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Resp. 1068 – Mi padres tiene mi esposa pero no se que hacer

ManuelLM  nos consulta:

hace poco me entere que mis padres habían arreglado por medio de un acuerdo tiempo atrás quien sería mi esposa. Nos conocemos, y ella está encantada, pero a decir verdad no estoy seguro.
Gracias More Yehuda rico por su ayuda shalom un abrazo.
me maunel madrid tengo 22 años soy de portugal ciudad de faro

Buen día, le damos una calurosa bienvenida y agradecemos que participe activamente en la construcción de Shalom.

Si bien en la antigüedad y en algunas culturas actuales eran frecuentes los matrimonios “arreglados”, lo esencial es que ambos participantes se escojan libremente, voluntariamente, por amor verdadero y no mero enamoramiento, por desear remar juntos hacia un mismo puerto, por ser complementarios, por quererse y respetarse, por asumir la responsabilidad y el compromiso de tratar de vivir construyendo shalom juntos la mayor parte del tiempo posible.
Es una elección personal de ambos, de la novia y del novio, que no debe, ni puede, quedar a cargo de otras personas.
Por supuesto que la gente opina, argumenta, propone, aconseja, se inmiscuye, pero está en cada uno tomar la decisión de dejarse llevar por los otros o por lo que sea mejor para la persona y la probable pareja.

Entonces, si usted conoce a la joven y ella a usted, si del lado de ella pareciera haber acuerdo, está andado la mitad del recorrido.
Ahora tiene que tomarse usted su tiempo, el que sea necesario y justo, para que valore lo que siente, lo que piensa, lo que puede llegar a ser la vida en pareja con ella, el rol FUERA de la pareja que tendrán los padres suyos y de ella, qué tipo de familia querrán formar, qué tan comprometidos con la identidad noájica estarán, etc.
No se deje presionar, ni por los EGOs de fuera, ni por el suyo.

Le deseo lo mejor, y si hay boda, se aceptan invitaciones para toda la gran familia que somos FULVIDA.

Que sepamos construir Shalom.

Moré Yehuda Ribco

 

 

Para enviarnos sus consultas.

Churros para Feliz Séptimo

Para nosotros los noajidas  el Feliz Séptimo es el  equivalente al Shabat de nuestros hermanos judíos, por esta razón es bueno hacer en ese día algo especial, no tenemos la obligación de hacer un ritual en particular pero como su nombre lo dice nos merecemos  un día feliz, y si hay algo que nos aporta felicidad es ,entre otras cosas, comer algo rico, seguido por qué no de una buena bebida, una película entretenida , una salida con amigos, o con la familia en fin procurarnos buenos momentos.

Parte importante de esa cena especial que gusta a grandes y chicos es el postre, me gustaría compartirles una receta practica y riquísima que les garantizo los hará quedar bien y si se animan a hacerla , seguro la vuelven a hacer. Me refiero a los churros, prácticos, ricos y con la carga de dulce justa para esta  ocasión especial.

¿Que vamos a necesitar?

Fácil, una olla, un bowl, un sartén profundo, una espátula preferiblemente  de madera, una manga pastelera o bolsa y una boquilla rizada.

Ingredientes:

1 taza de agua

2 tazas de harina de trigo

2 huevos

1 cucharadita de vainilla

1 pizca de sal

50 gramos de mantequilla o manteca

Aceite abundante

Dulce de leche o arequipe c/n

Chocolate c/n

Azúcar c/n

Preparación:

1º poner a hervir el agua, con la pizca de sal, la vainilla y la mantequilla

2º cuando la mantequilla este derretida, agregar de golpe la harina cernida y poner el fuego bajo

3º con la espátula mezclar con fuerza hasta que la masa se despegue de la olla, eso no es mucho unos dos minutitos.

4º  pasar la mezcla al bowl y allí agregarle de a poco los huevos, batir con fuerza. Obtendrán una masa suave

5º precalentar el aceite en el sartén, y mientras colocar la masa en la manga pastelera, con la boquilla rizada puesta previamente. si no tienen, usen una bolsa ziploc o cualquier otra que sea gruesa.

Cuando el aceite este bien caliente, apretar la manga hasta obtener un churro como de unos 10cm y a freír, es bastante rápido, sacar y espolvorear con azúcar

Servir con dulce de leche y chocolate para dippiar

Para la próxima semana haremos ponquecitos o cupcakes es muy sencillo y son deliciosos.

PD: amigos si conocen variantes de esta receta o tienen alguna idea para hacerla más rica, no duden en comentar aquí abajo y por favor anímense a hacerla! Grandes y pequeños lo agradecerán jejeje

La berajá del saba

Shalom javerim y javerot.
Que sepan abrirse para recibir en ustedes todas las brajot min hashamaim.
Esta semana es leída la parashá Vaieji, la que finaliza el sefer Bereshit en su ciclo shnatí de keriat haTorá  kehiljatá.

Poco antes de partir a su mundo, Iaacov Abinu les da una berajá a sus nejadim benei Iosef: Efraim y Menashe.
En una de sus partes menciona el tzadik: «Sean ellos llamados por mi nombre y por los nombres de mis padres Avraham e Itzjac» (Bereshit / Génesis 48:16).

Resulta llamativa este jelek de la berajá.
Por lo general esperamos que se desee que la persona sea conocida por SU nombre, que sea reconocida por sus hechos, y no por el nombre del padre, del zeide, o de la mishpoje.
Como cuenta el viejo maise jasídico, aquel en el que ruv llama al bojer y le dice: “Ingale, ¿quién sos vos?” Y el muchacho le dice: “El hijo de Moishe”. El ruv contesta: “No, ingale, te pregunte quien sos vos, no quien es tu tate.” El muchachito dice: “Ah, pero soy el nieto de reb Fischel”. Y el ruv contesta: “Nischt git, tampoco te pregunto quien es tu zeide… te pregunto quien sos vos”. Y el yungel dice: “Ah, entendí… soy carnicero…”. El ruv lo corta y le dice: “Que quién sos vos, no de qué trabajas”. Y así sigue el geschichte tan famoso.
Se espera que se nos conozca a nosotros, por nuestros actos, por quien somos, por lo que hemos logrado en nuestra jaim, llena de emuna, de bitajón, de maasim tovim, de mitzvot. No por los méritos o la fama del aba, o del saba, o la mishpajá. Tampoco por el gelt que hayamos cosechado, o los trofeos acumulados.

Entonces, ¿cómo entender que Iaacov Abinu haya hecho la berajá pidiendo de Boré Olam que los jóvenes sean llamados por el nombre suyo y de los otros Abot Israel? ¿No hubiera sido mejor, más coherente con la mesoret hakodesh, que dijera algo así como “Que sean llamados por vuestros nombres, tal como lo han sido vuestros oirim”?

