Hacer una crítica constructiva para ayudar a los demás es una actitud madura, responsable y llena de respeto por nuestros semejantes. El valor de la crítica constructiva se fundamenta en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a todas y cada una de las personas involucradas en circunstancias o ambientes determinados, con actitud de respeto y sentido de colaboración.
De forma natural el hombre busca comunicar sus pensamientos e influir en los demás con su opinión para lograr cambios en la familia, la sociedad, el trabajo o la escuela, sin embargo, corremos el riesgo de sujetarnos únicamente a nuestro particular punto de vista e intereses, sin atender a las necesidades o propósitos que tienen los demás
A través de la crítica constructiva se desarrollan otros valores: lealtad, honestidad, sencillez, respeto, amistad… Con esta referencia sería absurdo cerrar nuestro entendimiento y pasar por alto la importancia de vivir este valor, pues nadie puede jactarse de tener un buen juicio crítico, si no ha logrado establecer un equilibrio entre la manera como acepta las críticas y la forma e intención con que las expresa.
Cada vez que una persona desea expresar su opinión o inconformidad con rectitud de intención, tiene que aclarar que es “una crítica constructiva”, para evitar malos entendidos y lograr una mejor disposición de su interlocutor. A veces somos tan susceptibles, que sin la aclaración pertinente nos sentimos agredidos. Si fuésemos más sencillos y maduros, encontraríamos en cada crítica –positiva o negativa- una oportunidad para cambiar y mejorar nuestra forma de vida. En realidad, aún de las críticas más acres deberíamos tener la serenidad, paciencia y madurez para obtener lo mejor de ella, aún si hiere nuestro amor propio.
Ahora bien, es muy común que nuestra tendencia a criticar se propague sin ton ni son y convertimos a la crítica en una forma de oposición y rechazo a todo aquello que no nos gusta; observamos y manifestamos inconformidad casi de todo: el modo de vestir, las opiniones, la forma de gobierno, las normas de vialidad, la conducta del vecino… y muy pocas veces, hacemos un juicio objetivo y valiente sobre nuestro comportamiento y modo de pensar.
Lo primero será reconocer que frecuentemente hablamos sin fundamento, nos quedamos con unas cuantas palabras del noticiero o del diario, cotejando nuestra pobre información con los comentarios que escuchamos en la oficina o con los amigos, hacemos conjeturas y emprendemos el vuelo aprobando o desaprobando todo tema de actualidad: iniciativas de ley, la política económica, los eventos sociales, sucesos de carácter internacional y hasta las nuevas disposiciones en materia de educación o de salud… ¡Con qué facilidad no erigimos en autoridades competentes!
Es claro que las decisiones de índole social o política a veces muy distantes del común de las personas, pero esto no justifica la critica mal intencionada. En todo lugar existen medios, asociaciones y grupos de personas con el afán de crear una sociedad más justa y llena de oportunidades para todos. ¿Por qué no participar o tomar la iniciativa en nuestras manos? Tal vez no todos tenemos el valor de asumir una responsabilidad más grande, de mayor trascendencia…
Pero la crítica más dura y severa la realizamos hacia las personas que conocemos y los lugares donde asistimos: nos disgusta el sistema de trabajo que se lleva en la empresa, y por ende, quienes la encabezan; calificamos la aptitud de nuestros colegas con comparaciones absurdas; señalamos con firmeza los defectos, costumbres y hábitos de nuestros conocidos y amigos; nos disgustamos porque en casa las cosas no se hacen a nuestro gusto. ¿Acaso hacemos un bien expresando opiniones negativas?
Cualquier comentario fuera de lugar o falto de delicadeza, no solo ofende, destruye además la buena comunicación, la imagen y opinión que se tiene de las personas y por si fuera poco, habla muy mal de nosotros. Para que nuestra crítica tenga valor, se requiere una actitud honesta, leal y sencilla: si algo nos disgusta o incomoda, no hay porque escondernos en el anonimato, generar murmuraciones o crear conflictos, si deseamos que las cosas y las personas mejoren, lo correcto será acercarnos a los interesados y expresar abiertamente nuestro punto de vista, dispuestos a escuchar y a obtener un resultado provechoso para todos.
