosas mas pero si cumplimos con los Mandamientos el camino a transitar será mucho mas liviano y menos complicado.

Una fotografía de un bello campo iluminado por el sol

Tradicionalista

¿Alguna vez te han preguntado o replicado porque no sigues con las tradiciones familiares?

Seguramente si, es que la mayoría provenimos de entornos familiares donde el cristianismo se ha asentado de manera antigua desde varias décadas atrás, siglos en el caso del continente americano en general y las costumbres se han arraigado unas antiguas y otras mas recientes, una mezcolanza de costumbres que cuando las ves con detenimiento no tienen gran cosa de positivismo, cuando menos de aquel que apuntala el mundo hacia mejor cosa que lo que vemos día con día.

Hay una suerte de costumbres que se han adoptado como propias aunque distancian al individuo de su verdadero ser y de su autentica personalidad, como la navidad que propone a la persona de una cuota única y anual de bondad a cambio de un año de indiferencia y olvido total del semejante o el día de reyes también para obsequiar una vez al año juguetes a los crios o el día de muertos para recordar a los fallecidos y “ofrendarles” unos cuantos alimentos como si de verdad los pudieran degustar… y la lista sigue pero no es el tema de este post enumerar las fiestas tradicionales.

Si no sigues con el ritual establecido (vaya uno a saber por porque persona) “estas fuera” del circulo social, de las costumbres familiares, de las reuniones de los amigos, porque hay algo en ti que no cuadra.

Aunque algo cambio totalmente mi perspectiva y reviro las cosas de algún modo extraño, porque esa sensación de rechazo que todos hemos sentido alguna vez, normalmente nos acompaña gran parte de nuestra vida una vez que la hemos experimentado.

Escuchaba una canción de Midnigth Oil llamada “Dead Heart” cuando en el coro pronunciaron algo así:

“Nosotros seguimos en los pasos de nuestros ancestros”

Entonces el concepto giro… ¡EFECTIVAMENTE! Nosotros seguimos una tradición familiar antiquísima, ¡con la que el mismo mundo fuera creado! Cuando uno de nosotros acata con fidelidad los preceptos esta siguiendo los pasos del primer ser humano y de una cadena que sigue hasta el primer Patriarca de los Judíos Abraham, porque el también en su momento fue un Noajida, incluso la Tora habla al respecto de cómo acataba tales Mandamientos como por ejemplo como seguía con destreza el precepto de la “No idolatría” o como respetaba y amaba la vida incluso al pedir por gente totalmente malvada y desalmada (Sodoma y Gomorra).

El Noajida observante es un tradicionalista por excelencia.

Entonces aquí tienes una opción para responder cuando te cuestionen por seguir o no las tradiciones “familiares”,  “Mi tradición familiar se remonta a tiempos antediluvianos, sigo en los pasos de nuestros ancestros, la tradición original y autentica”.

Cuando un Noajida esta en el camino de los Mandamientos esta siguiendo los pasos del primer ser humano, quien a su vez recibió las instrucciones  (La Tradición) de manera directa del Eterno y que a su vez el transmitió a sus hijos y sus hijos a sus hijos, siguiendo una cadena dorada que nos enlaza y vincula directamente con el Creador del mundo pues cuando cumplimos estamos siguiendo Su mandato y Su deseo, una Tradición dorada, eterna y sumamente antigua.

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Felicidad

Quiero compartir contigo mi idea de la FELICIDAD.

Felicidad: disfrutar de lo que puedes controlar, aquí y ahora, sin inquietarte por aquello que no está bajo tu control.

Contrastemos, un poco y humildemente, con los tres padres de las tres escuelas de la psicología vienesa del siglo XX.

Según Freud, el hombre busca dos finalidades en su vida: evitar el dolor y el displacer; y experimentar sensaciones placenteras. La felicidad sería como la sensación transitoria de placer que otorga la descarga de una tensión vivida como displacentera.

Según Adler, felicidad es superar los caminos de angustia, miseria y neurosis de los sentimientos de inferioridad sufrida y de superioridad ansiada, para lograr una vida de armonía y desarrollo en lo afectivo, laboral, social, etc.

Para Frankl, la felicidad es una actitud ante la vida, y no una finalidad en sí misma, surge de acuerdo a cómo uno afronte las situaciones, cómo las dote de sentido. Incluso en ocasiones en que nada pueda hacerse, igualmente le queda su actitud, por lo que puede aferrase al dolor o dejar de luchar inútilmente.

¿Cómo sabes qué puedes controlar y qué no?

¿Cómo no convertirse en una persona resignada, falta de empeño, que acepta cualquier cosa sin proponerse modificaciones y mejoras?

¿Hasta dónde dejar esforzarse por controlar lo que es posible, y entonces dejar fluir lo incontrolable?

En principio, no puedes controlar a otra persona, nunca, jamás.

(De hecho, controlas bastante poco realmente de ti mismo).

Puedes (, pero no es correcto) manipular, presionar, extorsionar, amenazar, obligar, atormentar, en fin, cualquier forma de falso poder, de pretendido control, que nunca es un real control sobre otro. Podrás obtener alguna ventaja, creer que mandas, acallar las oposiciones, imponerte, pero a precio de negar al otro su derecho y empobrecer tu vida (aunque te desconectes de la realidad y quieras creer algo diferente).

Pero, puedes negociar, comunicarte auténticamente, ceder y obtener, compartir, construir shalom en verdad, que es la manera correcta de aportar a tu felicidad y a la del otro.