Una de las teshuvot posibles es la siguiente.
La educación de los hijos debe provenir de dos ramas: la escuela y el hogar.
Ambas, el schole y el eimish, se complementan, se nutren, se coordinan para fortalecer y engrandecer a los niños en su identidad. En todos los planos de existencia. En todos los olamot de su ser.
Cuando una de estas patas falta o renguea, la otra no puede soportar toda la carga y puede ocurrir el descarrío, Rajmana litzlan.

Entonces, lo que estaría diciendo el tzadik en su berajá se puede entender como: Im irtze Hashem ustedes crecerán pero no se apartarán del derej de sus abot. Tendrán broje y haztloje, sus logros y sus éxitos, alcanzarán sus metas, serán ustedes, pero en todo momento se mantendrán unidos y firmes gracias a las enseñanzas de sus melamdim y de sus altren. Habrá ajdut y iejidut, tehilá y netzaj. La gente los verá a ustedes, los reconocerá a ustedes, pero no dejarán de confirmar su pertenencia a la mesorá de Israel, el tener el ijus con sus mayores.

Esa es una gran berajá, sin dudas. Porque le encomienda a los ingelach a no solamente ser “yo”, sino que también encontrar la armonía interna, aquella que los conecta con su neshome y con Boré Olam a través del kibud orim umorim.

Si tú ya tienes banim y banot, ¿estás educándolos para que sean armoniosos, benditos, llenos de dicha, saludables y que además mantengan en alto el kesher pnimí contigo y la shalshelet hazaav de su mesorá?
¿Te encargas de que reciban el jinuj indispensable?

Es una ocasión para el jeshbón hanefesh y hacer tikún en caso necesario.

Queridos javerim, shalom uberajá.
Tizku leshanim rabot y ver al mashiaj bimeerá beiameinu amén.

TU HIJO ES UNA BUENA PERSONA (parte 2)

Ah, los hijos… he aquí la continuación del texto  Extractado del libro  Bésame mucho  escrito por   el Dr.Carlos González, pediatra.  ¡Espero lo disfrutes!

TU HIJO ES UNA BUENA PERSONA (parte 2)

 
Tu hijo sabe ceder 

Jordi duerme en la habitación que sus padres le han asignado, en la cama que sus padres le han comprado, con el pijama y las sábanas que sus padres han elegido. Se levanta cuando le llaman, se pone la ropa que le indican, desayuna lo que le dan (o no desayuna), se pone el abrigo, se deja abrochar y subir la capucha porque su madre tiene frío y se va al cole que sus padres han escogido, para llegar a la hora fijada por la dirección del centro. Una vez allí, escucha cuando le hablan, habla cuando le preguntan, sale al patio cuando le indican, dibuja cuando se lo ordenan, canta cuando hay que cantar. Cuando sea la hora (es decir, cuando la maestra le diga que ya es la hora) vendrán a recogerle, para comer algo que otros han comprado y cocinado, sentado en una silla que ya estaba allí antes de que él naciera.

Por el camino, al pasar ante el quiosco, pide un «Tontanchante», «la tontería que se engancha y es un poco repugnante», y que todos los de su clase tienen ya. «Vamos, Jordi, que tenemos prisa. ¿No ves que eso es una birria?» «¡Yo quiero un Totanchante, yo quiero, yo quiero…!» Ya tenemos crisis.

Mamá está confusa. Lo de menos son los 20 duros que cuesta la porquería ésta. Pero ya ha dicho que no. ¿No será malo dar marcha atrás? ¿Puede permitir que Jordi se salga con la suya? ¿No dicen todos los libros, todos los expertos, que es necesario mantener la disciplina, que los niños han de aprender a tolerar las frustraciones, que tenemos que ponerles límites para que no se sientan perdidos e infelices? Claro, claro, que no se salga siempre con la suya. Si le compra ese Tontachante, señora, su hijo comenzará una carrera criminal que le llevará al reformatorio, a la droga y al suicidio.

Seamos serios, por favor. Los niños viven en un mundo hecho por los adultos a la medida de los adultos. Pasamos el día y parte de la noche tomando decisiones por ellos, moldeando sus vidas, imponiéndoles nuestros criterios. Y a casi todo obedecen sin rechistar, con una sonrisa en los labios, sin ni siquiera plantearse si existen alternativas. Somos nosotros los que nos «salimos con la nuestra» cien veces al día, son ellos los que ceden. Tan acostumbrados estamos a su sumisión que nos sorprende, y a veces nos asusta, el más mínimo gesto de independencia. Salirse de vez en cuando con la suya no sólo no les va hacer ningún daño, sino que probablemente es una experiencia imprescindible para su desarrollo.

 
Tu hijo es sincero 

¡Cómo nos gustaría tener un hijo mentiroso! Que nunca dijera en público «¿Por qué esa señora es calva?» o ¿Por qué ese señor es negro?» Que contestase «Sí» cuando le preguntamos si quiere irse a la cama, en vez de contestar «Sí» a nuestra retórica pregunta «¿Pero tú crees que se pueden dejar todos los juguetes tirados de esta manera?»

Pero no lo tenemos. A los niños pequeños les gusta decir la verdad. Cuesta años quitarles ese «feo vicio». Y, entre tanto, en este mundo de engaño y disimulo, es fácil confundir su sinceridad con desafío o tozudez.

 

 
Tu hijo es un buen hermano 

Imagínese que su esposa llega un día a casa con un guapo mozo, más joven que usted, y le dice: «Mira, Manolo, este es Luis, mi segundo marido. A partir de ahora viviremos los tres juntos, y seremos muy felices. Espero que sabrás compartir con él tu ordenador y tu máquina de afeitar. Como en la cama de matrimonio no cabemos los tres, tú, que eres el mayor, tendrás ahora una habitación para ti sólito. Pero te seguiré queriendo igual». ¿No le parece que estaría «un poquito» celoso? Pues un niño depende de sus padres mucho más que un marido de su esposa, y por tanto la llegada de un competidor representa una amenaza mucho más grande. Amenaza que, aunque a veces abrazan tan fuerte a su hermanito que le dejan sin aire, hay que admitir que los niños se toman con notable ecuanimidad.

 

 
Tu hijo no tiene prejuicios 

Observe a su hijo en el parque. ¿Alguna vez se ha negado a jugar con otro niño porque es negro, o chino, o gitano, o porque su ropa no es de marca o tiene un cochecito viejo y gastado? ¿Alguna vez le oyó decir «vienen en pateras y nos quitan los columpios a los españoles»? Tardaremos aún muchos años en enseñarles esas y otras lindezas.

