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Des-Aprender

La Real Academia indica que aprender es:

  • Adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia.
  • Concebir algo por meras apariencias, o con poco fundamento.
  • Tomar algo en la memoria.

Es una actividad que vamos haciendo desde el comienzo de nuestra vida, se supone que se continúa hasta el momento de la muerte.
Pero, esa suposición no suele confirmarse en los hechos.
Más temprano que tarde dejamos de aprender.
Nos quedamos aferrados a aquello que creemos, conocemos hemos experimentado, recordamos o nos parece recordar.
Nos dicen quien somos, que somos, como debemos comportarnos, que creer, que pensar, que no pensar, que sentir, como vivir, a que aspirar, recibimos mandatos a los que convertimos en mandamientos, en patrones de conducta inmutables. Luego damos vuelta en torno a los mismos ejes, una y otra vez repitiendo, volviendo a situaciones que ya hemos experimentado o que son muy similares. Sostenemos nuestros disfraces, los variamos apenas, y con mucha suerte. Seguimos por la ruta que nos han trazado, incluso cuando nos suponemos rebeldes que rompemos los esquemas.
Seguimos presos de los aprendizajes, de esas ideas, creencias, deseos, temores, sentimientos, mascaradas, personas, aprendizajes.

Dejamos de aprender y damos todo por sentado.
Ya no hay más preguntas, sino solamente respuestas prefabricadas, las que encajamos a como dé lugar.
Cuando se nos presenta algo que quiebra nuestro esquemas, lo tratamos de acomodar rápidamente, hacerlo comprensible de acuerdo a lo que sabemos, manipularlo hasta que se comporte según nuestra “imagen y semejanza”. Es intolerable lo que está realmente por fuera de ese marco estrecho de nuestro aprendizaje adquirido. Es peligroso, porque nos muestra inoperantes, en impotencia.
Se lo acomoda o se lo desaparece de la conciencia, sea por olvidarlo, apartarlo, negarlo, lo que fuera con tal de que no perturbe.
Preferimos la oscura celdita mental, con nuestros aprendizajes encajonados, sin novedades, sin sorpresas, sin preguntas, nada que altere la falsa calma, la falsa seguridad, la falsa estabilidad.
Porque estamos presos, enfermos, en una existencia vacía, sin embargo nuestro sentimiento de impotencia es terrible por lo que nos creemos poderosos para no hacer caso de razones, o absolutamente incapaces por lo que no valen de nada las razones. Como sea, prevalece el sentimiento de impotencia, la nulidad de nuestro ser.

Por supuesto que esto es aprovechado por todos aquellos que hacen su negocio a partir de nuestra debilidad y consiguiente desesperada búsqueda de salvación. Sean líderes religiosos, políticos, partidarios, grupales, comunales, todos los que se creen con autoridad y nos someten a sus designios. Se encargan de fortalecer nuestra necedad, oscurecernos aún más en nuestra ceguera. Las preguntas son peligrosas, corrompen, porque pueden llevar a la libertad o al menos a un atisbo de conciencia. Entonces, prohíben las dudas, condenan al que piensa por fuera del rebaño, cancelan la opción de la divergencia, se niegan a responder cuando son increpados, son amos de sus sectas con poder “divino”, sin que nadie tenga derecho ni capacidad como para cuestionarlos o siquiera comprenderlos en sus acciones.
En algunas ocasiones estos amos de la nada son más astutos y procuran que estemos sumergidos en la ignorancia, nos enseñan a ser ignorantes activos. “Aprendemos” lemas, memorizamos párrafos, repetimos con fidelidad solamente aquello que el pastor (el clérigo de la religión, secta, grupo que sea) nos enseña, y a eso llamamos “aprender”.
Si nos falta el pastor, nos entra la confusión, caemos en el caos, no sabemos qué hacer. Por ahí seguimos andando por la senda marcada, con absoluta falta de integridad, con apego inmoral al que ya no está a la cabeza. O buscamos con desenfreno a otro pastor, otra congregación de fieles, otros lemas, otras banderas, algo para hacernos sentir alguien. No podemos vivir en la duda, en la interrogante, en la soledad del que busca la verdad y construye shalom. Preferimos el abrazo falso, la risa mentirosa, la palabra hueca, la enseñanza podrida con tal de no estar fuera de la celdita mental que llamamos “yo”, “mi vida”.

Es necesario des-aprender.
Sacar la mugre de la mochila que pesadamente cargamos a nuestras espaldas.
Quitar lo inútil, borrar la memoria, hacer lugar, librarnos, tirar por la borda, y lavar y limpiar y hacer brillante nuestra mente.
Des-aprender es un paso esencial antes de estar en condiciones de aprender realmente.

Te propongo que me ayudes a formar una lista de cuestiones que debemos ir des-aprendiendo para de a poco irnos constituyendo en personas saludables, en lo que significa en verdad ser un constructor de shalom.
Nuestro pasado es diferente, cada uno carga su propia mochila, con sus propias cuestiones, sus aprendizajes, las cuestiones que debe hacer desaparecer conscientemente o las que ha de modificar para convertirlas en experiencias provechosas.
Pero, igualmente tenemos cosas en común, similares, que podemos compartir aquí para irnos dando una mano mutua en nuestro crecimiento.
Por ejemplo, un amigo de este hogar expuso lo siguiente en otro de nuestros posts:

  • A des-aprender que la Biblia sea indispensable para los noájidas: la religión de la cruz siembra el terror que sin las escrituras ‘sagradas’, el hombre no tiene rumbo -incluso yo, que no pertenecí a sectas o ser prácticamente de la tradición religiosas de mis padres, lo llegué a creer-.
  • Des-aprender que existe una entidad maligna que le hace travesuras al Creador y a las creaciones.
  • Des-aprender que no podemos levantarnos de pie y caminar por sí solos.

¿Me ayudas?
Gracias… por ayudarTE…

Parashat Behaalotejá 5772 – בהעלותך

La tercera parashá del cuarto libro de la Torá, Bemidbar/Números, que nos presenta una variada temática:

  • El diario encendido de la Menorá (candelabro de siete brazos) en el Beit HaMikdash (Templo), a cargo de Aarón haCohén y sus descendientes.
  • Consagración de los levitas como servidores en funciones sagradas del Templo.
  • Ordenanzas respecto al sacrificio de Pésaj para las generaciones, que es de naturaleza y esencia diferente al ofrendado como Pésaj en Egipto. También se establece la posibilidad, en casos de necesidad, de traer el korbán (sacrifico) un mes más tarde, en el Pésaj sheni.
  • El uso de shofarot y trompetas para dar anuncios, alertar y convocar.
  • El orden de desplazamiento del campamento de Israel. La travesía se hacía de forma ordenada y armónica, como parte del entrenamiento para la libertad y autonomía que estaban recibiendo del Eterno.
  • Los extranjeros que acompañaron a los judíos a su salida de Egipto murmuran en contra de Dios y de Moshé porque se sienten hastiados del man, el alimento de misterioso origen celestial que los nutría de forma sabrosa y perfecta. Los quejosos, a los que se sumaron algunos del pueblo, querían carne, no les bastaba con lo que desde Arriba estaban recibiendo a diario como provisión y subsistencia.
  • Dios instala el Sanedrín, Senado judío, formado por 70 representantes (y un presidente), con funciones legislativas y judiciales, para colaborar con Moshé en su tarea de conducir al pueblo.
  • Miriam, hermana de Moshé, habla negativamente acerca de cuestiones personales de éste; como consecuencia es afligida por Tzaraat, aquella enfermedad especial que hemos explicado en el comentario de las parshiot Tazría-Metzorá este año. Moshé, quien es destacado como el más humilde entre los hombres y el más leal servidor del Eterno, pide a Él por su sanación, sin guardar rencor ni penas.

El pueblo era llevado por Dios, protegido, cuidado, mimado, nutrido, aleccionado sin demasiado esfuerzo, pero parecía que nada era suficiente. Las quejas no paraban, los gemidos, lloriqueos y rebeliones. Algunas demandas son comprensibles, dada la dura situación que atravesaban y su pasado como esclavos; sin embargo, nada parece contentar al deseo de la otra esclavitud, la del Ietzer HaRá (EGO) (según el verso 11:4).

Quizás podamos entender esta perpetua insatisfacción al estudiar el siguiente pasaje del conocido pensador, autor y educador judeo-argentino, Jaime Barylko, que cuando trata acerca de las doctrinas de Sócrates concluye diciendo: “… enseña a pensar, a distinguir entre apariencia y verdad. Nos enseña que la fortuna, los bienes materiales, las riquezas, los honores, todo aquello por lo cual el hombre se desvive, son juguetes que nos divierten, falsas máscaras del ser.
El verdadero ser busca su perfección interior, el autogobierno, el aprendizaje continuo. En eso y sólo en eso consiste el bien
.”