Para concretar propósitos que nos lleven a ejercitar el valor de la crítica realmente constructiva debemos evaluar con sencillez y valentía nuestro modo de ser, esto significa ser autocríticos:
– Evalúa las situaciones, escucha a las personas y pregunta. De esta manera tendrás los elementos necesarios para formar un juicio correcto y dar una acertada opinión.
– Antes de criticar a las personas en cualquier aspecto, examínate con el mismo rigor y criterio, no sea que tengas los mismos defectos. Recuerda que para ayudar a los demás, tú debes ser el primero en mejorar.
– Haz el propósito de descubrir lo bueno que tienen las personas, las instituciones y las circunstancias. Si no tienes algo positivo que decir, lo mejor es callar.
– Examina tus intenciones, sentimientos y estado de ánimo antes de pronunciar palabra.
– Aprende a informarte con profundidad y acostúmbrate a hablar de los hechos, evitando hacer interpretaciones y suposiciones superfluas.
– Acepta con madurez todo tipo de críticas y comentarios respecto a tu persona y modo de trabajar, centrando tu atención en la oportunidad de mejora.
Cualquier crítica debe formularse responsablemente a través de la reflexión, considerando las implicaciones que podría tener; el respeto que debemos a las personas se manifiesta protegiendo su buen nombre y reputación, además de procurar su mejora individual. De esta manera actuamos en justicia y todo nuestro actuar se convierte en actitud de servicio e interés por el prójimo.
Criticar constructivamente es un arte.
No es lo mismo destruír que construír,
como dice Jona, «Criticar constructivamente es un arte», que reqiere madurez en todos los aspectos, y sobre todo que precisa del uso de la comunicación auténtica.
Gracias Laura!
Gracias por tu mensaje y permíteme que añada algo.
Quien se cree ser perfecto jamás tratará de mejorar. No hay nada más destructivo que creer que hemos alcanzado la perfección y que nada se nos puede reprochar.
Solamente cayendo de vez en cuando uno puede aprender a levantarse, y solo reconociendo los propios puntos débiles se puede tratar de reforzarlos.
No hay nada más destructivo que desear ser rodeados por un rebaño de aduladores que alaben todo lo que digamos. Una cosa es el insulto o la descalificación gratuita y otra el análisis lógico.
Leyendo mis mensajes en este foro, como algunos de drungario, alguien podría pensar que algunos tienen una intención destructiva. Nada más lejos de mi intención. Si estoy aquí es por admiración de las bases esenciales que inspiran este foro. Pero el estar más cera de ellas que de otras doctrinas no significa que no tenga derecho a dudar y a señalar puntos que me parezcan débiles. Tampoco significa que me identifique al 100 por cien. Los que fácilmente se identifican al 100 por 100 son los que más fácilmente traicionan. El motivo es que a quien poco le cuesta aceptar algo, también le cuesta poco rechazarlo. Quien pronto se hace amigo tuyo, es porque la amistad significa poco para él, pues para dar algo muy preciado un suele pensarlo tres veces antes.
Hola facior,
La perfección impide superarse, luego, para nosotros -los humanos- equivale a imperfección -el creerse perfectos-, entre otras cosas porque… no somos -tampoco perfectos-.
Cierto que eso último forma parte de mi cosmovisión -«mi», no «la»- y, por tanto, es subjetivo-, digamos que digo eso en función de la consideración de transitoriedad. Digamos, también, que «estamos» pero no «somos», aunque sean verbos casi gemelos distingo entre el «ser» y «estar», precisamente por la permanencia de un estado y la impermanencia del otro… en determinada acepción.
Pienso que no es cuestión de crítica, en ocasiones sí, pero eso depende, depende de adónde lleve un análisis, porque creo que es, sobre todo, cuestión de análisis.