 
Tu hijo es comprensivo 

Conozco a una familia con varios hijos. El mayor sufre un retraso mental grave. No habla, no se mueve de su silla. Durante años, tuvo la desagradable costumbre de agarrar del pelo a todo aquél, niño o adulto, que se pusiera a su alcance, y estirar con fuerza. Era conmovedor ver a sus hermanitos, con apenas dos o tres años, quedar atrapados por el pelo, y sin gritar siquiera, con apenas un leve quejido, esperar pacientemente a que un adulto viniera a liberarlos. Una paciencia que no mostraban, ciertamente, con otros niños. Eran claramente capaces de entender que su hermano no era responsable de sus actos.

Si se fija, observará estas y muchas otras cualidades en sus hijos. Esfuércese en descubrirlas, anótelas si es preciso, coméntelas con otros familiares, recuérdeselas a su hijo dentro de unos años («De pequeño eras tan madrugador, siempre te despertabas antes de las seis…») La educación no consiste en corregir vicios, sino en desarrollar virtudes. En potenciarlas con nuestro reconocimiento y con nuestro ejemplo.

 
La semilla del bien 

Observando el comportamiento de niños de uno a tres años en una guardería, unos psicólogos pudieron comprobar que, cuando uno lloraba, los otros espontáneamente acudían a consolarle. Pero aquellos niños que habían sufrido palizas y malos tratos hacían todo lo contrario: reñían y golpeaban al que lloraba. A tan temprana edad, los niños maltratados se peleaban el doble que los otros, y agredían a otros niños sin motivo ni provocación aparente, una violencia gratuita que nunca se observaba en niños criados con cariño.

Oirá decir que la delincuencia juvenil o la violencia en las escuelas nacen de la «falta de disciplina», que se hubieran evitado con «una bofetada a tiempo». Eso son tonterías. El problema no es falta de disciplina, sino de cariño y atención, y no hay ningún tiempo «adecuado» para una bofetada. Ofrézcale a su hijo un abrazo a tiempo. Miles de ellos. Es lo que de verdad necesita.
Espero te haya sido de agrado, y que cuando mires a tus hijos, los veas como lo que son “niños”, que también tienen mucho para enseñar a quienes nos llamamos padres.

 Cuánto de bueno se puede ir sembrando allí en donde el EGO de los niños aún no ha tomado completa posesión de la sagrada casa.  Yehuda Ribco

http://fulvida.com/ajenos/misioneros/eres-un-ttere-no 

¡Un abrazo, y que nos convirtamos en verdaderos constructores de shalom!.

TU HIJO ES UNA BUENA PERSONA (parte 1)

Nuestros hijos nos cambian la vida, pero a veces nosotros no nos damos cuenta de cuanto podemos sembrar como padres en  sus vidas,  Uno de los pilares fundamentales para el noájida es  la familia,  por ello aprendamos a valorar aquellas  oportunidades para construir shalom allí, donde haremos gran parte de  nuestra historia, y donde marcamos el  inicio de la historia de ellos,

Somos  depositarios temporales para dar impulso y  brindar herramientas para que un día …ellos sean:  “Ellos”.

Comparto contigo el siguiente texto,  Extractado del libro  Bésame mucho  escrito por   el Dr.Carlos González, pediatra.

TU HIJO ES UNA BUENA PERSONA (parte 1)

Cuando una esposa afirma que su marido es muy bueno, probablemente es un hombre cariñoso, trabajador, paciente, amable… En cambio, si una madre exclama «mi hijo es muy bueno», casi siempre quiere decir que se pasa el día durmiendo, o mejor que «no hace más que comer y dormir» (a un marido que se comportase así le llamaríamos holgazán). Los nuevos padres oirán docenas de veces (y pronto repetirán) el chiste fácil: «¡Qué monos son… cuando duermen!»

Y así los estantes de las librerías, las páginas de las revistas, las ondas de la radio, se llenan de «problemas de la infancia»: problemas de sueño, problemas de alimentación, problemas de conducta, problemas en la escuela, problemas con los hermanos… Se diría que cualquier cosa que haga un niño cuando está despierto ha de ser un problema.

Nadie nos dice que nuestros hijos, incluso despiertos (sobre todo despiertos), son gente maravillosa; y corremos el riesgo de olvidarlo. Aún peor, con frecuencia llamamos «problemas», precisamente, a sus virtudes.

 
Tu hijo es generoso

Marta juega en la arena con su cubo verde, su pala roja y su caballito. Un niño un poco más pequeño se acerca vacilante, se sienta a su lado y, sin mediar palabra (no parece que sepa muchas) se apodera del caballito, momentáneamente desatendido. A los pocos minutos, Marta decide que en realidad el caballito es mucho más divertido que el cubo, y lo recupera de forma expeditiva. Ni corto ni perezoso, el otro niño se pone a jugar con el cubo y la pala. Marta le espía por el rabillo del ojo, y comienza a preguntarse si su decisión habrá sido la correcta. ¡El cubo parece ahora tan divertido!

Tal vez la mamá de Marta piense que su hija «no sabe compartir». Pero recuerde que el caballito y el cubo son las más preciadas posesiones de Marta, digamos como para usted el coche. Y unos minutos son para ella una eternidad. Imagine ahora que baja usted de su coche, y un desconocido, sin mediar palabra, sube y se lo lleva. ¿Cuántos segundos tardaría usted en empezar a gritar y a llamar a la policía? Nuestros hijos, no le quepa duda, son mucho más generosos con sus cosas que nosotros con las nuestras.

 
Tu hijo es desinteresado 

Sergio acaba de mamar; no tiene frío, no tiene calor, no tiene sed, no le duele nada… pero sigue llorando. Y ahora, ¿qué más quiere?

La quiere a usted. No la quiere por la comida, ni por el calor, ni por el agua. La quiere por sí misma, como persona. ¿Preferiría acaso que su hijo la llamase sólo cuando necesitase algo, y luego «si te he visto no me acuerdo»? ¿Preferiría que su hijo la llamase sólo por interés?

El amor de un niño hacia sus padres es gratuito, incondicional, inquebrantable. No hace falta ganarlo, ni mantenerlo, ni merecerlo. No hay amor más puro. El doctor Bowlby, un eminente psiquiatra que estudió los problemas de los delincuentes juveniles y de los niños abandonados, observó que incluso los niños maltratados siguen queriendo a sus padres.

Un amor tan grande a veces nos asusta. Tememos involucrarnos. Nadie duda en acudir de inmediato cuando su hijo dice «hambre», «agua», «susto», «pupa»; pero a veces nos creemos en el derecho, incluso en la obligación, de hacer oídos sordos cuando sólo dice «mamá». Así, muchos niños se ven obligados a pedir cosas que no necesitan: infinitos vasos de agua, abrir la puerta, cerrar la puerta, bajar la persiana, subir la persiana, encender la luz, mirar debajo de la cama para comprobar que no hay ningún monstruo… Se ven obligados porque, si se limitan a decir la pura verdad: «papá, mamá, venid, os necesito», no vamos. ¿Quién le toma el pelo a quién?

