Archivo de la categoría: EGO

Mensaje para quienes acaban de terminar una relación

upload-in-fb-broken-heart De todos los errores que cometemos en la vida siempre habrá algo que aprendamos. Comparto dos historias concomitantes, de dos personas distintas pero unidas por una misma situación, el amor, pero nótese que este término de amor trasciende el amor novelesco o peliculesco de Hollywood para centrarse en un amor puro, que da sin esperar nada a cambio. Debido a las situaciones que estas dos personas experimentaron es que procedo a compartir lo que he aprendido de esta jornada en particular.

El verdadero amor es instantáneo pero se forma con el tiempo. Pareciera ser una contradicción verdad? Pues en realidad no lo es. Porque el amor es hacer algo por otra persona sin esperar nada a cambio lo cual bien podría darse en la primera cita o después de 20 años. A diferencia del enamoramiento, el amor es puro y directo, el enamoramiento es una enajenación mental que no obstante que es un sentimiento muy bello, tiene una etapa de locura que los italianos le llaman pazzia (se pronuncia pazzía) y que tiene que ver con ese sentimiento incontrolable que sentimos en nuestro corazón.
A diferencia de la deontología que pregona que no debemos hacerle a otro lo que esa persona no querría que le hicieran, el sinalagma que representa la regla dorada, es decir, no hacerle a otro lo que no querríamos que nos hicieran a nosotros, pone de manifiesto el hecho que cuando se trata de cuestiones en el amor, se da sin esperar nada a cambio y si la otra persona hace lo mismo y ambos lo hacen de corazón, la relación se enriquece.

En el mundo profesional del Derecho, sobre todo en la rama del Derecho de familia, se puede ver todos los días por qué las parejas se divorcian debido a que se dejaron llevar por diferentes motivos; enamoramiento desconectado de la realidad, codependencia emocional y física, búsqueda de la seguridad económica, embarazos no planeados, etc.

Por eso no sorprende ver la gran cantidad de divorcios que se dan día tras día. Hay quienes se entregan a las relaciones sin esperar nada a cambio y siguen así por mucho tiempo o inclusive toda la vida. Quizás ahora que lees estas líneas recuerdes alguna vez cuando fuiste utilizado o utilizaste a alguien; esa persona a la que le hiciste creer que la amabas pero no era cierto, porque probablemente estabas con ella por alguna de las razones que antes te mencioné pero en realidad no era tu intención permanecer con ella.

En el “amor” afloran las manifestaciones del EGO. Nótese que utilizo el término “amor” con recelo porque en realidad deberíamos llamarle relaciones interpersonales emocionales de pareja, donde una persona puede aferrarse a otra por un sentimiento de soledad; sabe que no le aman, que está siendo utilizada y aun así decide seguir en una relación enfermiza, porque su EGO le recrimina y la soledad le aterra. Se conforma con migajas, con palabras de aliento que el otro hábilmente utiliza para manipularle y que no busque otra persona que realmente le haga feliz cuando la utilizada da señales de estar a punto de marcharse; le hace promesas de castillos azules en el cielo que nunca se concretan; le habla de nuevos países a visitar y lunas de miel que no llegan, pero la persona sigue aferrada a ese otro ser sin importarle que se está destruyendo a sí misma.

Oh sí, prefiere sufrir por un sueño que se ha convertido en una pesadilla en vez de afrontar la realidad y de buscar otros horizontes. Se le olvida que la caridad comienza por uno mismo y que luego van los demás, porque quien no se da caridad a sí mismo menos podrá dársela a otros y no hay peor daño que el que uno se hace a sí mismo. Quizás recuerdes una experiencia propia o quizás fuiste tú mismo quien lo sufrió.

El manipulador guiado por su EGO es sagaz y sabe cómo utilizar las diferentes herramientas. Te culpa de sus fracasos, te utiliza, cuando ve que te vas a marchar te vuelve a repetir las promesas vacías que otrora dijera para volverte a endulzar con sus cantos de sirena y tú regresas a ese cántico para luego hundirte en el mar.

El verdadero amor de pareja es recíproco y da sin esperar nada a cambio, pero es lo suficientemente inteligente y consciente de saber que el hecho de no esperar nada a cambio no significa que deba de quedarse estancado en donde no se aprecian sus esfuerzos. No se trata de demandar y pegar gritos como un salvaje para que reconozcan lo que damos, pero tampoco se trata de entregarse por completo, a cambio de nuestra sanidad y juicio sin recibir una cuota recíproca, y es que como a bien se ha tenido de mencionar por la sagrada Torá de Dios entregada al pueblo judío, cuando el hombre y la mujer se unen se convierten en uno, por lo que la relación debe de ser sagrada.

