Si nos enseñaran desde la cuna a identificarnos con nuestro Yo Esencial y a vivir en sintonía con él, ¡sería todo muy diferente!
Pero, al ratito de estar en el mundo (e incluso antes) ya se nos imponen etiquetas, nombres, títulos, dogmas, máscaras, elementos que van formando al Yo Vivido y nos van distanciando de nuestro ser espiritual.
Atención: el Yo Vivido no es de por sí contrario u opuesto al Yo Esencial, puede contar con numerosas cualidades que están en armonía y correspondencia con nuestra esencia. Sin embargo, el mundo pretende que se sigan sus dictados, el EGO manipula para silenciar la voz tenue del espíritu, por lo cual los bloques que se apilan y organizan en el Yo Vivido necesariamente forman murallas que aíslan la Luz del espíritu, la enmascaran, la cubren con frases, religiones, creencias, fantasías, deseos, buenas intenciones, ignorancia, superstición, miedos e infinidad de cáscaras opacas.
Sigue enseñándose en los colegios alabanzas a "héroes" de guerras y conquistas, también a competir por glorias huecas y trofeos del EGO, a compartir para obtener beneficios.
Mejor sería ofrecer oportunidades para enseñanzas trascendentes, de vida aquí y en la eternidad.
Priorizar y destacar aprendizajes valiosos en solidaridad, confianza, comunicación auténtica, espiritualidad desprovista de rituales vacíos de contenido, amor, construcción de shalom, fidelidad al Eterno –que no tiene nada que ver con religión-, colaborar con el prójimo, respeto, sentido crítico, a preguntar en lugar de responder mecánicamente, a aprender en vez de memorizar automáticamente, a trabajar en vez de mendigar o decretar (entre otros posibles aprendizajes), entonces, viviríamos en otra realidad, mucho mejor.
Mucho más próximos al Paraíso Terrenal que al caos que nos rodea y nos habita.
Si los padres en vez de "tener" hijos, comprendieran que ayudan a traer hijos a la vida y les acompañaran en el trayecto del crecimiento, estaríamos mucho mejor… ¿no?
Habría personas más saludables, felices, comprensivas, colaborativas, que disfrutan y comparten la bendición que fluye constantemente sobre nosotros.
Pero, el mundo muestra otra cosa, y lo viene haciendo desde Adán y Eva (sino desde antes).
Nos encorsetan en dogmas, nos aferran a etiquetas, nos hacen creer y sentir tal y cual, hasta nos entrenan a sentir o dejar de sentir, se nos encarrila para cargar todo lo que sea necesario para desconocer al espíritu o negarlo.
Entonces, no resulta extraño que adoremos dioses, héroes, próceres, líderes, clérigos, familiares, deportistas… el EGO en diversas manifestaciones externas. En lugar de apreciar al ser en su belleza y simpleza, a nosotros y al prójimo, y al Prójimo celestial, estamos rechazando al ser por quedarnos con la apariencia, con la foto trucada del paisaje para no ver detrás al paisaje en todo su esplendor.
Se nos cosifica, y nos cosificamos para convertirnos en objetos, cosas para otros, cosas para nosotros, bienes de consumo, recursos humanos, “ello” en lugar de “tú”, Yo Vivido que se impone y hace desaparecer al Yo Esencial detrás de cortinas de humo (blanco o negro, da lo mismo).
Al tener esto en claro, podemos comprender la importancia de des-aprender mucho, muchísimo, para de esa forma estar mejor capacitados para aprender.
Des-aprender no implica negar el pasado, borrarlo, hacer de cuenta que no existe, repudiar lo que pensamos o hicimos, censurar la memoria.
Des-aprender es dejar de vivir en piloto automático, sacar al EGO del timón, dejar de tomar las cosas por ciertas, parar de hundirse en la brea del sentimiento de culpa por el pasado o el foso sin fin de la ansiedad por lo que vendrá.
Es un tarea de higiene, o más bien, de reacomodo de la información previa para obtener una conducta y una actitud saludable y eficiente.
Esto que propongo no es un consejo que desde las alturas te comparto, es una sugerencia para mí al igual que para ti.
Todos tenemos mochilas cargadas, pesadas, llenas de las piedras que desde siempre nos han incorporado y trasladamos como si de tesoros se tratara. Por tanto, tú y yo podemos recorrer el camino de la libertad, hacia la felicidad, hacia el gozo de la bendición que constantemente fluye sobre nosotros.
O podemos justificarnos, dar excusas, inventar teoría, aferrarnos a creencias, seguir en adoración de ídolos, apegarnos a las sectas que nos encarcelan, seguir prisioneros de nuestras celditas mentales.
Cuando iniciamos el camino del des-aprender, de a poco podemos ir descubriendo y haciendo buen uso de ese potencial inmenso que tú y yo tenemos.