 
Tu hijo es valiente 

Está usted haciendo unas gestiones en el banco y entra un individuo con un pasamontañas y una pistola. «¡Silencio! ¡Al suelo! ¡Las manos en la nuca!» Y usted, sin rechistar, se tira al suelo y se pone las manos en la nuca. ¿Cree que un niño de tres años lo haría? Ninguna amenaza, ninguna violencia, pueden obligar a un niño a hacer lo que no quiere. Y mucho menos a dejar de llorar cuando está llorando. Todo lo contrario, a cada nuevo grito, a cada bofetón, el niño llorará más fuerte.

Miles de niños reciben cada año palizas y malos tratos en nuestro país. «Lloraba y lloraba, no había manera de hacerlo callar» es una explicación frecuente en estos casos. Es la consecuencia trágica e inesperada de un comportamiento normal: los niños no huyen cuando sus padres se enfadan, sino que se acercan más a ellos, les piden más brazos y más atención. Lo que hace que algunos padres se enfaden más todavía. Si que huyen los niños, en cambio, de un desconocido que les amenaza.

Los animales no se enfadan con sus hijos, ni les riñen. Todos los motivos para gritarles: sacar malas notas, no recoger la habitación, ensuciar las paredes, romper un cristal, decir mentiras… son exclusivos de nuestra especie, de nuestra civilización. Hace sólo 10.000 años había muy pocas posibilidades de reñir a los hijos. Por eso, en la naturaleza, los padres sólo gritan a sus hijos para advertirles de que hay un peligro. Y por eso la conducta instintiva e inmediata de los niños es correr hacia el padre o la madre que gritan, buscar refugio en sus brazos, con tanta mayor intensidad cuanto más enfadados están los progenitores.

 

 
Tu hijo sabe perdonar 

Silvia ha tenido una rabieta impresionante. No se quería bañar. Luchaba, se revolvía, era imposible sacarle el jersey por la cabeza (¿por qué harán esos cuellos tan estrechos?). Finalmente, su madre la deja por imposible. Ya la bañaremos mañana, que mi marido vuelve antes a casa; a ver si entre los dos…

Tan pronto como desaparece la amenaza del baño, tras sorber los últimos mocos y dar unos hipidos en brazos de mamá, Silvia está como nueva. Salta, corre, ríe, parece incluso que se esfuerce por caer simpática. El cambio es tan brusco que coge por sorpresa a su madre, que todavía estará enfadada durante unas horas. «¿Será posible?» «Mírala, no le pasa nada, era todo cuento».

No, no era cuento. Silvia estaba mucho más enfadada que su madre; pero también sabe perdonar más rápidamente. Silvia no es rencorosa. Cuando Papá llegue a casa, ¿cuál de las dos se chivará? («Mamá se ha estado portando mal…»). El perdón de los niños es amplio, profundo, inmediato, leal.

(continua…)

Para ayudar a crecer a nuestros hijos es necesario desprenderse del EGO, porque es virtualmente imposible educar en libertad en tanto uno es esclavo del EGO.  Yehuda Ribco

http://fulvida.com/ajenos/misioneros/romper-el-crculo-vicioso

Hasta aquí por hoy querida familia, espero tus comentarios.

Un abrazo

 pd: en la foto mi hijo mayor, que en poco tiempo cumplira sus 3 añitos

Confesiones de una adicta al Sexo.

 

Vanessa* se dio cuenta de que era adicta al sexo
apenas un año después de su fiesta de quince. Lo dice con la voz firme y cálida
de una jovencita risaraldense que recién cumplió 21 años.

La suya es una historia similar a la de quien -de la
mano del alcohol o de la droga- ya visitó el infierno. Una adicción que la
aisló. La obligó a irse de su casa y la mantuvo en un régimen de placer
solitario que una vez la hizo masturbarse «cien veces el mismo día». Ella habla
de ese episodio con tristeza. Se acuerda de que el sosiego no llegaba del todo y
de que el sentimiento de culpa jamás se iba. «Tenía 16 años. Esa vez conté todos
los orgasmos. Entendí que necesitaba ayuda», relata.

Ese comportamiento sexual impulsivo, o
hipersexualidad, ha sido históricamente una de las adicciones menos conocidas
que, sin embargo, puede estar poniéndose en la mira de las entidades
psiquiátricas del mundo.

En parte, dice la Sociedad para la Promoción de la
Salud Sexual en Estados Unidos (SASH, por sus iniciales en inglés), porque las
nuevas tecnologías suponen un acercamiento con lo que precisamente debe estar
lejos de un adicto al sexo: la fantasía, la objetizacion, la anonimidad y las
imágenes sexuales.

Esa misma entidad dio a conocer hace una semana que
más de 9 millones de personas padecen la adicción en ese país. La noticia se da
cuando el mundo todavía no olvida escándalos como el de Michael Douglas, Bill
Clinton o Tiger Woods. De este último, no obstante, se ha dicho que más que una
adicción se trató de una forma de disfrazar la infidelidad y salvaguardar sus
millones.

Y es ese, precisamente, el asunto en donde radica el
debate. La hipersexualidad, de la que se habla como ‘satiriasis’ en los hombres
y ‘ninfomanía’ en las mujeres, no es considerada una enfermedad por la
Organización Mundial de la Salud (OMS).

«Tampoco por ninguno de los manuales de psiquiatría
del mundo», asegura Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación Colombiana de
Sociedades Científicas. Es más bien -dice el experto- un síntoma como la fiebre,
que es seña de algo más. Como sea, Vanessa no podía parar.

«Sentía la necesidad de estar mucho con mi pareja.
Tenía mucha excitación. Pero cuando estaba con él, no me saciaba totalmente
(…). Era un infierno. Entonces empecé a estar con uno y con otro», relata esta
trigueña, de ojos claros y de estatura media. Eran los días en que, junto al
labial y al espejo, cargaba en su bolso consoladores y otros juguetes sexuales.
«Si no podía saciar esa necesidad inmediatamente, quería estallar y salir
corriendo. Me volvía muy agresiva. Ahí fue cuando dejé a mi mamá (no conoció a
su padre) y me fui a vivir sola», relata.

Con el paso de los meses, e incluso de los años,
Vanessa dejó de creer en el amor. Dice, triste, que al final no le interesaba.
«Empecé a aislarme. La gente, que me veía con uno y con otro, decía que me había
vuelto prostituta. Y, la verdad, es que lo hacía no solamente por lo sexual,
sino por lo sentimental. Pero me tocaba dejarlos superrápido porque ninguno me
satisfacía lo suficiente», dice.