Quien controla su EGO y da verdadero amor, no reprocha ni recrimina a pesar de las vejaciones de su consorte, pero es lo suficientemente discerniente para saber que no debe toledar esas vejaciones y que una cosa es amar sin recriminar y otra es dejar que le maltraten. No se trata de llorar por quien no nos ama, si no nos aman no nos queda otra más que partir, pero mucho cuidado con los cantos de sirena y los falsos “te amo” que pueden significar otras cosas donde hay parejas que no están por amor sino por amortización de sus deudas.

El verdadero amor implica una unión y la solidaridad es unión, por ende, cuando una persona realmente ama a otra, sabe darle su espacio, le permite ser un individuo y no deja que su EGO gobierne con celos excesivos o con deseos de posesión o de superioridad. De igual forma recuerda que una acción dice mucho más que una palabra y que se ama no por decir te amo, sino por acciones que demuestren ese amor.

Si estás pasando por una ruptura te quiero decir que no estás solo y que hay muchos en la misma situación que tú. Haz un examen de consciencia para ver si realmente amaste y si fue así entonces no te preocupes que ya vendrá quien si te aprecie y no te utilice. Dentro de ese examen analiza que no te hayas dañado por hacer algo por otra persona sin esperar nada a cambio, pues recuerda que para que te amen te debes amar a ti mismo.

Por último, si hiciste todo esto y aun así no funcionó, no te culpes, todos cometemos errores y pasamos por circunstancias que no entendemos, pero siempre hay una luz al final del túnel. Trata también, para tu próximo encuentro con tu nueva pareja, de buscar alguien similar a ti, porque en el tema del amor los iguales sí se atraen y hay muchas más cosas que compartir, asegúrate especialmente que tenga una forma de pensar parecida a la tuya y que sus creencias sean como las tuyas. Esto te evitará mucho dolor y a la vez tendrás un gran avance, porque una relación ausente de idolatría y de egolatría tiene muchas más probabilidades de sobrevivir que una que sí esté plagada de estas enfermedades.

Confort y crisis

Estamos cómodos, aún dentro de la situación precaria, inestable, con altibajos (más bajos que altis, en realidad).
Ya sabemos cómo es, tenemos alguna idea de cómo manejarnos en las dificultades.
Entonces, nos mantenemos en esa zona.

Suponemos que luego de un cambio, probablemente estemos mejor.
Pero, conjeturamos acerca de conflictos, problemas, riesgos, insatisfacciones, frustraciones, fracasos, situaciones inesperadas y desagradables,
entonces,
las fantasías de cambio para crecer se quedan allí,
en amargura, en ensoñaciones, en proyectos imaginados pero jamás intentados.

Es que el confort que tenemos, esa comodidad limitada es nuestra vieja compañera, nuestra seguridad, nuestro sorbo de cierta potencia.
Siquiera pensar en abandonarlo nos angustia, nos atemoriza.

Como dice el viejo dicho: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Y así, perduramos en lo que nos va acabando, consumiendo, quitando de la vida.

Pero a veces hacemos un gesto de cambio, como si fuéramos a dar un primer paso en la dirección anhelada.
Y hasta nos atrevimos a darlo.
Y allí, pueden ocurrir algunas cosas:
– que algo nos atraiga gratamente nuevamente a la zona de confort, y entonces digamos: “¿para qué arriesgarnos si en definitiva no estamos tan mal?”;
– que las piedras en el camino nos abrumen, para correr desesperados al amargo refugio que conocemos atrás de nosotros;
– que nada negativo suceda, pero nos amilanemos por el sorbo del éxito, entonces volvemos con la cola entre las patas a la zona de confort;
– que sigamos caminando y creciendo y fortaleciéndonos, incluso a nuestro pesar.

¿Te resulta conocida alguna de estas opciones?
En relaciones de pareja, en tus estudios, en el trabajo, en el lugar que vives, con tus vecinos, aquí o allá…
¿Te pasó algo así?
¿Algo diferente?

Entonces, la zona de confort es como un poderoso imán que nos mantiene pegados, atrapados, encarcelados,
sí, en celditas mentales,
endebles, con barrotes debiluchos sin ninguna potencia,
pero que sin embargo alcanza para tenernos sometidos, en impotencia, a merced del EGO.

A veces, “con suerte”, surge la crisis.
Un momento de cambio inesperado, no provocado conscientemente.
Hay un quiebre de la realidad anterior.
Es como un caos súbito que viene a reemplazar ese caos que teníamos organizado como orden en nuestras creencias.
La crisis irrumpe, con más o menos fuerza, avisando con voz poderosa o no.
Y allí ya la zona de confort no existe.
Estamos obligados a acompañar el cambio, como subiéndonos a nuestra tabla de surf para jinetear la ola; o podemos atarnos al ancla que nos mantiene en el sitio y situación que creemos conocer y dominar, para ser sumergidos, revolcados, atragantados y difuntos (perdiendo la vida allí o mucho tiempo más adelante).

