De amor y soledad

¿Cuántas cosas hacemos para no estar solos o no sentir la soledad?
¿Cuántas?
Muchas, muchísimas, infinidad.
Algunas son conductas o actitudes voluntarias.
Pero multitud de inconscientes, de esas que nacen en lo más profundo y oscuro, arraigadas en lo reprimido.
Acciones y rituales, plegarias y ofrendas, entregas y renuncias, suplicios y alegrías, pactos y engaños, esperanzas y decepciones, hartazgos y gimoteos, desdichas y regalos, así hasta el infinito para apartar el fantasma, a la soledad, que es la presencia de la ausencia, que es la muerte que se hace presente durante la vida.
Sí, la soledad es la hija, la hermana, la madre de la muerte.
Muerte que es la máximo expresión de la impotencia, de aquello que nos recibió al llegar al mundo con su espantoso apretón, de aquello que nos espera eternamente (al menos en cuatro de nuestras cinco dimensiones).
Muerte de la que nadie escapa, por lo menos desde un punto de vista materialista.

Andamos anhelando ser alguien para alguien.
En parte para hacer de cuenta que estamos acompañados, que no estamos solos, que alejamos la muerte, que somos eternos.
Citando al gran Erich Fromm: «Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo.»
Sí, en parte por ello.
Pero otra parte es menos filosófica y más práctica: para tener a quien manipular, a quien llamar la atención, a quien usar para que nos calme nuestro terror, nos satisfaga, nos de su pecho (simbólicamente), nos arrope, nos arrulle, nos abrace.
Sí, como el bebe que empleó por primera vez las herramientas básicas del EGO (llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad) y así calmó por un rato sus penurias, su aniquilante sensación de impotencia mortal.
Y ahora citando nuevamente a Fromm, pero para disentir un poco con él: «La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad.».
Humildemente difiero y digo que no, no es la necesidad más profunda superar la separación con otros, eludir la soledad, eso es solo una parte muy intensa y profunda de nuestra mayor necesidad: ahuyentar un poco el espanto de la impotencia. Hacer de cuenta que tenemos algo de dominio y poder. Alcanzar alguna dosis de control que nos haga descansar un poco del dolor de “no poder”.

Como puedes comprender fácilmente, en ambas situaciones el otro es un mero objeto, un “ello” y no un “tú”.
Está para que nos sirva, y si no está, nos conseguimos otro en su lugar.

Pero hay otra forma de romper el poder del EGO, de no seguir en falsa relación con el otro, de alcanzar un grado de conexión real con una persona completa y significativa.
Notemos esta idea del gran Alfred Adler, quien solía decir a sus pacientes aquejados de “melancolía”: “Te puedes curar en catorce días si sigues al pie de la letra esta prescripción: Debes pensar cada día en como satisfacer a otra persona”.

Sí, en estas palabras podemos encontrar un eco de nuestra vieja receta: hacer por el otro algo beneficioso, que no nos perjudique, y sin esperar absolutamente nada a cambio.
Sí, lo que es dado en llamar en la antigua y santa Tradición como AMOR.

Claro, dejamos de tratar de imponernos,
no queremos controlar aquello que está fuera de nuestro control,
no esperamos nada sino que agradecemos lo que recibimos,
no usamos al otro, sino que nos conectamos con él,
no manipulamos pero tampoco admitimos que se nos manipule,
nos limitamos voluntariamente para dar cabida en nuestras vidas al otro con su individualidad,
beneficiamos con nuestra acción, y con ello somos felices.

Sí, seguiremos solos, pero habrá una conexión especial, un lazo espiritual, una energía que se enlaza entre ambos. Los cuerpos seguirán solitarios, el abrazo del alma durará lo que dure, pero ese lapso será sagrado y permanecerá en la memoria de la eternidad.
Esa es la manera, el gran secreto, la clave más poderosa para tener dominio, para romper el yugo del EGO.

Mientras no lo rompemos, seguimos solos, empequeñecidos, deseando sin alcanzar la satisfacción, mezclados en jueguitos de falso poder, dolidos, temerosos, muertos.
Cuando comprendemos esto, podemos dar un nuevo significado a las sabias palabras de un grande entre los más grandes:

«El que halla esposa halla el bien y alcanza el favor del Eterno.»
(Mishlei / Proverbios 18:22)

El mensaje es muy específico y certero. Es la unidad de la pareja conyugal único en su especie, sagrado y especial.
Pero, a modo de estudio cambiemos la voz esposa por un otro a quien amar, hijo, esposo, padre, amigo, vecino, quien sea, para amar como hemos explicado aquí y entonces el resultado será…

(Dedicado a la querida amiga Verónica D., hoy colega mía o algo así, por recibirse. Que pronto novia la veamos, bajo la jupá y formando una casa leal de Israel).

4 comentarios sobre “De amor y soledad”

  1. El resultado serà… Felicidad, estar bien, sentirse bien, etc… Sabe estaba por escribir sobre la relacion conyugal, más especificamente sobre aquel o aquella que busca pareja, bueno cuando este preparado lo escribo. Gracias por las enseñanzas… Abrazos!!

  2. Ahora , seria pensar en si la persona de la cual se esta enamorado podria ser ese apoyo incondicional para ser ese socio(a) en el cumplimiento de los 7. Seria una loteria y mas en estos tiempos donde se piensa en solo yo y yo y yo…. y los demas en el olvido , pudriendosen en sus necesidades , como comida , vestido…..
    Gracias Morè.

  3. A mi en lo personal, me asusta el pensar en la muerte, esa gran impotencia. Cuando se cabila en esa desaparición, asusta el hecho de perder la conciencia. Y creo que el EGO nos juega una mala pasada en hacernos creer que hay que «ganar» una eternidad conciente, de alguna manera (tal vez de ahí nazca cualquier superstición).

    He visto que la vieja receta del Amor desiteresado, muchas veces y de forma inconciente, sigue siendo el trueque que se busca para de alguna forma ganarse ese espacio eterno y en conciente. Ese Yo Vivido que nos hace «comerciantes» siempre busca alguna retribución por los actos propios de altruismo; siempre esta esa especie de vocesita que susurra: «lo hice bien, me gane el cielo, estoy asalvo, merezco retribucion…etc».

    Es complicado desenmascarar las acciones egoistas, por que el intelecto siempre las justifica. Ultimamente he pensado, despues de ver un video en el facebook, que las acciones de AMOR son es sí mismas un DEBER, u una OBLIGACIÓN; y si fuera así, agregaría a las palabras del More: «..hacer por el otro algo beneficioso, que no nos perjudique, y sin esperar absolutamente nada a cambio POR QUE SON UN DEBER, » aplastaría un poco las dobles intenciones egoístas. El resultado de esas acciones, que supongo son de ese campo incomprensible para mi del Yo Esencial, a mi me gustaría comprenderlas en terminos sencillos; pero me limito a los escrito: «..habrá una conexión especial, un lazo espiritual, una energía que se enlaza entre ambos..

  4. Excelente artículo Moré…

    Un tema imprescindible para todo ser humano, se habla de Amor, pero no se Ama. El amor romántico sigue siendo más apreciado y valorado que el amor real. Existe una diferencia abismal entre demandar y dar. Solamente cuando damos en verdad recibimos más, pero esta lógica no es aun entendida.

    A propósito, estoy leyendo el libro de E.From «El arte de amar»… muy bueno, pero no me había percatado de que esta frase tan célebre… en realidad no lo es “La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad.”

    Gracias por la claridad!!! Un abrazo

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