En cuanto al resto de las cosas, aquello que no es relación con otra persona, ¿cuál es el límite y cómo reconocerlo?

Si nos dejáramos convencer por el desánimo, en aquello de dejar fluir ante los impedimentos, seguiríamos en las cavernas. Es parte de nuestra identidad espiritual el querer avanzar, progresar, superar escollos, crecer, convertirnos en algo diferente y mejor, ser autores de nuestra existencia, verdaderos socios de Dios.

Pero, el EGO desde el origen nos impone su ritmo de miedos y angustias, de sus falsas promesas e ilusiones de poder, de sus susurros que se convierten en rugidos, nos acobardamos y quedamos en la impotencia, aunque a veces deliramos con súper poderes.

Sin embargo, podemos y debemos conquistar el mundo físico, para hacer buen uso de él, disfrutarlo, desarrollarnos junto a él. Está marcado así en nuestros genes, tal como nos lo codificó nuestro creador.

Entonces, en lo material tenemos siempre un pasito más para dar, ya la naturaleza se encarga de ponernos el límite que no podemos ni debemos franquear, e incluso entonces encontramos el elemento para avanzar un poquito más. Quizás nos dentemos por unos siglos o milenios, pero el sano afán de conquista sigue impulsándonos.

Lo lamentable es cuando ese real poder se ve congestionado por el EGO, sea por apocarnos y hacernos acurrucar en impotencia; o sea por creernos con derechos y capacidades que no nos pertenecen y generan todo tipo de desequilibrios y situaciones traumáticas, a la persona, la sociedad o el entorno.

Todas estas ideas las encuentro en los dos primeros capítulos de Bereshit/Génesis, y luego veo que el mismo patrón se repite una y otra vez.

Tanto el del potencial inmenso, como el desequilibrio que promueve actuar desde el EGO.

En resumen, retorno al tema de la felicidad con una pregunta: Si Java/Eva, tenía absolutamente todo lo placentero a su alcance, a quien no le faltaba realmente nada para ser plena, y tan solo quedaba fuera de su dominio un 0.0001% de la existencia, cual era el paladear una fruta que tenía prohibida, ¿cómo llegó a perder TODO a cambio de probar de esa fruta?

 


Apéndice:

La felicidad según Schopenhauer

Tallulah Murphy recupera algunos consejos para alcanzar la felicidad del gran pesimista: Schopenhauer. En el libro El arte de ser feliz (Herder), se disfraza de optimista.

No todos los filósofos han escrito un manual para conseguir la felicidad. Con frecuencia, la felicidad es tomada como una aspiración fútil, frívola, propia de gentes sin grandes alcances. Me cuentan en la redacción de Filosofia Hoy que el concepto de “felicidad” a nuestros lectores les parece subproducto de la literatura de autoayuda. Por llevar la contraria, ya que desde Nueva York no voy a oír las críticas, me he sumergido en los consejos de autoayuda escritos por el maestro supremo del pesimismo; convencido como estaba de que la vida de los humanos oscila entre el dolor y el aburrimiento.

Schopenhauer no se lanza alegremente a una carrera de escritor de libros de autoayuda. De modo resignado pone su talento al servicio de la prudencia, no con la alegría atolondrada de los manuales al uso. Ni siquiera se promete a sí mismo alcanzar la felicidad (eudemonología, eudaimonia o arte de ser feliz en la medida de lo posible), sino meramente evitar las penurias y los golpes del destino con la esperanza de que al menos la ausencia de dolor nos proporcione bálsamo para nuestro corazón decepcionado. Si puedo tratar de hallar la columna esencial del pensamiento de nuestro Arthur más querido sería: nada como la prudencia para no ser atrapado por la desdicha. ¿No es delicioso? Lejos de nosotros la loca seducción por el riesgo; solo la contemplación puede proporcionar alguna felicidad; la volición es como jugar con un revólver cargado; contemplar la vida y reducir nuestros actos a la mínima exigencia de la búsqueda del sustento imprescindible.

A continuación os propongo una selección de entre las 50 reglas de Schopenhauer para conseguir la eudaimonia:

Regla número 1: Todos venimos al mundo llenos de aspiraciones a la felicidad y al goce y conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que el destino nos atrapa y nos muestra finalmente que nada es nuestro. La experiencia nos enseña que la felicidad es pura quimera, y mientras solo cabe escapar del dolor. ¿Por qué habría de ser necio procurar el disfrute del presente como lo único seguro?

Regla número 2: Evitar la envidia. Sabemos cuán cruel e implacable es la envidia y, sin embargo, nos esforzamos sin cesar en suscitarla en los demás. ¿Por qué?

Regla número 4: La resumiría en: contén tus pretensiones en los límites de lo que posees.

Regla número 5: La medida del dolor, o de su ausencia, está en nuestro interior y no en las circunstancias externas, de modo que evitar ilusiones o comparaciones injustificadas prepara tu ánimo para entender el conjunto de tu vida con ecuanimidad inalterable.

Regla número 6: Hacer con buena voluntad lo que se puede y tener la voluntad de soportar el sufrimiento inevitable.

Regla número 7: Reflexionar a fondo sobre una cosa antes de emprenderla y una vez llevada a cabo no angustiarse con los resultados, sino desprenderse plenamente del asunto.

Regla número 10: Sométete a la razón si quieres someterlo todo.