La ilusión del poder

Decía Aldous Huxley: “Un fanático es un hombre que conscientemente sobrecompensa una duda secreta”.
No sé si estoy por completo de acuerdo con este genial pensamiento, me rechina una palabra “conscientemente”. Yo tengo la fuerte impresión que debiera ser “inconscientemente”.
Según lo entiendo, el fanático es uno que duda, que no sabe, que solamente se basa en una precaria fe ciega, que se sostiene con argumentos oscuros y falaces. No tiene paz interior, no hay luz, no hay claridad ni fortaleza. Solamente debilidad, escaso compromiso, caos interno, un infierno que lo devora desde dentro.
Duda de sí, seguramente porque no se conoce, está envuelto en disfraces y lemas, bien lejos del espejo que le devuelva la verdadera mirada.
Duda del prójimo,seguramente porque no SE conoce, entonces, menos puede llegar a conocer a otros.
Duda de sus dioses, porque no tiene de donde aferrarse que le dé calma.
Duda de todo, no confía en nada, está desesperado, aterrado, en permanente estado de abandono, con la miseria a flor de piel.
Aunque nade en dinero y placeres mundanales, abrumado está como para poder ser feliz.
No, no  hay paz en la vida del fanático.
Para el fanático la paz puede que sea una palabra del diccionario, pero nada más… ¿o quizás un sueño muy distante que lo llena de dolor? ¿O tal vez una palabra que usa como lema, como mantra, como estandarte, pero detrás no tiene vida, es solo una palabra, hueca, vacía, en agonía constante como quien la pronuncia?
Con ese sufrimiento encima, sin pausa, anda el fanático.
Entonces, de manera inconsciente se a los extremos de cualquier línea para actuar su dolor, llega a lo absurdo, allí en donde hay acciones arbitrarias, en donde no hay racionalidad ni explicaciones, solamente acciones que manifiestan poder y fuerza, pero que son solamente ilusión de poder. Solo sombras,vanidad, apariencias, actuación, porque el verdadero poder, ese que surge de la paz interna, ese que es producto del conocimiento y la humildad, ese poder no está a su alcance. Es un guerrero, que defiende la mentira radical que es su vida, aunque de tanto repetirla y sostenerla en alto la hace pasar por verdad, la llega a sentir como LA VERDAD. Pobre desgraciado, pobrecito… si no mancillara lo sagrado, si no violentara al inocente, sería digno de la más tierna compasión…
Así son todos los fanáticos, quienes de manera inconsciente van sobrecompensando su debilidad con demostraciones de fraudulento poder.
Terroristas, religiosos, racistas, partidarios, misioneros, xenófobos, charlatanes, traficantes de la fe, proselitistas rabiosos, celotes, celosos, disparatados difusores de sus enconos, neonazis, ovejas de un pastor, discípulos de un maestro “místico”, portadores de estandartes de LA VERDAD… ponle el mote que quieras, el disfraz que se te ocurra, la causa que se te antoje, todos son lo mismo, marionetas del EGO, fracasados, actores que pretenden tener el poder pero están ahogados hasta el gañote en sus sentimientos terribles de total impotencia. Podrán tener el poder temporal, pero son absolutamente impotentes en lo que realmente.

Ah, la ilusión del poder.

Dinero, fuerza, dominio, fama, subordinados, conquistas, territorio, bienes materiales, toda una farsa de poder.
Guerras de destrucción, genocidios, matanzas, violaciones, robos, pillaje, demostraciones de mucha fuerza material, pero la impotencia travestida de poder.

Se compra la alegría del momento, la sonrisa fácil, el placer que vibra y desaparece y a eso se llama erróneamente felicidad.
Pero no está en lo pasajero la felicidad.
Tampoco en la fortaleza el poder.

Se aplasta la disidencia, se acalla con griteríos las voces discordantes, se silencia al que se opone, se asesina al diferente, se lleva al extremo, todo al extremo… porque en secreto se duda, se teme, se siente impotente, se sabe que uno está parado en terreno resbaladizo, se percibe que uno no es real.

Ya lo sabes, el EGO te manipula, porque te hace sentir impotente (lo seas o no, lo seas en gran o pequeña medida), pero te hace creer poderoso (o incompetente para salir del pozo).
Tú puedes aferrarte a esa celdita y sufrir y hacer sufrir. Puedes ser un fanático, un depredador porque temes ser presa. Pero si así pasa, seguirás siendo un muñeco patético, una piltrafa, un impotente con aires de sobrador.

El camino está en construir shalom, desde dentro y de allí hacia fuera.
De unificarte, armonizar tus dimensiones, sintonizar tu Yo Vivido a tu Yo Auténtico.
La clave está en el AMOR, el real y no el de la palabra hueca.
Conócete para amarte y cuidarte, así podrás ser poderoso y no un mero fanático de la superstición o el líder que te arremolina.

Ya deja la ilusión de poder y realmente PUEDE.
En palabras del Rav Kook: “Si olvidas tu grandeza, te olvidas de ti mismo” (Orot).

El MESÍAS de tu vida

Nacemos sin sentimientos negativos, vengativos o autodestructivos; pero tampoco sin sentimientos de unidad, valoración o construcción.
No traemos programados sentimientos en el ADN, aunque se comienzan a formar ni bien estamos por entrar al mundo.
No nacemos con odio, no nacemos para odiar tampoco.
Por el contrario, nacemos por amor y para el amor, porque nuestra dimensión espiritual, nuestro Yo Esencial, es nexo con Dios y el cosmos, canal de amor, unidad sin fracturas. Tal esencia, que es AMOR, es nuestra existencia.
Ten en cuenta que cuando nuestro ropaje terrenal (nuestra conducta que son actos, palabras, actitudes, emociones) no se encuentra en armonía con el espíritu, estamos en exilio, experimentamos el fracaso, somos apartados del amor, aunque hablemos de espiritualidad, amor y cosas que suenan bonitas.

Nacemos y nuestro estado es puro; libre de toda mala intención; nadie nace para ser un hombre malo, todos nacemos para actuar con bien y justicia, para ser emisarios del AMOR.
Esa esencia permanece pura, la neshamá (espíritu) no se altera ni afecta ni por el paso del tiempo, ni por accidentes, ni por enfermedades, ni por experiencias, ni por el entrenamiento.
El “pecado” no afecta en modo alguno al espíritu ni la santidad intrínseca de la persona.
Pero, alrededor de la neshamá se forma como una costra endurecida, oscura, que tapa la irradiación espiritual, silencia la voz de la conciencia universal, nos obstruye nuestro encuentro con nuestro verdadero ser. Nos hace vivir en estado de apariencia, como actores en un mal teatro, como payasos amargados, como personajes sin más presencia que la máscara que representa.
Tal es el “pecado”, que es la desviación de la senda, el andar por caminos alternativos que nada tienen que ver con la majestuosa carretera que está preparada a nuestros pies.
Sin embargo, por más acciones perversas, por más cáscaras que nos esconden de nuestra identidad esencial, allá en el fondo permanece inalterada la neshamá.
Es nuestro Yo Esencial que resiste a todo cambio, que no muta, que no se vende al precio de la necesidad ni de la pasión.
Estamos destinados para el AMOR.
Entonces, ¿cómo comprender tanto odio, enojo, malestar, enfermedad, destrucción, violencia, acciones despiadadas, sentimientos falsos, sufrimiento? (Inquirimos sobre lo que el hombre provoca con sus acciones y omisiones, no por lo que son avatares de la naturaleza o accidentes reales).
¿Dónde está la falla?
¿Dónde se origina la ruptura?
¿Qué es lo que nos mantiene en el exilio de nuestro ser, alejados de nuestra verdadera identidad y sentido?
¿Por qué estamos inmersos en el caos, si estamos destinados al AMOR?
¿Por qué seguimos esclavizados, traumatizados, dañando y dañándonos si nuestra esencia nos impulsa a ser buenos y justos?