La crisis puede ser nuestra mejor amiga.
Podría serlo.
Hay que ser consciente. Darse cuenta de los sentimientos y las emociones. Verlas, reconocerlas, admitirlas pero no dejar que nos controlen.
Apreciar nuestro lugar y rol, pero no admitir que sean otros los que decidan lo que es nuestra decisión.
Dar a la conciencia el timón para que podamos navegar el mar de cambios y llegar a un mejor puerto.

No poseemos el control total, tan solo dominamos un poquito de nuestro ser y entorno. Es en esa porción en la que debemos desplegar nuestra capacidad.

Podemos estar en la zona de confort y ser arrastrados en la crisis.
Podemos generar los cambios favorables.

Enójate para que todo marche mejor

Enójate, seguramente que así las cosas marchan mejor.
¿Cómo?
¡Qué no es así!
¿Qué dices?
Ahora que lo ves con una mirada más calma, desde otro lugar, te das cuenta que si te enojas te complicas aún más que antes… ¿no es así?
Vamos, mira bien, ¿reconoces que con tanta pasión, furia, bochinche, gesticulaciones y todo el resto de agresiones la situación se torna asfixiante, peligrosa, o extrañamente silenciosa –como si el rencor fuera atesorado para explotar en alguna otra oportunidad? ¿Te das cuenta?

Ah, pero a veces con tus gritos, amenazas, golpes, insultos, malos modos, gestos obscenos provocas que ese a quien va dirigido te haga caso… ¿no?
Puede ser tu cónyuge, hijo, empleado, amigo, colega, extraño o hasta la misma deidad a la que tú adhieres. No interesa el destinatario, siempre y cuando tu acritud y espasmos logren su cometido.
Es que así manipulas a alguien para que te sentirte de alguna forma importante, o poderoso, o que tienes la razón… solamente porque te expresas de manera, porque gritas más, porque el otro te teme, o ya saben que no vale la pena intentar dialogar contigo (o no pueden/quieren abandonarte).

Puedes sentirte victorioso, ya que tus berrinches han conseguido aquello que deseabas.
¿Cuánto costó?
¿Qué pierdes? ¿Qué pierde el otro?
Evaluando con razonamiento y mesura, ¿es un buen negocio?

Ah, dices que no te interesan todas esas cosas, sino solamente ser el que tiene la última palabra, el que manda, aquel que es satisfecho en sus necesidades.
Como un bebito, como un niñito chiquito, pero eso nada importa, siempre y cuando te satisfagas a costa de algo…

Y, ¿cuándo te enojas contigo?
¿Te pasa o pasó alguna vez?
¿Fue hacia ti que dirigiste las palabrotas, los golpes, las amenazas?
¿Es algo frecuente?
¿Qué logras con ello?

Enójate, seguramente que así las cosas marchan mejor.
¿No?

¿No al no?

Hemos trabajado en numerosas ocasiones la temática fundamental de la Comunicación Auténtica, como también compartimos acerca del valor central del preguntar.
Sigamos buceando en este océano de conocimiento para ir adquiriendo comprensión y actitudes constructivas, de shalom (interno y externo).

Es muy frecuente que nos manifestemos desde el polo negativo: “no puedo, no quiero, no me gusta, no tengo, no estoy en conocimiento, no comparto, no tengo suerte, no me alcanza el dinero“ no y más no, con sus variaciones: “nunca, nada, nadie, jamás” y por el estilo.

En ese mismo polo se encuentran las invectivas, insultos, bajezas, quejas, degradaciones, desprecios, agresiones, mentiras y todo uso similar de la palabra que no provoca un ánimo dichoso, ni brinda consuelo, ni refuerza la estima mutua, ni establece canales de flujo amable, sino todo lo contrario.

Sabemos que para el hombre la palabra es uno de los vehículos esenciales de la socialización.
De hecho, es un de los ropajes con los cuales se inviste su personalidad espiritual: pensamiento, palabra y actos.
Por si fuera poco, de acuerdo al relato sagrado, es por medio del verbo que el universo fue creado. Los dichos del Eterno fueron sucediendo.
Entonces, a través de nuestras palabras podemos crear situaciones, ubicarnos socialmente, generar una imagen que nos representa ante los demás como ante nosotros mismos.
¿Entiendes la importancia de guardar una palabra limpia y positiva?