Regla número 12: Nada será tan provechoso como comportarse de manera no llamativa y hablar muy poco con los demás, pero mucho consigo mismo.

Regla número 13: Cuando estemos alegres, no debemos pedirnos permiso para ello con la pregunta de si tenemos motivo para estarlo.

Regla número 14: La sabiduría de la vida se basa en una justa proporción entre la atención que prestamos al presente y al futuro, para que la una no pueda estropear a la otra.

Regla número 18: En todas las cosas que afectan a nuestro bienestar y malestar, nuestras esperanzas y temores, hay que poner riendas a la fantasía.

Regla número 20: Debemos organizar la manera de pensar en nuestros asuntos de forma fragmentaria; debemos poder abstraer, pensar, arreglar, disfrutar, sufrir cada cosa en su momento y sin preocuparnos de todo lo demás; tener cajones que abrimos y cerramos para nuestros pensamientos.

Regla número 22: Vivir feliz solo puede significar vivir lo menos infeliz posible.

Regla número 25: Debemos ver lo que poseemos como lo estaríamos mirando si alguien nos lo quitara; sea propiedad, salud, amigos, amantes, esposa e hijos, la mayoría de las veces sólo sentimos su valor después de haberlos perdido.

Regla número 30: La actividad de emprender o aprender algo es necesaria para la felicidad del ser humano.

Regla número 32: Al menos nueve décimas partes de nuestra felicidad se basan exclusivamente en la salud.

Regla número 33: Debemos llegar a dominar la impresión de lo intuitivo y actual, que nos resulta desproporcionadamente fuerte frente a lo puramente pensado y sabido, no por su materia y contenido, sino porque su inmediatez altera nuestro ánimo y tranquilidad.

Regla número 34: Cuando analizamos nuestra vida y nuestros fallos en ella podemos excedernos fácilmente en los reproches contra nosotros mismos.

Regla número 35: Lo que más frecuentemente y casi forzosamente descuidamos y dejamos de tener en cuenta en nuestros planes de vida son las transformaciones que el tiempo opera en nosotros mismos.

Regla número 38: Para bien y para mal es mucho menos importante lo que le sucede a uno en la vida que la manera en que lo experimentamos. Para la felicidad de nuestra existencia, el estado y la condición de la conciencia es absolutamente lo principal.

Regla número 39: Debido al poder secreto que preside los sucesos más azarosos de nuestra vida, deberíamos acostumbrarnos a considerar todo acontecimiento como necesario, un fatalismo que resulta tranquilizador.

Regla número 40: En lugar de especular sobre las posibilidades favorables, inventando cien esperanzas ilusas, todas preñadas de decepción si son incumplidas, deberíamos centrarnos en todas las posibilidades adversas. Eso nos llevaría a tomar precauciones.

Regla número 42: Una de las insensateces mayores y más frecuentes es hacer amplios preparativos para la vida, no importa de qué tipo sean. La vida vista desde el principio parece infinita, o cuando se mira atrás, desde el final del camino, parece extremadamente breve.

Regla número 43: Aquel que fue ricamente dotado por la naturaleza no necesita obtener del exterior nada más que la libertad del ocio para poder disfrutar de su riqueza interior. Únicamente lo interior, la conciencia y su estado son el yo y solo en él se halla nuestro bienestar y malestar.

Regla número 44: La mayor fortuna está en la personalidad.

Regla número 45: Como Aristóteles define: la vida filosófica es la más feliz.

Regla número 47: Entre lo que uno tiene, los amigos ocupan un lugar principal. Mas esta posesión tiene la particularidad de que el poseedor tiene que ser en la misma medida propiedad del otro.

Regla número 49: Una existencia feliz sería aquella que objetivamente, según una reflexión fría y madura, fuera decididamente preferible al no ser.

Regla número 50: Toda realidad, es decir, todo presente colmado, consiste en dos mitades, el objeto y el sujeto, en una combinación tan necesaria y esencial como la del oxígeno y del hidrógeno en el agua.

Ya veis, Arthur Schopenhauer transparente: un pensamiento independiente, que nunca acaba de ceder ante la seducción ni ante el fatalismo. Siempre jugando con la coquetería del pesimismo, pero consciente de que la vida por poco que contenga es mucho.

La diferencia en la suerte de los mortales para Schopenhauer se reduce a tres puntos:

1. Lo que uno es, es decir, la personalidad.

2. Lo que uno tiene.

3. Lo que uno representa: la opinión que otros tienen de uno.

Nueva York sigue llena de afanes, divertida tras el paso sobrevalorado  del huracán Irene (la prudencia que aconseja Schopenhauer…) y expectante ante la campaña lanzada por Obama contra los grandes bancos. La vida.

* Die Kunst, glücklich zu sein. El arte de ser feliz explicado en 50 reglas para la vida, publicado por Herder.

De: http://www.filosofiahoy.es/Schopenhauer_Reglas_de_felicidad.htm

Jaiei Sará 5774

Sará, la primer matriarca de la Familia Judía fallece a la edad de 127 años, así comienza el relato de la parashá Jaié Sará. Su amoroso marido, el patriarca Abraham, se encarga de los preparativos para su sepelio. La Torá hace particular destaque de la adquisición una parcela de tierra, en Cnaan, para darle digna sepultura. Compra, a un altísimo precio, la cueva de Majpelá, junto al terreno a su alrededor.
Abraham sabía que en esa caverna estaban sepultados Adam y Java, por ello la escogió como cementerio familiar, ya que más tarde sería el lugar de reposo terrenal de la mayoría de nuestros patriarcas y matriarcas.

