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Engañoso EGO

Nuevamente te brindo un sano mensaje noájico a partir de la enseñanza que brinda la lectura semanal pública que se hace en el seno del pueblo judío. En esta oportunidad la sección se denomina “Koraj”.

Compartamos juntos.

Seleccionamos de la parashá

1. El EGO está detrás de todas las rebeldías.

2. No es bueno asociarse para hacer el mal.

3. Apartarse del mal y hacer el bien.

4. Preservar el honor de las cosas santas.

5. Un pueblo sano es un pueblo generoso.

6. Respetar los roles y funciones de cada uno.

7. Toda acción tiene consecuencia.

8. Reconocer –agradecer- es un gran paso en el camino del bien y la justicia.

Dice la parashá:

«Ellos se juntaron contra Moshé [Moisés] y contra Aarón, y les dijeron: -¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y el Eterno está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os enaltecéis vosotros sobre la asamblea del Eterno?» (Bemidbar / Números 16:3)

Pero la Torá testifica acerca de la humildad de Moshé, el más humilde de los seres que pisó la tierra:

«Y el hombre Moshé [Moisés] era muy humilde, más que cualquiera de los hombres sobre la faz de la tierra.» (Bemidbar / Números 12:3)

Entonces, ¡qué absurdo es el reclamo de Koraj y su banda cuando acusan a Moshé de ser vanidoso y ambicioso perseguidor de fama y renombre!

¡Cuánta distorsión en las percepciones provoca el enojo y el desánimo!

Y es precisamente acerca de esto que nos quiere instruir la Torá: cuando nos enrolamos en una disputa cuya finalidad es el ego, necesariamente nos sentiremos enojados y carentes de un «algo» que creemos esencial, y en ese estado perturbado, nuestros sentidos se embotan, especialmente el menos usado de los sentidos: el sentido común.

Y así, con el ego gobernando a tontas y locas nuestras vidas, andamos a ciegas y con el fracaso como única recompensa.

 

Relato: El pobre rico

Aquel hombre había encontrado la guarida secreta de algunos antiguos ladrones, o quizás habían sido piratas… ¿o era de algún rico desconfiado?
¡Qué importa!
Lo sustancial es que el antro estaba repleto de monedas de oro, variadas joyas, objetos codiciables y otras cosas que no sabía nombrar pero que parecían sumamente valiosas.

No podía creer en su suerte. Jamás había visto tantos reflejos dorados. Ni en sus más atrevidos sueños se había atrevido a fantasear con semejante riqueza.

Para mejor, todo tenía aspecto de viejo, como detenido en el tiempo siglos atrás. ¡Nadie reclamaría este tesoro!

Se abrazó a un cofre, acarició algunas relucientes monedas y luego las lanzó al aire para sentir el golpeteo de la lluvia millonaria.

No cabía en sí de tanto gozo.
– “¡Soy rico!” -gritó feliz, mientras daba saltos y se acariciaba con su recién descubierta fortuna que podría hacerlo dichoso por el resto de su existencia…

– “Pero, un momento” -pensó- “¡algo anda mal! De seguro mis envidiosos vecinos me acusarán ante las autoridades sospechándome un ladrón. ¡No quiero problemas!
O… seguramente verdaderos ladrones se enterarán de mi riqueza y me buscarán para lastimarme y robarme… ¿Qué hago ahora?”.

Por lo que decidió ir a refugiarse a una cueva perdida, en medio de una espesa jungla, pues, sabía que nadie lo encontraría allí, ya que ninguna persona acostumbraba pasar por esos lugares…

Y así vivió prisionero de su tesoro unos años, rodeado de soledad y temor, abrazado a sus inútiles y muy refulgentes objetos de los que se creía su dueño…

Preguntas para repasar y reflexionar

1. ¿Cuál fue el error más grande del personaje del cuento?

2. ¿Qué le hubieras recomendado hacer al personaje del cuento?

3. ¿Quién era dueño de quién?

4. ¿Cómo relacionas este relato con el contenido de la parashá?

5. ¿Te parece que esta enseñanza tiene alguna relevancia para la vida cotidiana?

6. ¿Conoces algún otro relato o anécdota que tenga similar contenido?

Tienes “la razón”…

En Internet es impresionante la cantidad de textos, imágenes, audio, video, etc. que se encuentran, impresionante.
A lo que se les suma comentarios, notas, refutaciones, apoyos, debates, contradicciones, citas, copipegado, ignorancia activa, una marabunta inmensa de (des) información que fluye en un océano enorme y en apariencia inabarcable e inagotable.
Tantas palabras, tantas opiniones, tantos, conceptos, tanta malicia, tanta degradación, tanta belleza, tanta genialidad, tanto aburrimiento, tanta tontería, tanta pudrición, tanta nobleza… en verdad, se encuentra de todo, hasta lo que ni siquiera imaginamos.

Humildemente resumiré todo esto (que es imposible de resumir) en un breve título: “Yo tengo LA razón y tú no” ((Algo similar ocurre fuera del ciberespacio, sin dudas.)).
Probablemente podrás comentar, notar, refutar, apoyar, debatir, contradecir, citar, copipegar, ignorar, ser parte de la micro masa que por un rato se alborota en esta micro sección de la infinita jungla ciberespacial.
Si tomas tu tiempo y contemplas quizás puedas darte cuenta de que tan errado no está mi titulo (al que siento que habría que añadir algo así como “Desfile interminable de EGO”).

Quiero convencer de mis ideas, de mi sabiduría, de mi delirio, de mi probidad, de mi simpatía, de mi éxito, de mi belleza, de mi lugar, de mi poder, de mi dominio, de mi rareza, de lo mío y ya no basta el reducido espacio de las relaciones interpersonales “tradicionales”, ahora hay que amplificarse al mundo ilimitado de la Internet.
Aunque no me importa en lo más mínimo lo que tú sientes o piensas o crees o te conviene, sino solamente como peón a mi servicio, para confirmarme en mi rol, para aplaudirme, para serme útil de alguna manera.
Quiero convencer-te porque me quiero, necesito, me es imprescindible, convencer-me de que estoy bien, de que sirvo, de que soy potente, de que valgo, de que tengo derecho a…

Así se puebla Internet de su apabullante y angustiante contenido de palabra escrita, música, audio, video, imágenes, “amigos” en redes sociales.
Somos amigos de gente que nunca hemos conocido.
Nos desnudamos para complacer la retina infame de quien detestamos.
Nos hacemos pasar por lo que no somos para ser admirados en sitios de video.
Escribimos para hacernos oír.
Alentamos a nuestro equipo, partido, secta, líder de forma apasionada y carente de cualquier equilibrio o pudor.
Ofrecemos para que se nos quiera o se nos adquiera.
No valemos nada… al menos eso parece…

No importa “la verdad”, de nada vale el bien y la justicia, lo que anhelamos es que se nos aplauda, se nos confirme, se nos cite, se nos quiera, se nos haga sentir poderosos.
Yo tengo la razón, a cualquier precio, y por lo tanto tú no la tienes… eso es todo lo que vale “beibi”.

No me importa si cambias de opinión, porque en verdad de nada me importas tú, solo quiero hacerte sufrir tu impotencia, tu nadería, porque YO tengo la razón…

Así funciona Internet, tristemente, según veo a diario navegando y navegando por regiones, idiomas, colores, sabores, sonidos, ofertas, demandas…
Quizás es una visión subjetiva muy negativa que tú puedas fácilmente refutar, demostrar que me estoy equivocando.

Porque así tú demostrarás que tienes “la razón”…

Los trofeos del EGO

Hemos instruido acerca del EGO, te recomiendo que busques y estudies al respecto, será necesario no solo para comprender el siguiente texto sino también para poder seguir avanzando en tu camino de redención y libertad.

Uno de los requerimientos del EGO es el de la obtención de trofeos, lo que se convierte en motivo de existencia para muchas personas.
Al ir en pos de esos trofeos, al obsesionarse por ellos, uno deja de vivir en plenitud, rechaza el gozo de la bendición constante, para sufrir por el anhelo de alcanzar más y más galardones, medallas supuestas ofrendas del éxito.

¿Cuáles serían esos trofeos?
No puedo indicarte todos ellos, pero haré lo posible por destacar los más habituales:

  1. Dinero.
  2. Parejas ocasionales con las cuales se mantiene relaciones sexuales.
  3. Novios/novias que se ha tenido.
  4. Campeonatos deportivos.
  5. Objetos de colección.
  6. Títulos académicos.
  7. Triunfos atléticos.
  8. Prendas de vestir y zapatos.
  9. Personas conocidas (modernamente, “amigos” del Facebook).
  10. Lugares que se ha visitado.
  11. Libros que se ha leído, aunque no necesariamente comprendido.
  12. Ocasiones que hemos tenido la última palabra en discusiones.
  13. Calificaciones en trabajo o cursos estudiantiles.
  14. Calorías perdidas en dietas.
  15. Canciones que se sabe de memoria con coreografía incluida.
  16. Películas que se ha visto.
  17. Pasajes bíblicos que se repiten como lemas.
  18. Empresas que se posee.
  19. Cabezas de animales que se ha cazado y embalsamado.
  20. Baratijas que se adquieren en viajes turísticos.

Como te he dicho he señalado un pequeño número de los trofeos más corrientes, quizás te reconozcas en alguno de ellos o puedas reconocer a algún conocido.
Antes de continuar instruyéndote al respecto de estos trofeos y su mecanismo dentro de la economía anímica de la persona, aguardaré a que me brindes tú dos respuestas que preciso para continuar.

1- ¿Puedes mencionar al menos tres otros trofeos que se convierten en centro de la vida personal?

2- ¿Cómo crees que funciona el anhelo por trofeos para someter a la persona al dominio esclavizante del EGO?

Si no obtengo respuestas de al menos cinco personas diferentes, lamentaré no podré continuar con esta enseñanza por el momento.

Así que, depende de ti que participes aquí debajo en la sección de los comentarios.

Nos estamos viendo.

El populacho en ti.

El pueblo de Dios, los escogidos para recibir la Torá, los que participaron en persona y como pueblo de la Revelación Divina constante desde el Éxodo, los que eran sostenidos por el maravilloso alimento celestial denominado “maná”, ellos eran los que menos pudieran quejarse o dudar de Dios y Su actuación en el mundo.
Para ellos la Presencia del Eterno no era cuestión de fe, de confiar en libros o relatos, de creer en doctrinas religiosas; para ellos la Presencia de Dios era una manifestación constante.
Desde el amanecer hasta el anochecer Dios estaba con ellos, en medio de ellos, protegiéndolos, alimentándolos, conduciéndolos, castigándolos, amándolos, siempre Él estaba allí.
Nadie lo dudaba.
No había “ateos” ni “agnósticos” entre ellos.
Pero, el EGO igualmente ejercía su poder oscuro sobre las mentes y corazones.
Ese EGO traicionero que desde el comienzo de nuestra vida en este mundo nos acompaña y que al principio nos sirve con lealtad, pero que luego se transforma en un ogro interno, en un malvado Faraón, en un corrupto que se hace pasar por deidad y salvador.
Ahí está, en nosotros, como nosotros, y también estaba en aquellos que eran liberados directamente por Dios y llevados por Él.
Por supuesto que Dios es Todopoderoso, nada ni nadie se Le compara.
Y a pesar de ello, el EGO podía corroer desde adentro a las personas para llevarlos a caminos de error, de desconocimiento de Dios, aunque no de negarLo.
El EGO que es el amo de la mayoría de las personas, el que motiva el origen y persistencia de toda idolatría y pecado. El EGO, que no es un dios, no es un ángel, no es un ser espiritual, sino que es una mera partecita de cada uno de nosotros, una función necesaria para el recién nacido, ese EGO es lo que nos lleva a la derrota, al error, al mal.
En estos días pudimos contemplar en la Torá varios ejemplos, uno de los cuales menciona que:

«Entonces el populacho
que había entre ellos
se dejó llevar por la gula.
Y también los Hijos de Israel volvieron a llorar diciendo: -¡Quién nos diera de comer carne!»
(Bemidbar / Números 11:4)

El “populacho” en la historia “bíblica” refiere a los gentiles que salieron de Egipto adosados al lado del pueblo judío.
Era una masa de personas de diversas nacionalidades y contextos, que tuvieron la viveza de reconocer la ventaja de escapar a la esclavitud en Egipto para recibir “de rebote” las bendiciones que provenían para Israel.
Ese populacho agitador había provocado en varias oportunidades obstáculos, problemas, rebeliones para la relación de los hebreos con Dios.
Porque no se adherían a sus propios mandamientos, no actuaban con la lealtad del noájida que corresponde a los gentiles de todas las eras, sino que hacían su vida según sus ideas y doctrinas. Por ese vicio espiritual se involucraban negativamente con los judíos y provocaban disturbios un día y al otro también.
Pero la misericordia de Moshé los toleraba, permitía que siguieran adosados a los judíos, que se beneficiaran de los bienes de los judíos, porque Moshé no quería encerrar a los judíos en “guetos”, ni excluir del bienestar a los gentiles. Sin embargo, había “olvidado” que el bien sin la justicia no es lleva a un estado de salud, de equilibrio, sino que promueve el descontrol, el caos. Y así, los gentiles revoltosos se enroscaban en disputas, en controversias, en pasiones, y llevaban hacia la zona de oscuridad a los judíos que les prestaban atención.
Tal el “populacho” en su sentido literal.
Pero podemos contemplar que puede ser también una imagen simbólica del “ajeno” que nos acompaña, que nos sigue, que nos perturba con sus demostraciones fuera de límites. El populacho simboliza al EGO.
El EGO se deja llevar por sus apetencias.
Quiere demostrar su “poder” por encima de la impotencia que lo domina en realidad, para lo cual emplea sus rudimentarias herramientas de subsistencia.
El jaleo, el grito, la revuelta, el golpe, la malicia es una de ellas.
Entonces la persona –los hijos de Israel en el relato- cuando es dirigido por los apetitos oscuros del EGO actúa con egoísmo, de manera individualista, como una isla que se niega a contactarse con el mundo, que destrata al otro, que reniega de las reglas, que solamente busca satisfacer su anhelo de “poder”, sea como sea.
Así pues, la persona se queja, llora, reclama, grita, insulta, reniega de la realidad, demanda, es desagradecida, no contempla todo lo bueno y más que ya tiene porque se obsesiona con obtener eso otro que no le corresponde.
Así nos pasa a nosotros, a cada rato, cuando dejamos al EGO en el control de nuestras vidas.
Podemos estar llenos de todo lo bueno pero no disfrutamos de nada, siempre ansiando lo que no tenemos ni nos corresponde.
Llegamos a amasar una fortuna y queremos el doble.
Nuestra relación familiar es cordial, pero la quebramos por disputas que se originan por tonterías.
Nuestro cónyuge es una espectacular compañía, pero corremos detrás de amantes y perdición.
Así andamos por la vida, sometidos a la esclavitud del EGO, atendiendo al populacho en nuestro interior en lugar de encaminar nuestra vida hacia la Luz.
Seguimos las reglas del caos en vez de organizarnos y andar en la senda del Eterno.
Queremos y queremos, ambicionamos, nos desvivimos, negamos lo que nos toca y siempre el pasto del vecino está más verde y lloramos por tenerlo, o matamos para obtenerlo.
Como el gentil que desprecia su noajismo porque le parece “poco”, “no bíblico”, “sin Torá”, y por ello se disfraza de judío, se revuelca en su vómito pero lo dice en hebreo, se apropia de festividades y rituales judaicos, y todo ello porque en verdad el EGO es su dios, porque pone al EGO en lugar de Dios.
O el gentil que reniega de todo lo santo para hundirse hasta el fondo en cualquier idolatría o doctrina que aparta de la senda del Eterno, y ni siquiera se tiene “la excusa” de pretender más de parte de Dios.
Ahí está el EGO, siempre el EGO.
Ya podemos resultar un poco aburridos con el asunto del EGO, sin embargo es tan fundamental comprenderlo y hacer lo posible para liberarnos que prefiero aburrir hasta que el mensaje dé frutos.

Conocer este origen de la malicia humana es uno de los ingredientes para ser libres y por tanto gozar de la plenitud de la bendición constante que recibimos de lo Alto.
Ahora, ¿qué hacer?
No hay respuesta simple.
Estamos dando varias a lo largo de nuestros encuentros, espero que estés leyendo, estudiando, recopilando y aplicando las enseñanzas al respecto.

Hay una duda muy interesante que merece ser atendida.
¿Solamente cumplir con los mandamientos (7 para la persona gentil, 613 para la nación judía) alcanza?
No, es evidente que es importante, es obligatorio, pero con ello no se alcanza romper el yugo del EGO.

Podemos notar que el salmista inspirado nos iluminó con la siguiente verdad: «El hacer tu voluntad, oh Elokim mío, me ha agradado; y Tu Torá está en medio de mi corazón.» (Tehilim / Salmos 40:9).
Es necesario hacer la Voluntad de Dios, aquella que nos corresponde.
Al hacer nuestra voluntad la Voluntad de Dios, estamos rompiendo el liderazgo del EGO sobre nuestra vida.
El centrar en nuestro corazón la Torá (instrucción, ley, la noájida para gentiles, la que corresponde a judíos para judíos), es un mecanismo excelente para desplazar de él al EGO.
Cuando está la Luz del Eterno en nuestro corazón, el EGO queda arrinconado, su poder imaginario queda desarmado.

Pero, no para combatir al EGO es que debemos cumplir los mandamientos y servir al Eterno al hacer Su Voluntad.
Tengamos esto bien en claro.
NO ES para ser libres del EGO, sino que esto es un beneficio secundario.
Cumplir mandamientos (lo que nos corresponden), hacer nuestra la Voluntad de Dios, es nuestro deber, nuestra misión original, y no un remedio para el primado del EGO sobre nuestra vida.
¿Se comprende?

Esta armonización de la persona con los mandamientos del Eterno, con Su Voluntad es esencial, pero no lo único.
Es imprescindible conocer lo que vivifica a cada uno de nuestras dimensiones, para que nuestro organismo integral esté nutrido y en balance.
Nuestro ser multidimensional armonizado está libre del EGO.
Acallar las voces del populacho por medio de proferir palabras de santidad.
Limpiar las emociones caóticas del populacho por medio del aprendizaje de respuestas emocionales saludables.
El adquirir el lugar social noble para no depender de falsas presunciones.
En fin, son varios los frentes de batalla para derrocar el reinado del EGO, su efervescente populacho que nos domina.

Me gustaría que me ayudaras a ayudar a más personas.
Puedes colaborar con anécdotas personales, reflexiones, con dinero para sostener la actividad de FULVIDA, con difundir nuestra existencia y mensaje de Shalom.
Es una gran forma de combatir al EGO y hacer brillar la Luz del Eterno.

Decálogo

El Decálogo, lo que común y erróneamente se denomina como “Diez Mandamientos” fue entregado y ordenado por Dios para los judíos.
Son muchísimas las enseñanzas que obtenemos y derivamos de estas diez frases, que corresponden en realidad a catorce mandamientos divinos para los judíos.
Algunas de las ideas y especialmente reglas son específicas para las personas judías, pero muchas de ellas tienen un valor universal, que es compartible y aplicable por cualquier persona que desee andar por la Senda del Eterno, a la Luz de su Palabra.
No es mi intención extenderme demasiado, sino tan solo concretarme a la introducción  de una fascinante enseñanza que se desprende de analizar los enunciados en un contexto “topográfico”.
Permíteme que te lo muestre.

Máximo EGO
El individuo está aislado, centrado en sí mismo, víctima de su impotencia y los delirios de poder. Es esclavo de su EGO.

Tableta B
Relación entre el hombre y el hombre

Idea central
Desarrollo de la personalidad

Tableta A
Relación entre el hombre y Dios

No asesinar

Aceptación de la existencia de Otro

Saber que Dios existe

No al adulterio

Aceptación de la relación con Otro

No adorar dioses ajenos

No secuestrar

Aceptación de la otredad del Otro

No usar el nombre de Dios en vano

No testimoniar en falso

Aceptación del poder del Otro

Recordar el Shabbat

No codiciar lo del prójimo

Coexistencia armoniosa con Otro

Honrar a los padres

Máxima CONEXIÓN
La persona está integrada como sujeto, como miembro de la sociedad, en su relación con Dios.
Es altruista, solidario, responsable, comprometido, bueno, justo y leal.

Ahora, un breve desarrollo para aumentar la comprensión.
Nacemos siendo impotentes, es condición básica de todo ser humano.
Contamos con una herramientas rudimentaria para sobrevivir, el EGO.
Sus métodos bruscos para llamar la atención suelen ser efectivos para que alguien se encargue del bebe, lo alimente, lo cambie, lo consuele, lo divierta, lo duerma, etc.
Si el llamado de atención no funciona, o el adulto no está disponible o dispuesto, el EGO “desconecta” al niño de la realidad dolorosa, lo lleva a un mundo de fantasías, el sueño.
Por supuesto que en esa etapa de vida el EGO es un gran amigo y así se va presentando a la naciente conciencia del ser.
El EGO se pone en lugar de un “salvador”, cosa que es cierta, de cierta forma.
El problema se avecina cuando el EGO se mantiene en el control del niño, siendo que éste va adquiriendo otros instrumentos y formas de conectarse con los demás y con la realidad, además de operar sobre ella.
El EGO en funcionamiento, cuando ya no es necesario, lleva a la persona a aislarse, a manipular a los demás, a situaciones de conflicto interno y externo, a multitud de desequilibrios, a una vida caótica y de desconexión con la realidad más o menos intensa.
Es necesario que el niño sea educado correctamente para que el EGO se vaya reduciendo, para que quede en su rol de herramienta útil en situaciones de extrema necesidad, cuando la impotencia gana nuevamente a la persona y no tiene prácticamente ninguna otra opción que recurrir a él.
Nuestro Creador, que es también es nuestro Maestro, nos brinda instrumentos de liberación del EGO, nos instala en nuestro lugar, nos fortalece en nuestra identidad, pero no de forma mágica o milagrosa, sino a través de un mapa de conductas que debemos conocer y aplicar, para que de esa forma podamos crecer integralmente, derrocar al EGO situado como dios al cual servimos en esclavitud.
El mapa de conductas se denomina “Torá”, que en hebreo quiere decir “instrucción”, “guía”, “ley”.
La Torá noájica es oral, se compone de siete mandamientos fundamentales, así como el relato de la entrega de los mismos por parte de Dios al patriarca Noaj.
La Torá judía es tanto oral como escrita, uno de cuyos componentes es el Decálogo, que estamos comentando en esta oportunidad. Los catorce mandamientos que componen el Decálogo están incluidos dentro del conjunto de 613 mandamientos que Dios ha dado para la nación judía, para ellos y no para el resto de las naciones. Así como la Torá que Él ha dado a los judíos es para ellos, y no para los gentiles.
Sin embargo, ambos tienen el mismo peso, similar valor, idénticas intenciones: conducir a la persona y a la sociedad hacia un mundo de Shalom, de plenitud, armonía, gozo consciente de la Presencia de Dios y Su bendición constante.
Si los gentiles conocen y viven sus siete mandamientos, así como el pueblo judío se hace cargo de sus 613 mandamientos, se estará en un mundo que no se encuentre bajo el dominio del EGO, y por consiguiente plagado de personas impotentes y caóticas, sino en un mundo solidario, espléndido, gozoso.
(Sin embargo, el cumplimiento por sí solo no basta para llevar una vida íntegra. Será necesario retomar este tema en otra oportunidad, o buscar lo que ya tenemos publicado al respecto).