Cuando insistes en tu impotencia, si te expresas desde el polo negativo, estás enmarcando tu existencia para encerrarte en tu celdita mental.
Por ahí es una estrategia de manipulación, para obtener influencia sobre alguien que quieres poner a tu servicio al presentarte en ese estado patético de incapacidad forzada.
Tal vez aprendiste a hacerte la víctima para obtener así alguna ventaja, sea cual fuera.
Podría ser un recurso que empleas, conscientemente o no, para alcanzar algo.
O, es con honestidad que sientes y crees ese negativismo que pones a circular a tu alrededor.
Como sea, el hablar negativo atrae negatividad.
¡Ojo!, no es una cuestión mística o mágica. No es que el pensamiento negativo verbalizado tenga un poder sobrenatural para imantar cosas oscuras, o de algún modo misterioso se fabriquen amarguras. Es simple y sencillamente una realidad psicológica, que no precisa de atarse a creencias ridículas o venerables supersticiones para existir.

¿Sería posible para ti ejercitarte para que antes de hablar escuches lo que vas a decir?
Si encuentras que usas un lenguaje negativo, ¿estarías dispuesto a transformarlo en su contrario?
Por ejemplo: “no puedo” –> “voy a hacer mi mejor esfuerzo”.
“No me gusta” –> “prefiero eso otro”.
”Soy un idiota perdedor” –> “buscaré alternativas a las que ya he intentado”.
”Otro fracaso más” –> “algo podré aprender para hacer las cosas de otra manera”.
Y así con todo el resto.

Por supuesto, a veces el NO es la respuesta única y necesaria.
NO debes temer decir “NO” cuando no es lo que corresponde.
Ni debes dejar de negarte a aquello que es perjudicial, injusto, caótico, etc.
Un solo ejemplo, si te ofrecen drogas (químicas, espirituales, emocionales, las que fueran) la respuesta debiera ser claro, corta, firme y concisa: “NO, gracias”, sin añadir más, sin excusas, sin dar espacio al tramposo para que introduzca el mal en tu vida.

Pero incluso en la oposición hacerlo desde el polo positivo.
Si lo que se precisa es un NO, no temas pronunciarlo con fuerza y claramente, ese NO es hijo del polo positivo. Pero, a veces hasta las negaciones positivas pueden manifestarse de forma positiva. Un solo ejemplo de esto: en vez de decir (una persona judía respetuosa del kashrut, o alguna de sus reglas): “no como jamón”; bien puede decir: “gracias por ofrecerme eso, pero mi dieta incluye otros alimentos”. ¿Estaría mal decir no al jamón? ¡Claro que no! Pero, ¿la otra forma permite una mayor posibilidad de construcción de un diálogo fecundo? Tal vez, habría que evaluar la situación, el momento, etc.

Recuerda, para construir shalom a veces es necesario demoler cosas, destruir. Ten presente que el límite existe y ser pasivo o proactivo en transgredirlos no es una manifestación de inteligencia o altura moral, sino lo contrario.

Quizás ahora no te quede claro cómo hacerlo, quizás te lo explique luego, pero probablemente cuando te entrenes en oírte ANTES de hablar y en modificar tu expresividad para que aflore desde lo positivo, no precises de mi explicación.

Me encantará saber tu opinión y que cuentes luego de experimentar lo que te propongo ahora. Gracias.

Influencia y unidad

Tus creencias y pensamientos pueden tener una poderosa influencia en todo tu ser, para bien o para mal.
Si crees que no puedes, probablemente no puedas.
Si crees poder, tal vez encuentres los recursos para alcanzar tus objetivos.
Si sientes que no vales, aceptarás sumisamente tu “destino”.
Si sientes que eres hijo de Dios, tratarás de llevar una vida acorde a tu dignidad.
Sí, los pensamientos/creencias son una de nuestras dimensiones, por tanto alcanzan las otras dimensiones de nuestro ser.

Al mismo tiempo, nuestras acciones ejercen efectos en nuestro ser, pero además se expanden por el ecosistema del cual formamos parte.
Es decir, no hay acciones sin consecuencias, para bien o para mal, de mayor o menor repercusión, más cercana o lejana la evidencia de tal hecho.
La inacción, el dejar de hacer lo que debiera ser hecho, también acarrea consecuencias.

Así como podemos buscar la unificación de nuestro ser, al aprender a poner en sintonía el Yo Vivido con el Yo Auténtico, podemos comprender que formamos una red de unidad con todo lo existente.
Entre los humanos la red, la unidad, se fortalece aun más por el hecho de que cada uno es neshamá, vivo conector con el Eterno, y a través de ello con todo lo creado.

En el resto de las dimensiones de nuestro ser las divergencias y separaciones se hacen evidentes, no somos el otro, lo comprobamos con nuestros cuerpos. Somos materia que no puede ser otro que nosotros. Somos una mentalidad formada de determinada manera. Ocupamos un lugar y roles. Hemos aprendido a sentir y reaccionar y lo hacemos de acuerdo a quien estamos siendo. Pero, en la dimensión espiritual somos unidad. Nos cuenta darnos cuenta, se nos dificulta vivir de acuerdo a esa imagen de unidad, pero cuando lo llegamos a hacer realidad, los conflictos caen, la necesidad de dominar también, las acusaciones y la amargura. Estamos conscientes de la otredad del otro, de sus fallos así como los nuestros, de las limitaciones, las flaquezas, pero también los logros, las bellezas, las excelentes cualidades, en fin, el todo que es y soy y estamos siendo.