Al nacer nos acompañan unas funciones instintivas alojadas en el cerebro primitivo del hombre que sirven para sobrevivir a la indefensión natal.
Procuran llamar la atención para que el recién nacido reciba satisfacción a sus necesidades.
Es el grito, el llanto y el pataleo. Que alarman y anuncian la impotencia del infante, su rústico pedido de auxilio, de rescate, de anhelo por supervivir.
Cuando la atención no es alcanzada, el sistema se desconecta de las percepciones, para no seguir padeciendo y para ahorrar energía (más adelante también para fantasear o delirar con haberse sobrepuesto a la impotencia y haber satisfecho la necesidad).
Estas funciones básicas e instintivas las podemos denominar Ietzer HaRá, o también EGO.
El EGO, nuestro primer amigo que está listo para proveernos de salvación, para servir de intermediario en la satisfacción de necesidades, para aparecer como el que resuelve los miedos y aleja la impotencia.
Qué bueno es contar con el EGO en ese momento, y en los inmediatos subsiguientes (hasta alcanzar cierta maduración neurológica y aprendizajes, como para responder de manera alternativa y asertiva), así como en las ocasiones de impotencia real y cuasi absoluta, cuando estamos impedidos de elaborar alguna respuesta a las crisis o eventos peligrosos que nos ocurren.

Pero, el EGO se establece como patrón, en lugar de quedar en las sombras como último mecanismo de supervivencia.
Es oportuno esclarecer el modo por el cual el EGO se hace intruso perenne en la conducta y percepción del hombre.

Los hábitos se forman por la repetición de conductas.
Un estímulo se asocia a una determinada acción, y esta asociación se va reforzando a través de la repetición, del entrenamiento.
Se crea así una nueva entidad neuronal, un patrón de conducta, un hábito, una naturaleza incorporada que se hace propia.
Del acto se pasa a la actitud, a una forma de percibir, comprender y reaccionar ante la vida.

El niño con los mecanismos del EGO obtiene atención y con ella satisfacción a sus necesidades.
El sentimiento, real o imaginario, de impotencia se ve por momentos adormecido gracias a la manipulación que produce el EGO en la conducta de los otros.
Las herramientas del EGO manipulan a la otra persona, la hacen actuar según el propio deseo.
El bebe se siente “poderoso” de esta manera, obtiene lo que desea, llama la atención, va formando un hábito.
Llanto y/o grito y/o pataleo dan como resultado que se la atienda, que se le satisfaga.
La repetición, una y otra vez, de esto crea el hábito.
El niño ha aprendido a manipular.
Aún ni siquiera reconocer que es otro, diferente a los demás; mucho menos identifica quien es el otro, si es mamá, papá o algún dios; pero sí va marcando profundamente la huella de su hábito, forjando su futuro a través del entrenamiento constante en la manipulación.
Si lloro, pataleo, golpeo y luego también finjo, entonces voy obteniendo un cierto poder, no es realmente mío, pero es como si lo fuera. Manejo las vidas de otros, me siento en control de todo, el mundo se confabula para calmar mis angustias, abrazar mis temores y consolar mis pérdidas. Sí, el EGO me induce a creerme el centro del universo, a que si solamente pienso y pienso con ganas, entonces todo el universo se orquestará para venir a satisfacerme.
Soy un gran bebe, impedido de todo, pero que se cree en control hasta de los mismos dioses (los padres, mayores, el dios familiar, etc.).

No lo hace por maldad, es así como se va entrenando, va ejercitando su área de influencia y poder.
Aprende que a los gritos, con llantos, con golpes, enmascarando la realidad es como se obtiene lo que se desea.
Así va luego actuando por la vida, movido por su EGO. Ese mismo que le hace sentir impotente, incluso allí en donde no lo es, pero le hace creer que es poderoso.
¿Y cómo no creerse poderoso, si desde chiquito ha manejado a los otros para que corran a satisfacerle?

Nuevamente, el bebe, así como el niño pequeño no lo hace por maldad, tampoco con sentido egoísta, simplemente lo hace.
Durante un cierto tiempo no tiene otros recursos.
Solo cuenta con el EGO para llamar la atención.
Luego, cuando zonas más sofisticadas del cerebro se van desarrollando y nuevas experiencias se van incorporando, igualmente el hábito negativo ya se ha implantado.

Ya aprendió a jugar con las reglas del EGO, no con finalidad malvada, sino porque es lo que se ha convertido en su naturaleza responsiva.

A esto sumemos la sensación de impotencia que atraviesa en cada circunstancia de la vida. En las cosas cotidianas y en las extraordinarias, en las relevantes y en las insignificantes. Una tapa de bebida es muchas veces un estorbo a nuestra potencia, el no poder dormir, alguna enfermedad pasajera, el tránsito atascado, el ascensor que paró en algún piso y no viene aunque insistimos en tocar el botón, el vecino que hace ruidos, la alarma del auto que se disparó y suena toda la noche, el mosquito, el huracán, la demora del vuelo, la azafata malhumorada, la esposa antipática, el marido indiferente, la suegra siempre presente, la enfermedad mortal, la sombra perenne de la muerte… todo, a cada rato, hasta en donde no somos consciente, allí está la impotencia, real o fantaseada. Es un compañero del cual no nos podemos despegar, el sentimiento de impotencia.
La primera reacción ante esto, la que es natural, la que ha sido además incorporada con el entrenamiento del hábito, es la reacción del EGO.
El enojo, el miedo, el deseo, la manipulación.

Crecemos y aprendemos a mejorar nuestras estrategias y técnicas de manipulación.
Nos volvemos más refinados en ese oscuro arte.
Se vuelve todo un juego de hilos de marioneta, mascaradas, antifaces, un ajedrez mortal y real.
A las reacciones directas, evidentes, visibles (llantos, golpes, gritos todos ellos con sus derivados), se les suman las que son sutiles: la agresión pasiva, el echar culpas, el pretender que otro se haga cargo, la queja indirecta, la amenaza que no es manifiesta sino velada que llena de miedo e irritación.
Sí, terrible el poder del hacer lo posible para que el otro siente culpa allí en donde no tiene responsabilidad; tal como dramático es mantener relaciones sostenidas en el miedo (recordemos viejas enseñanzas que ya hemos dado acerca de los cinco miedos básicos).

Pero… ¿dónde está el mal en todo esto?
Podemos admitir egoísmo (atender el propio interés sin importarle lo que ocurre con los demás o el entorno), egocentrismo (creerse el centro del mundo y despreciar lo que ocurre a los demás), egolatría (veneración religiosa de uno mismo) quizás, ¿pero maldad?
Esto no parece maldad, aunque las actitudes y conductas sean chocantes, deplorables, desprovistas de solidaridad.
En fin, no es lo mismo egoísmo y sus primos a maldad… ¿o sí?

De hecho, los sabios reconocen que hay un fondo de bien en la existencia del Ietzer HaRá, cuando al respecto dijeron: "En el Génesis (1:31) cuando dice "es bueno" hace referencia a la tendencia buena del ser humano, en tanto que cuando dice que "es muy bueno", hace referencia al Ietzer HaRá, para enseñarnos que si no fuera por esta inclinación, la persona no construiría su casa, no desposaría mujer, ni tendría hijos" (Kohelet Rabá 3:16).
Así pues, en la mirada de los Sabios no solamente es bueno para el niño pequeño que su cerebro reptiliano (base neurológica del EGO) esté activo, sino que es también necesario en la vida adulta. Tiene su función, si faltara estaríamos incompletos, puesto que nos permite ser completamente humanos, con nuestra lucha interna, con nuestras tendencias opuestas, con nuestro afán por satisfacer nuestras apetencias narcisistas naturales.

Entonces, ¿de dónde surge el mal en la persona?
Tal vez un aforismo de Michel de Montaigne nos dé una idea: "Ningún hombre esta exento de decir tonterías; la maldad consiste en decirlas deliberadamente.".

Es decir, el mal surge cuando escogemos actuar de acuerdo al EGO y/o causando daño injustificado a otro (u otros, o al ambiente).
Ser egoísta no es malo, tampoco es bueno. Pero cuando la actitud y/o acto egoísta me lleva a causar perjuicio innecesario, entonces es malo.
Querer mi propiedad, no tiene nada de malo; pero si para conseguirla robo, mato, lastimo, estafo, miento, etc., entonces ya pasa a ser un acto malo.

