Me pregunto un amigo noájida cómo podemos construir Shalom.
Él creía que había que viajar a Israel, conocer los sitios arqueológicos, rezar en la tumba de algún Sabio, aprender técnicas meditativas de cabaleros (seudo maestros de Cabalá), realizar complicadas recitaciones o rituales.
(Por supuesto que para todas estas cosas hay que desembolsar dinero, en giras preparadas por personas u organizaciones que suelen presentarse como espirituales, pero que funcionan como un taxi).
Es que suena inconcebible: “construir Shalom”.
¿Cómo podemos nosotros, meros mortales, hacer algo tan magno?
¡Construir Shalom!
La respuesta es muy simple.
Al hablar con sinceridad y simpatía con los hermanos, estamos construyendo Shalom.
Al alentar al entristecido, estamos construyendo Shalom.
Al dar una mano al necesitado, estamos construyendo Shalom.
Al compartir con el prójimo nuestro pan, estamos construyendo Shalom.
Al actuar con bondad, estamos construyendo Shalom.
Al ayudar a un inválido a cruzar la calle, estamos construyendo Shalom.
Al dar una dirección al extraviado, estamos construyendo Shalom.
Al responder con ternura y respeto a nuestro cónyuge, estamos construyendo Shalom.
Al visitar a los enfermos, estamos construyendo Shalom.
Al enterrar a los difuntos, estamos construyendo Shalom.
Al pedir perdón, al perdonar, al acercar a los lejanos, estamos construyendo Shalom.
Al apaciguar los enojos, estamos construyendo Shalom.
Al rezar también estamos construyendo Shalom.
Al procurar que prevalezca la justicia, estamos construyendo Shalom.
Al ser honestos, estamos construyendo Shalom.
Al difundir la Torá, estamos construyendo Shalom.
Al apartarnos del mal, del error, de la mentira, estamos construyendo Shalom.
A cada instante, en cada lugar, con toda persona, podemos ser socios en la obra de construcción de Shalom.
Piensa en una situación, un sitio, alguien y verás cómo puedes participar en edificar Shalom.
¿Eres tú socio en la construcción del Shalom?
Tomado de: www.fulvida.com / Autor: Lcdo. Yehuda Ribco