Por supuesto, esto es un ideal, porque en lo cotidiano las diferencias quieren ocupar el centro.
El EGO se impone como timonel, cuando no es más que un ayudante circunstancial, lo que nos provoca amarguras varias, incluso el exilio de nuestro propio ser.

Pero, si gozamos del chispazo de consciencia de unidad y lo traducimos en construcción de shalom, sin dudas estaremos disfrutando de la Era Mesiánica, la mundial o la personal, pero Era Mesiánica.

Por ello, es necesario aprender a actuar con bondad y justicia, a pensar así.
A descartar las creencias, o darles su lugar, sin basar nuestra existencia en ellas.
Porque, las creencias tienen un componente grande de emoción y escaso de mentalidad, por ello están habitualmente del servicio del EGO.

Que el pensamiento sea de construcción de shalom, lo que atraerá acciones positivas y una reacción benéfica en nuestro entorno.
Pero, si el pensamiento se llena de decadencia, egoísmo, amargura, quejas, demandas, mandatos oscuros, violencia, ¿cómo pretendemos disfrutar de una existencia plena?

Sanidad espiritual y total (¿o santidad?)

Pasamos mucho tiempo en nuestras celditas mentales.
Pequeñitas cajitas oscuras, en las que a veces penetra la Luz.
Encerrados allí, quizás viendo con desanimo desde los barrotes hacia fuera.
Creemos estar condenados a sufrir, en soledad, un destino cruel.
Por ahí si moviéramos la puerta nos daríamos cuenta de que no está cerrada con llave, que simplemente escogemos mantenernos esclavos, amargados, amarrados a creencias, a traumas, a recuerdos, a fantasías, a esperanzas, a sentimientos, a la impotencia.
Sí, eso es lo que suele suceder, somos nosotros los que decidimos ser nuestros propios carceleros y torturadores.
¿Suena extraño?
Probablemente que sí, pero es la triste verdad.
La creencia de que te mereces ese sufrimiento, la insistencia en tus quejas desde la impotencia, la amargura de rodearte de miedos, el consuelo de imaginarte otras vidas para luego aterrizar (con suerte) y golpearte contra el muro de la realidad.
Sí, escogemos la celdita mental, a veces de manera voluntaria y activa, otras dejándonos llevar y quedándonos allí.
No te estoy hablando de cuestiones metafísicas, no hay nada místico, no son complicadas fórmulas científicas para develar tu existencia, es una sencillita descripción de lo que nos suele pasar a la mayoría de los humanos.

Aprendimos a quedarnos en la celdita.
Nos da miedo imaginarnos fuera de ella.
Preferimos esa zona confortable pero dolorosa, la de lo “malo conocido”. ¿Para qué aventurarse a sufrir aun más? Entonces, nos justificamos en nuestra impotencia, nos fortalecemos en nuestra parálisis, nos enojamos si alguien nos muestra alguna alternativa más saludable, negamos e inventamos con tal de protegernos del miedo. Mientras tanto, somos consumidos en nuestra debilidad pudiendo disfrutar de lo permitido que está a nuestro alcance.

Llámalo traumas infantiles, recuerdos de sucesos –reales o no- que sientes te han marcado, llámalo como quieras, porque el nombre no importa sino la función que cumplen esas creencias. Las de someterte al EGO, las de mantenerte encerrado en la celdita mental.

Date cuenta, así como tienes tú el poder de quedarte atrapado allí, eres tú también quien tiene el poder para darte la libertad.
¿Cómo dices?
¿Que si fuera tan fácil ya lo habrías hecho?
Bueno, por ahí no es tan fácil.
Por ahí lo es, pero tú imaginas que no entonces deja de serlo.
Todo depende de cómo valoras tu situación.

Si entiendes que solamente puedes controlar aquello que está bajo tu dominio, y dejas de desgastarte por pretender controlar lo que no controlas, quizás descubras hasta donde llega tu fortaleza y en qué radica tu debilidad.
Si aceptas y agradeces tu porción, y la disfrutas con deleite, sin por ello negarte a trabajar por algo mejor para mañana, ¿estás perdiendo el tiempo y malgastando tu bienestar?
Si comprendes que el otro es otro, con su completa otredad, y la brecha suele ser enorme, por tanto, poco y nada puedes hacer para controlarlo, ¿dejarás de manipular, de amargarte, de quejarte, de buscar que el otro cambie para que te sientas mejor?
¿Estás entendiendo la propuesta?
¿No?
Bueno, entonces sigue en tu celdita mental… si eso es lo que eliges, ¡está bien, es tu decisión!
¿Cómo?
¿Que entiendes pero te cuesta poner en práctica estas ideas tan geniales?
¡Sí, estás en la senda correcta, para lograrlo!