Si bien el Eterno había prometido para el patriarca y toda su descendencia heredera (los judíos) la posesión de la tierra de Israel, Abraham consideró necesario adquirir la parcela, incluso aceptando pagar un precio exorbitante y dejar asentado por escrito la transacción comercial.
¿Qué motivos pudo tener el patriarca para tal decisión?
La sagrada Tradición de Israel registra algunas ideas al respecto:

  1. Para que Efrón, el anterior ocupante, no tuviera posibilidad legal para quejarse o reclamar nada. Él la había vendido por libre decisión, recibió el importe exagerado que había demandado, y había testigos y un documento para proteger a Abraham de las variaciones de humor de este personaje y sus aliados de turno.

  2. Para dignificar a Sará en su lugar de reposo terrenal, pues la gente envidiosa y malvada podría haber dicho: “La entierra en donde le dieron gratis, porque no la valoraba ni respetaba”. Si bien las murmuraciones aviesas no deben ser tenidas en cuenta, sabemos el efecto nocivo de las palabras perjudiciales, del lashón hará y cuestiones similares.

  3. Para actuar de modo pacífico. La tierra era para él y sus descendientes, por siempre, pero todavía no estaba ejerciendo su derecho plenamente. En este momento estaba ocupada por otra gente, pobladores ajenos pero que se creían con autoridad para morar allí. Abraham avinu prefirió tratarlos de manera amable y amistosa, sin avergonzarse de pedir permiso para hacer uso de lo que le pertenecía, y hasta comprando su tierra a un sobreprecio.

¿Se te ocurre algún otro motivo?

De acuerdo a nuestra Tradición “maasé abot siman labanaim” “מעשה אבות סימן לבנים”, los hechos de los patriarcas son símbolos para nosotros. Esto significa que en diferentes generaciones suceden acontecimientos similares, que en gran medida son como ecos de lo que ocurrió a los patriarcas, o siguen patrones similares de comportamiento.

¿Podrías señalar hechos en la historia moderna judía y sionista que resuenan en este relato de Abraham avinu?
¿Cuáles podrían ser las enseñanzas prácticas para la vida cotidiana de lo que estudiamos hoy?

(Publicado originalmente para SERJUDIO.com)

Salir del balde

Se encontraba un pescador ocupado en su tarea cuando se acercaron unos turistas, los que con curiosidad se asomaron a ver qué había en su balde.
Como estaba cubierto, se disculparon por su curiosidad y le preguntaron que había dentro. El amable pescador movió un poco la tapa y les mostró que estaba casi lleno de cangrejos.
Conversaron un poco de la tarea del pescador cuando advirtieron que a un lado había otro balde, pero que estaba destapado. Igualmente de curiosos se acercaron a ver que contenía, y para su sorpresa estaba también lleno de cangrejos.
Fue inevitable que le preguntaran el motivo por el cual un balde estaba tapado en tanto el otro permanecía descubierto, siendo que en ambos había cangrejos.
El agradable pescador contestó que el destapado tenía cangrejos de la especie “X”, y el motivo por el cual no salen es que cuando uno ya va alcanzando el borde para escaparse, el que esta más abajo lo jala para que no salga, en cambio los cangrejos del otro balde son de la especie “Y” que hacen una pirámide, luego colaboran para que todos puedan salir a la libertad.

¿Te resulta conocida esta anécdota?
¿Con qué la podrías relacionar?
¿Cuál crees que podrían ser sus enseñanzas?
¿Cuál consideras que podrían ser los puntos a favor y los contrarios de cada una de las especies de cangrejos?
¿Tienes ideas cómo se puede vincular con la parashá de la semana, Vaierá?

Déjame compartir contigo lo que pensé.
El primer patriarca de la Familia Judía, Abraham Avinu, ya es un hombre muy mayor, va rozando casi el siglo de vida. Durante ese largo tiempo casi no pasó día en el cual no viera o sufriera toda clase de cosas que intimidan hasta al más valiente.
Era un mundo egoísta, hostil, lleno de acciones y actitudes negativas. Casi siempre las personas tenían una buena excusa para ello y siempre amparados por la idolatría; es decir, el apego a divinidades creadas según la imaginación y el deseo del hombre. Un dios deseaba el robo, el otro la mentira, uno más la violencia, aquel otro el hostigamiento y así, cada dios inventado justificaba una mala acción.
El buen patriarca hacía lo que humanamente podía para no dejarse hundir en ese abismo, para sobresalir y vivir con dignidad, con respeto, con amor desinteresado hacia el prójimo. Su repertorio de respuestas ante la realidad circundante era amplio, ya que iba desde dar comida y reposo al necesitado hasta salir a encabezar una guerra, en la que estaba en franca desventaja, para liberar a inocentes capturados. En el medio podríamos mencionar también el debatir con Dios para salvar del desastre a ciudades repletas de maldad, o el aceptar su fragilidad, cuando era débil, y no atormentarse por ello.
En todo momento y lugar Abraham trataba de vivir con bondad y justicia, aunque su tendencia más fuerte era la de hacer el bien al prójimo sin pedir nada personal a cambio. Así vivía, así creía que era el mejor camino para alcanzar la plenitud, el shalom, en este mundo, en lo individual y en lo colectivo.
Creo que el primer patriarca hubiera colaborado con el resto de los cangrejos de su balde para que todos y cada uno disfrutara al máximo de su felicidad.