El Decálogo, como hemos dicho al comienzo, es para el pueblo judío, pero algunas de sus enseñanzas son aplicables y saludables para el gentil también.
Esto que te enseño ahora es para compartir por ambos.

Estábamos en el relato del comienzo de la vida del individuo, que queda bajo el mando del EGO.
Un estado de caos, de desconexión, de soledad, de dolor, de falsedad, de fantasías, de delirios, de locura, de malicia, de robo, un mundo enfermo por dentro y por fuera.
El primer paso hacia el derrocamiento del EGO lo vemos en la tabla que presentamos más arriba: aceptar la existencia del Otro, sea Dios o el prójimo.
Si el Otro no es más que “algo” para satisfacernos, para ser manipulado, para estar a nuestro servicio, para llenar nuestras apetencias, no le estamos reconociendo una real existencia, sino una funcionalidad, que bien puede ser “usa y bota”. ¿No te ha pasado que alguna persona te haya hecho sentir así? ¿Qué eras “apreciado” mientras le servías de algo, pero luego fuiste borrado del mapa? ¿O quizás eres tú el que así ha hecho con alguien?
El Otro “no existe”, porque no le das lugar en tu corazón.
El bebe no está capacitado pues su sistema nervioso no se ha desarrollado, por tanto es normal que no sea consciente de la existencia de otros… pero tú, ¿qué excusas puedes dar?
Viene Dios y te enseña: “Yo existo, no preciso mandarte que lo creas, ni que tengas “fe”, sino solamente basta con decírtelo. Viste Mis obras, Yo soy quien te sacó de Egipto. Sin embargo, no me interesa que hagamos doctorados en teología, para Mí es más importante que sepas que el prójimo también existe. A Mí no me cambia en nada si tú Me sirves o no, pero a tu prójimo sí le puede afectar del modo en que te comportas con Él. no lo niegues. No lo asesines, ni siquiera simbólicamente. Admite que Yo existo, admite que el prójimo existe. No somos tus sirvientes, no somos tus títeres, Yo soy tu Dios, y él es tú prójimo.”

Cuando se avanza al siguiente escalón se descubre que admitir la existencia del Otro no basta, se debe admitir que existen las relaciones y que no siempre éstas tienen algo que ver conmigo.
El Otro tiene su vida independiente, aunque me cueste admitirlo. El otro tiene sus relaciones y no siempre soy bienvenido en ellas.
Ahora que sé que existe una mamá y un papá, debo aceptar que ellos mantienen una relación que me tiene por fuera y no debo entrar a ella.
Y eso irá pasando en lo sucesivo, con otras personas, con otras relaciones que establezca.
Esto que me limita, también me libera.
Yo también tengo mis relaciones, mis cuestiones privadas en donde yo establezco quien entra y quien no.
Dios también tiene ese “derecho”, el derecho a que no le seamos infieles, que no nos prostituyamos con falsos dioses, ni siquiera movidos por buenas excusas.
Tenemos una relación particular con Él y cuando metemos en medio a dioses, ángeles, mediadores, “salvadores”, ídolos, Jesúses, vírgenes, santos rabinos difuntos, seudo profetas, gurús, etc., estamos haciendo algo incorrecto. Estamos quebrando la fidelidad de la relación que tenemos con Él.
Así como existe el Otro y debemos tomar conciencia y aceptarlo, igualmente con las relaciones que el Otro mantiene, sea que estemos incluidos en ellas o no.

Está el Otro, las relaciones del Otro, estamos nosotros y nuestras relaciones. Está la conciencia de todo esto.
El siguiente paso en la escala del crecimiento es aceptar que el Otro es otro, que tiene derecho a su identidad, a sus decisiones, a ser él mismo, nos guste o no.
No está para darnos placer, no está para que lo manipulemos, tampoco para que nosotros seamos manipulados o nos arrastremos para satisfacerlos.
Él tiene su vida, me guste o no. Sea mi hijo o mi hija, mi alumno o mi empleado, él debe hacer su vida y yo debo respetarlo.
Por supuesto que el sirviente del EGO pretenderá tener bajo su control a todos y todo, no admite que le contradigan, no acepta que le marquen sus errores, no quiere voces disonantes. Él es el amo, aunque en realidad sea un pobrecito esclavo de su EGO.
Sin embargo, la persona que anda a la Luz del Eterno, que está en la escalera de la plenitud no buscará dominar a otros, no negará a los demás sus derechos, no impondrá su voluntad de forma injusta, reconocerá qué puede controlar y que no y no se angustiará por saberse impotente en ciertos aspectos, sino que más bien eso le dará libertad y serenidad.

El siguiente escalón ya incluye admitir que el otro no solamente existe, mantiene sus relaciones que no nos incluyen y otras que sí, es independiente de nuestra voluntad, sino además que el Otro es poderoso sin necesitarnos.
Debe ser duro despertar un día y darse cuenta de que ese mundo que habíamos imaginado en el cual somos el centro, del cual todo depende, que se caería si faltáramos, en realidad sigue tan firme y funcional cuando faltamos.
Más de uno habrá fantaseado con que el mundo nació el día que uno nació, que el mundo es mejor por estar uno aquí, etc., pero en los hechos el mundo gira estemos en él o no.
Somos importantes, sin dudas, pero una partícula de polvo cósmicos en un universo que aparece como infinito.
Somos valiosos, pero mejor es sí nos bajamos del pedestal y admitimos que el otro puede vivir perfectamente sin nuestra presencia.
Ni el divorcio, ni la muerte, ni el alejamiento son el fin para el otro, al menos no debiera serlo.
Dios sigue siendo Dios, con nuestros rezos o sin ellos.
El otro seguirá para adelante, contigo o sin ti.
Es duro, ¿no?
Algunos se niegan a reconocerlo, pobres prisioneros de sus EGOS y se andan imaginando que el mundo se caerá el día que ellos desaparezcan, que Dios tiembla de solo pensar que él no cree en Él… conocemos a varios sujetos así, cabalisteros, magos de las palabras que corrompen lo espiritual, gurús, falsos rabinos, entre otros. Incluso gente de renombre, que se desviven por tener a quien manipular, por ser el centro en la vida de alguien, por recibir el dinero como diezmos, etc.
Eso no es lo que Dios quiere del hombre.

Hasta el cuarto grado hemos llegado a reconocer al otro en su completitud, falta el quinto escalón, en el cual podamos llevar una vida de conexión con el prójimo y con Dios.
Entendemos que el otro es otro en TODOS los aspectos, aunque cueste, aunque duela.
Podemos apreciar lo que posee, en todos los aspectos, pero haremos el esfuerzo para no corrompernos anhelando lo que no es nuestro.
Podremos buscar nuestra propia forma de ser felices, nuestro camino para la plenitud, nuestro sentido de vida.
Claro que podremos hacerlo, cuando no estemos encerrados en las celditas mentales de nuestro EGO.
Al salir de esas paredes maltrechas podemos respetar al prójimo, amarlo, serle fiel, estar conectados.

Pero, mientras no avancemos estos cinco grados, seremos aún esclavos, de una u otra manera. Esclavos en fin.
Está en ti seguir tu camino, ese que Dios te ha marcado, o seguir el camino del EGO.

Ese… es mi Ego

El  aporte que los temas del Ego tienen para nuestras vidas es inmenso.  En cada nueva entrega hay tanto que aprender, que descubrir, que analizar, que aplicar…

Y ¿por qué estudiar al Ego?, acaso ¿no es suficiente con que ya seamos noájidas?, pues yo te diría que NO, NO ES SUFICIENTE, aun cuando conocemos nuestra esencia, nuestra identidad y también nuestra misión, y sabemos que hemos de construir shalom; también hemos de estudiar al Ego.

Ahora sé que:   “cuando entendí mi esencia y descubrí mi identidad real como noájida, empecé a ser libre de tanta mentira, y a buscar crecer en lo que me correspondía para vivir de ese modo, PERO AHORA me doy cuenta que no basta con ese simple conocimiento, que de por sí, ya es  grandioso.

Para crecer y vivir sanamente en nuestra identidad; también hace falta ir más allá, al ser, a la esencia, a la persona misma, y porque no al Ego”.

Y es que, en realidad:

NO somos esclavos solamente de las religiones, ó de las mentiras que otros ofrecen, sino que aquello que nos hace vulnerables, débiles, serviles, esclavos, se encuentra anclado en nuestros deseos más profundos, no es afuera sino adentro, no es una fuerza misteriosa, nada mítico, nada de superstición, es el EGO, nuestro Ego.

Que puede ser  llevado a niveles, que no conocemos, por “nuestra impotencia”; esa  condición humana inherente a nuestro ser , que nos recuerda lo limitados, lo pequeños, lo dependientes del Creador.

Es precisamente, esa impotencia; la “chispa” que enciende y alimenta el fuego del Ego, que luego consciente ó inconscientemente nos maneja.

Ahora que empiezo a comprender mi ego, y descubro actitudes inadvertidas, a las que poco prestaba atención, los ejemplos abundan, cada acción, cada respuesta automática, esta sutilmente dirigida por mi ego.  Citare sólo un ejemplo, de la enorme lista que acompañan mi entendimiento del mismo.

Hace tres meses mi hijo de 2 años le empezó una virosis, que de un día para otro se le convirtió en bronconeumonía, debía cuidar de  él,  acompañarlo en sus terapias, hacer nebulizaciones en casa, administrar medicamentos, inhaladores, limpiezas nasales, en fin una serie de tareas que se convertían en todo un reto donde debía hacerlo pese a la negativa y resistencia de mi hijo, el tiempo parecía tan corto, demasiado corto, para todas las tareas que debía realizar, en el día y también en la noche.  Sumado a eso presentaba una deposición tipo diarrea que lo acompaño todo este tiempo.

Claro, cabe anotar que también  tenía otro bebe que en ese momento tenía  2 meses, y obviamente necesitaba de mi cuidado.

Hubo días difíciles, momentos en que aparecía “el ego de mis pequeños:  como esa herramienta necesaria e indispensable  para recibir de mi: atención;  para manifestar su inconformidad, su dolor, su desánimo, su cansancio, su impotencia, aparecía entonces haciendo uso de  gritos, de  llanto, de pataletas y en mi bebe más pequeño la herramienta para escapar a mi inatención  luego del llanto no atendido, era el sueño.  Era impresionante, ver pero entender que todo esto era el resultado del Ego, necesario sin duda,  muy necesario para ellos. Era su salvador, su gran defensor.

Y allí, en el mismo escenario también pude verle, pude descubrirle y percatarme de su presencia, de “mi Ego”, aquel que no quería dejarse manejar por el ego de mis hijos, que quería mostrar cuán grande era, cuán potente, cuan fuerte,  pero para ser sinceros, mi Ego me hacía ver  más infantil que a mis pequeños.

Ante la manifestación del ego de mis hijos, mi ego usaba entre todo su arsenal,  la fuerza para obligar a recibir un medicamento, los gritos, el llanto, la súplica, las quejas, …

¡Uff! … Sin duda nos vemos tan, pero tan serviles.

Y reconocerle, tomar conciencia de ello, me daba un respiro, intentaba comprender mi impotencia y entenderla, pero evitar caer en las reacciones automáticas ofrecidas por mi ego.  No es fácil, caí… pero ya le conozco y cuando lo veo en acción y puedo tomar conciencia de ello, puedo dejar de seguir su juego.