Personalmente llevo unos días dándole vueltas a la cuestión del ego y a la definición que, nuestro amable anfitrión, Yehuda, indicó -y a la que me remitió-, dijo que no era negativo, pienso que eso se relaciona con el tema de la función, es decir, no es negativo porque tiene una función -toda función es necesaria, en otro caso no sería función, porque no contribuiría a «hacer funcionar»-, no obstante, espero a ver que me comenta Yehuda -si lo considera conveniente y tiene la amabilidad de hacerlo-.
Un saludo
Completamente de acuerdo con Ud. Facior, desde la óptica del análisis sereno y libre es posible contribuir de mejor manera a un lugar como este, un lugar singular de reunión de espíritus que buscan una mejor relación con Dios, y que de paso tiene una tremenda fortaleza, no te ata a una creencia a pesar que subyace una estructura judaica, pero sin estructura nos caemos a pedazos. En mi caso vago entre la duda y la certeza, entre aquello que logro afianzar y lo que se me escapa o dejo ir, y como digo a veces, arropado por mi ignorancia. La visión del ego del maestro Yehuda sin duda ayuda a separar aguas y a visualizar con alguna claridad las propias responsabilidades, pero claro, otras de las cuestiones de fondo, diríamos el comportamiento ante la incertidumbre o la simple actitud ante lo trascendente es a mi juicio una cuestión mucho más compleja, en tal orden de cosas, visualizo al menos dos escenarios algo complejos, uno que concierne a la actitud ante la muerte y la aniquilación del ser si es que hay ser, y un segundo que concierne a la pregunta fundamental ¿que soy? o algunos dirán la indagación en la conciencia misma , así, en un camino hacia la complejidad, me parece que se requiere indagar más allá de los comportamientos propios, y es allí, en la búsqueda donde el análisis sereno, libre y sin perjuicios se hace fundamental.
amigos, yehuda anda bastante atareado por estos dias… los dejo a uds disertar y con tiempo y D mediante estare aqui para responder, cuestionar, opinar, etc.
les parece?
no abandonen el arca!!!! ;)
saludos
Apreciado drungario,
Absolutamente de acuerdo, es cuestión de análisis. Pero en el contexto que yo puse la palabra crítica, esta se establece sobre el análisis. Bajo este punto de vista el análisis es una profundización en los conceptos, y al profundizar, los más superficiales quedan criticados constructivamente,
La crítica destructiva es otra cosa. Esta basada en el odio, la aversión. mientras la crítica constructiva analiza para mejorar, la destructiva analiza para destruir, para eliminar.
Pienso que es mejor exponer dudas para tratar de hallar respuestas que llenarse de dudas insatisfechas, De todas maneras hay que partir del presupuesto de que ni todo problema tiene solución, ni toda duda tiene respuesta. En el tiempo en que vivimos, en el que se ha logrado construir la lógica difusa o de Zadeh y la lógica lineal, no hay que tener miedo a que la respuesta sea «no se sabe» o incluso «no se puede saber». Pero lo que no es loable, es la pereza de preguntar o el miedo a que se pregunte.
Hola facior,
Personalmente me gusta la lógica de un autor decimonónico: Charles Lutdwidge Dogson, más conocido por Lewis Carroll, porqué incluye muchísimas respuestas, incluyendo la paradoja y la contradicción como… parte del propio sistema de pensamiento.
La lógica de sus mundos narrativos puede ser -y es muchas veces- absurda e incluso inversa -recordemos los espejos- pero… siempre es estrictamente lógica y… racional, muchas de sus paradojas se resuelven por el metalenguaje otras se resuelven… no intentando resolverlas. Pero lo que enseña es que todos esos aspectos, incluidos los más chocantes, deben asumirse, sencillamente… ahí están.