(Publicado originalmente en serjudio.com)

Tu parte, tu vida.

Les contare una anécdota para a partir de ello elaborar un sentido a este escrito.

Hace un par de días en una carretera cercana había un gran alboroto, pocos metros antes de llegar al citado punto un automovilista nos indico bajar la velocidad, ya mas adelante era evidente de que se trataba de un choque, una camioneta se había volcado completamente… al estar mas cerca del accidente ya se podía ver todo el daño, las cuatro personas que iban a bordo estaban seriamente lastimadas, una mujer estaba quejándose y llorando al parecer tenia fracturas diversas en el tórax sin ignorar las terribles heridas en la cara que le bañaban el rostro en sangre, se le dio la ubicación del lugar a los servicios de emergencia, sin embargo tardaban en llegar… a Dios gracias un medico se hallaba entre los automovilistas que se detuvieron para ayudar y se acerco para ver que podía hacer por estas personas, los reviso y dio unas breves instrucciones para que los que nos hallábamos ahí ayudando, pudiéramos ayudar y no perjudicar, una de las instrucciones que dio fue que se les lavara la cara a los heridos porque en particular a la chica, la sangre no le dejaba ni abrir los ojos, cuando se pregunto si alguien traía agua, al alzar la vista me percate de que la fila de los automovilistas detenidos ya era muy larga nada que ver como cuando había llegado y una persona ya se había dado a la tarea de pedir agua con todos los automovilistas detenidos y de repente como si fuera el mismo man de los hebreos nos empezaron a llover las botellas de agua para auxiliar a estas personas, también el numero de personas asistiendo a los lesionados se iba incrementando notablemente y de lejos se veía a las personas reclamando a la policía la llegada de los servicios de emergencia, fue grato ver como mucha gente se solidarizo e hizo lo que pudo en aquel lamentable suceso.

Ahora que estuve en cama recibí innumerables atenciones sobre todo de mi familia (sanguínea y de fulvida) el suministro de medicamentos, atención alimenticia y todos los cuidados necesarios para reponerme, a diario recibía mensajes de aliento con buenos deseos y ánimos de recuperación, muchas personas intervinieron en mi mejoría, haciendo una diversidad de acciones y creo que podríamos meditar en un par de valiosas enseñanzas a partir de esto, como por ejemplo el valorar la salud, la dicha de contar con la fuerza y entereza necesarias para realizar las labores diarias o el inmenso valor de visitar enfermos, pero creo que por ahora lo mas importante es reconocer el enorme valor de todas esas “pequeñas acciones” que hacemos a diario por los demás, porque con cada acto (por muy insignificante que pueda parecer para nosotros) estamos trayendo Shalom al mundo, estamos construyendo un mejor presente y proyectando un mejor futuro para todos, cada acto es necesario por pequeño que este sea o por muy insignificante que este pueda parecernos, porque cada acción (positiva) que hacemos es la parte de vida que nos toca aportar al mundo, cada cual desde su muy particular y especial universo personal.

 

Gracias amigos y Gracias Moré.

 

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Resp. 1151 – Jesús, arma del imperio

Buena noche Yehuda, Diana desde Guatemala le saludo y le agradezco por su paciencia y por compartir su conocimiento con todos.
1- Quisiera preguntarle algo que muy dentro de mi me hace sentirme cofundida.
2- Ahora que publicó lo de jesucristo…
3- yo he leido y se sobre la historia pero me cuestiono por que razon inventaron todo eso…?
4- Por que Di-s ha permitido eso y otras cosas más…
entiendo que todo lo hacemos nosotros los humanos y que todo es energia…
5- pero detras de todo esto debe haber un por que…?
6- Abraham no cuestiono y solo obedeció…
7-  es duro pero yo si necesito preguntar…
8- tengo días muy buenos… a veces malos…
9- siempre con ganas de aprender y mantener la sanidad mental y paz para mi familia y para mi.
10- Pero hay momentos en donde siento que somos solo titeres…
11- aprecio mucho su comentario y agradezco su tiempo.
Buena noche! Y disculpe mi ignorancia… no quiero aburrirlo pero le digo su lectura me ha hecho aprender muchísimo.
Que El Eterno lo bendiga grandemente

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Para mis amigos, los bomberos involuntarios

Egoísmo positivo, negativo y el manipulador

En alguna ocasión anterior estudiamos acerca del “egoísmo positivo”, aquel que es necesario e indispensable para preservar la propia integridad, salud, estabilidad, etc.
Es el egoísmo esencial, para que la persona no reniegue de otros, pero tampoco de uno mismo. 
Toma lo que precisa y le corresponde, aunque otro pueda precisarlo, aunque otro se lo pida, aunque alguien se lo demande o exija.
Lo usa, porque está bien hacerlo, porque le pertenece, porque es para satisfacer su necesidad, y a veces hasta su placer.
No está pecando, ni robando, ni abusando, ni usurpando, ni disfrutando de la falta de otro, ni tomando aquello que puede salvar al prójimo de la muerte; sino que está ejerciendo su sano derecho a satisfacer su necesidad con lo que es propio.