De aquí podríamos sacar numerosas conclusiones, algunas que podrían llevarnos muy lejos del camino ético, de construcción de shalom que proponemos para todas las personas sin excepción.
Por lo cual, debemos considerar un patrón de medición que no se vea alterado por el EGO, ni por el propio ni por el social.
Este patrón inalterable son los Siete Mandamientos Universales, que son la línea de base, la raíz, el piso indispensable para la vida moral y ética.
En realidad, son la enunciación divina de la ética espiritual que Él ha implantado en el corazón de cada persona.
No es un código impuesto desde fuera, no es algo ajeno a la persona, sino que es parte de nuestro “sistema operativo”, venimos de fábrica con la ética que se corresponde a los Siete Mandamientos.
El EGO, tanto el personal como el social, puede desdibujar la realidad y hacernos sentir al código noájico como “Ley” elaborada por rabinos, como normas de conducta “religiosas” que se nos insta u ordena cumplir, como otra forma más de “nueva espiritualidad”; pero ciertamente no son así.
Son parte de nuestra esencia espiritual, venimos con ellas en nuestro ser.
Al vivir de acuerdo a ellos (los gentiles) están encontrando el sendero a su verdadera identidad y no una máscara más que se recoge de fuera y se inyecta al interior y se la fuerza a ocupar el lugar del propio rostro.
Que se entienda, para el gentil el código noájico es el modo de recuperar su identidad, de evaporar las ataduras del EGO, de encontrar la armonía interna-externa, de sintonizar el Yo Vivido con el Yo Auténtico.

Tal sería la idea que está detrás de la afirmación legislativa de Maimónides, cuando expresa: "Todo gentil que reciba para sí el cumplimiento de los siete mandamientos y sea cuidadoso con ellos, es uno de los justos de las naciones del mundo, y tiene su porción en el Mundo Venidero. Esto es así siempre y cuando los reciba y los cumpla pues tal ordenó el Eterno en la Torá y manifestó a través de Moshé, nuestro maestro, que desde antiguo los benei Noaj (noájidas) estaban obligados a ellos. Pero, si los hace a causa de que les parece razonables (y no las asume como obligaciones de origen divino), entonces no se le puede considerar como justo de las naciones del mundo, sino un seguidor de sus sabios.” (Mishné Torá, Hiljot Melajim 8:11).
Si el noájida actúa éticamente, vive conforme al código noájico, pero sin admitir su origen divino, entonces está muy bien, es una gran persona, pero no logra alcanzar la cima de su nivel espiritual a la que podría arribar. No logra desplazar por completo su EGO y permitir que gobierne el AMOR. Porque vive la ética de los sabios, las instrucciones buenas y justas de los hombres que le precedieron y supieron enseñar modos de vida saludables. Sin embargo, para lograr la sintonía de su Yo Vivido con su Yo Auténtico, es menester que admita el origen divino del código noájico y lo viva a pleno. Cuando así hace, es un “justo de las naciones”, alguien que vive a través de su ética natural, originaria, que irradia de su esencia espiritual.
Entonces, vivir una vida ética sin admisión del origen divino, está bien, es algo meritorio y de inmenso valor.
Pero vivirlo la vida ética aceptando que es de origen celestial, entonces es dar un paso más, ascender más, perfeccionar su existencia más. Ojalá y fuera lo común para toda la humanidad.

Pero, lo común es manipular, es vivir a la sombra del EGO, en celditas mentales, temerosos, echando culpas, jugando jueguitos perversos, agrediendo, violentando, usurpando, disfrazándose, huyendo de la realidad (escapando de sí mismo).
Se tiene al EGO como un dios, como EL dios y como un redentor y salvador, como EL mesías.
Sobre estos temas ya hemos trabajado anteriormente, son muy importantes, por eso te invito a que busques, encuentres, leas, estudies, critiques, preguntes y lo incorpores a tu vida.

El EGO queda al mando de tu vida.
Vives sumergido en sentimiento de impotencia, manipulas, sientes miedo, escapas, disfrazas tu realidad, buscas dioses fuera, o líderes fuertes, cosas a las cuales aferrarte (supersticiones, religiones, partidos políticos, hinchadas deportivas, equipos deportivos, etc.) que te hagan mitigar tus pesadillas y angustias.
Tristemente nos recuerda el sabio proverbista: "Lo que el impío teme, eso le vendrá; pero a los justos les será dado lo que desean." (Mishlei / Proverbios 10:24).
Así es querido amigo, lo que el EGO te lleva a temer, suele ser lo que te sobrevendrá. Si te escapas de la soledad, manipulas para no estar solo, te escondes del aislamiento, terminarás tarde o temprano solo, aunque estés rodeado de gente. Aunque hagas cualquier sortilegio y fórmula mágica pretendiendo controlar a tu dios y de ese modo milagrosamente te sentirás controlando al universo, terminarás avasallado por las fuerzas que no puedes controlar… si ni siquiera puedes controlar lo que sientes, cómo te sientes, cómo te sometes al EGO…
Y así con cada pesadilla que se te cruce, tarde o temprano se hará realidad. A no ser que cambies la pisada, que evapores al EGO, que vivas de acuerdo al AMOR.

Espero que hayas entendido nuestro planteo de cómo funciona el deseo "religioso" en las personas, lo que los lleva a vincularse tóxicamente con sectas, adherirse a grupejos religiosos, someterse a religiones "oficiales", degradarse en todo tipo de extravíos.
Con ello, de manera retorcida, buscan el poder, poder para no angustiarse más con el sentimiento de impotencia, poder para controlar el destino, poder sobre la muerte, poder sobre sus dioses, y creen sinceramente (en muchos casos) encontrarlo. Pero es solo ilusoriamente, es mentira que nace de la desconexión con la realidad que produce el EGO. Es falso poder. Similar falso poder de los imperios que dominan por la fuerza de las armas, de las mafias que atormentan con su violencia, de los grupos de influencia que dictaminan orientaciones con manejos económicos, etc.
Detrás de todas estas máscaras de poder, detrás de todos estos uniformes de dominio, hay hombres débiles, paupérrimos, desgraciados, temerosos, incapaces de vencer a su EGO.
Gente pendiente de lo que otra gente ve, opina, juzga, critica, proclama, denuncia, reclama, ordena, manipula.
Un viene y va, jueguito recíproco de manipulaciones, en donde alternativamente podemos ser víctima, agresor o salvador. Y vamos dando tumbos, buscando salvadores, salvando o agrediendo y detrás de estas tres imposturas, siempre el EGO.
Ya lo dijo el enorme sabio, luz para su nación y las naciones, el Rav Kook: “hay gente libre que tiene alma de esclavo y hay esclavos que están sus almas llenas de libertad; quien confía en sí mismo es libre, en tanto que el que está pendiente de la aprobación y beneplácito de otros, es un esclavo.
Todos nacimos para ser libres, solamente atados a los mandamientos del Eterno.
Pero allí, en medio, se interpuso el EGO. Éste nos lleva a buscar a quien manipular y por quien ser manipulado. Si viviéramos con confianza en nuestra misión sagrada, con amor y respeto por nuestra identidad, con aprecio a nuestro legado, entonces no estaríamos en derrota, en exilio, esclavizados. Pero, no confiamos, no amamos, no respetamos, no cuidamos, y por ello nos sometemos. Nos amparamos en dogmas y doctrinas, creencias y religiones, filosofías e idealismos, proponemos dar otras mejillas pero alzamos las armas, clamamos por paz pero estamos manchados de sangre, nos envolvemos con rituales pero carecemos de solidaridad. Es una imagen que se repite, una y otra vez, en cada época, en cada lugar. Desde antaño los profetas la denuncian y profetizan: "Dice el Eterno: ‘¿De qué Me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
Cuando venís a ver Mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis Mis atrios?
No traigáis más ofrendas vanas. El incienso Me es una abominación; también las lunas nuevas, los shabatot y el convocar asambleas. ¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos, Yo esconderé de vosotros Mis ojos. Aunque multipliquéis las oraciones, Yo no escucharé. ¡Vuestras manos están llenas de sangre!
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de Mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.
" (Ieshaiá / Isaías 1:11-17).

Así dice el profeta, dice Dios.
Basta de ritualismo, de religión, de rigidez falta de humanidad.
Seguir los mandamientos es lo correcto, tanto los que conciernen a la relación del hombre con Dios, como a los que son de relación entre personas.
No sirve hacer como aquellos dogmáticos, religiosos, que se ponen enfáticos en los mandamientos que vinculan con Dios, en las cosas rituales, que abruman con detalles y menudencias. Pero, a la hora de tratar con el prójimo, son descarados, vergonzantes, agresivos sin necesidad, maltratadores, etc.
Así no marcha la cosa, pues ambos modos de mandamientos son requeridos.
Pero el EGO, ah el EGO, ese astuto amigo de la infancia hace ver las cosas a través de su lente distorsionada.
Hace presumir de poder, hacer creer que se controla a Dios con sacrificios, cánticos e inciensos, como si a Dios se lo comprara con espejitos de colores.
El EGO que lleva a creerse el centro del universo, el amo de Dios.
Es el que nos hace despreciar al prójimo, vivir en desarmonía.
Y no, eso no sirve. Eso lleva al mal.
Tal como relata el profeta.
No el mal etiquetado por la sociedad, o el que uno valora como tal, ni el de los filósofos.
El mal según criterio de Dios y expresado en Su Torá y explicado por los maestros que tienen el conocimiento y la virtud para aprender y enseñar.
Así pues, hay que arrepentirse, es decir, volver a la senda correcta.
Dejar el pecado, que quiere decir desvío del camino correcto, cosa que produce el EGO.

