«Todo el pueblo respondió a una, y dijo: -¡Haremos todo lo que el Eterno ha dicho! Y Moshé [Moisés] repitió al Eterno las palabras del pueblo.»
(Shemot / Éxodo 19:8)
Hay gente que filosofa.
Se entre-tienen pensando en cosas que podrían ser muy profundas, de trascendencia cósmica, de connotaciones rimbombantes.
Gustan de rondar ideas, hacer piruetas con el pensamiento, exponer sus creencias con voz de sapiencia, afirmar estructurados preconceptos entre signos de interrogación.
Sin dudas, es un pasatiempo para gente habilidosa e inteligente.
Entonces trotan alrededor de la pista, sin llegar nunca al banderín de llegada, con cuestiones, teorías, teoremas, y otras cosas por el estilo de:
¿Existe el libre albedrío?
¿Si Dios sabe el futuro, no somos como marionetas sin verdadero libre albedrío?
Si está escrito reiteradamente que a faraón le fue endurecido el corazón para que no deje salir al pueblo, ¿tenía de alguna forma cancelada la opción del libre albedrío?
¿Por qué el malo es exitoso?
¿Por qué el justo sufre?
¿Por qué existe el mal?
¿Cómo entender la Shoá?
¿Qué mal hicieron los niños que fallecen o nacen con graves deformidades?
Si existe el mal, ¿Dios es malo por haberlo creado?
¿Por qué hay gente y países tan excedidos en abundancia y otros miserablemente paupérrimos?
Si Dios es perfecto, ¿por qué creó un mundo que no lo es?
Si Dios es Todopoderoso, ¿por qué permite el mal?
¿Dónde estaba Dios en la Shoá?
Y así siguen las importantes e interesantes dudas y debates.
¿Es necesario, útil, provechoso filosofar o basta con vivir construyendo SHALOM?
¿Construir SHALOM cancela la posible utilidad de reflexiones especulativas?
¿Se trata de teorizar y querer descorrer el velo inamovible, o de experimentar a pleno de lo permitido y apartarse de lo que ha sido prohibido?
¿Al construir SHALOM (por medio de acciones/palabras/gestos de bondad Y justicia) estamos habilitando nuestra conciencia para captar las reales profundidades del universo?