Cuando estaba por cumplir 18 años decidió ir al
psicólogo, que descartó un problema neurológico y empezó a tratar con
medicamentos lo que consideró un problema hormonal. Luego, le recetó un
tratamiento con fármacos para controlar la ansiedad. El problema no solo
persistió, sino que empeoró.

«Desarrollé una gran habilidad para conseguir un
orgasmo incluso con gente a mi alrededor. En los buses, por ejemplo, podía
moverme hasta tener un orgasmo solo con algún roce y sin que nadie se diera
cuenta», confiesa. Pero, ¿cómo diferenciar un apetito sexual sano de una
adicción? La SASH ha diseñado una descripción de lo que puede considerarse
enfermedad.

‘Nunca vi pornografía’

A diferencia de un puñado de casos conocidos por este
diario (todos de hombres), Vanessa nunca fue una consumidora compulsiva de
pornografía, como sí es común en otros relatos: «La pornografía, al final, ya no
era suficiente. Tenía que salir en el carro a buscar prostitutas y travestis. No
podía dormir y todo estaba fuera de control», narró Édgar Rincón, otrora
director comercial de una programadora de televisión y quien hoy, al frente de
la fundación Lugar de Encuentro, trabaja ese tipo de adicción en Barranquilla.

Pero si adictos coinciden en que el material
pornográfico, la mayoría consumido por Internet, sí es una puerta de entrada,
los expertos aseguran que la web no crea adictos, por lo menos no al
sexo.

«El uso frecuente y compulsivo de consumo de
pornografía puede -más bien- demostrar un factor de riesgo, un indicador de un
posible desarrollo de la adicción. Pero ver porno no es en sí mismo un motivo
para desarrollar ese comportamiento compulsivo», dice Constanza Londoño,
psicóloga experta en adicciones del Colegio Colombiano de Psicólogos.

Igual, el riesgo es grande e incluso se ha empezado a
hablar de una epidemia. De acuerdo con la revista Newsweek, que publicó un largo
reportaje al respecto, 40 millones de personas entran cada día a páginas web
pornográficas. La publicación estima también que el 6 por ciento de la población
del mundo es adicta al sexo y que el 2 por ciento de todos esos casos son
femeninos.

Vanessa asegura que está mejor. En una escala de
porcentaje, dice que su problema está resuelto al 50. Dice que es capaz de
mantenerse sobria sexualmente al menos día de por medio. «Lo primero fue
entender que tenía un problema y empezar a buscar soluciones», relata. Así, y
después del psicólogo, la joven asistió a reuniones de sexólicos anónimos, que,
como los alcohólicos, intentan superar la adicción a partir de 12 pasos y de
particularizar de frente al grupo cada problemática.

«No me funcionó mucho porque el hablar de sexo es
también un disparador. Lo que sí me está funcionando es el yoga. He aprendido a
relajarme y a controlarme», concluye.

Y es que las soluciones pueden ser muchas y venir de
diferentes partes, dice Ramiro Luján, fundador de la asociación Vértigo, en
España, y de la Fundación Adicciones, en Medellín. «La adicción al sexo se da
por enormes vacíos afectivos, existenciales. Tratas de llenarte de complacencia
sexual. Para salir, lo primero es autovalorarse, mejorando tu autoconcepto. No
es solo valorarse sino quererse. En la medida en que te quieres, te respetas»,
argumenta el experto.

Y añade un símil. «El adicto al sexo tiene que
entender que lo que está haciendo es buscando la olla de oro al final del arco
iris. Nunca va a tener suficiente placer, por más que lo busque. Lo que
conseguirá, sin duda, es autodestruirse», remata.

¿Cómo reconocer al adicto?

Según ‘Society for the Advancement of Sexual Health’ los comportamientos
repetitivos que pueden reflejar una adicción sexual, incluyen:

Social: tiene una fijación que puede resultar en un
distanciamiento emocional de familiares y amigos.

Emocional: es ansioso o siente una tensión permanente por el
miedo a ser descubierto. Hay aburrimiento, fatiga y desesperación. También tiene
pensamientos de autodestrucción, como el suicidio.

Física: le resta importancia a la posibilidad de adquirir
enfermedades de transmisión sexual, como sida o herpes.

Legal: muchos tipos de adicciones sexuales resultan en
violaciones, acoso sexual, incesto o exhibicionismo.

Financiero/trabajo: hay algún tipo de endeudamiento extra
por costos de prostitutas, web porno, sexo telefónico o aventuras amorosas. Hay
disminución de la productividad o incluso pérdida del trabajo.

Sentimental: hay soledad, resentimiento, autocompasión y
culpa.

Las consecuencias pueden convertirse en los instrumentos para el cambio si
son realmente reconocidas y aceptadas, en vez de ser negadas.

Los 12 pasos de sexólicos anónimos

Son los mismos que usan los alcohólicos anónimos (AA). El primero es:
‘Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol (sexo, en este caso) y que
nuestras vidas se habían vuelto ingobernables’. Según esa organización mundial,
los pasos se sugieren como programa de recuperación, pero el paciente no tiene
la obligación de aceptarlos ni de leerlos.

* Nombre cambiado

ANDRÉS ROSALES GARCÍA
REDACCIÓN Periodico el Tiempo.

 

 

Resp. 1058 – LE PUEDO PONER A MI HIJA LOURDES_

BELEM nos consulta:

HE ESTADO PENSANDO EN LOS POSIBLES NOMBRES A MI FUTURA HIJA, Y HE PENSADO PONERLE EL NOMBRE DE MI MAMA, EL CUAL ES LOURDES, SIN EMBARGO HE BUSCADO EL SIGNIFICADO DE DICHO NOMBRE Y SIGNIFICA ADORACION A UNA deidad PAGANA FRANCESA CON EL MISMO NOMBRE, POR LO QUE MI PREGUNTA ES LA SIGUIENTE.
ESTARIA PECANDO CONTRA EL ETERNO Y ESTARIA CALLENDO EN IDOLATRIA POR PONERLE A MI HIJA ESE NOMBRE, EL CU DE UNA deidad PAGANA, AUNQUE YO LO ESTE HACIENDO PORQUE ASI SE LLAMA MI MAMA, Y LO HAGO PARA HONRARLA.