El mismo Rav Kook, que ya mencionamos, instruye: “el primer arrepentimiento (o retorno) es que el hombre se perdone a sí mismo (o también: vuelva a sí mismo).
Comencemos la construcción de Shalom por nosotros mismos, dejando de lado la identificación con las máscaras del Yo Vivido y encontrando el rumbo hacia nuestro Yo Auténtico.
Perdonemos, perdonémonos, aprendamos a vivir mirando el aquí y ahora con bondad y justicia, sin olvidar el pasado, sin vilipendiar el futuro, pero aprovechando a pleno este momento y este lugar. El presente es el único tiempo que existe, el único real, el único para disfrutar.

Gracias a Dios que el Noajismo no es una secta o religión, tampoco una filosofía o un compendio de leyes. Noajismo es la humanidad en su plenitud, en su integralidad.
(Tal como el judaísmo lo es para esa porción minúscula de la humanidad que se denomina Familia Judía).
Noajismo es el camino de regreso a casa. Es la herramienta sagrada para hacer de este mundo un paraíso terrenal. Es el modo que Dios ha dado para que cada uno salga del exilio espiritual y alcance su tierra prometida personal, la Era Mesiánica propia, el Mesías en su vida.
Con acciones concretas, absteniéndose del mal, haciendo el bien.
Pero también cultivando la interioridad, construyendo shalom desde dentro, dejando la discordia por la empatía.

Es triste saber que la inmensa mayoría de los humanos (gentiles y judíos) están desconectados de su esencia, en desequilibrio, realmente enfermos en su multidimensionalidad. Están abrumados por el EGO, alicaídos en sus emociones, corrompidos en sus creencias y anhelos, machacados por el miedo y el deseo que nace del EGO.
Es doloroso saberlo, porque son hermanos, gente cercana, hijos de la misma Familia.
Mientras estas personas están en el exilio espiritual, desconectados de su esencia, el Exilio se resiste a morir. No hay Era Mesiánica, porque tantos hijos están fuera de la senda, en caos, desafinando en la sinfonía cósmica.
Si bien nuestro propio EGO nos puede impulsar al enojo, al reclamo amargo, a la disputa inútil, a la agresividad innecesaria, así no se resolvería nada, sino que se acrecentaría el drama.
Por tanto, comencemos construyendo shalom en nuestro interior, admitiendo sus posturas, que aunque erróneas y lastimosas son las que ellos consideran válidas.
No respondamos desde el EGO, sino desde el AMOR.
Para ello debemos cultivarnos, trabajar en nosotros, romper el primado del EGO en nuestra vida, así podremos tender lazo de unificación con nuestros hermanos y con los extranjeros también.
Es el largo camino de regreso al hogar, de restablecer el paraíso terrenal como antaño, como nunca fue en la realidad.
En unidad, armonía, resplandor, amor.
Somos unidad, aunque la manifestación física nos haga separados y diferentes y hasta divergentes.
Encontrar el nexo que nos une, es el camino del AMOR, aquel que debemos estar dispuestos a andar.
Sin por ello olvidar que existen leyes, normas, mandamientos que no siempre son suaves, no siempre vienen con caricias, en ocasiones son severos y con penalidades duras. Es parte de la vida en Este Mundo, que hemos de aceptar y así trabajar por construir Shalom, con luz y con sombras. Pero siempre construyendo shalom.

Texto que aconsejo leer y estudiar con detenimiento: http://serjudio.com/cterapia/cab060808.htm

Hay que saber actuar para ser hipócrita

En “El Gran teatro del mundo”, de Calderón de la Barca, Dios reparte a todos los humanos los papeles de la comedia y sus respectivos disfraces con estos versos:

¡Venid, mortales, venid,

a adornaros cada uno,

para que representéis

en el teatro del mundo!

Existe una gran similitud entre el mundo en el que vivimos y el escenario de un teatro. Cada uno de nosotros, los que pasaron y los que vendrán, representamos un papel. En los inicios del teatro griego, un único actor representaba los diferentes personajes de la obra, para ello se valía de máscaras, enormes máscaras que le daban las características necesarias para representar cada papel. Así nace el concepto y la palabra “persona”, de prósopon, máscara en griego.

Detrás de las máscaras se oculta la verdadera identidad. En esto consiste la esencia de la hipocresía. Palabra derivada del término griego hypokrisía, que hace referencia a la representación de un papel en el teatro, lo que exige en el actor fingimiento, simulación, doblez, en definitiva, falsedad. Para los griegos, la hipocresía era un arte, “el arte de desempeñar un papel teatral”.

Con el tiempo, el término cambia su sentido. Los escritores cristianos de la Edad Media, le dan una forma más clara y precisa. Se enfocan en la falsedad de la interpretación teatral del hipócrita, quien finalmente es alguien que finge sentimientos diferentes a los que realmente experimenta, con el objetivo de engañar. De este modo, llegamos a la acepción actual del término: cualidad o actitud del que finge bondad, virtud o disposición favorable hacia alguien, que en verdad no tiene.

Brenda Yenerich-Artículo Publicado en el DC de Cariló

En el andar noajida, que no es otro que el andar de la vida, encontraremos personas que nos querrán seducir con apariencias de piedad y nos ofrecerán distintas razones para que sigamos sus pasos o para justificar su andar. Cuidemonos de quien se muestra extremadamente bondadoso o extremandamente antipático. Por lo general, cuando alguien produce dicho efecto, algo no está bien.

Noajismo puro YA.

Bondad a prueba de ego

Abraham el primer Patriarca hebreo es el reflejo claro de una cualidad muy noble y edificante, es usual encontrar comentarios o alusiones de dicha cualidad, se ha vuelto tan común y a la vez trillado hablar sobre dicha característica del Patriarca, sin embargo creo que aún hay lo que decir acerca de ello.

Según la tradición (Judía) el Patriarca Abraham tenía la característica de apresurarse para hacer el bien, y el patriarca no solo se apresuraba para hacer el bien sino que buscaba la oportunidad para poder hacerlo.

No te hagas problemas,
hay tantos que solamente es cuestión de recogerlos.

Pero lo mejor, es dejarlos pasar, concentrarte en lo que hace crecer y vivir para ser constructor de Shalom.     Yehuda Ribco

Hay algo que llama la atención en cuanto a la manera de conducirse de Abraham, después de haber estudiado algunos de los escritos del More sobre el ego, hay algo en la conducta del Patriarca que resalta.

Pero para entenderlo primero habría que preguntarse algo.

¿Cuál era la urgencia del enorme Abraham en apresurarse a hacer el bien, para que buscar ayudar a los demás?

Una de las técnicas más efectivas para sobreponerse al ego es aceptar la existencia de los sentimientos negativos (ego), reconocerlos pero derivar inmediatamente hacia acciones positivas, hacer, hacer, hacer cosas positivas, esa es la manera más efectiva de romper el dominio nefasto del ego sobre nuestras vidas.

Siendo así, entonces estas más que claro el por qué Abraham buscaba ocasión para beneficiar a los demás de forma totalmente desinteresada.

¡CLARO! Así dejaba al ego reducido a su mínima expresión, él no le daba tregua al ego tal vez ni siquiera le daba la oportunidad de manifestarse, pues estaba completamente abocado en realizar acciones en favor de los demás.

ENCAUZAR LA ENERGIA HACIA LA CONSTRUCCION DE SHALOM, y utilizar esto como un fuerte inhibidor de las manifestaciones negativas del ego.

Al Patriarca le llaman la personificación misma de la bondad, porque cada día estaba abocado en hacer el bien (destruir su ego), con todas sus acciones positivas dejaba al ego reducido A SUS FUNCIONES NORMALES.

Esta evolucionada conducta del Patriarca, es un reflejo claro (aunque amplificado) de todo lo que se viene exponiendo aquí en fulvida con respecto al ego.

Así también la felicidad, la verdadera. Es un producto que resulta de un estado del ser, de un entrenamiento para superar las limitaciones del EGO.