Está en nuestro genoma espiritual, es nuestra sagrada conexión con el Eterno, con el todo.
Tenemos un gran poder, desaprovechado, oculto, atrapado detrás de las murallas que ha levantado el EGO.
No es un poder mágico, no haremos milagros, no tendremos al universo trabajando para nosotros, mucho menos al Todopoderoso como siervo; pero es un inmenso poder, que no conocemos, por la sencilla razón que no lo conocemos… nunca nadie nos dejó entrar en contacto con nuestra esencia, adentrarnos a descubrir nuestro Yo Esencial. ¿Recuerdas? Desde el nacimiento o antes ya nos vimos sometidos al EGO, nuestro y de otros, sufrido el trauma de la impotencia. Y nos creemos el cuentito…
Si nos acompañas hace un tiempo, tal vez sepas que en este sagrado hogar vamos dando de a poco pautas para liberar, para construir shalom, para el goce de la felicidad.
Está aquí, disponible para ti. Gratis. Ni te exigimos pagos, ni que te adhieras a una secta, ni que obligatoriamente pasees un libro que muy caro nos compres a nosotros, ni que te conviertas en misionero de nuestras ideas, ni que adores al líder espiritual del hogar, ni que te encierres a meditar en la genialidad del Moré, ni siquiera que nos des un mínimo gracias. Está aquí, lo quieres, te lo llevas. Si lo compartes es mejor que menciones el origen y la fuente. Si lo vives y quieres que otros lo vivan, quizás es bueno que también digas de donde aprendiste. Pero, nadie te persigue para ver que haces o dejas de hacer con el tesoro invaluable de vida y felicidad que te estás llevando ahora mismo de mi caja de los caudales eternos. ¿Quieres contribuir económicamente? ¡Qué bueno, eres un socio realmente! ¿Colaboras con tu presencia y trabajo? ¡Excelente, socio y pico! ¿No haces ni uno ni otro? ¡Bien por ti!
Lo cierto es que aquel que desea y puede va aplicando las enseñanzas de este hogar, obtiene algún resultado positivo visible en lo cotidiano.
Si pareciera que no, es necesario evaluar qué está pasando en su vida. Qué tanto sigue en ilusiones del EGO, cuanto sigue dependiendo de aplausos falaces del afuera, hasta dónde comprende lo que es felicidad y bendición.
¿Te preguntaste alguna vez si no está viviendo ya la era mesiánica?
La redención, la salvación, la era mesiánica está aquí.
Tomemos en cuenta que hay dos eras mesiánicas: la personal y la colectiva. Tal como hay dos exilios: el personal y el colectivo.
Exilio personal: uno vive en el reino del EGO, identificado con el Yo Vivido, ignorando o rechazando al Yo Esencial.
Exilio colectivo: el pueblo judío, como símbolo de la humanidad, está fuera de su tierra patria, sin gobierno autónomo, sin paz con los vecinos, sin la Presencia en el lugar de Su elección.
La era mesiánica, individual o general, son sus contrarios. (Descríbelas si quieres).
Es posible estar personalmente viviendo la era mesiánica aunque se siga en el exilio colectivo.
El despertar de conciencia espiritual, el reconocimiento del Yo Esencial, la liberación del yugo de EGO, la unificación interna y con la creación, la fidelidad sin negociaciones con el Eterno, la concreción de actos de construcción de shalom, es la era mesiánica individual.
Tu trabajo para lograr la redención interna, el diluir el influjo del EGO sobre ti, el andar cada vez más fluidamente por la senda del AMOR, contribuye a que vaya amaneciendo la era mesiánica colectiva.
Debes colaborar con la venida del Mashiaj, y no lo haces en la espera pasiva, sin sentido, desprovista de pasión espiritual, desconectada de la realidad; sino en la tarea activa, concreta, real, verificable de construir shalom.
Entonces, haz lo necesario para cambiar. No quieras cambiar a nadie, sino a ti mismo.
Des-aprende y entonces aprender lo apropiado.
Apártate del mal y haz el bien. Apartarse no es suficiente. Hacer el bien solamente tampoco.
Trabaja por tu redención, pero no de forma egoísta, porque entonces seguirás tan preso y exiliado como siempre. Ayuda al prójimo, se solidario, aporta constantemente en la construcción de shalom interno y externo. Medita, comunícate con el Eterno, repara lo que has dañado, haz el proceso de arrepentimiento para alcanzar la unicidad y el equilibrio. Y todas las otras buenas enseñanzas que compartimos contigo en este hogar.
A pocas horas de que la nación judía celebre nuevamente el Pesaj, tiempo de nuestra libertad, te deseo todo lo mejor, bendición y que puedas disfrutar de ella.