LUZ GARCIA SANCHEZ, 32 ANOS, LIC. EN ADMON, MEXICO

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Sheine mishpoje

La familia tradicional judía incluye generalmente los siguientes valores/actitudes/conductas:

  • Auto disciplina
  • Compromiso
  • Responsabilidad personal
  • Respeto
  • Esfuerzo
  • Reconocimiento de la autoridad
  • Contracción al trabajo
  • Solidaridad
  • Apego a la familia
  • Orden
  • Consideración por otros
  • Importancia de la educación
  • Diferir el placer y los impulsos
  • Modestia
  • Recato
  • Decencia
  • Roles definidos
  • Cooperación
  • Encargarse activamente de los mayores o de las personas con dificultades para ser autónomas
  • No a la violencia física
  • No a las adicciones
  • Mantener las tradiciones

Adrede he señalado los puntos que no son rituales o “religiosos”, puesto que en esta caracterización se incluyen perfectamente a las familias “laicas” o más liberales en sus prácticas o creencias, pero que igualmente han seguido culturalmente ligados al modo tradicional de la familia judía.
También a propósito he omitido aquellas características/estereotipos negativos, frecuentemente provocadas por el galut –el exilio-, y que son elementos a perfeccionar.

Me parece buena idea checar cómo está nuestra familia, qué tanto nos hemos derivado del rumbo tradicional y hacia dónde nos dirigimos con las modificaciones existentes.
No sé que te parece a ti.

Por otra parte, es un buen modelo para implementar también en las familias noájidas.

¿Cómo funciona la mente de una persona corrupta?

¿Qué lleva a un profesional con un alto cargo, buen sueldo y
reconocimiento público al soborno o la ‘mordida’?
Esta pregunta se
planteó el psiquiatra colombiano Guillermo Acosta: «¿Qué induce a la persona a
trocar los comportamientos éticos por acciones perversas y corruptas?».

La respuesta puede estar en la cabeza. No es que la corrupción
sea un trastorno mental, sino que existen personas predispuestas a
ella
. Según Acosta -que basa sus teorías, principalmente, en lo dicho
por el psicólogo estadounidense Theodore Millon-, los corruptos son personas con
alguno de estos dos tipos de trastorno: narcisista -definido como egoísta- o
antisocial -definido como fanfarrón-. Ambos, identificados por la inclinación a
centrarse en sí mismos como fuente para satisfacer sus necesidades. Los
primeros, convencidos de que son superiores a los demás; los segundos, guiados
por la necesidad de mostrar esa superioridad.

«Son
características que los llevan a no considerar al otro
-explica
Acosta-. Se trata de personas explotadoras, abusivas, que en su dinámica mental
no tienen en cuenta la ética global». El de tipo antisocial no acepta la culpa,
quizá llegue a sentir vergüenza al verse expuesto al escarnio público, pero no
arrepentimiento. En cuanto al narcisista, es alguien tan encerrado en sí mismo
que pasa sin detrimento por encima de los demás.

Este tipo de personas,
indiferentes a las normas y con la idea de estar más arriba que ellas, pueden
llegar fácilmente a la corrupción. Muchos, incluso, lo hacen sin entrar en
conflicto directo con la ley, pues pasan desapercibidos. «Se trata de los
famosos delincuentes de cuello blanco, que se atrincheran en sus posiciones y
hasta reciben aprecio social por sus logros económicos y de poder», dice
Acosta.

¿Qué hace que una persona sea así? Se mezclan factores
biológicos, genéticos y ambientales, que son los que conforman los patrones de
personalidad. «Habrán visto que hay niños apacibles y otros que son un
terremoto. Los humanos, como todo animal, somos diferentes uno del
otro
«.

Este sustrato con el que nacemos se va a sumar a lo que
se aprenda, sobre todo en los primeros años de vida. Si un niño no recibe
límites, si todo lo que hace está bien y es fuente de aplausos, va a formarse en
una independencia en la que no tendrá consideración con los demás. De igual
manera, si a otros se les promueve la dependencia en función de recibir del
exterior, se quedará a la espera de que todo le llegue. «Lo que se busca es una
persona que, como en una constelación, tenga de todo un poco, piense tanto en
los demás como en sí misma -dice Acosta-. Ese equilibrio hace una personalidad
funcional».

***

Durante la niñez, dicen los especialistas, se
forma el futuro psicológico de la persona. En esa etapa el ser humano empieza a
comprender quién es él y quién es el otro. En ese andar, el niño comienza a
incorporar valores, a formar el superyó, que le dirá qué es lo bueno y qué es lo
malo. Y lo hace casi sin darse cuenta, puede ser cuando va en el carro con sus
padres y nota cómo se cruzan el semáforo en rojo porque nadie los está viendo, o
se detienen a cumplir la ley.

«Las fracturas en estas primeras fases de
desarrollo generan muchas de las patologías citadas -afirma Acosta-. Y hay que
ver que el abandonado no es solo el niño que vemos en Bienestar Familiar. Puede
estar abandonado en un entorno de lujo y comodidad, sin ese vínculo afectivo que
le ayude al tránsito de maduración al empezar a explorar el mundo».

-¿Toda persona corrupta ha tenido padres con características
similares?

-No necesariamente. Pero definitivamente hubo elementos
familiares que influyeron.

Estas personas crecen con una patología que se
refleja en la tendencia a controlarlo todo y a la transgresión de las normas,
sin tener en cuenta el impacto que sus acciones ilegales tengan sobre los demás,
pues carecen de empatía. En su actuar, hacen uso de su posición social o
económica privilegiada. Hace poco visitó a Bogotá uno de los expertos más
reconocidos en la lucha contra la corrupción, el británico Bertrand de Speville.
Conocedor como pocos de casos que implican este delito, afirmó que lo que más
sorpresa le causa es encontrarse con personas que, sin necesidad de dinero,
llegan a la corrupción para tener más. Es lo que hoy se preguntan muchos
colombianos, al ver nombres de reconocidos profesionales o políticos vinculados
en delitos que los tienen en la cárcel.

Y no solo se habla de grandes
escándalos, sino de hechos cotidianos. «Es tan corrupto el acto de robarle
dinero al Estado como el de no responder por la alimentación de un hijo», agrega
el experto. Ambos reflejan la falta de consideración por el otro.

A nivel
biofísico, manifiestan un estado de ánimo despreocupado e indiferencia. Son
seres con déficit de caridad social, falta de civismo y desinterés por la
seguridad de los demás. «Y sus acciones afectan a todos -dice Acosta-. Mire cómo
sufrimos andando por la calle 26, por ejemplo».

No es asunto de género,
como muchos creen, al suponer mayor honestidad en la mujer. Es tan propenso el
hombre como la mujer, lo que pasa es que se ha hecho más evidente en hombres al
ser mayor su presencia en cargos de poder. Tampoco se trata de personas con más
inteligencia. Si acaso, tienen más astucia.

¿El
corrupto siente placer al cometer el delito?