Resplandece cuando la persona vive a plenitud el aquí y ahora, especialmente en los actos de bondad generosa, en el dar sincero, sin esperar nada a cambio. Cuando se beneficia en verdad a otro, por su bien, sin esperar nada, absolutamente nada.

Un gran ejemplo para emular, el poblar de espiritualidad la vida, buscar la ocasión de ayudar a los demás y hacerlo solo porque así estamos hechos, a imagen y semejanza del Creador del mundo.

Referencias

http://fulvida.com/fortalecimiento/pensamiento/el-consejo-diario-166

http://fulvida.com/id-noajica/identidad/alegra-secreta

El consejo diario 383

Detente,
respira,
observa qué es lo que estás por hacer,
analiza de donde proviene esa conducta,
admite tus sentimientos oscuros,
perdónate por ser frágil,
escoge una alternativa que sea constructiva,
construye Shalom.

Este es el consejo principal, el fin del reinado de la manipulación, el declive del EGO.

Religioso-espiritual

El religioso da "diezmo" para recibir doble, triple, por mil… boleto de ingreso al paraíso.
El que sigue el camino espiritual da caridad por amor al prójimo, por empatía, porque es algo bueno y noble.

El religioso reza para obtener poder, cree que así controla y manipula a su dios, a la naturaleza, a los otros.
Quien anda por el sendero espiritual reza para estar en armonía interna y externa, consigo, con el prójimo, con Dios.

El religioso espera convertir a todos a su fe, los de fuera son herejes, son malignos, hijos de algún demonio.
El que construye shalom aprende, aunque cueste, que hay que tener paciencia, ser compasivo, comprensivo, educar con la propia conducta, que la verdad no es algo para imponer sino para encontrar. Todos portamos el EGO y debemos lidiar con él, no por ello somos enfermos, malvados o pecadores sin “salvación”.

El religioso ama los disfraces, los ritos, la parafernalia, el ruido, el creer que controla y que posee el dominio, la violencia activa o pasiva.
Quien vive conectando su multidimensionalidad trata de unificar sus instancias, perfeccionar su carácter, ayudar al prójimo, controlar lo que puede y lo que no lo deja fluir, entrar en contacto profundo con el Eterno, sin volteretas, sin malabares porque no los precisa.

Ah, dos mundos por completo diferentes.
Yo prefiero el de la multidimensionalidad, aunque no sea el más fácil en apariencia, aunque no convenza ni sea “exitoso”.
¿Tú que escoges?

DIOS presente

El ser espiritual necesariamente es ser agradecido con quien corresponda.
El agradecimiento es básico para una vida de belleza mutidimensional.

El ritualista quiere y se empalaga con ritos.
El religioso meter a su dios en todo, como un mecanismo mágico de controlar todo.

Pero el que vive de modo espiritual hace con su conducta que Dios (el Uno y Único) sea una presencia constante.
Cuando está solo, cuando está con el prójimo, con el extraño, en las ocasiones prescritas por la tradición, en lo cotidiano, la presencia de Dios está ahí, porque el hombre está por completo ahí.

Así podemos comprender las palabras del inspirado salmista:

"(TEH. 16:1) [Mictam de David] Guárdame, oh Elokim, porque en Ti me he refugiado.
(2) Oh alma mía, dijiste al Eterno: ‘¡Tú eres el Señor! Para mí no hay bien aparte de Ti.
(3) Para con los santos que están en la tierra, y para con los íntegros, es toda mi complacencia.’
(4) Se multiplicarán los dolores de quienes se apresuran tras otro dios. Yo no ofreceré sangre (de sacrificio), ni con mis labios mencionaré sus nombres.
(5) Oh Eterno, porción de mi herencia, y mi copa, ¡Tú sustentas mi destino!
(6) Los linderos me han tocado en lugar placentero; es hermosa la heredad que me ha tocado.
(7) Bendeciré al Eterno, que me aconseja; aun en las noches me corrige mi conciencia.
(8) Al Eterno he puesto siempre delante de mí; porque está a mi mano derecha, no seré movido.
(9) Por tanto, se alegró mi corazón, y se gozó mi lengua. También mi cuerpo descansará en seguridad.
(10) Pues no dejarás mi alma en el sepulcro, ni permitirás que tu justo sea corrompido.
(11) Me mostrarás la senda de la vida. En Tu presencia hay plenitud de gozo, delicias en Tu diestra para siempre."
Tanaj: Tehilim / Salmos 16 (Español)

Analiza el salmo teniendo en cuenta lo que te expresé recién, más todas las instrucciones que hemos ido formulando al respecto del EGO, y podrás comprender, vivir.

Para continuar estudiando: http://serjudio.com/rap1851_1900/rap1867.htm

Alimentando la vida – Iom Ierushalaim

Querido hermano noájida.
Este texto lo escribí especialmente para el público judío de serjudio.com, pero considero que se encuentran en él muchas enseñanzas que pueden ser oportunas y beneficiosas para los noájidas.
Te lo presento a continuación.

Compuso amargamente el salmista al ver el exilio del alma, la ruptura de Israel:

¿Cómo cantaremos las canciones del Eterno en tierra de extraños?
Si me olvido de ti, oh Ierushalaim [Jerusalén], que mi mano derecha olvide su destreza.
Mi lengua se pegue a mi paladar, si no me acuerdo de ti, si no ensalzo a Ierushalaim como principal motivo de mi alegría.
Acuérdate, oh Eterno, de los hijos de Edom, que en el día de Ierushalaim decían: »¡Arrasadla! ¡Arrasadla hasta los cimientos!»"

(Tehilim / Salmos 137)

Para muchos judíos de la actualidad (incluso para residentes en Eretz Israel), Ierushalaim es una ciudad más. Como Tel Aviv o Haifa, o tal vez Amberes y Kioto. De hecho, puede llegar a oírse que se preguntan con sinceridad: ¿Por qué habría de celebrarse el día de Ierushalaim y no el de Beer-Sheva o de Eilat?  En efecto, una ciudad como cualquier otra. Con sus añejas historias, sus variopintas mezclas, su sensualidad exótica, sus promesas incumplidas, sus pozos y sus paisajes, sus ruinas y sus glorias. Cosmopolita, heterodoxa, nacional y del mundo. Una más. Ignorada y desconocida. Sí, así la ven muchos judíos de la actualidad a la capital eterna del pueblo judío.

Para otros, es una ciudad "menos".
Poco trascendente para sus vidas personales, sin contacto en su agenda nutrida de vanidades importantes, sin memorias que ser evocadas, sin sabores ni aromas que desde lo profundo reclaman un lugar… nada… un nombre lejano, extraño, ajeno, vagamente susurrado, que atemoriza, conflictiva ciudad para mencionar ante el vecino gentil poco amante del judío y los judíos.
Una ciudad de otros, religiosa, universalista, falta de paz, carente de luz, sin el glamour de otras urbes, un sitio desértico, oriental, triste, feo, viejo, gastado… peligrosa de visitar.
No, Ierushalaim no es una opción válida para siquiera soñar con morar en ella.

Para otros, Ierushalaim es Ierushalaim… y todo explicado.

Pero, ¿qué puede estar sucediendo con esos que no reconocen la especial esencia y personalidad de este lugar’
Ocurre, al parecer, que tal como el libro de Tehilim/Salmos es un extraño para muchos judíos, así lo es también la ciudad por la cual nuestros ancestros lloraban y penaban desconsolados en el Exilio. Ya no es el corazón del alma, ni el alma del corazón. No se dirigen los rezos hacia ella, ni los anhelos por verla en plenitud, reconstruida, con vida. Ya no ocurre como con nuestros antepasados que sinceramente se dolían hasta el punto de sentir extrañeza de su propio cuerpo, como si fueran exiliados dentro de sí mismos si es que llegaban a desvirtuar la centralidad de Ierushalaim en sus existencias. Ierushalaim era superior a ellos, a sus egoísmos, a sus grandezas. Ierushalaim era el centro del mundo, hacia donde ojos y corazones se dirigían en rezos, por la cual se soñaba y se clamaba, el hogar perdido y tan añorado. Esa ERA Ierushalaim.
Ierushalaim lo era, pues, aparece hoy puesta en un lugar muy lejano dentro de las prioridades de muchos.
¡Hasta se pretende comerciar con su dignidad!