Pero, hay personas a las que las entrenaron para sentir culpa si disfrutan de algo. A otros además hasta se le inculcó la culpa por usar de algo, aunque fuera para satisfacer una necesidad básica. Están también a los que se les endilgó que no tenían derechos, solos responsabilidades y culpas, por tanto debían entregarse y entregar lo suyo a quien les dominara.
Cada sorbo de agua, mendrugo de pan, bocanda de aire debía sentirse como un robo, como una ofensa, como perjuicio, ¡cuánto más si era algún placer un poquito más elaborado!

Es frecuente que los manipuladores hagan sentir culpa a sus víctimas si (éstas) reclaman algo para ellas mismos, si sugieren que precisan de algo que no pueden dar al manipulador, si mencionan que no se entregaran como marionetas a sus deseos.
Allí se enrosca el manipulador para agredir, atacar, manosear, ofender, acusar de egoísta, de poco sensible, de enfermo, de malvado a quien solamente pide un poco de lo que le pertenece y corresponde.
El manipulador acusa de egoísmo (del negativo), señalan la evidencia de maldad, demuestran que hay alguna podredumbre emocional o moral, porque los manipuladores suelen recurrir al sentimiento de culpa para dejar inermes a sus víctimas y aprovecharse de ellas.

Por supuesto que detrás del que siente que no tiene derecho para disfrutar como del manipulador está el EGO ejerciendo su tarea.
Y, donde está el EGO, está la impotencia.

En una generalización, que como siempre deja fuera muchas cosas, el manipulador se siente impotente y de alguna manera rebuscada trata de obtener algún el falso poder con su ejercicio perverso. En lugar de reconocer su impotencia, evitar la acción del EGO, se entrega por completo a él. Llanto-grito-pataleo y cualquiera de sus derivados, junto a la desconexión de la realidad. Todo ello o alguna de sus partes son empleadas para sentir un alguito de sensación de poder, falso poder.
¿Cómo? Haciendo que alguien sea servil a sus deseos, manipulando, obteniendo réditos del sufrimiento ajeno.
No son felices, no hacen felices, viven sin paz, atormentadores atormentados.
Pero, están también los que sienten que no pueden obtener amor ni atención de otra forma, no han aprendido a hacerlo diferente, entonces, es una compulsión, como un acto obligatorio el mantenerse en esa pose y conducta. De lo contrario, ¿quién les prestaría la más mínima atención?
Son sus berridos, sus trampas, sus piruetas macabras lo único que les abre al contacto con otros, al menos, así lo sienten en lo profundo.
La solución iría por reconocer su enfermizo modo de vida, dejar de lado las herramientas del EGO, aceptar su impotencia, controlar lo que realmente pueden controlar, comunicarse auténticamente, trabajar por armonizar su ser, amar y respetar al prójimo, pero… ¿para qué tanto trabajo si se puede pasar el tiempo sufriendo y haciendo sufrir?

Por su parte, el que siente que no tiene derechos (particularmente de gozar), cree que cualquier disfrute acarrea problemas, castigos, males.
Se apoca para que nadie lo maltrate.
Se castiga para que nadie lo castigue.
Justifica su deleite para escudarse de que le mortifiquen por él.
Las acciones perversas del manipulador, en parte, le dan una sensación de justo castigo, de que se merece ser destratado de esa forma.
¿Se entiende la idea?
Es como si buscaran que les maltraten, porque de esa forma son castigados “justamente” por algún pecado que han cometido y evitan algún castigo mayor que no pueden controlar.
Pero, están también aquellos que creen que solamente siendo miserables obtendrán amor, atención, la protección del terrible sentimiento de la impotencia que los carcome por dentro. Entonces, ser miserable, débil, derrotado, amargado, carente de placer, es su manera de gritar pidiendo amor, auxilio, una madre que los venga a rescatar del infierno en el cual se creen caer a cada instante.
Por supuesto, son mecanismos inconscientes en buena parte, difícilmente quien vive así lo haga de manera premeditada.
También estas personas deberían emprender un camino de autosuperación, de conocimiento, de perdonarse, de aceptarse, de aprender a gozar de lo permitido, entre otros pasos necesarios para alcanzar un modo de vida pleno.

Bomberos involuntarios

Una variante de las personas que no se sienten con derechos, especialmente a disfrutar, son lo que se entregan por completo a causas “buenas” y se extralimitan hasta el punto de terminar agotados, vacíos, secos y enfermos.
Siempre dispuestos a ayudar, como bomberos siempre listos para apagar todos los incendios, sin darse tiempo para sí, ¿porque no lo merecen?, sin adquirir para ellos bienes, ¿porque no los merecen?, porque deben estar atentos a las necesidades de los otros, siempre, en todo momento, sin excepción. El otro es importante, yo no.
Si soy egoísta, aunque sea el mínimo que consideramos positivo, ya soy malo, solamente malo, sin recuperación.
Entonces, nada debe ser para mí, todo para otros.
Están al servicio como salvadores, sin siquiera darse la oportunidad para salvarse a sí mismos de sus empeños nacidos en la enfermedad.
Se ponen el lema de dar, sin recibir. Encuentran vocaciones místicas que les confirman que quien recibe es malo, menos feliz, pecador, oportunista, y que solamente es salvo, dichoso, espiritual el que da y da y da.
Así, la palabra no, cuando para defender sus derechos se trata, no existe.
Los límites, tampoco.
Siempre en servicio de rescate de otros, los que se aprovechan de esta debilidad.
Pero, allí mismo los aprovechadores reciben su “castigo”, porque se debilitan al no aprender a solucionar sus propios problemas, no se fortalecen por no actuar con independencia y las situaciones se suelen empeorar porque el “bombero” no puede hacerse cargo de todo, ni le corresponde.
Aunque no lo parezca, son estos bomberos los que mantienen le caos en familias, empresas, grupos, relaciones de pareja, etc., ya que al hacerse cargo de las dificultades ajenas o grupales, no permiten que las cosas sean resueltas por quien debe hacerlo o como debe hacerlo.
Entonces, aquellos que corren apurados a resolver todo, no permiten que los sistemas se compongan, ni encuentren los recursos para existir de manera saludable, sino que se mantienen en desequilibrio y dependencia, aguardando a que ese salvador que en apariencia los socorre los siga empobreciendo y enfermando.
¿Paradójico?

