Desde que el señor Leonardo Da Vinci dibujara al Vitruvio, la belleza se ha considerado como la simetría en las proporciones. Vale rescatar que el ojo humano ama la simetría desde tiempos remotos; los pueblos mayas colocaban jarras en frente de sus hijos para que éstos desarrollaran estrabismo de manera que parecieran “bellos”.
Pero lejos de disertar sobre la belleza externa, la estética y las fisonomías agraciadas, cabe destacar que la apariencia es simplemente la punta de un profundo témpano; mientras que el lado sumergido contiene a la personalidad, a lo que hay en el interior (etéreo) de la persona.
Un universo es la personalidad humana, hecho para ser explorado y desarrollado, hecho para ser amado.
Las relaciones interpersonales nos colocan en el más privilegiado lugar; en esa butaca desde la cual podemos distinguir la película entera. Si somos buenos observadores, si poseemos el suficiente criterio entonces no sólo veremos las escenas más románticas ó aterradoras en su simple contexto para luego repetirla a quienes encontremos en el camino y le recomendemos la peli; veremos cuál es el mensaje, tanto el principal como los desprendidos de de éste. Comparo a la persona con una película, porque nos es imposible ocultar ante todos lo que somos; a través de las escenas de nuestra vida (las acciones) nuestra personalidad queda al descubierto. Puede ser que intentemos crear una gran trama, pero los mensajes implícitos en cada escena no podemos esconderlos, están ahí para ser vistos por quienes poseen la cualidad de leer entre líneas.
Es por eso que el interior humano es bello, porque nos induce al arte de desarrollarnos nosotros también; en ese intento por conocer al otro, podemos aprender a conocernos, a compararnos y a diferenciarnos del otro. En definitiva a amar.
El amor no intenta separar; ya que la fuerza de éste es la separación misma (natural), intenta unir más bien, y sólo puedes unirte al todo, al semejante, a tu pareja, a D’s cuando le conoces, cuando estrechas vínculos, cuando sigue habiendo una barrera pero tú conoces el camino que la atraviesa, y no has conseguido aún la puerta que rompa la barrera, pero estás cada vez más cerca, estas trabajando en pro de encontrarla.
La belleza, sólo surge cuando has empezado a practicar el arte de conocerte y conocer.
muy bonito comentario! dejo una pregunta: como podemos llegar a conocernos? a uno mismo y al projimo, tienes idea?
Andrés, la belleza que mencionas, ¿tiene que ver con la Gracia?
Me gustó mucho tu post. Gracias
Admin, pienso que conocemos al prójimo en la medida en la que compartimos con él, lógicamente es imposible «llegar a conocernos», ya que cada dÃa se abre una nueva puerta en el intrincado pasadizo de nuestra personalidad. Es por eso que es un arte. Existe un plano teórico, básico, y uno práctico, consecuente y eterno; las artes se perfeccionan dÃa con dÃa.
Juan Pablo, ni idea de a qué Gracia te refieres… Pero te digo algo: La belleza tiene que ver con todo, bueno y malo, luz y sombras, sólo asà se percibe en su justa dimensión la persona.