Uno se pregunta cómo
una persona con plata y poder hace más trastadas. Por el placer narcisista,
omnipotente, del riesgo. Tiene la sensación de que es Supermán, de que está
blindado contra toda kriptonita. Eso la lleva a ciclos de actuación repetitiva.
Por más carcelazos, vuelve a lo mismo.

Estas patologías se presentan en
forma leve, moderada o grave y, según sean, pueden recibir tratamiento. Si es
leve o moderada, es posible que sea útil la psicoterapia individual; si es
grave, el camino adecuado es una medida correccional: un tiempo de larga
instancia donde reciba educación conductual para cambiar los patrones de
comportamiento. «Estas personas no suelen consultar con deseos de cambio a un
especialista. Si lo hacen es por vergüenza, al ver su situación complicada o
porque una enviada a la cárcel los llevó a una depresión».

¿El corrupto es un enfermo?

-No. Tiene una
psicopatología, pero eso no lo hace inimputable. Es responsable por sus actos,
así su disfunción psicopatológica sea mayúscula. A diferencia del psicótico, que
pierde contacto con la realidad, estas personas son conscientes de lo que hacen.
Por eso hay que darles una pena y ofrecerles tratamiento.

¿Qué tanto les sirve un tiempo en la cárcel o una
psicoterapia?

Para Acosta, es difícil responder si una persona
que ha cometido un acto de corrupción necesariamente va a volver a hacerlo. «Si
no existe en ellos un cambio intrasíquico, lo seguirán haciendo. Por eso, en
algunos casos, las sanciones tendrán que ser permanentes o largas. Que nunca más
se acerquen a las arcas del Estado, por ejemplo, porque si lo vuelven a hacer,
seguro vuelven a meter la mano».

La intervención sobre estas
personalidades propuesta por Millon tiene como objeto equilibrar las polaridades
que imperan en ellas y centrar su atención en las necesidades del otro.
«Desmantelar la explotación interpersonal y fomentar la cooperación como algo
positivo». Ante este panorama, es claro por qué, cuando se habla de corrupción,
no es suficiente pensar en fortalecer las instituciones o la justicia, sino en
darle una mirada a la salud mental de quien está a cada lado de un
contrato.

MARÍA PAULINA ORTIZ

El tiempo

Comunicación Auténtica en la pareja

La vida en pareja conlleva momentos de tensión, es (casi) inevitable.
No importa el tiempo que estén juntos, años o días, eventualmente llegan las discusiones.
Cualquier circunstancia, comentario, gesto, opinión, olvido, recuerdo, especialmente lo que objetivamente es banal, servirá como chispa para encender el polvorín.
El motivo en sí que provocó la explosión queda en un segundo plano, pues seguramente detrás hay una cantidad importante de resentimientos, silencios, cosas no dichas, vergüenza, miedo, orgullo, venganza, que se ha ido acumulando y que aprovechan esta oportunidad para saltar sin control.
Cuando eso ocurre, en sí ya nada importa, sino vencer, tener la razón, derrotar al otro, tener la última palabra, poner al otro en su lugar, etc.
Esto es realmente dañino, lacerante, enfermizo, pero tan cotidiano que hasta lo vemos como normal.

Por supuesto, es EGO, son tretas para manipular, son disfraces, es una vida ilusoria.
El asunto es comprender que de continuar actuando así, la vida pasa sin sentido, en dolor, en miedo, en oscuridad.
La cuestión es tomar las riendas y proponerse realizar cambios, no en el otro, sino en uno mismo, para que no sea desde el EGO que se relacione con la pareja, sino que se conecten a través de la comunicación auténtica.

Sometiendo al EGO no eliminará las discusiones, pues éstas estarán presentes, pero ya no como una guerra sucia, sino como un modo maduro de exponer las diferencias que son esenciales a nuestra condición humana.
Somos diferentes, fuimos criados diferentes, tenemos diferentes puntos de vista, diferentes metas, creencias, ideas, valoraciones, etc., y es excelente que así sea. Por tanto, habrá discusiones. Lo interesante es aprovecharlas para crecer individualmente y como pareja, y no como cuadrilátero de boxeo.

No es fácil, pero merece el esfuerzo.
Habrá caídas, no siempre se estará a tono, alguna vez te saldrás de la línea, pero estos traspiés son parte del proceso de aprendizaje.
Usar las fallas como excusa para no hacerlo, es fracasar antes de comenzar.

Entonces, ¿cómo podemos hacer para que las discusiones de pareja sean beneficiosas?

Para comenzar tengamos bien en cuenta, siempre, en toda relación humana, que lo que no se comunica auténticamente termina siendo expresado por medio del conflicto .
Ante esto, creo que un buen primer paso es identificar la razón que realmente está generando la discusión.
Pongamos un ejemplo para entender esto.
Ella te pide algo AHORA, tú dices sí pero luego. Ella dice AHORA, tú dices sí pero luego. Ella insiste que es AHORA, porque ella lo quiere AHORA. Entonces tú te enojas y fuera de tono le indicas que lo harás pero cuando tú puedas, que no es ahora y que no siempre las cosas tienen que ir al ritmo que ella quiere imponer.
Ella retruca, dice que él siempre deja las cosas sin hacer y que por ello tiene que ser AHORA.
Él responde que eso es mentira, que le diga cuál cosa ha dejado de hacer, que las cosas no van al ritmo que ella quiere, porque ella siempre quiere todo AHORA, no es capaz de considerar los tiempos y ritmos de los otros, especialmente los de su marido.
Gritos van, gritos vienen. Se sacan a relucir viejos desacuerdos, cuestiones que poco tienen que ver con lo que está aconteciendo en este momento. Alguno que insulta, otro que golpea una puerta y así…
Quizás te suene conocido.
Tal vez te ha pasado algo parecido alguna vez.
Cuando ya estás dentro de la rosca es difícil pensar con calma, apaciguar en vez de confrontar.
Por ello, antes de meterte en este baile triste recuerda que la pelea no es por lo que están peleando, sino por lo que está en la sombra y no se ha comunicado auténticamente.
Entonces, procura encontrar y delimitar qué es lo que está pasando en la zona oscura, aquella que no está siendo comunicada y que se expresa por medio del conflicto.

Probablemente en el fondo de todo está el EGO, que usa el miedo, el sentimiento de impotencia, la manipulación, como sus herramientas habituales.
Pero, no nos quedemos con la respuesta armada, con la que ahora te estoy dando. Aunque sea cierto que el EGO está manejando los hilos, busca y encuentra qué es lo que no se ha dicho, lo que se ha ocultado, la mugre bajo la alfombra que provoca el tropezón actual. Porque esa gotita que rebalsa el vaso no es la causante del derrame, sino la última cosa añadida que ha precipitado la reacción negativa.
Así pues, toma tu tiempo, medita, indaga, sé sincero, ve qué es lo que está trascurriendo por detrás.
Cada uno, cada cónyuge, es el encargado de hacer este análisis personal, porque no podemos ir presuponiendo qué está pasando en el otro, sino tan solo tratar de conocernos a nosotros mismos.
Si la confianza está firme, si ya no hay ánimos de conflicto, si el rencor, la venganza, la vergüenza, etc., están de lado, entonces pueden atreverse a bucear juntos e ir descubriendo qué es lo que desde el silencio se expresa con el conflicto.

