Había una vez un ratón que estaba preso entre las garras de un león. El ratoncillo no estaba así por haberle robado comida al león, sino porque estaba jugando y merodeando por donde el león estaba durmiendo, y claro, éste, molestado, por no poder descansar, apresó al ratón.
El ratón, al verse preso, le pidió disculpas al león por haberle molestado, y éste, conmovido, lo perdonó.
Pasado un tiempo, estando el león cazando, cayó en una trampa : una gran red que había escondida entre la maleza. Quiso salir, pero la red se lo impedía ; entonces, empezó a rugir con fiereza pidiendo auxilio. El ratón, al oír sus rugidos, sin pensarlo dos veces, fue hacia el sitio donde se hallaba el león preso y comenzó a roer la red. Así consiguió romperla y pudo liberar al león.
F. M. de Samaniego (adaptación)
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