Por esa misma razón es tan importante conocer y entender al ego, al propio y al ajeno.  Pues podríamos  ver al  Ego, como “esa sombra que acompaña nuestro ser, pero que ante la luz podemos descubrir , entender y caminar con ella, sin dejar que ella nos envuelva y nos arroje a la oscuridad más profunda para no verle, mientras nos maneja.

Sé que continúa el proceso de libertad, aquel  que arrancó con el conocimiento de mi identidad, y busco aprender a conocerme y vivir realmente aprendiendo a dominar esas reacciones automáticas ofrecidas por mi ego, que también “sé que me acompaña y estará allí siempre”.  No sólo con mis hijos, sino en mi hogar, con mis amigos, con familiares, en el trabajo, en el supermercado, en la calle, y aún en la soledad.

Y al entenderlo se hace más real la construcción de shalom “de adentro hacia afuera”, porque aprendo a conocerme y puedo ver con otros ojos las reacciones propias y las de los demás.

Sin duda este conocimiento del Ego, aporta muchísimos beneficios para  nuestra Salud y Crecimiento, para quitar las máscaras, para mostrarnos cuan humanos podemos ser, y bajo esa condición entender que nuestra impotencia, es una herramienta increíble para conocer la enorme potencia de Dios.  No dudes en compartir este conocimiento del Ego, pues ello se convierte en una herramienta que FULVIDA ofrece para construir shalom.

Un Abrazo, y que sepamos construir shalom.

El rezo “cabalístico”

Presta atención al siguiente texto, quizás lo conoces, quizás alguna vez lo leíste, quizás creíste comprenderlo:

«En aquellos días Jizkiá [Ezequías] cayó enfermo de muerte. Entonces el profeta Isaías hijo de Amoz fue a él y le dijo: -Así ha dicho el Eterno: ‘Pon en orden tu casa, porque vas a morir y no vivirás.’
Entonces él volvió su cara hacia la pared y oró al Eterno diciendo:
-Oh Eterno, acuérdate, por favor, de que he andado delante de Ti en verdad y con corazón íntegro, y que he hecho lo bueno ante Tus ojos. Jizkiá [Ezequías] lloró con gran llanto.
Y sucedió que antes que Isaías saliese del patio central, le vino la palabra del Eterno, diciendo:
’-Vuelve y di a Jizkiá [Ezequías], el soberano de Mi pueblo: ‘Así ha dicho el Eterno, Elokim de tu padre David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He aquí, te voy a sanar; al tercer día subirás a la casa del Eterno…’»

(2 Melajim / II Reyes 20:1-5)

Como siempre, hay tanto para aprender… concentrémonos en una breve enseñanza, pequeña pero te aseguro que profunda y llena de eternidad y bendición.

Algo había hecho el gran rey Ezequías, o había dejado de hacer, al punto que era merecedor a una muerta prematura, pues solo tenía 39 años de edad.
Para empeorar aún más, se le estaba anunciando que tampoco tendría porción de dicha en el mundo de la posteridad, puesto que “moriría Y no viviría “, lo que es explicado por nuestros Sabios como una clara identificación a la terminación de sus días en este mundo y también una desconexión en el más allá.

Es terrible, para cualquiera, pero mucho más si consideramos que de este rey fue dicho con inspiración divina que:

«Él hizo lo recto ante los ojos del Eterno, conforme a todas las cosas que había hecho su padre David.
Quitó los lugares altos, rompió las piedras rituales, cortó los árboles rituales de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moshé [Moisés], porque hasta aquel entonces los Hijos de Israel le quemaban incienso. Y la llamó Nejustán.
Jizkiá [Ezequías] puso su esperanza en el Eterno Elokim de Israel. Ni antes ni después de él hubo otro como él entre todos los reyes de Yehudá [Judá], porque fue fiel al Eterno y no se apartó de Él, sino que guardó los mandamientos que el Eterno había mandado a Moshé [Moisés].
El Eterno estaba con él, y tuvo éxito en todas las cosas que emprendió. Se rebeló contra el rey de Asiria y dejó de servirle.
Derrotó a los filisteos hasta Gaza y sus territorios, desde las torres de los centinelas hasta la ciudad fortificada…»
(2 Melajim / II Reyes 18:3-8)

Tenemos a un hombre íntegro, bueno, justo, cumplidor de los preceptos, luchador de las guerras de Dios, celoso para defender la verdad, un héroe en el bando de los nobles.
Es lo que el propio Dios atestigua, entonces… ¿cómo entender que no tuviera parte en el mundo venidero?

Un hombre que era tan “perfecto”, que había llegado a realizar cosas para honrar a Dios y Su Torá y Sus preceptos, al punto que ninguno otro se había atrevido antes, que vivía para el servicio de Dios… ¿cómo entender que moriría joven y sin futuro en el paraíso?

Un rey majestuoso, que tenía a Dios como aliado y era exitoso… ¿qué había hecho, o dejado de hacer, como para que de repente se le anunciara tan amargo final?

Da como para pensar, ¿no te parece?
¿Será que el cumplimiento de los mandamientos de todo corazón y con todas las energías en realidad no son un salvoconducto para obtener el éxito y la eternidad?
¿Acaso es una demostración de que cuando cumplimos con nuestra parte, lo que Dios nos ha ordenado, NO estamos negociando con Dios algún arreglito para acomodarnos, sino que solamente estamos haciendo nuestra labor como siervos, que no deben estar pendientes de la retribución, sino solamente de servir al Amo?
¿No es posible que esto demuestra a las claras que no compramos el paraíso con nuestra fe, pero tampoco con nuestras acciones, sino que es necesario un plus, un algo “extra”, que está esbozado en la primer cita que te trajimos a estudio hoy?

Contempla con cuidado las palabras y acciones en el primer pasaje.
El rey ora y le recuerda a Dios lo bueno que él, Ezequías, ha sido; trae a la memoria de Dios cómo él, Ezequías, ha dedicado su vida al servicio de Dios.
El rey eleva su sentida plegaria para que Dios tome conciencia de sus obras, de su grandeza, de su entereza, de su humilde actuar.
Es lo que dice el párrafo que leímos, ¿no es así?

Entonces, ¿no encuentras nada extraño en esto?
Dime, ¿te parece que Dios anda precisando un ayuda memorias?
¿Ya está viejito y medio olvidadizo que la persona tiene que hacer un repaso de sus propias acciones meritorias para que Dios no deje pasar el dato y entonces se comporte de manera justa?
¿Es que Dios está desmemoriado, o es un ingrato e injusto, que tenemos la necesidad de pasarle las cuentas en limpio para que nos pague como creemos que nos merecemos?
¿Es eso lo que está haciendo Ezequías y lo que nos quiere enseñar el Santo Libro?

Porque si es esto, pues… ¡qué pobre imagen de nuestro Dios nos está dando!

¿No será más bien que es este recordatorio “para Dios” de parte de Ezequías es solamente un vehículo para que Ezequías haga algo que no había logrado hacer hasta entonces como debía?
Atendamos nuevamente al texto, ¿qué más nos está diciendo?
Leamos una línea antes… “Ezequías volvió su rostro a la pared y oró al Eterno”… bien, aquí tenemos un punto sumamente jugoso que se complementa con “y Ezequías lloró con gran llanto”.

Volvió su rostro, para no estar atento al mundo externo, para dejar de prestar atención a las banalidades, para no ser esclavo de su EGO a través de las múltiples máscaras que éste usa.
Dejó de lado por un momento lo que el creía de sí mismo, dejó de ver la opulencia de su palacio, sus ricas ropas, sus títulos, a los serviles que le eran genuflexos, a los logros académicos y militares, dejó por un rato de concentrarse en lo grandioso que era en este mundo de apariencias para conectarse con esa vocecita interna, con su Yo Esencial, con su espíritu puro.
Por una vez en la vida, ante el hecho de que se le terminaba y no había luego nada más, por una vez en la vida se buscó a sí mismo, y al hacerlo encontró en verdad a Dios.
Por supuesto que él era fiel al Eterno, sin dudas que lo era. Él era un experto en Torá, un gran estudioso y maestro, un promotor de que la Torá se extendiera y fuera valorada.
Es claro que dedicaba su vida al cumplimiento de los mandamientos, con amor y dedicación sinceros.
Sin embargo, aún no había despertado su Yo Esencial, seguía apabullado detrás de las cáscaras y máscaras del EGO.
Sí, aunque parezca imposible, así era.
Un hombre íntegro, bueno, justo, leal a Dios, atento al servicio divino, dispuesto al riesgo para eliminar la idolatría y la perversión, pero que sin embargo aún no era libre por completo de su EGO, puesto que éste seguía entorpeciendo que estuviera en armonía multidimensional, el EGO todavía le impedía que fuera su Yo Esencial quien dictará las pautas de su vida.
Parece mentira… pero es lo que está en claro en el texto sagrado.
Y Ezequías, con su inmensa grandeza, hizo lo que la mayoría no estamos dispuestos a hacer: eludir al EGO para llegar a la propia esencia, y desde allí fundirse en abrazo poderoso con Dios.
Este encuentro consigo mismo, y con Dios, fue de un impacto tal que le hizo largar el llanto, el gran llanto.
El que no es producto de la impotencia o la sensiblería torpe, sino el llanto de la liberación, del romper un viejo bloqueo para salir a la libertad.
Fue un instante “milagroso”, como nunca había experimentado el rey.
Fue como un nuevo nacimiento, puesto que por primera vez Ezequías encontró a Ezequías, al verdadero, al despojado de caretas, al que está ligado a la eternidad.

Sí amigo mío, Ezequías iba a morir y no iba a disfrutar de la vida postrera como se “merecía”, en buena medida (aunque no solamente) porque todo lo que había conseguido era bueno, pero teñido aún por el EGO.
Su entrega y dedicación a Dios aún tenían oscuras salpicaduras del EGO y fue necesario esta ocasión para que Ezequías alcanzará un nivel de plenitud impresionante.

Su cuerpo (que sin dudas estaba enfermo) sanó, en gran medida porque su nexo espiritual se rectificó.
Fue preciso que Ezequías orara como nunca antes, llorara como nunca antes, se librara de su EGO para que ascendiera finalmente a un estado espiritual que podemos denominar “Casa del Eterno”.
Alzarse hasta la “Casa del Eterno”, al «Santuario del Señor”, tal como anheló Jonás el profeta en su propio encuentro consigo mismo, dentro del gran pez, quien también padeció el sofocó de una muerte prematura, de una posteridad trunca, hasta que logró desplomar las murallas del EGO y armonizar su ser interior con el exterior (Ioná/Jonás cap. 3).

Ojo, ten cuidado, mira que las enfermedades no siempre son causadas por el EGO, aunque no lo podemos descartar.
Si te sientes enfermo es bueno que reflexiones, te encuentres, medites, reces, pero NO DEJES DE ACUDIR AL MÉDICO al EXPERTO.
Por ejemplo, si te sientes triste, con ideas de muerte, casi no comes o te engullas todo lo dulce que encuentras, si duermes poco y/o mal, pide cita con el psiquiatra, sigue su tratamiento médico como si la palabra de Dios fuera, porque es necesario hacer así para tener bajo control una probable depresión, o algún otro trastorno biológico-funcional.
Te sientes mal, estás débil, la materia fecal no es normal, te duele al orinar, te persiste algún dolor, tienes mareos habituales, etc.: consulta al médico, no busques brujos, pastores, rabinos, cabalisteros, charlatanes o santos. Busca al médico, y por supuesto, encuentra tu nexo sagrado con Dios, evapora al EGO, fortalece tus otras dimensiones, pero no descuides de hacer lo que tienes que hacer para estabilizar o mejorar el plano físico.
No te pienses que rezos complejos son la solución a los problemas y enfermedades en tu vida.
No culpes al EGO de todo, ni quieras solucionar todo rectificando el mando que el EGO tiene sobre ti.
Es muy importante que lo tengas en cuenta.