Así, por una cosa o por otra, el bombero cada vez tiene menos fuerza, los problemas se incrementan, los otros le exigen más, los agujeros para tapar se multiplican, la sensación de impotencia se generaliza y crece, las acusaciones se cruzan, el EGO reina por doquier.
¡Alto!
¿Qué hay que hacer?
Seguro que no seguir en lo mismo, ni dar excusas, ni echar culpas, ni esperar que Dios o destinos solucionen lo que está en manos de cada uno arreglar.

Por ser quien eres

Por lo general el jefe de la empresa era un hombre hosco, malhumorado, estricto en extremo, exigente y a veces explosivo en vez de comunicativo. Este día, no parecía ser diferente a todos los otros. Hasta que, a media mañana, solicitó permiso para entrar a la oficina un empleado. El patrón con un gesto de su cabeza, seco y sin gracia le autoriza.
Entonces el hombre le dice con humildad: “Jefe, si me permite quiero obsequiarle esta sencilla pulsera, espero no le incomode mi atrevimiento, es que deseaba expresarle mi reconocimiento por ser usted quien es.”
El patrón se sintió confundido, pues le pareció que era víctima de una mala broma; ¿cómo le iba a reconocer que estuviera encima de él todos los días, que le destratara, que tuviera que soportar sus broncas? Sí, seguramente era una burla… pero, por otra parte, los gestos, el tono, las palabras expresaban sinceridad, agradecimiento, incluso un increíble aprecio.
Aún desorientado respondió al rato con un sencillo «gracias”, y aceptó que el subordinado le entregara ese premio “por ser quien era”.
Un poco más tarde, aún dubitativo el jefe va hasta el escritorio del subalterno y le pregunta: “¿Qué quiso decir que me quiere reconocer por ser quien soy?”.
Y responde el otro: “Ah, perdone si no fui muy claro. Es que usted me lleva a esmerarme en mi tarea, a no dejarme ganar por la pereza y hasta me obliga a que encare mi trabajo diario de manera creativa. Sí, usted me inspira a mejorar cada día. Quería agradecerle por ello. ¿No le molesté, no?”.
Y contestó: “No, no… gracias.” – esto lo dijo como un murmullo, inesperado en él. Es que estaba hondamente impresionado. No paró de meditar en esta experiencia extraordinaria. No se había percatado de los alcances de sus acciones. Sí, sabía que tenía mal genio, reconocía que a veces podía pasarse un poco de la raya en sus explosiones intempestivas, admitía que era un tanto exigente por demás, pero lo que nunca había imaginado es que alguien fuera capaz de hallar en ello una faceta positiva y usarlo como trampolín para el crecimiento en vez de excusa para la revancha, la queja o el descontento. Quizás debiera ser él quien agradeciera y reconociera al empleado “por ser quien era”, un simple hombre que le dio una tremenda lección, pues supo descubrir una cara profunda mucho más noble que sus habituales máscaras de exasperación, impaciencia e incomodo.
Pensaba camino a casa, y mientras conducía cada tanto miraba esa pulsera sencilla alrededor de su muñeca.
Al llegar a casa se encontró con su esposa, con sus hijos, su perro, el hogar, como todos los días, pero también diferente. Algo había cambiado. No se daba cuenta de qué, pero sin dudas que sentía que algo estaba distinto.
Estuvo con ellos largo rato, conversaba, atendía mientras jugaba con su nueva pulsera, hasta que se dio cuenta de que era la primera vez en mucho tiempo, años quizás, que ellos estaban allí. Porque hasta entonces él llegaba del trabajo malhumorado, estresado, no quería saber nada de nada, ellos estaban pero como si no estuvieran. Como la lámpara, el timbre o el tapete. Eran parte de la casa. Sin embargo hoy eran ellos, su familia, cada uno con su propia personalidad y vida. Entonces, emocionado, salió de la casa para regresar al rato. Los llamó y les dijo que quería darles un regalo a cada uno, una sencilla pulsera como reconocimiento “por ser quien eres tú”. Ellos no comprendieron muy bien, el silencioso y ausente padre de pronto estaba tan efusivo, comunicativo, agradecido, no entendían bien que pasaba por lo que pasó a explicarles el extraño encuentro por la mañana en la oficina.
Mientras tanto, en casa del empleado, éste conversaba con su esposa la cual, el día anterior, le había entregado una pulsera de reconocimiento “por ser quien eres tú”.