Servidor va más por la lógica modal, por la semántica de los mundos posibles y, también -aunque sea otra cosa- por la deconstrucción. Todo eso forma parte de la lingüística y ¿cual es la base de cualquier creación? pues… la comunicación -que, en cierta medida, equivale a observación-. Muchas veces recurro a lo siguiente: «libros (Sepharim), con texto (Sepher), con número (Sephar) y con comunicación (Sippur)». Así se describe lo creativo en el Sepher Yetzirah, fijése que todo eso es semántico, todo es lenguaje.
La crítica destructiva también tiene su lugar, sólo que debe reservarse para aquello que merezca tal tipo de crítica; en otro lado me refería a la función, casi todo -me temo que la «epoché» me impide ser absoluto- tiene su función, por eso el «Ángel de la Muerte es muy bueno» (Zohar).
Un saludo
Naturalmente que todo es lenguaje. Sin un lenguaje u otro es imposible pensar. Supongo que solo serían posible intuiciones, pero el pensamiento abstracto solo puede ser soportado a través de algún lenguaje.
Lo que nadie había observado en profundidad hasta 1970 en que Zadeh publica su lógica es que nuestros lenguajes usan la lógica difusa o multivaluada. Por ejemplo, todos sabemos que un niño no es adulto y un anciano si lo es. ¿Pero en que momento se pasa de niño a adulto? Hay siempre una zona borrosa o difusa entre ambas edades.
Pues entre en la mayoría de los adjetivos opuestos, como bueno-malo, rico-pobre etc hay zonas difusas.
Hola facior,
Es que eso me parece de lo más natural, digamos que lo binario simple es… simplista. Casí todo tiene matizaciones, hasta la propia matización.
Por lo demás el lenguaje mismo tiene características como la ambigüedad, la vagüedad y hasta zonas de incertidumbre -cosa que, por ejemplo, en la interpretación de la norma jurídica tiene sus repercusiones-.
Verá, facior, antes que Zadeh… estuvó Pirrón -por poner un ejemplo-.
Un saludo
lo humano nuunca podra reducirse al lenguaje de las ciencias duras, pq siempre hay un «algo mas»…
Apreciado Yehuda,
Naturalmente que lo humano jamás podrá reducirse a las ciencias puras. Las ciencias puras dejarían de ser ciencias si pretendiera explicarlo todo. Dice el refrán popular que quien mucho abarca poco aprieta. ¿Lo volvemos al revés? Digamos que quien mucho aprieta poco abarca. Pues eso les ocurre a las ciencias puras, como aprietan mucho, abarcan poco. Es decir, como demuestran con mucha fuerza hasta el extremo de ser aceptadas universalmente, pues se tienen que conformar con abarcar muy poco.
Otra cosa es la actitud personal. Hay quien desea comer mucho aunque sean patatas hervidas, y hay quien prefiere comer muy poco, pero que sean alimentos de primerísima calidad.
Como decía Einstein, las ciencias puras son el pensamiento del Creador. Es inconcebible que las leyes que rigen la creación sean contrarias a su creador. Luego, la forma más universal de conocer el pensamiento del creador, es conociendo las leyes que rigen su creación. Otra cosa son las leyes que deben regir la voluntad humana. Por desgracia las leyes de Universo, como es la ecuación de campo de Einstein son muy difíciles de entender, ya que requieren matemáticas superiores; pero fáciles de aceptar. Por el contrario, las leyes que deben regir la voluntad, son fáciles de entender, pero no tan fáciles de acatar. De hecho las siete leyes para nosotros los noájidas, se aprenden en 5 minutos; pero hay quien no las cumple en toda su vida.
Hola Juan, se memorizan quizás en 5 minutos, pero el proceso de cumplirlos y aprenderlos puede tardar quizás una vida, quizás no tb. Y el refrán popular es «quien mucho abarca poco aprieta». Saludos, Daniel.
SE PUEDE DAR UNA CRITICA CONSTRUCTIVA CON SABIDURIA DEL TEMA Y CABEZA FRIA SIN SONSENTIR Y SON HOSTIGAR