No te confundas con el asunto de la plegaria u oración que se te está señalando en este texto.
No estamos haciendo referencia a una mímica repetitiva, ni a aullidos en una comunidad de clamorosos, ni a una murmuración de párrafos prescritos que te corresponden o estás usurpando, ni a paladear salmos como si fueran embrujos mágicos, ni a negociar con Dios, ni siquiera a pedirle con honestidad y legalmente a Dios.
Nos estamos refiriendo a un viaje hacia el interior de ti mismo, allí en donde te encuentras tú, esa luz pura conectada a Dios, ese ser de luz que no se mancha a causa de ninguna acción o pensamiento.
Es un viaje de auto-conocimiento, de desvestirse de máscaras, de sortear los obstáculos de las cáscaras emocionales y mentales; es una travesía que solo unos pocos se atreven a hacer y alcanzan a lograr.
Es hallar a Dios cuando te hallas a ti mismo.
Es silencio.
Es soledad.
Es despojarse de pretensiones y deseos.
Es olvidarse de problemas y esperanzas.
Es surfear hacia donde lleva la ola que va a tu Yo Esencial.
Es dejar de lado palabras y lemas repetidos.
Es no poseer.
Es un abrazo intenso, verdadero, significativo con el Uno y Único a través de abrazar tu verdadera esencia, a la que desconoces y habitualmente rechazas.
Es dejar este mundo sin apartar los pies de él.
Es dejar de aspirar al mundo venidero sin quebrar tu nexo con él.
Es intimidad, es silencio, es paz…

Quien lo alcanza, lo siente, lo reconoce, llora con tranquilidad, encuentra lo que nunca había visto y tampoco nunca había perdido.
Se recupera a sí mismo.
Pero, claro… al rato se vuelve a perder en el barullo del mundo cotidiano, en las trampas del EGO, en palabras, en pensamientos, en deseos, en sentimiento, en sensaciones, en afanes, en culpas, en miedos. Al poco rato vuelve a las máscaras, y es normal que así sea.
Sin embargo, ese fugaz destello de realidad esencial, es inolvidable, aunque de a poco se esfuma entre las sombras que proyecta el EGO.
Se ha entrado al palacio del Rey, al Santuario, para luego salir transformado de él, pero de vuelta al mundo, a la vida, a los altibajos, a lo común, a lo sagrado dentro de lo mundano.
Vuelves a tu obligación ante Dios y tu espíritu de cumplir con los mandamientos que te corresponde, de esforzarte por actuar con bondad y justicia, de ser un constructor de Shalom aunque tu infatigable EGO no quiera dejarte hacerlo.
Vuelves a tus necesidades y a tus deberes, a tus derechos y quejas, a tus luces y sombras.
Y está bien, así es el ser humano.
Vuelves a los rezos aburridos, a la repetición de lemas, al farfullo de salmos, a hacer negocitos con Dios, a pedir y pedir y quizás agradecer alguna cosilla.
Y así somos…

Te prometo un encuentro con Dios

Hola amigo mío,  aquí te traigo nuevamente más pan espiritual del bueno, del que nutre para este mundo y el eterno.
Enseñanzas simples y profundas, que se basan en la Torá judía pero están preparadas para adherirse al espíritu del noájida con propiedad.
En esta ocasión, a partir de la lectura pública que los judíos hacen de la Torá esta semana, cuando comienzan a leer del cuarto tomo de la Torá, que empieza con estas palabras:

«El Eterno habló a Moshé [Moisés] en el desierto de Sinaí»
(Bemidbar / Números 1:1)

¿Cuál podría ser la pequeña gran enseñanza de estas palabras?
¿Ves tú algo “sagrado” que te pueda dar beneficio y bendición como noájida en tan “pobres” palabras?

La primer enseñanza fundamental te la brindo a través de preguntas.
¿Aprecias tú la infinita grandeza de estas pocas y comunes palabras?
¿Reconoces que el poder se halla en el idioma corriente, cuando está intencionado por el espíritu?
¿Tomas conciencia de que usar palabrería compleja y cerrada, cuando no tiene razón de ser, es simplemente un manejo del EGO, una estrechez mental, en lugar de una demostración de inteligencia y espiritualidad?
¿Te das cuentas de que cuanto te insisten en usar lemas en idiomas extraños, palabras rebuscadas, conceptos oscuros e incompresibles por su irracionalidad, en verdad te llevan hacia zonas prohibidas por ser perjudiciales para tu salud y eternidad?
Dios habló y habla en un lenguaje llano, sin complejos, sin parafernalias, cada letra es necesaria. No hay conceptos alejados del entendimiento, a no ser que sea absolutamente necesario.
Él habla para ser entendido.
A diferencia de los esclavos y cómplices el EGO, que te embarullan con griterío, palabras inexistentes, conceptos rebuscados, planteos ofuscados, la oscuridad que se quiere presentar como un rayo de luz.
O el que te quiere “enseñar” es un inepto para tal tarea, y por eso no sabe decir en “humano” lo que tiene para decir; o es un engañador, que aparenta lo que no tiene, ofrece de lo que carece y da esperanzas que nunca se cumplirán.
Ejemplo: “tu iesod está en omega patpetatin, esnoga sefirotica dimensional interna, mente del HKBH, en antípoda al bait zodiacal, segun malchut RASHRASH aom mazda…zeir hanpin del viejo milenario ben adam, porque el REBBE ZTZ”L N.I.D. TZOHAR en su Likitei Mahrashi Shubiruji 11b folio 46 en la parábola del ciego que veía con su tercer ojo del chakra del Ruaj JaKhodesch DAAT del Malchut, alineado con el KETER vatika iomina, segun exegesis midrasistica del rabbi khadosch MiguEl ZoreoEl que vive en la santa ciudad cabalística de Zafed…”… ¡la nada misma, pero qué bien le suena al EGO!
Por tanto, harás bien en apartarte de cabalisteros, misticoides, jasideos, nuevoeros, gurús varios para cada gusto. Con barba, sin barba, con ropajes coloridos o negros, más orientales menos occidentales, con cabeza cubierta o sin ella, con turbante o sombrero, que te cobra en euros o en dólares, que es un gentil que hasta ayer era como tú pero hoy es el líder-rabínico-asramítico-jasideo de turno, etc.
Aléjate de eso y de aquellos.
Mejor obtén tu pan espiritual en donde te hablen en tu idioma, en donde te expliquen hasta que sea comprensible, de acuerdo a tu grado de aptitud.
Mejor elabora tu propio pan espiritual, haciendo que cada acción tuya sea significativa, en armonía real con los Siete Mandamientos. Así tendrás una vida de plenitud espiritual, de bondad en este mundo y en la eternidad.
Tal la primera enseñanza.

La segunda enseñanza refiere al encuentro más profundo y elevado que puede existir para el ser humano.
Uno que puede darse a cada instante.
Uno que marca la existencia a perpetuidad.
Uno que rehúye los lujosos templos, se aparta de monumentos, reniega de grandes peroratas, se desprende de lujos escénicos, y no se lleva bien con la emoción desbordada y llamativa.
Es el encuentro del Eterno con el hombre, ellos y nada más, como si estuvieran en pleno desierto, rodeados de nada, solamente ellos.
Dios habló a Moshé en el desierto…
Sin rituales, sin ostentos, sin ropajes afectados, sin levantar manos derechas y decir amén, sin congregaciones que aúllan como locos descalabrados, sin salmos farfullados, sin presiones de grupo, sin mística berreta, sin EGO…
Fue en el desierto, fue un verdadero y real encuentro del Dios con el hombre, del hombre con el Dios.
Un encuentro que tú también estás apto para tener, si es que quieres y haces lo necesario para tenerlo.
La conexión con Dios la posees, es una parte tuya, que se llama Yo Esencial, en el idioma de la creación se lo denomina Neshamá, o espíritu.
Es tu lazo eterno con Él, tu hilo sagrado que no se interrumpe.
Dentro de ti, tu médula, es la que te conecta con Dios.
Pero precisas enlazar tu mente para poder lograr conciencia de esa realidad, y para ello es necesario sortear los bloqueos que el EGO interpone entre el Yo Vivido y el Yo Esencial.
El EGO inventa ritos y rituales, palabras a repetir como lemas sagrados, palabrería “sagrada”, peajes a pagar a los gurús, libros y medallitas que son obligatorios de adquirir, miedos y culpas, el EGO y sus empleados: pastores, curas, clérigos, falsos-rabinos (mesiánicos, cabalísticos, etc.), líderes falsamente noájidas, clérigos que adoran al dios dinero hijo del dios EGO, entre otros que se presentan ante ti a diario para reclamar tu diezmo, tu contribución, tu sedacá, tu apoyo para que en tu nombre enciendan una velita en tal ciudad sagrada, pongan un papelito en tal muro sagrado, digan un rezo en tal grupo de hombres sagrados, etc.
Ahí NO está Dios.

Tal es la pequeña gran enseñanza de este breve pasaje.
¿Acaso precisamos de mucho más?

Si tú quieres encontrar al Eterno, y hacerLo parte de tu vida, presta atención a estos consejos.
No Lo busques en artificios monumentales, ni en despampanantes actos, ni detrás de títulos de esplendor, ni en apasionados discursos, ni en complejos e intrincados pensamientos (carentes de sentido real).
BúscaLo allí en donde puede ser hallado: en lo simple y modesto. En los actos sencillos y recatados, que manifiestan tu ánimo sincero, que persigue en verdad el encuentro genuino con el Padre.
Como dijera la profetisa Jana:

«No multipliquéis palabras altaneras; cesen en vuestra boca las palabras insolentes. Porque el Eterno es un Elokim de todo saber; por Él son examinadas las acciones.»
(1 Shemuel / I Samuel 2:3)

Haz tus pensamientos, tus palabras y tus actos tan simples como un desierto; libres de adornos que solamente confunden y desvían la atención.

No confundas, por favor, «desierto» con «vaciedad».
El desierto del cual te estoy hablando es un estado del alma en el cual uno ha encontrado la iluminación para reconocer que lo mundano es valioso y necesario, pero que no deja de ser un bien pasajero. Gozar de lo permitido, en tanto te apartas de lo prohibido, eso es hallar un buen sentido a lo material. Un sentido realmente espiritual, que se completa con nunca perder de vista que estamos solamente en un pasadizo y que el verdadero «Mundo» está más allá de lo material.
En palabras de los Sabios:

«Rabí Iaacov dice: Este mundo es como un vestíbulo en relación con el Mundo Venidero; prepárate en el vestíbulo para que entres al salón del banquete.
Él solía decir: Más bella es una hora de retorno al Eterno y buenas obras en este mundo que toda la vida del Mundo Venidero; y más bella es una hora de paz de espíritu en el Mundo Venidero que toda la vida de este mundo.
»
(Avot 4:16, 17)

«Desierto» también puede ser el alma del que ha padecido mucho, que ve su vida en ruinas, que no encuentra modo de crecimiento. Y de repente, de en medio de la crisis destella una luz, que como un faro va despejando el camino y elevando a la persona hacia una nueva conciencia, superior y vital.

Por el contrario, «vaciedad» es despreciar los bienes de Este Mundo, por considerarlos innecesarios o maliciosos, tal como muchas sectas y religiones anuncian dogmáticamente. Cuando en verdad el Eterno ha creado los bienes y nos ha dado capacidad para gozar, por tanto no hay nada de malo en los bienes terrenales, en tanto sean permitidos por Dios de acuerdo a tu identidad espiritual. «Vaciedad» es negar el placer allí donde el Eterno ha dicho: «está bien gozar».
Y «vaciedad» también es aquel que no cuenta ni con conciencia ni con buenas acciones en su haber, y por tanto sus pensamientos, palabras y actos (y sentimientos) están «vacíos» de vida.

