La Renuncia

He renunciado a ti. No era posible

Fueron vapores de la fantasía;

son ficciones que a veces dan a lo inaccesible

una proximidad de lejanía.

 

Yo me quedé mirando cómo el río se iba

poniendo encinta de la estrella…

hundí mis manos locas hacia ella

y supe que la estrella estaba arriba…

 

He renunciado a ti, serenamente,

como renuncia a Dios el delincuente;

he renunciado a ti como el mendigo

que no se deja ver del viejo amigo;

 

Como el que ve partir grandes navíos

como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;

como el perro que apaga sus amorosos brios

cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

 

Como el marino que renuncia al puerto

y el buque errante que renuncia al faro

y como el ciego junto al libro abierto

y el niño pobre ante el juguete caro.

 

He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;

como esos granujillas otoñales,

con los ojos estáticos y las manos vacías,

que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías…

 

He renunciado a ti, y a cada instante

renunciamos un poco de lo que antes quisimos

y al final, !cuantas veces el anhelo menguante

pide un pedazo de lo que antes fuimos!

 

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.

Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;

desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.

La renuncia es el viaje de regreso del sueño…

Andrés Eloy Blanco.

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