Si te quedas en la celdita, con los mismos miedos, algunos más activos, otros más adormecidos, no esperes que tu vida cambie por un acto de magia.
Tampoco creas que el tiempo todo lo soluciona.
El tiempo es una función del movimiento, no tiene una sustancia propia.
Si no hay movimientos de cambio hacia el bienestar, difícilmente las cosas mejoren.
Ni tampoco el pensamiento positivo solamente, o plegarias cargadas de adoración idolátrica, ni supersticiones varias, ni terapias alternadas, mientras no salgas de la celdita, o al menos des algunos pasitos hacia la puerta y la abras, no habrá bienestar…
¿Cómo?
¿Que otros pueden hacer algo para ayudarte?
¡Claro que sí, que bueno que exista gente solidaria y altruista!
Pero, ¿dónde queda tu poder en ello?
¿Quieres comer el pan de la vergüenza solamente, o estás dispuesto a hornear tu propio pan de la dignidad?
Son opciones, lo que te deje feliz y no perjudique a nadie, está bien. A nadie, lo que te incluye a ti…

Sí, puedes llamar la atención, como el niñito pequeño, para que un adulto cuidador te alce en brazos y te cuide.
Claro que puedes hacerlo, de eso se encarga el EGO.
Hasta puedes creer que tienes tanto poder que obligas a otros a hacer lo que tú podría estar haciendo con independencia y salud.

Entonces, sé libre, sé espiritual.
Unifica tus dimensiones, actúa guiado por la Luz que se esparce desde tu Yo Esencial (neshamá o espíritu). Esto no significa vestir de manera graciosa, ni llenarte de rituales, ni repetir palabras en arameo o hebreo, o saberte cada frase genial de sabios, o estar con el “amén” en la boca todo el tiempo. Sino, explorar tus capacidades, descubrirlas, desarrollarlas, y con ello unir el cielo con la tierra, unificar tu Yo Auténtico con tu Yo Vivido. Ser pleno.
Lo que te lleva a vivir en constante construcción de shalom, es decir, desde la bondad y la justicia. En cada uno de tus planos.
Seguirán los miedos existiendo, las dudas, la impotencia así como los trucos del EGO. Por supuesto que sí, porque es condición humana, normal, natural. Todo en su justa medida.
Pero, tú ya no estarás atrapado en tu celdita, sino que podrás decidir lo que es bueno y justo, leal a los mandamientos, manifestación de lo divino en lo terrenal.
Tal es la vida de santidad.
Así es una vida de AMOR.

En marcha a la libertad

caminar

En días pasados culminó la festividad de Matzot, que también es conocida como  Pesaj, es posible que como Noájida ya estés familiarizado con ella, o le conocerás también de otras formas, por ejemplo algunos pueden traerla a la memoria como “la fiesta de la libertad”, y aunque como Noájidas  no hemos de celebrarla de la forma como  lo hace nuestro hermano judío, si podemos aprender mucho de ella.

 

Rescatando una posible idea de la misma, se me ocurre que una enseñanza de la fiesta se halla en esa “marcha”, (La marcha de un pueblo hacia su libertad),  y  ella no es el fin; en realidad es el comienzo.

 

 

Es precisamente esa   “Marcha” sin reparamientos por lo que fue y no pudo ser, y sin detenerse en las ilusorias esperanzas de lo que será.

 

Apremia el momento y ello significa permitirse experimentar el sentimiento de impotencia, admitir la necesidad de sentirse libre, reconocer que el poder de faraón también es limitado, descubrir eso que nos hace diferentes pero sobre todo valiosos, y olvidarse por un momento de esos “dulces” que ofrecidos desde el Ego nos seducen para mantener viva la impotencia.

 

Empieza esa marcha para reconocernos en nuestro real y justo valor, comprendiendo que lo incontrolable a nuestra condición humana lo sigue siendo, pero que siempre hay oportunidad para volver los ojos a las alturas, para reencontrarse con Aquel que nos conoce, que comprende nuestras aflicciones o limitaciones, que sabe mas que nadie la necesidad de libertad que experimentamos y sobre todo la que necesitamos.

 

Es Él quien puede controlar lo que nosotros no podemos, pero hay que confiar.  Leíste bien “confiar”, y ello no nos exime de dejar de hacer eso que nos corresponde, o de hacer nuestra parte, entonces estaremos listos para abordar el tren, o para verle pasar… es algo que no sabemos, pero mientras tanto ya estaremos experimentando la dulce libertad, aunque sigamos marchando.