Que tu vida esté llena de placer, bondad y buenas obras; pero que sea un desierto en lo que respecta a afanes incesantes, deseos imposibles, lucha por poder y sentimientos negativos.
Busca al Eterno en la ausencia de vanidades y aditamentos innecesarios, pues es en la simplicidad, en el silencio cargado de sentido es que puedes encontrar al Eterno.
Presta atención al ejemplo que te brinda el sagrado libro del judaísmo:

«El Eterno le dijo: -Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante del Eterno.
Y he aquí que el Eterno pasaba.
Un grande y poderoso viento destrozaba las montañas y rompía las peñas delante del Eterno, pero el Eterno no estaba en el viento.
Después del viento hubo un terremoto, pero el Eterno no estaba en el terremoto.
Después del terremoto hubo un fuego, pero el Eterno no estaba en el fuego.
Después del fuego hubo un sonido de silencio fino.
Y sucedió que al oírlo Elías, cubrió su cara con su manto, y salió y estuvo de pie a la entrada de la cueva.
»
(1 Melajim / I Reyes 19:11-13)

El Eterno quiso enseñar al gran profeta Elías que no se Lo encuentra en los espectáculos grandiosos, ni en los hechos desmesurados, ni en las complicaciones excesivas. Él no es fácilmente hallado detrás de rostros fieros, palabras hirientes, estruendos catastróficos.
El tornado, el terremoto, la deflagración no están en sintonía con la divina Presencia.
Pero el silencio que guarda contenidos elevados, las suaves palabras de los sabios, la humildad, todo esto son canales para compenetrarse del mensaje del Eterno.
En las inspiradas y sabias palabras:

«Las palabras del sabio con sosiego son oídas, y son mejores que el grito del que gobierna entre los necios.»
(Kohelet / Predicador 9:17)

¡Qué diferente es a lo que se hace en las congregaciones de extraviados!
Mil gritos falsos, repetidos mil veces con estridencia, no guardan un gramo de verdad.
Los “amén” son oídos a kilómetros de distancia, el griterío es impertinente, los alaridos parecen sacados de películas de terror, los cánticos retumban hipnotizando a los presentes, se busca manipular a como dé lugar las emociones para subyugar el pensamiento y anular la voluntad.
¿Es eso lo que Dios en verdad quiere?
Desconfía de los palabreros, de los misticoides, de los jasideos, de los cabalisteros, de los vocingleros, de los que se visten como un zafarrancho llamando la atención y dándose pábulo de realeza y soberanía cuando no es más que patanadas del EGO, sucia manipulación que retumba en tu propio EGO y te idiotiza y te encadena y te priva de tu gozo y de Dios…

Es precisamente por su vaciedad que el petulante eleva su tono y desencaja su gesto, pues quiere ocultar el vacío detrás de la aparatosidad y el complicado laberinto de palabras, ideas, creencias, rituales, etc.

Los que lamentablemente conocen al falso-haham de apellido Hernández, al otro de apellido que comienza con Z., a todos esos que se dedican a comerciar con la fe, pueden ver cabalmente un terrible ejemplo de recursos monumentales empleados para apartar de la senda sagrada y la vida; en lugar de encontrar a un simple y sincero caballero que trabaja por la verdad y el shalom.
Pueden reconocer en ese hombre a un amargo comediante salido de un show hollywoodense, que incansablemente labora con la finalidad de adoctrinar en la mentira y el engaño.
Para los que no lo conocen, les pido que imaginen a un hombre fríamente despiadado, desesperadamente hambriento de dinero, fama y poder.
Se protege detrás de supuestos títulos y hace alarde de falsos reconocimientos «teológicos»; es hábil con su lengua de serpiente para engañar y confundir. Nunca responde directamente cuando se le enrostran sus incoherencias o terribles faltas. Es astuto para difundir rumores y sembrar habladurías que perjudican a personas de bien. No duda ni un instante a la hora de mentir. Es capaz de mirarte a los ojos y sin remordimientos decirte la más atroz de las mentiras, que te carcomerá como un mortal cáncer, todo esto con una sonrisa amable y un abrazo tierno. Su incongruente palabrería, siempre es altisonante y plagada de palabras inexistentes que hacen sentir como si él fuera sabio y tú tonto por no saber las palabras que usa (¡cuando en realidad no existe tal palabra o concepto!); o emplea incorrectamente términos complejos y/o técnicos, que difícilmente él entienda; o usa vocablos aparentemente hebreos (pronunciados como si un gorila tartamudo estuviera cantando ópera en sueco). Todo esto con la intención de hacerse pasar por un noble caballero, dispuesto a redimirte de tus males; cuando la verdad es bien otra: te lleva hacia el peor de los escenarios posible, aquel en el cual reniegas de Dios, desprecias Su Palabra, odias a Sus fieles, y para colmo, te sientes como si fueras el más «religioso» de los hombres…

Un verdadero maestro de la Luz no hace nada de esto, o al menos lucha contra sus humanas tendencias para no cometer estos terribles desmanes.
El Sr. Hernández, y los que son como él, tienen un «negocio» que no quieren perder, y para mantener «fiel a su clientela» no duda en usar cualquier procedimiento, hasta los más bajos, los más esclavizantes, los más peligrosos. Da volteretas en el aire y prohíbe lo que ayer estimulaba a hacer, o hace lo que te decía que no se debía, o es un día rabino al otro pastor al otro haham al otro líder adámico al otro experto en dimensiones superiores al otro cualquier cosa que le sirva para vender sus baratijas a precio de oro…
Recuérdalo y apártate del mal para poder hacer el bien.

Y ustedes, señores Hernández del mundo, tomen el camino de la humildad y el arrepentimiento sincero, pues de lo contrario… ¿creen que a Dios lo engañarán con sus circos y malabarismos?

Lo cierto es que al Eterno y Sus enseñanzas que alimentan cuerpo y espíritu no se las encuentras allí.

Incluso cuando el esplendoroso Templo del Eterno en Ierushalaim estaba en pie, no era su magnificencia lo que servía como puro enlace de la persona con el Eterno.
Cuando el sabio rey Salomón terminó de edificar el Templo pronunció una plegaria inaugural.
Presta atención a las palabras que concluyeron esa plegaria:

«Sea, pues, íntegro vuestro corazón para con el Eterno nuestro Elokim, a fin de andar en Sus leyes y guardar Sus mandamientos, como en este día.»
(1 Melajim / I Reyes 8:61)

¿Comprendes lo que está diciendo?
No dice que el Templo te salva, ni que el sacrificio o la sangre te hacen elevar a las alturas espirituales.
No dice que te abrazas a Dios por medio del Templo o de algo majestuoso.
Sino que te encuentras auténticamente con el Padre cuando eres íntegro, cuando eres cumplidor cabal de Sus mandamientos.
Y supongo que te habrás dado cuenta: el altanero no cumple con los mandamientos, pues no se «rebaja» a aceptar que hay un Rey que los ha ordenado; sino que compone las reglas que mejor se ajustan a sus deseos.
El altanero, pobre desgraciado, se cree más que Dios, pero es sirviente de su propio EGO, al cual diviniza y adora.
Si tú eres ovejita de un pastor así, ¿te das cuenta que estás adorando al EGO de un estafador?
¿Te gusta ser esclavo de un esclavo de un esclavo?
Parece que sí… sino, no darías mil excusas para seguir dando tu diezmo al malvado, sosteniendo al infractor, perdonando al que se acostó con tu esposa e hija el mismo día, te quito la alegría, te usurpó la identidad, te robó tu casa, te enloqueció a tu madre, te negó tu entrada al paraíso… pero tú lo sigues protegiendo, lo sigues haciendo rico, te sigues deleitando con saber que el preñó a tu esposa… sí… eres un pobre hombre… sí, te mereces que tu pastor/guía/ falso rabino/clérigo/ministro te someta… ¿te lo mereces?
¿Realmente Dios te ha dado vida y te mantiene con vida para que vivas de esta manera?
¿No es hora de que tomes conciencia, despiertes y dejes de esconderte?

Las palabras de verdad y luz las hallas en la modestia de los sabios de la Luz, en los pensamientos claros y sencillos que te conducen con armonía por el camino de la paz interior y con el otro.

Ten presente esta otra erudita observación:

«Dios hizo al hombre recto, pero ellos se han buscado muchas excusas.»
(Kohelet / Predicador 7:29)

El Creador nos ha hecho rectos, simples a pesar de nuestra complejidad natural.
Considera la intrincada maquinaria que es el organismo humano y no podrá menos que sorprenderte de lo magistral de la obra del Creador. Sin embargo, Él nos ha hecho para actuar con simpleza, sin rebusques.
Pero, nos buscamos mil excusas para vivir en tinieblas y de tropezón en tropezón.

¡Bienaventurado es el de corazón puro, que no se complica la vida con obstáculos infundados!
Como dijera el inspirado salmista:

«¿Quién subirá al monte del Eterno? ¿Quién permanecerá en Su lugar santo?
El limpio de manos y puro de corazón, que no ha elevado su alma a la insignificancia ni ha jurado con engaño.
Él recibirá la bendición del Eterno, y la justicia del Elokim de su salvación.
»
(Tehilim / Salmos 24:3-5)

Él nos ha dado guías estables y sencillas. Él nos ha provisto de mandamientos que nos llevan sanamente y sin dificultades absurdas.
Pero, somos nosotros, los mortales, los que nos vamos buscando mil y una excusas, mil y un pensamientos divergentes para complicarnos la vida, y complicársela a nuestro prójimo.

El Ramjal (Rabí Moshé Jaim Luzzato), en su «Daat Tevunot» nos hace reflexionar lo siguiente:
El Eterno creó jisarón -falta, necesidad, vacío-, tal como es la oscuridad, para que al esforzarnos por superarnos obtengamos placer proporcionalmente a la falta que sentíamos antes. Por ejemplo un hombre que bebe un vaso de agua tranquilamente en su casa, no sentirá tanto placer como el que la bebe habiendo estado muy sediento. El agua es la misma, pero la precondición sentida por la persona es la que le confiere mayor gozo. Así pues, colmar una necesidad no implica que se obtenga gran placer, ya que éste es proporcional al sentimiento de falta previo.
Presta atención a las palabras del salmista:

«¡Oh Elokim, Tú eres mi Elokim! Con diligencia Te he buscado; mi alma tiene sed de Ti. Mi cuerpo Te anhela en tierra árida y sedienta, carente de agua.»
(Tehilim / Salmos 63:2)

Por tanto, para asegurarse de que el ser humano reciba el máximo de bien y gozo, el Eterno no nos da todo «en bandeja de plata». No recibimos Su bondad gratis ni abiertamente de manera «milagrosa». Pues, de vivir siempre sin sentir necesidad, y de recibir todo sin esfuerzo, estaríamos comiendo del “pan de la vergüenza”, (tal como lo denominan los cabalistas), el alimento que llena el estómago pero hace sentir culpable o desvalorizado (el sentimiento de «algo por nada»).
El pan del impotente, ese que vive bajo el pisotón del EGO, que come migajas a las que llama banquete, saborea estiércol al que denomina manjar, se regodea en las necedades de sus pastores a los que denomina sabios… el pan del impotente, del que vive en vergüenza, de ese que acostumbras a comer… ¿o ya eres libre?

Por tanto, el Eterno no nos hace «perfectos» naturalmente, sino «perfectibles», es decir, con la capacidad como para ir superando nuestras deficiencias en un camino de esfuerzo por el crecimiento.

