Existe una gran enseñanza acerca de la niñez. Un niño es inocencia pura, y esa inocencia forma parte de los fundamentos de la vida. Si nacieramos como adultos, preparados para las exigencias de la vida, nunca experimentariamos la magia de la niñez, la licencia para explorar la vida con los ojos bien abiertos. La niñez nos da la oportunidad de pasar de lo sublime a lo cotidiano, de lo grandioso a lo rutinario.
Así que la próxima vez que pases tiempo con tu hijos – o cualquier otro niño – no tomes tal experiencia a la ligera. Mira al chico/a detenidamente y date cuenta: Dios te ha dado este regalo para nutrirlo y cuidarlo, para enseñarle buenos hábitos y la diferencia entre lo correcto y lo no correcto. Tu actitud hacia este niño y las sensibilidades que le impartas será cruciales para su buen crecimiento y cómo influenciará a otros. Más importante: Permite a tu niño ser él, a tu niña ser ella, permite que ellos te enseñen a vivir de manera significativa.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste un charla de corazón a corazón con una persona más jóven que tu acerca de los asuntos de la vida? Una charla acerca de nuestro lugar en el mundo y lo que se supone debemos hacer con nuestra vida. Sentémonos calmadamente con nuestra familia, con nuestros niños, y hablamos acerca de nuestras vidas y aspiraciones.
Pero recuerda, sin amor, nuestra influencia será incompleta e incluso destructiva. Amor significa sensibilidad – no a nuestras ideas y estándares, sino a los de nuestros niños, y más importante, a los de Dios (en nuestro caso, los Siete Mandamientos dados a nuestro ancestro Noaj).
Como padres y maestros debemos recordar ser humildes, desarrollar el trato con humildad. No somos la fuente por excelencia de orientación e información, sino vehículos por los cuales pasa el conocimiento Superior. ¿Cómo podemos ser arrogantes al dispensar este conocimiento? Deberiamos sentirnos bendecidos por tener la oportunidad de enseñar a nuestros niños. Sobretodo recordemos esto: Las palabras que salen del corazón entran al corazón. Como padre y maestro, debes ser congruente con lo que dices, y debes ser un ejemplo viviente de lo que enseñas.
ishlei / Proverbios 19:3)
Desde la perspectiva Divina la grandeza del carácter no se mide por no sentirse atraído hacia lo malo, sino por nuestra capacidad de controlar dicha atracción. Alguien que posee grandes capacidades en determinados asuntos será «probado» con una serie de situaciones ilícitas que demandarán de él mayor auto control. Por ejemplo, aquél que ha levantado su economía desde cero deberá manejarse con mayor honestidad en sus asuntos que alguien que toda su vida ha dependido de un empleo. Otro ejemplo seria aquél que la vida lo dotó de atracción física, tiene mayores oportunidades para actuar de manera promiscua, que aquel que nació exento de belleza física.

Los Sabios de la Luz, los que celosamente han resguardado la Verdad, incluso con sus vidas, enseñan que está prohibido que un no judío aprenda Cabala en general, así mismo han enseñado que está prohibido que un no judío aprenda Talmud en general.
Muchos lo conocen como el mejor motor de búsqueda, otros lo admiran por su avasallante crecimiento, para otros es un ejemplo a seguir por su forma de aparecer, desarrollarse, operar, innovar y sorprender a todos. Una empresa que nació en 1998 es hoy día un ícono en todo el mundo, y sobre todo, una de las organizaciones más respetables por su forma de operar en cada uno de sus unidades de negocio.
Hoy en día se hace imperante saber qué maestro elegir, puesto que PARECIERA que una ‘autoridad’ invalida la otra. Permíteme sugerirte unos sencillos pasos que pueden probar la legitimidad de tu maestro:
A causa del hambre espiritual son cientos de miles las personas que eligen alimentarse con alimento que no beneficia sus vidas, tales como religiones, sectas, movimientos espirituales, adicción a las drogas, estudio de cabala. El fiel cumplimiento de los mandamientos dados a Noaj es el único camino que lleva al Creador, ya que únicamente ellos son la pieza que une a Dios y su obra, como dice la Escritura: «…El Eterno creó los cielos y la tierra»