 

Que sepamos continuar esa marcha camino a la verdadera libertad.

 

¡Un abrazo!

(Como respuesta a  este post que estaría bien recordar y que recomiendo su lectura :  http://fulvida.com/2014/04/19/en-el-andn-de-la-vida/#comment-60473)

Ayudarte a encontrar el tesoro escondido

Alguien depositó, sin avisarte nada, un inmenso tesoro en el centro de tu casa, está bajo una montaña de muebles, utensilios, vestimentas.
Tú no tienes noción de su existencia, ni remotamente sospechas que eres muy rico.
Por el contrario, te crees pobre, necesitado, siempre al límite de tus fuerzas, carente de muchas cosas, buscando con desesperación aquello que sientes en falta.
Si te encontraras con el tesoro, si alguien te indicara su paradero, si tropezaras con él, si de alguna forma se hiciera presente en tu vida, ¡cuántas cosas cambiarían o cambiarías!
Pero, sigue oculto, invisible, como inexistente.
¿Eres rico o no?

Somos un Yo Esencial, una neshamá que nos mantiene en constante conexión con Dios y todo lo creado.
Esa es nuestra identidad más firme, perpetua, irremplazable.
Fuente de bienestar, recipiente de bendiciones.
Pero, nadie nos muestra su existencia.
Por el contrario, se nos insiste en que usemos máscaras, que nos identifiquemos con fugaces personajes al que llamamos Yoes. Creemos que el hacer, que el tener, que el llenarnos de objetos y vivencias pasajeras es lo que somos. Amontonamos cosas encima de nuestro Yo Esencial, lo mantenemos escondido, invisible, como si no existiera, como si no lo fuéramos.
Pero, nos arropamos con los disfraces que nos imponen, nos hacemos pasar por otros, jugamos a creernos importantes, pero cuando estamos a solas, cuando nos atrevemos a reconocernos, nos damos cuenta de que estamos como vacíos, que vivimos como pobres.
¡Siendo inmensamente ricos!

Nos llenamos de cosas, buscamos un pedazo más de pizza, otra copa de alcohol, un litro más de helado, otra prenda de vestir, una nueva TV, el celular con una “S” que se supone nos darás más “S”atisfacción, otro auto aunque el nuestro solo tenga mil kilómetros recorrido, relaciones totalmente superficiales y vacías con otros como nosotros, pedimos dioses, adoramos santos, nos llenamos de rituales, nos llenamos de cosas y más cosas, nos atiborramos, estamos hasta la coronilla de cosas, para sentirnos algo, para creernos poderosos, para no sentir miedo, para hacer de cuenta que estamos acompañados, para olvidarnos las penas, para…
Y todo ello no deja de ser confusión, caos, desorden, destrucción, sombras, obstáculos para ir descubriendo nuestra neshamá y permitir que su Luz nos alumbre y alegre.

Pero, el EGO nos asigna otras metas, ganar otra medalla, coronarnos con otro éxito, vencer otra disputa, tener la razón, adquirir otro ritual e imponernos un nuevo rigor carente de sustento, ser el que sabe y domina, luchar permanentemente, o manipular, o hacerse la víctima.
Cualquier cosa viene bien, con tal de mantener amurallada la Luz, estar absortos a nuestra verdadera identidad.

Ahí está el gran tesoro, a nuestro alcance, si quisiéramos, si nos permitiéramos ser libres de violencia, de gritos, de golpes, de gimoteos, de quejas, de afanes inútiles, de quejas vacías, de enojos, de llenarnos de cosas para sentirnos “algo”.

El EGO no es malo.
Es una función natural de tu sistema nervioso, está para ayudarte en los momentos de real impotencia, cuando no tienes otros recursos más que los primitivos que permiten la supervivencia o la llamada de atención para recibir auxilio.
Pero, cuando ocupa el sitial que no le corresponde, cuando se convierte en el capitán en lugar de ser el ayudante de limpieza, entonces es cuando el drama se desarrolla.
Sin embargo, cuando aprendemos a reconocer al EGO, a darnos cuenta de nuestras carencias, a dejar fluir lo incontrolable, a hacernos cargo de nuestra parte, a superar las pruebas del EGO, es que nos convertimos en nosotros mismos. Allí somos poderosos.
Entonces, el EGO dejó de ser un problema, EL problema, para volver a ser un ayudante provechoso. También es como la pesa que emplea el que está ejercitando para desarrollar el músculo. Es un socio en la tarea de encontrarnos y vivir a plenitud, si hacemos las cosas como debe ser.