Un día, de no hace tanto atrás, los clérigos reformistas pretendieron desnucar el cuerpo del judaísmo quitando a Ierushalaim de las plegarias. Ya no sería más la capital añorada, ya no se elevarían peticiones por su restauración, ya sería abandonada toda pretensión mesiánica y de renacimiento nacional judío. El “iluminismo” trajo aparejado el oscurantismo del Yo Auténtico de la nación judía. En su desesperado intento por asimilarse, por ser judíos culturales, por despojarse de su identidad, se sumaron a los que borran el sano deseo de la redención judía del yugo de sus opresores. Trabajaron en pos de la asimilación, forma oculta de solucionar el antisemitismo a través de la desaparición, del esfumar la identidad judía, de desjudaizar a los judíos. Allí se fue también Ierushalaim a la sombras, a la negación.

A esto se le sumo luego la politizada y obtusa posición de algunos sectarios ortodoxos, eternos pedigüeños de esto y aquello, apabullantes demandantes de privilegios, aferrados a sus “pastores” quienes se niegan a ceder un centímetro de su poder, ciegos ante el maravilloso milagro del renacer de la nación y el pueblo de Israel. Más afanados en sus interpretaciones oblicuas, en sus adoraciones de milagreros de cuento, en sus EGOs desbordados de piedad supersticiosa, en su apetito desmedido por limosnas en vez de crecer de manera digna y armoniosa. Carentes de toda empatía o sensibilidad para con su prójimo, judío o gentil, que no alcanza el nivel de “excelencia” por ellos fraguado. Para estas personas es también la Jerusalén terrenal una casa extranjera, un hogar diaspórico, un gueto europeo trasplantado al medio oriente. No, para estos sectarios existe la Jerusalén mítica, celestial, desconectada de toda realidad, dibujada a imagen y semejanza de sus EGOs en plena algarada. Son capaces de abrazar al asesino de Irán, al asesino de los árabes que se dicen “palestinos”, de denostar a los judíos “sionistas” (sea lo que ello implique en sus mentes angustiadas), pero dudosamente muevan un dedo para mejorar su propia situación o la de sus verdaderos hermanos: los otros judíos.

Otros ajenos, que son judíos al menos de origen, no ven santidad en ninguna parte, ni afirmación de la identidad nacional, ni derechos históricos, ni nada que otorgue a la nación de Israel su lugar dentro de Ierushalaim. Para esta gente, por lo general de izquierdas, toda Jerusalén es árabe, toda la tierra de Israel está poblada por imperialistas judíos que no tiene siquiera derecho a la existencia, sino tan solo a desaparecer. Proclaman los lemas del imperialismo árabe-musulmán con total desparpajo, pero seguros de ser guerreros atrevidos en contra del imperialismo yanqui.

Vemos que no solamente los hijos de Edom despotrican en contra de Ierushalaim y están sedientos de sangre, de destruir la ciudad cordial. También dentro de los hijos del pueblo están los que la desprecian y manifiestan su deseo de arrasar con Ierushalaim. Hacen de Israel tierras de extraños, se hacen ajenos a ella, y desprecian a Ierushalaim.

Y sí, hay otros judíos, al menos de origen, que procuran desestabilizar el nexo sagrado de los judíos con su capital eterna, pero como muestra basta los que mencionamos.
Es triste, mucho, saber que estos miembros de la santa Familia Judía están desconectados de su esencia, en desequilibrio, realmente enfermos en su multidimensionalidad. Están abrumados por el EGO, alicaídos en sus emociones, corrompidos en sus creencias y anhelos, machacados por el miedo y el deseo que nade del EGO.
Es doloroso saberlo, porque son hermanos, gente cercana, hijos de la misma Familia.
Mientras estas personas están en el exilio espiritual, desconectados de su esencia, el Exilio se resiste a morir. No hay Era Mesiánica, porque tantos hijos están fuera de la senda, en caos, desafinando en la sinfonía cósmica.
Si bien nuestro propio EGO nos puede impulsar al enojo, al reclamo amargo, a la disputa inútil, a la agresividad innecesaria, así no se resolvería nada, sino que se acrecentaría el drama.
Por tanto, comencemos construyendo shalom en nuestro interior, admitiendo sus posturas, que aunque erróneas y lastimosas son las que ellos consideran válidas.
No respondamos desde el EGO, sino desde el AMOR.
Para ello debemos cultivarnos, trabajar en nosotros, romper el primado del EGO en nuestra vida, así podremos tender lazo de unificación con nuestros hermanos y con los extranjeros también.
Es el largo camino de regreso al hogar, de restablecer Ierushalaim como antaño, como nunca fue en la realidad.
En unidad, armonía, resplandor, amor.

Ahora, detengámonos un poco y preguntemos juntos:

¿En qué se basa la distinción (sinónimo de santidad) de esta ciudad?
¿Acaso son sus edificaciones lo que se añora hasta la muerte?
¿Acaso es su clima y atmósfera lo que ancla en ella a las nostálgicas poesías?
¿Acaso son sus ásperos habitantes los que transforman a esta ciudad en el seno cálido al que se recurre?

Dios ha distinguido a esta zona del orbe con una cantidad mayor de santidad.
Dios ha elegido una de sus montañas (Moriá) para establecer su Santo Templo. Y sabemos que Dios no es humano para cambiar de parecer, por lo que, estando o no el Templo en pie, la designación de lugar consagrado es a perpetuidad (Mishné Torá, Hiljot Beit HaBejirá 6:15). En tanto la Tierra exista, Ierushalaim es el sitio escogido por Dios, para que "Su nombre repose allí" (Devarim/Deuteronomio 12:11).
Dios ha observado con atento amor los avatares de este minúsculo y rocoso punto del Universo, desde el mismo comienzo de la Creación.
Pero más aún, la ha otorgado a los Hijos de Israel, como heredad perpetua, cual corazón de la tierra que nos ha prometido (Devarim/Deuteronomio 25:19).

El ser humano es un ente conformado por sus diversas dimensiones, es imposible existir apartado de ellas, somos cuerpo, emociones, sociedad, mente y espíritu. Somos todo ello, así estamos hechos.
De manera similar ocurre con la Tierra de lo Santo (Tierra Santa, según dicen erróneamente los cristianos), que en realidad se debería reconocer que es Tierra Y Santidad. O tal vez, la santidad de la tierra. O tal vez una tierra que propicia el despliegue de la santidad. Como sea la combinación, una sin otra no es posible.
Tierra que desarrolla sus potencialidades cuando se la combina con el Pueblo que le es propicio: el Pueblo de Israel. Es decir, la Tierra de Israel cuando fue Canaan o cuando fue apodada como Palestina, era un yermo (Vaikrá/Levítico 26:33), un erial (Ieshaiá/Isaías 64:9), guarida de zorros y alimañas, un territorio hostil, al punto de "vomitar a sus pobladores" (Vaikrá/Levítico 18:25); en tanto que, cuando es habitada por sus herederos (judíos), y estos actúan de acuerdo a los cánones de la Torá, entonces, la Tierra cobra el esplendor que Dios le ha designado como propio (Ieshaiá/Isaías 65:18,19).
Éste es un testimonio moderno de lo que profetizó la Torá hace milenios al respecto de la vitalidad de la tierra que depende de la presencia de SU pueblo, Israel:

"No hay ni una aldea solitaria a través de toda la extensión (valle de Jezreel, Galilea); no por treinta millas en cualquier dirección… Uno puede recorrer diez millas en la región sin ver un alma viva. Para experimentar el tipo de soledad que causa tristeza, ven a Galilea… Nazareth es abandono… Jericó yace en desolada ruina… Bethlejem y Bethania, en su pobreza y humillación… desposeídas de toda criatura viviente… Una región desolada cuyo suelo es rico, pero completamente despojado de todo… una expansión silenciosa, lúgubre… una desolación… Nunca vimos un ser humano en todo el recorrido… Difícilmente se ve un árbol o un arbusto en algún lado. Incluso el olivo y el cactus, aquellos amigos del suelo árido e indigno, han desertado… Israel yace en silicio y cenizas… desolada y desamorada…".
Mark Twain, "The Innocents Abroad", 1867

No, esa no debería ser la descripción de la Tierra de lo Santo.
No, algo está fallando si así acontece.
Ese terruño debiera estar florecido, lleno de vida, irradiando energías de bienestar hacia todos los puntos cardinales.
En visión del profeta:

“Israel brotará y florecerá,
Israel llenará las caras del mundo con frutos…”
(Ieshaia/Isaías 27:6)