Para crecer en perfección, para traer luz a la previa oscuridad, para dar gozo al alma deprivada, el Eterno nos ha dado los preceptos, los mandamientos, que son el Camino del Eterno.

Pero, si aprendemos a llevar nuestros pensamientos y emociones a un plano de «desierto», encontraremos pronto que hay una calma Voz que con dulzura y firmeza nos llama, nos arrulla, nos dirige hacia el verdadero crecimiento.
Ese desierto al que hemos llevado nuestra vida de pronto se va llenando de ricos y vivos oasis, bellas ramas cargadas de buenos frutos pueblan de a poco nuestro ser, el murmullo de la vida destila más vida. Y finalmente, nos encontramos que el desierto se ha convertido en un incomparable huerto paradisíaco.

Tal es la descripción que encontramos en las palabras del profeta:

«Ciertamente el Eterno consolará a Tzión [Sion]; Él consolará todas sus ruinas. Convertirá su desierto en Edén y su región árida en huerto del Eterno. Alegría y gozo habrá en ella, acciones de gracias y sonido de cánticos.»
(Ieshaiá / Isaías 51:3)

Ésta es una profecía que describe lo que realmente ocurrirá en la Era Mesiánica en la tierra de Israel.
Profecía que en los últimos años pareciera estar comenzando a cumplirse.
Ciertamente que la tierra de Israel se está poblando de hermosos huertos, de vida y belleza, allí en donde los imperialistas y otros usurpadores trajeron solamente «vacío», desierto material.

Pero, esta profecía también describe un renacimiento espiritual, una redención personal, que no precisa de la Era Mesiánica para manifestarse.
Es el renacimiento del que ha estado en un desierto espiritual, y que con humildad ha reconocido su vida en ruinas, para aceptar con gozo el camino que el Eterno le proveyó.

¿Y cuál es ese camino que transforma milagrosamente los desiertos en preciosos huertos?
Escuchemos al profeta como completa el párrafo:

«Estad atentos a Mí, oh pueblo Mío, y oídme, oh nación Mía; porque de Mí saldrá la Torá, y Mi sentencia será para luz de los pueblos.»
(Ieshaiá / Isaías 51:4)

Estar atentos al Eterno, ser apegados a Su Enseñanza, adoptar como estilo de vida Sus sentencias (mandamientos, 613 para judíos, y por su parte 7 mandamientos con sus derivados para los gentiles)… ¡esto es lo que da vida!
Éstas son las poderosas herramientas para ser fieles al Eterno y de esa manera ganar vida, en Este Mundo y especialmente en el Venidero.

Para concluir, atendamos al Rav Avraham Ieshaiahu Karelitz z»l:

«Hay una incorrecta idea profundamente enraizada en la mente de la gente al respecto del «Bitajón baHashem» -confianza en el Eterno-. Para muchas personas, bitajón implica una obligación de creer que, cuando una persona esta en un cruce de caminos, con dos caminos frente a sí que son de futuro incierto y con la posibilidad de un buen resultado o de uno malo, creen que el bien siempre será el resultado inevitable. Estas personas creen que si tienen dudas están teniendo una falta de bitajón.

En verdad ésta no es, en absoluto, la correcta manera de entender lo que es bitajón. A no ser que sea anunciado proféticamente previamente, el futuro es incierto; porque quién puede saber los juicios del Eterno, o cómo Él retribuye a las personas por sus hechos.
Por el contrario, bitajón es la confianza en que nada en este mundo está abandonado a su suerte, sino que todo lo que ocurre bajo el sol está bajo el dominio del Eterno. Cuando una persona se encuentra en una situación en la cual, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, se encuentra en peligro, pero esa persona se fortalece a sí misma y recuerda que nada está dejado a la suerte y nada en el mundo puede prevenir que el Eterno venga al rescate, es que está practicando su bitajón.
»
(«Emuná UBitajón», capítulo 2)

Nada en el mundo está abandonado de la Mano del Eterno, por tanto, cuando te sientes caer, recuerda que ahí está Él para sostenerte, para darte vida incluso al momento de la muerte.
Todo lo que existe está bajo Su dominio, por tanto, confía en Él y haz tu parte, con humildad, con simpleza, con espíritu valeroso.

¡Cuídense y gocen de lo permitido para qué sepamos construir shalom!
Te deseo todo lo mejor para ti, y recuerda apoyar nuestra obra y compartir este rico pan con tu prójimo.
Comparte FULVIDA HOY.
Gracias.

 

Moré Yehuda Ribco

La desilusión de la subestimación

Nuevamente traemos enseñanza fresca y sabrosa de la Torá (judía), que puede ser compartida por los noájidas.

Esperamos que sirva nuestro humilde comentario para intensificar tu lealtad a Dios, por medio de tu cumplimiento de tu rol (sea como judío o como noájida).
Que nuestras palabras te lleven a perfeccionarte y así perfeccionar al mundo.

Esta semana corresponde que los hijos de Israel lean públicamente una sección que se denomina “Bejukotai”, y es la que cierra el tercer libro de la Torá.

En ella encontramos las terribles y serias consecuencias que suceden a causa del abandono de la Torá por parte de los judíos.
Muy graves son los resultados por la negación del judío hacia su identidad espiritual, lo que lo lleva a renunciar al cumplimiento de los mandamientos que le competen.
Espantosos sucesos en lo personal y colectivo, que también repercuten en la santa tierra de Israel, la que vomita a sus habitantes de ella.

La lista de horrores y heridas se interrumpe para que Dios anuncie promesas ciertas de redención, de consuelo, de retorno, de bendito bienestar:

«Yo Me acordaré de Mi pacto con Iaacov, y Me acordaré de Mi pacto con Itzjac y de Mi pacto con Avraham; y Me acordaré de la tierra
(Vaikrá / Levítico 26:42)

Podemos preguntar: ¿Cuál es la intención del Eterno al insertar esta frase en el contexto de las duras consecuencias para los pecadores?

Es un aliciente positivo, pues nos alienta a tomar el modelo de los primeros ancestros del pueblo judío, y así apartarnos del pecado para aproximarnos a la Verdad.

  1. Tal como Avraham dejó el país de la magia y ciencias ocultas, nosotros podemos dejar nuestros vicios, nuestro deseo de llenar nuestra vida de supersticiones, nuestro sometimiento al EGO con todas sus trampas, el seguir a payasos devenidos en líderes.
  2. Tal como Itzjac estuvo dispuesto a sacrificar su vida para alcanzar la trascendencia, nosotros podemos restar un poco de comodidad a nuestras vidas, para aumentar en compromiso y trabajo de construcción de Shalom.
  3. Tal como Iaacov aprendió a vivir y superarse incluso a través del dolor profundo, nosotros podemos  crecer a pesar de nuestra pereza, de nuestras excusas, de nuestras tendencias manipuladoras.

De esta manera nos estamos previniendo de sufrir los temibles castigos anunciados.
Cuando tomamos ejemplo de personas dignas de servir como tales.
Cuando vivimos conforme a nuestra identidad espiritual y no a las fantasías de nuestro EGO.
Cuando hacemos nuestra parte en la Obra sin añorar la de otro o tratar de escapar de lo que es nuestro compromiso.
Cuando gozamos con la bendición que desde lo Alto nos hacen llegar.
Cuando dejamos de mirar nuestro ombligo y sentirnos el centro del mundo, para pasar a ser solidarios, activos constructores de Shalom.

Excusas y justificaciones para ser esclavos de nuestro EGO, con facilidad inventamos.
Es muy simple llorar, quejarse, insultar, demandar, pedir, reclamar, enojarse, amargarse, irse dando portazos, armar confabulaciones contra los leales… es muy simple actuar bajo el mando del EGO, pero es una simpleza de apariencias, puesto que conlleva un costo enorme y terrible, que trae como consecuencias los espantosos que enumera la porción Bejukotai.
Creemos zafar con nuestros delirios, con nuestras buenas intenciones plagadas de ignorancias, con nuestro patetismo, con nuestra rebeldía, sí, creemos zafar, pero lo cierto es que nos hundimos más y más en el fango del EGO, de nuestro pobre y vacía existencia sin posteridad gloriosa.

No, no nos sirve de excusa el conocer historias “bíblicas”, recitar de memoria pasajes bíblicos, ni sentirnos tocados por la “profecías”.
De nada vale poner ejemplos rebuscados de patriarcas y héroes de antaño, porque Dios no te está pidiendo como noájida que repitas como loro lemas “sagrados”, ni que tengas conocimientos de supuesto metafísica cabalística, ni te compliques con rituales más o menos emparentados con el judaísmo.
Nada de eso te pide Dios, ni tampoco te escuda de lo que Él te exige.
Él quiere que seas constructor de Shalom, no un borrego repetidor de palabras hebreas; Él quiere que vivas a pleno con los Siete Mandamientos, y no argüir que tú tienes que hacer tal o cual costumbre o precepto de los judíos; Él quiere que cada día lo conviertas en sagrado, y no que te afanes por celebrar “Pesach” con corderos pascuales o “Shabbos” con velitas y cantinelas arameas.
Él te quiere noájida a pleno, y para ello te ha dado TU Torá, tu instrucción sagrada, que son los Siete Mandamientos.

El Shela, un importante sabio judío, explicaba que la persona debe rendir cuentas de acuerdo a sus capacidades personales, tanto las realizadas como las potenciales.
Cada persona según quien es, aquí y ahora. No con miramientos a “vidas pasadas”, a “vidas futuras”.
Cada uno deberá presentar en orden los libros de contabilidad espiritual ante Dios, en donde deberá demostrar que si es gentil ha vivido como noájida y si es judío ha vivido como judío.
No se le demanda a uno lo que le corresponde al otro.
Las acciones de los judíos son medidas por una vara más estricta que la de los noájidas, puesto que los judíos son descendientes de los patriarcas y parte de un pacto restrictivo que requiere mayor esfuerzo y compromiso que el pacto noájida.
No es justo que el gentil sea medido de acuerdo al patrón de evaluación judío, Dios es justo y así determinó que fueran las cosas.
Por tanto, el gentil tiene un pacto perfecto, glorioso, de bienestar y bendición es este mundo y en el más allá, a un costo menor que el judío.
Y, sin embargo, el gentil se apresura a pecar, a errar, a irse detrás de las vanidades de religiones y supersticiones, se apura en disfrazarse de judío y robar la propiedad sagrada judía, ¡cómo si esas insolencias le fueran a dar un mayor beneficio!

Si no hacemos NUESTRA PARTE, porque estamos pretendiendo o pendientes de la del vecino, nos estamos defraudando a nosotros mismos, y estamos siendo pasibles de la severa retribución de parte del Todopoderoso.
Acción y reacción: si  actuamos de manera incoherente a nuestra esencia espiritual, tenemos calamidades en esta vida y/o en la posteridad.
Si actuamos en sintonía con nuestro Yo Esencial, como noájidas siendo gentiles y de acuerdo al judaísmo siendo judíos, entonces solamente lo bueno es lo que obtenemos.

Empero, el ietzer hará, nuestra tendencia hacia lo negativo, el EGO que se sale de su estricta función inicial, no nos da respiro.
Si no puede debilitar nuestra espiritualidad mediante una técnica, hábilmente cambiará y usará otra, sin cejar de buscar alcanzar su meta. Es capaz de embaucarnos, haciéndonos creer que somos muy humildes, y que estamos a un pasito de la perfección. Puede llenarnos la cabeza con ideas tales como: ‘¿Para qué te gastas estudiando, si ya has alcanzado un alto grado de perfeccionamiento? Si vives como una persona justa, ¿para qué te esmeras por crecer cada día?’
Con ideas como éstas, la persona ciertamente no evoluciona ni despliega sus ocultos potenciales, sino que va decayendo cada vez más.
Estos pensamientos se suman a la natural inclinación por la comodidad y el no deseo de sacrificio personal.
El EGO nace para que sobrevivamos a la impotencia, pero bien pronto usa el sentimiento de impotencia para doblegarnos.
Nos podemos sentir impotentes por valorarnos en menos de lo que realmente somos, pero también por inflarnos de humo y creernos más de lo que somos.
En ambas situaciones la autoestima es incorrecta, de más o de menos, pero no en armonioso equilibrio, lo que repercute en trastornos multidimensionales más o menos visibles.