Te propongo dejar los dramas y los papeles impuestos por el EGO, o la sociedad agobiada por el EGO.
Si te enojas, date cuenta, acéptalo, es normal, pero no actúes desde el enojo.
Si no puedes, no por ello te tildes de inútil, no te dejes caer en la impotencia, aprende a reconocer tus límites para que uses tu poder y seas poderoso.
Si te equivocas, admítelo, subsana lo que es corregible, pide disculpas si corresponde, aprende, modifica tu conducta.
Como ves, tienes otros modos para vivir, que te vayan sincronizando con tu verdadera esencia espiritual, que te permitan ser tú y no una sombra de lo que podrías ser en este mundo.

También con la ayuda del EGO, si aprendes las lecciones, entonces estarás a un paso de encontrar el tesoro que tienes escondido en el centro de tu hogar.

Juzgar meritoriamente

La Tradición judía enseña a juzgar favorablemente, en la medida de lo posible, en la máxima: “eveh dan et kol adam l’kav zjut" – “juzga a toda persona para el lado del mérito” (Pirkei Avot 1:6).

Esto no significa excusar el mal, hacerse cómplice de lo negativo, fomentar el vicio o participar del quebrantamiento del mundo, ¡de ninguna manera!
Más bien, es no apresurarse a prejuzgar, no correr a tildar nefariamente, a ser clementes en tanto procuramos la rectitud, a indagar con cautela y respeto en pos de la verdad.

Sabemos que el mundo carente de justicia se derrumba en el caos y la violencia.
Es un hecho que el amor sin el límite del rigor, o de la justicia, termina corroyendo, lastimando, avergonzando, sumiendo en la impotencia y la angustia desesperante.
Al mismo tiempo, la justicia estricta, cuando es una vara intolerante e intransigente, suele dejar de ser justa para transformarse en otra cara de la angustia y de la impotencia, una arma de corrupción y sometimiento.

Por ello es imprescindible que la bondad sea siempre acompañada por la justicia, la justicia por la bondad.
Apartar con una mano en tanto se acerca con la otra.

Señalar los errores existentes, sin menospreciar los logros alcanzados.
Elogiar los triunfos, sin esconder las faltas a superar.

Ambas caras son complementarias, al escasear una de ellas, no existe el equilibrio.

Cuando el juicio es apresuradamente estricto, una reacción automáticamente condenatoria, sin amago de prudencia ni de bondad, deberíamos inspeccionar que hay por debajo de ello.
¿Qué impulsa una conducta de este tipo?
¿Qué se esconde detrás de la dureza tirante, indispuesta a un atisbo de benevolencia?
¿Qué hay en el rictus castigador del autoritario, de aquel que ejerce con brutalidad su porción de fuerza?

Tal vez nos encontremos que encubierto o rechazado de la conciencia se encuentra una persona encorvada por el peso de su miedo, insegura, aterrada por las sombras de su impotencia.
Suele pasar que debajo de uniformes y galardones, debajo de armas y fieros gestos, debajo de griterío e insultos, debajo de golpes y amenazas, debajo de patotas de bandoleros, debajo de eso que quiere parecer como poderoso, no hay otra cosa que una persona desamparada, débil, falta de seguridad, encerrada en celditas mentales, que se siente de continuo impotente.

Cuando revelamos el interior del dictador deja de aterrorizar y pasa a dar lástima, a veces hasta risa por su pose que inspira terror pero es solamente eso: pose.
Claro, esto no disculpa un gramo las maldades que haya cometido, ni perdona el daño causado a los inocentes.
Debemos juzgar favorablemente, pero para alcanzar un juicio justo y verdadero, no para patrocinar el mal o justificar al malvado en sus andanzas. ¡Tengámoslo claro!

Solamente el esclavo del EGO, o el que se dejó arrastrar por él, recurre al grito, al insulto, a la amenaza, a la mentira, a la manipulación, al engaño, a la discriminación negativa, a la burla, al golpe, a la violencia, al acoso, al abuso, a atemorizar, a cualquiera de esas manifestaciones de un supuesto poder, que es solamente externo porque el interno es inoperante.
Solo el que está sumergido en su sentimiento de impotencia se permite esos arranques nefastos, porque quien está en ejercicio de su poder real no precisa de las herramientas oscuras para vivir en paz.

El autoritarismo es una especie de conducta compensatoriamente enfermiza para no sentir la atroz impotencia, pero que no ayuda a la persona a ser poderoso o a sentirse interiormente así.

Son varias las enseñanzas prácticas de esta sabiduría, una de ellas es darte la oportunidad de analizarte para que cuando te sientas necesitado de recurrir a las herramientas del EGO, NO LO HAGAS, por el contrario date cuenta de qué estás por hacer, detente y encuentra qué sentimiento de impotencia te ha llevado hasta allí.
¿Qué otros instrumentos para mejorar tu vida encuentras en este mensaje?