¡Hay un gusano en mi plato! ? dijo Matías haciendo gestitos con la mano como para ahuyentarlo.
El gusano primero miró el plato, después miró a Matías y luego dijo: ¡Glup!
– Parece que me equivoqué. Esta no es una hoja de lechuga.
Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy curioso, se acercó a observar muy bien a don Gusano.
– ¡Vaya! -pensó- No sólo es bastante extraño y bonitos sus colores, sino que también tiene muchas patitas. Debe estar desorientado.
Desorientado no, apenas un poco cegato ?corrigió el gusano- pero en voz tan bajita que nadie lo escuchó.
Por un instante el gusanito detuvo su marcha, encorvó su lomo verde y miró a Matías con sus ojitos finitos de gusano perdido. Seguir leyendo Una lechuga no es un plato – Para estimular a los niños a ser generosos