Hay decenas, centenas de anónimos que precisan de ti para «despertar».
Buscan una palabra, un gesto, una luz, una idea, una mano amiga. Buscan, aunque quizás ni saben que buscan.
Está en nosotros ser los que marcamos la diferencia.
No porque nos inspire un ánimo de «misioneros», como algunos erróneamente pudieran suponer, sino porque podemos decir la palabra necesaria y tender la mano para rescatar al que ha extendido la mano pidiendo auxilio.
Sé activo en tu noajismo, porque si sigues en las sombras, ¿a quién ayudas?