La Tierra de Israel (con su dosis de santidad) que abarca los límites establecidos por Dios en su Torá, digamos que es como el cuerpo de "Israel"; en tanto que Ierushalaim, más que una entidad política-religiosa-histórica-social, es el espíritu de "Israel".
¿Qué ocurre cuando la unión indefinible de cuerpo y espíritu se quiebra? La muerte.
Ahora podemos comprender que las palabras del salmista (137), no son simples metáforas inspiradas por el hado profético; son verdades materializadas: la acción pierde fuerza; la palabra enmudece; la existencia del judío carece de real vida lejos de Ierushalaim, desarraigados de la fuente de su vida en esta tierra.
Ni Israel sin judíos, ni judíos sin Israel.
E Israel siempre con su corazón espléndido, con Ierushalaim rebozando de vida, de sonrisas, de plegarias, de trabajo, de productividad, de enseñanzas, de bondad, de justicia… ah, la Era Mesiánica, que para algo es tan esperada. No para doblegar a enemigos, ni para enseñorear a una nación sobre otras, sino para que la Luz del Eterno alumbre cada rincón y la vida tenga sentido y trascendencia. Que finalice el exilio del Yo Auténtico, apabullado por las máscaras y cáscaras del EGO, que retorne la esencia al trono de la existencia. Ah, la Era Mesiánica verdadera…

Hallamos una evidencia de esto en la bendición posterior a la comida, que es una de los mandamientos de la Torá (Devarim/Deuteronomio 8:10).
Esta plegaria consta de cuatro bendiciones centrales:

  • por el alimento;
  • por la Tierra de Israel;
  • por la vitalidad de Ierushalaim;
  • y por la completa paz (integridad) otorgada por Dios.

Para la persona razonable, surge entonces una pregunta obvia: si la bendición exclusivamente es por la comida, ¿por qué se ha incluido las menciones a Israel y Ierushalaim?
Se comprende el principio y el final, pues se reconoce el bien de obtener el alimento y que esto provee de satisfacción, lo que es parte de la integridad, del bienestar. Pero, ¿qué tiene que ver Israel y Ierushalaim en el medio?

Una de las respuestas podría ser la siguiente.
Los judíos pueden obtener su sustento material a lo largo y ancho del globo terráqueo, tal como el resto de las criaturas de Dios. Verdad que agradecemos en la primera de las bendiciones (hazan et acol).
Pero, si los judíos habitan en la que es SU Tierra, entonces, el sustento tiene un sabor extra, adicional. Es la tierra que Dios consagró para los judíos la que está trabajándose para que produzca el pan, el bienestar. No es cualquier tierra, aunque se la ame y respete, sino LA tierra de Israel, aquella a la que Dios encadenó el alma de Israel.
Así que, la segunda bendición (al haaretz veal hamazon), la que menciona la estrecha unión entre Israel la Tierra y el Pueblo, es un necesario peldaño en la correcta gratitud a Dios, que provee los alimentos, en cualquier sitio pero especialmente en el hogar milenario y ancestral.
Luego, al recordar la vitalidad de Ierushalaim, se añade el objetivo, la meta, a esa alimentación, que se espera procurar de la Tierra Santa. Alimentos que sirvan para la vida, para el espíritu, y no sólo para el deleite y el engorde.
Es decir, la tercera bendición (bone berajamav Ierushalaim) esclarece todo el sentido de agradecerle a Dios por la comida ingerida: que la persona continúe viva y saludable, provechosa y útil, para estar en un estado físico adecuado como para cumplir con los mandatos divinos.
Bendiciendo por la comida, y habiendo aprendido esto que mencionamos, el acto de comer se transforma en un hecho pleno de significados profundísimos, que permiten conectar a la persona, a través de cada bocado degustado, directamente con el Eterno.
No es comer nutrición del cuerpo, sino también posibilidad para que la persona haga algo trascedente durante su vida. Que se edifique una Ierushalaim, que se unifique en sus dimensiones, que esté en armonía interna y externa, que resplandezca su Yo Auténtico a través de su Yo Vivido. Que el hombre sea pleno, no cáscaras vacías, máscaras sin identidad. Que la nutrición haya permitido construir shalom y no solamente mantener en funcionamiento el organismo físico y las dimensiones que compartimos con las otras especies terrenas.
Que se reedifique Ierushalaim y el trono de David vuelva a sus herederos, esto simboliza que finalice el reinado del EGO para que domine el AMOR, que la persona esté en integridad, completa, en Shalom.

Ahora entendemos un poco más incluso el midrash (Tanjuma 10):

“Israel está en el centro del mundo, Ierushalaim está en el centro de Israel”.

Cada uno es un círculo concéntrico, de mayor santidad, de mayor identidad espiritual.

Aquí la tercera bendición da paso a la cuarta, la del Shalom.
Porque, es entonces, por último, que podemos bendecir a Dios por la integridad, que en hebreo es similar a shalom (paz), pues, se ha llegado a la cúspide del trabajo conjunto, de la armonización dimensional que incumbe todo desde cuerpo hasta espíritu, con el natural, simple y necesario acto de nutrirse. Nos unificamos, encontramos la manera de ser uno.
A través de elevar lo natural, por medio de dar trascendencia hasta la conducta más instintiva, es que escalamos hasta la cima, aquella en la que es posible reconocer a Dios en todos nuestros caminos, incluso en lo que aparenta ser pedestre y tosco. O para ser más exactos, precisamente en lo cotidiano, en lo que es corriente, en lo que no resalta por su “santidad”, precisamente allí es en donde más podemos descubrir la santidad de lo terrenal.

Ahora quizás podemos comprender una de las causas por las cuales en día de semana es costumbre recitar el mizmor (salmo) 137 antes de comenzar con el bircat hamazon (bendición posterior a la comida).
¿Cómo? ¿Que aún no comprendemos la relación entre este salmo, Ierushalaim y la alimentación?
Reiteramos, entonces: para el judío su comida es integralmente significativa (nutritiva para cuerpo y espíritu), si es obtenida e ingerida en Israel, y con la vitalidad de Ierushalaim restaurada, es decir, Ierushalaim vivida por y entre judíos. De otra manera, la comida es sólo combustible para continuar respirando y andando sobre la tierra…
Es también un símbolo cabalístico, de cómo debiera proceder el ser humano a elevar las chipas de luz sagrada que están en cada creación. Así el mundo es espiritual, el espíritu es mundano. La vida terrena es paradisíaca y el paraíso es fruto de nuestras acciones mundanales.
El pan espiritual que alimenta todo el ser, en su multidimensionalidad.
Pero, si comenzamos a menoscabar, si erradicamos a Ierushalaim, si nos olvidamos de la tierra propia, si nos contentamos con migajas, con el mero hecho de pasar por esta vida… ¿qué estamos viviendo si no una vida ficticia, una mala obra de teatro?

Si releemos el comienzo de este artículo podremos constatar una trágica realidad: en tanto el Beit HaMikdash -el Templo- sea una añoranza, los residentes en Israel pueden sentir que viven en "Israel", pero, en verdad, permanecemos todos aún en el Exilio. El exilio material, pero también el metafísico. Estamos en desarmonía entre nuestras máscaras y nuestra esencia, el Yo Auténtico aún no dirige la orquesta de la sinfónica del Yo Vivido.
Israel continúa en un desgraciado exilio pleno de materialismo, y de consumismo…que consume a sus habitantes (Bemidbar/Números 13:32).

Israel ha comenzado su renacimiento, gradual, en etapas.
Su cuerpo ha revivido, también sus emociones, con altos y bajos su medio social y el mental están encaminados. Están cobrando vida.
Falta aún el despertar espiritual, la toma de conciencia de la plenitud, el reinado del shalom.
Estamos solo en el comienzo, aún falta un poco más.

Pero, el momento del renacer de Israel está próximo.
Con la reconstrucción del Santuario del Eterno, con la elevación de la Ierushalaim terrena a su condición de Ierushalaim celestial, podremos, toda la humanidad, gozosamente celebrar una época de verdadera vida en armonía (Ieshaiá/Isaías 52:7). Con Israel en su Tierra. Con Israel con su Pueblo. Con Israel y su Torá.
Y diremos:

"Prorrumpid juntas con gritos de júbilo, oh ruinas de Ierushalaim [Jerusalén], porque el Eterno ha consolado a Su pueblo; ha redimido a Ierushalaim… Alegraos con Ierushalaim, y gozaos con ella, todos los que la amáis. Regocijaos, todos los que estáis de duelo por ella"
(Ieshaiá / Isaías 52:9; 66:10)

Artículo modificado del originalmente publicado hace décadas en mi antiguo sitio DARJEY NOAM: http://serjudio.com/dnoam/iom_ierushalaim60i.htm