Como ves, es indispensable conocer y aplicar la Comunicación Auténtica.
Te sugiero que encuentres en este sitio todo lo que tenemos publicado al respecto, lo estudies y empieces a vivir según este principio rector.
Básicamente las pautas son:

  • Ser sinceros, en la máxima medida de lo posible.
  • No a la agresión. Ni para un lado ni para el otro.
  • Ser simples, concretos, específicos, claros, sin rodeos.
  • No presuponer, no prejuzgar, no dejarse llevar por impresiones o supuestos. Preguntar, preguntar, preguntar.

Parece un sistema muy rústico, poco sofisticado… ¡lo es!
En ello radica su belleza y su efectividad.
No es con remilgos, palabrería, filosofía, mística, o largas y sesudas sesiones como se destraba el poder del EGO, sino con un trabajo firme, preciso, directo.
La Comunicación Auténtica –CA- es una herramienta esencial.
Entre otros motivos, porque no le da chance al EGO de jugar con excusas, con manipulación, con agresiones, con fantasías perjudiciales.
Claro, de tan fácil, de tan práctico, da miedo usar esta espectacular herramienta.
Por ello es necesario animarse y entrenar, en cada circunstancia, con quien sea, en donde sea.

A partir de las pautas de la CA podemos darnos cuenta de otro error típico en las discusiones de pareja (y en cualquier otra): tratar de ganarlas a como dé lugar.
Por tanto, que la meta sea comunicar, encontrar la sintonía, fortalecer la relación, zanjar las diferencias de modo que ambos ganen.
Porque, cuando uno gana y el otro pierde, ambos pierden. Pierde el matrimonio y la familia.
Así pues, no quieras tener la última palabra, no pretendas ser el vencedor, no busques humillar o dejar mudo al oponente, porque solamente encontrarás la derrota.
Usa la CA, comprende que es el EGO de cada uno el que está conduciéndolos, quita el poder al EGO (porque ciertamente el EGO es impotente, solamente comanda porque tú le das autoridad).

Relee las pautas de la CA y encontrarás el respeto en ellas.
No agredas, trata con respeto aún en la diferencia, no te acalores, no eleves la voz, cuida tus gestos, reduce la agitación, no permitas el insulto –ni tuyo ni de la otra parte-, trata al otro como quieres ser tratado.
Dale tiempo para que exprese sus ideas, sentimiento, etc.
Como no quieres ganar la discusión sino hallar el camino para la paz, no estarás corriendo para tapar lo que la otra persona dice, sino que escucharás, admitirás su punto de vista aunque no estés de acuerdo, le dirás que admites lo que dice pero que tú sientes o te parece de otra forma.
Si el otro está alterado, tú automáticamente entrarás en un estado de alteración, es natural, está en nuestra neurología. Entonces, aparátate, cuenta hasta diez o cien, sal a tomar aire, toma agua, cállate hasta que la agitación automática pase, haz algo o deja de hacerlo, pero no respondas. Son solamente segundos que deberás controlar, porque es lo que dura –habitualmente- la respuesta automática-instintiva. Luego, podrás tener una actitud mucho más saludable y llevar la discusión hacia un puerto seguro.
Te repito, no es fácil, precisas entrenar, estar consciente, saber que fallarás eventualmente, tener el conocimiento de los procesos, y trabajar en ti y en la relación.
Un buen recurso es ponerse como observador externo y juzgar lo que estás diciendo o cómo estás actuando, ¿es así como quieres ser visto y valorado?

Como la intención no es ganar, ni doblegar, ni derrotar entonces es lógico que no pretenderás forzar al otro a hacer lo que no quiere o no puede.
Estás en tu derecho de decir lo que no te gusta, siempre y cuando sea bajo los parámetros de la CA.
Puedes pedir también aquello que quieres o necesitas.
Pero no ejercer presión, amenaza, extorsión, violencia para alcanzarlo.
Exprésate, mejor comunícate auténticamente, pero no esperes del otro nada… ni siquiera que se comunique auténticamente contigo…
Por ahí el otro no quiere o no puede cambiar, o no quiere o puede acceder a nuestro requerimiento. Quizás somos nosotros los que podríamos reevaluar nuestro pedido y considerar si es válido, necesario, oportuno, conveniente, etc.
Además, tal vez es cuestión de tener paciencia, porque el otro tal vez precisa procesar la información, los cambios, etc.
Así pues, expresemos pero sin esperar nada a cambio.

Además, fortalezcamos la relación.
Las disputas corroen, hieren, laceran, cansan, desgastan.
Aunque seamos prudentes, cada golpe deja su marca.
Hagamos nuestro esfuerzo para traer belleza a la relación.
Que si preparas una rica comida, que si le das un obsequio, que si traes flores, que si le haces reír, que si invitas a la suegra a comer a casa, lo que sea bueno para la pareja, hazlo.
No pierde nadie, ganan todos.

Por supuesto, pedir perdón sinceramente y perdonar completamente.
Si sabes que no eres perfecto, admitirlo no te rebaja sino que te enaltece.
Ser responsable ante tus fallas no te desmerece, te hace mejor.
Ser comprensivo con las torpezas del otro, no es un acto de misericordia, sino de construcción de Shalom.
¿De qué te vale llevar una agenda con cuentas pendientes que al final serás tú el que pagará con dolor?

Como última idea que te dejo, aprovecha esas crisis para sacar algo positivo y mejorar no sólo la relación sino también a ti mismo.
Que sea de enseñanza, para no caer en idénticos errores mañana.
Que sirva para descubrir lo que está silenciado y no se ha comunicado.
Que se vuelva una herramienta de perfeccionamiento y no de destrucción.
Nada fácil, muy lindo decirlo y escucharlo, pero nada fácil.
Sin embargo, es posible, depende de que ambos estén de acuerdo en hacerlo.

Por tanto, no te guardes esta valiosa información para ti.
Compártela, estúdienla juntos, diseñen alguna estrategia para que vuestra futura discusión sea bajo los términos de la CA… ¿lo harás?

Ahora, cuéntame ¿cuáles te parece que son las causas más frecuentes que llevan a una pareja a discutir acaloradamente?
¿Qué excusas dan para seguir juntos?
¿Qué puedes compartir de lo tratado en este post?
Gracias.