Para contrarrestar las artimañas de la tendencia hacia lo negativo, es imprescindible que hagamos un relevamiento correcto de nuestra situación real, es decir, que reconozcamos sin engañarnos en dónde estamos parados, y que sepamos con precisión cuáles son nuestras potencialidades aún no aprovechadas.
Dónde estoy, adónde me dirijo, con qué recursos cuento, de dónde vengo, cómo haré para alcanzar el buen puerto al que he planificado llegar.
Tales son algunas de las interrogantes que nos pueden servir para avanzar, si es que somos sinceros y no os engañamos al solitario.

También es necesario juzgar nuestro grado de esclavitud al EGO.
¿Qué estamos malgastando con tal de mantener una situación de relativa comodidad?
¿Qué presión de los faraones admitimos que nos angustien siempre y cuando consigamos algún “arreglito” que nos brinde algún beneficio?
¿Qué estamos haciendo para mantener la soga que nos ahorca al cuello, en lugar de zafar y ser libres, en verdad libres?

¿Estás dispuesto a preguntarte y contestarte?
¿Estás dispuesto a dejar de ser mediocre, de mentirte, de estafarte, de aferrarte a la superstición que te hace sentir “lleno”?

Cada persona guarda un inmenso potencial espiritual, que está a la espera de poder desplegarse.
Solamente si la persona reconoce que es buena por naturaleza, y que puede/debe actuar acorde con sus verdaderos potenciales, es que podrá crecer espiritualmente.
Pero, si nos dejamos convencer de que somos malos o torpes, o de que estamos marcados por un negro destino para ser unos fracasados, sin dudas que no podremos elevaros más allá de nuestras limitadas expectativas y escasas fuerzas emocionales.

Recordemos que cuando una persona muestra un intenso deseo de elevar su nivel espiritual, el Eterno envía Su ayuda para que la persona tenga más chance de conseguir su objetivo. El Eterno quita fuerza a algunos de aquellos defectos que obstaculizan su propósito, de manera tal, que toda persona, en tanto lo desee realmente, puede alcanzar un mayor grado de espiritualidad en este mundo.

¿Y qué es espiritual?
Encontrar la Presencia de Dios hasta en las cosas más sencillas, elevar los múltiples planos para estar en armonía con el mandato de Dios.

El punto está en no subestimarse, sino en aprender a reconocer el valor propio, más allá de las apariencias negativas, o de las creencias adversas que nos fueron inculcando a lo largo de nuestra crianza.

No podemos dejar de tener en mente otro versículo de la porción de esta semana, que nos enseña:

«Daré paz en la tierra»
(Vaikrá / Levítico 26:6)

El gran erudito y maestro Rashi comenta: «Si no hay paz, no hay nada».
¿Qué aprendemos para nuestra vida diaria de esto?

Muchas personas podrían estar satisfechas con su porción, con lo que han alcanzado materialmente, sin embargo viven atormentados por estar envidiando lo que el otro posee, o lo que ellos creen que el otro posee.
Pero, si la persona se valorara correctamente a sí misma, y de esa manera estuviera habilitado para amar en realidad al prójimo, la envidia no perturbaría su existencia, y no se obsesionaría con alcanzar riquezas que le son ajenas o posesiones que le son innecesarias.
Cuando la ambición está dominada, y no es una bestia que pretende romper todos los límites, la persona alcanza una paz interior que le permite gozar de aquello que tiene.

Y cuando esa paz surge por reconocer que dentro de uno existe un inmenso potencial que podría desarrollarse, entonces la persona ha alcanzado un gozo verdadero, un éxito perdurable.

Moré Yehuda Ribco

Relatos, anécdotas y enseñanzas

Primera consulta de la mañana, en mi trabajo como psicólogo, aparece la cucharita de café. Su discurso arranca así: «Mi vida es una miseria. Maldigo el día que salí del horno de fundición. ¿Para qué me fabricaron? ¿Es justa mi vida? Hay que ver, solamente hay que ver… esa petulante cuchara sopera, tan oronda se pasea de la cocina a la sala… de la sala al comedor… y se revuelca en un deleite sin par en esas deliciosas sopas de pollo, en esos suculentos platos de guiso… ¡qué daría yo para tener su destino! ¡Pero no! Mi negro destino es girar como una estúpida sin razón en un diminuto pocillo de fétido café…»

Vino a mi consultorio la cuchara sopera, toda consternada se confesó: «Odio a esa ociosa cuchara de oro. Todos la codician, todos la desean, y ella brilla con un fulgor único. Y a mí, ¿a mí qué me queda? Solamente hundirme en esas grasientas sopas… ay como la odio… ¡qué envidia sana! ¡Mire que es envidia sana la mía, eh!…»

Al ir cerrándose el día aparece con su majestuoso paso la cuchara de oro, aquella que estaba en la vitrina como un fino y encumbrado adorno. Con cansino tono solamente espeta: «Ay, si fuera por un sólo minuto cucharita de café… ¡cuán feliz sería!…»

Preguntas y datos para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se relaciona el relato con el comentario a la porción semanal que hemos brindado?
  • ¿Cuál es la manera de ser generoso realmente?
  • El potencial
    «Has hecho al hombre un poco menor que los ángeles y le has coronado de gloria y de honra.»
    (Tehilim / Salmos 8:6)

    • ¿Cómo puede afectar a la autoestima personal el saber que Dios nos ha hecho un poco menos que ángeles?
    • ¿Qué cosas puede hacer la persona para desarrollarse espiritualmente?
  • El rico
    «Rico es aquel que está feliz con lo que tiene»
    (Pirkei Avot 4:1)

    • ¿Cuándo una persona puede sentirse realmente satisfecha?
    • ¿Por qué la Torá no se opone a la posesión de riquezas materiales?

Conducta EGO o conducta saludable

Por su naturaleza, el EGO recurre a las herramientas que sabe emplear:

  1. Activas:
    1. Llanto y sus derivados (gestos de dolor, depresión, gemidos continuados, toses nerviosas, sofocamiento, quejas, criticonería, victimizarse, acusar en falso, etc.)
    2. Gritos y sus derivados (insultos, lenguaje soez, ofensas, burlas, hostigamiento, violencia verbal, amenazas, estafas, mentiras, etc.)
    3. Pataleo y sus derivados (golpes, roturas de objetos, portazos, tics, espasmos, robos, maltrato, abuso, agresión física, asesinato, etc.).
  2. Pasiva:
    1. Evitación del contacto con la realidad,
      en una gama que va desde el la absoluta desconexión de la conciencia (dormir, desmayarse, coma)
      hasta grados más leves (distracción, ensoñaciones, rehuir la mirada),
      en el medio queda una amplia variedad de conductas y actitudes de evasión.

Las herramientas activas, principalmente, tienen la finalidad de manipular a otros y al entorno, para conseguir aquello que se desea, sin miramiento alguno hacia lo que es bueno y justo.
Se desea, entonces se procede a alguna de las actividades de manipulación para satisfacer la demanda del EGO.
Estos modos ocurren porque:

  1. Se es impotente para satisfacer el deseo.
  2. Se siente impotente para hacerlo.
  3. Se cree impotente para hacerlo.
  4. A pesar de poder, se decanta por la solución “egoísta”, que aparece menos costosa, más fácil, cómoda, ventajista, sin consideración o ponderación de efectos ulteriores.
  5. Se escoge la vía perversa adrede, como forma baja de gratificación.

Si bien las formas pasivas en principio no sirven con fines de manipulación, sino de bloquear el conocimiento y efecto de la realidad sobre la persona, también pueden ser eventualmente empleadas como armas de manipulación.
Así pues una obsesión que en un primer momento servía para no tomar contacto con ciertos aspectos temidos de la realidad, en una segunda instancia pueden ser aprovechados (de manera consciente o no) para obtener beneficios secundarios, tales como por ejemplo aligerar responsabilidades laborales, no tomar decisiones difíciles al amparo de la “enfermedad nerviosa”, rehuir situaciones estresantes pero necesarias, etc.

Dependiendo en parte de la constitución física/genética, así como de las vivencias, y de los contextos de las relaciones es que el EGO va seleccionando sus armas, las va perfeccionando, te va haciendo experto en tales o cuales estrategias y tácticas para vencer en la guerra constante de obtener lo que deseas.
Por ejemplo, una persona de físico endeble y enfermizo, criado en una familia sanamente protectora, que le inspira auto-confianza, que le brinda oportunidades para equivocarse y a pesar de ello crecer, encontrará recursos para salir adelante sin tener que caer en groseras formas de manipulación.
Una persona de físico promedio, en un medio familiar en el cual se le humilla, se le degrada, se le obstaculiza en su adquisición de una correcta autoestima, probablemente adoptará mecanismos de manipulación para alcanzar sus deseos, no siempre sintonizados con lo saludable.
Son complejas ecuaciones a tener en cuenta.

Vayamos a la práctica.
Cuando reconoces que actúas a través de algunas de las herramientas del EGO, es hora de hacer un alto, buscar qué te lleva a actuar de esa manera desequilibrada y procurar ejercer una acción diferente, acorde con patrones de conducta solidarios, responsables, razonables, buenos, justos, de construcción de Shalom.
No es fácil, tampoco hay magia que te ayude a lograrlo.
Pero si quieres, si realmente quieres, tendrás como hacerlo.

También se emplea para reconocer la conducta EGO del otro y poder desactivar sus tácticas manipuladoras, pues conductas EGO te llevan a responder automáticamente de manera EGO.
Ejemplo, el alumno molesta en clase y no te permite continuar brindando la lección, es su EGO el que está jugando sus cartas, quiere obtener el poder de la clase, la atención, para satisfacer algún deseo (que ahora no interesa analizar). La respuesta EGO de tu parte sería alzar la voz y amenazarlo, ridiculizarlo, agredirlo de palabra o hechos, etc. Tienes otras formas para actuar, que no impliquen el dominio del EGO sobre tu conducta.
A modo parecido en tus relaciones con tus hijos, tus cónyuges, patrones, empleados, vecinos, etc.

Ejemplo, alguien en un blog o foro lanza un mensaje agresivo en tu contra, totalmente malicioso e infundado, tu conducta EGO será agredirlo, burlarte, insultarlo, demostrarle lo imbécil que es, etc.
Tu conducta saludable, más allá de tu enojo o dolor, será ignorarlo, o ponerlo respetuosamente en su lugar, o denunciarlo con un administrador para que no le permita acciones contrarias a las normas de la etiqueta, o mostrar otros puntos que sean de interés colectivo, etc.

Es cierto, tenemos el monstruo de la impotencia dentro nuestro, lo que precipita la reacción automática del EGO.
No estamos libres de esto, hasta el día de nuestra muerte.
Por lo cual, es menester estudiar estos temas, profundizar en ellos, tomar conciencia de nuestras acciones y de aquellos con los que nos relacionamos, estar alertas a nuestras conductas EGO, no dejarnos llevar por reacciones automáticas, entre otras cosas que es necesario atender.

Este es otro pequeño aporte a nuestra salud y crecimiento.
Espero que te sea de provecho y bendición y agradezco comentarios que aporten anécdotas, ampliaciones, correcciones, mayor amplitud de la información, etc.
Hasta luego.