Tu esencia es pura, es tu neshamá, o espíritu, tu Yo Esencial. Esa poderosa pero silenciosa voz que desde lo profundo te inspira al bien, a lo bueno, a la vida, a la eternidad. El lazo con el prójimo, con el cosmos y con el Eterno. Esa chispa sagrada que no perece ni se contamina, y sin embargo está oculta bajo las pesadas cáscaras que el EGO va sumando a su alrededor.
El EGO nos atribula, nos llena de sentimientos de impotencia, nos asfixia, nos lleva al exilio interior, ajenos a nuestra identidad más pura. Creemos que somos las máscaras, los rostros prestados del Yo Vivido, nos aferramos a esas camisetas y banderas, nos creemos todos los mandatos que nos van instruyendo y todas las doctrinas que hacen del EGO nuestro dios y salvador.
Tanto el EGO como esas máscara también somos nosotros, pero a diferencia del Yo Auténtico no es nuestra impronta sagrada y eterna, sino lo que vamos adosando a nuestra autenticidad. Por lo general ocultan la verdad, opacan la luz, en vez de permitir que la línea de energía poderosa irradie desde nuestro centro.
Lo saludable no es batallar contra el EGO ni renegar de las máscaras, sino darnos cuenta de qué rol están cumpliendo, y aprender a usar uno y otras en sintonía con nuestra neshamá.
Es una tarea que lleva toda la vida, con altibajos y tropiezos, pero es parte de nuestra misión en esta vida.

Una manera de hallar esa armonía es gozar de lo permitido. Esto es, disfrutar de todo aquello que está a nuestro alcance, que es lícito, que es saludable, aunque pareciera ser algo pasajero y sin sentido trascendente. Pero, sin olvidar que es “de lo permitido”, esto es, con límites, con control.
Control de uno mismo y de aquello que podemos controlar, dejando fluir lo que está por fuera de nuestro control.

Una buena medida es para el gentil aprender y cumplir el código universal otorgado por el Eterno para las naciones, los Siete Mandamientos Noájicos.
En tanto que la identidad espiritual judía se entrena y desarrolla por medio del código del judaísmo.
Son puntales que sostienen y promueven nuestra buena vida.
Una desprovista de supersticiones, sin rituales carentes de sentido, sin religión, sin atrevidos planteos al Eterno, sin negociados extraños, sin EGO.

¡Qué tarea ser quien eres!

Para tener el control

La estructura de los Mandamientos consta de dos partes, la primera esta formada por restricciones o prohibiciones a determinadas conductas o comportamientos, la segunda esta formada por una instrucción básica y sencilla Establecer cortes y leyes de Justicia, es una instrucción positiva “de hacer“.

Este código pese a su profundidad y eficacia suele ser menospreciado, cuando menos por aquellos que aun desconocen el poderío de estas leyes y cuando se les presentan estas directivas de comportamiento suelen pensar “Me están coartando mi libertad (cuando de hecho es todo lo contrario)” o “Son Mandamientos demasiado simples, necesito algo mas complejo… mas profundo” claro que si vemos los Mandamientos con un poco de detenimiento podemos observar que no son ni tan simples ni mucho menos tan superficiales, por ejemplo con el Mandamiento “No robar” incluye dejar de adquirir música pirata o películas piratas o software pirata o cualquier clase de mercancía por la cual el autor demande un pago determinado por su respectivo uso y las personas que con su “inteligencia“ evadan esto están simple y llanamente robando, con esta instrucción simple y concreta el Eterno posibilita el desarrollo y progreso de las personas, podemos entender que debemos de trabajar, esforzarnos y luchar para obtener aquello que deseamos pero de una forma licita y saludable, ello mismo posibilita que nos desarrollemos y potenciemos habilidades, sin duda todo un proceso de organización y depuración se pone en marcha cuando decidimos apegarnos a la vida… a la Voluntad Divina.

Pero me gustaría focalizar la atención sobre otro punto, de forma muy particular sobre el único Mandamiento positivo (de hacer) el de Establecer cortes y leyes de Justicia, este Mandamiento en particular parecería ser muy especifico de las cortes donde se procuran los juicios o se dictan mandatos judiciales, parece muy de cosas “legales” ¿no?  Sin embargo su alcance va mas allá de los aspectos que pudieran ser evidentemente lógicos como los legales pero primero habría que tratar de entender la palabra Justicia, es que toda vez que se escucha hablar de Justicia como que habría una tendencia muy marcada para asociarlo con el rigor severo, la dureza extrema, aunque esto puede ser resultado de todos esos resabios que la religión nos dejo heredados, esa imagen de un dios cruel y despiadado que mando a su hijo a morir por los pecados de otros, esa crueldad que se manifiesta como justicia divina pero que no es mas que una forma de canalizar el mas oscuro odio, como que la palabra Justicia la asociamos normalmente con el rigor severo, cosa que deberíamos de tratar de erradicar para tener una visión con mas claridad y obtener un concepto mucho mas amplio y depurado, lejos de lo religioso.

Para cada acto existe una consecuencia, si se rompe algo debiera de ser reparado… y creo ese es el espíritu de la Justicia, el reestablecimiento del orden, de la armonía, del bienestar, no castigar por un insano deseo de ver “sufrir” a alguien, sino apuntar hacia la vida, este Mandamiento mucho mas que un concepto legal necesario, es un aliciente a retomar el buen camino a promover la paz y el bienestar, la necesaria reparación para que se asiente la armonía multidimensional en nuestra vida, la instrucción de vida que nos indica que vivir bien y con dicha es una condición elemental para todos, mas allá de una carga impositiva y un tedioso deber legal (muy al estilo de los impuestos).

En suma adherirte a los Mandamientos redunda en un control sano y positivo para tu vida ¿y porque no? también para la de los demás.

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