En un pequeño pueblito de la costa había un autito color azul llamado Tutú. A Tutú le encantaba el agua y cuando estaba estacionado frente a la casa de su dueño siempre tenía la mirada puesta en el cielo. Buscaba esas nubes gordas y negras que avisaban que iba a llover. Un día, las nubes comenzaron a hablar ente ellas y se pusieron de acuerdo para que llueva un rato. Tutú se puso muy contento y puso a funcionar el limpia parabrisas.
La lluvia caía y Tutú decidió dar un paseo por la ciudad, recorrió distintas callecitas y llegó a la plaza, donde saludo a los árboles que también estaban contentos porque el agua los hace crecer y estar bien. Mientras paseaba Tutú se distrajo mirando como se bañaban unos pajaritos y se chocó con un cartel, lastimándose la trompa. Cuando el dueño lo encontró se preocupó mucho y lo llevó al mecánico, este lo curó y lo aconsejó diciéndole que siempre, pero siempre tiene que estar muy atento cuando maneja.
Fuente: antesdedormir. com