Su peso equivale al 11% de la masa encefálica total. Se desarrolla en los dos primeros años de vida mas rápidamente que el propio cerebro. Asemeja en su estructura a una miniatura del cerebro, se divide en dos lóbulos (hemisferios cerebelosos), con la superficie plegada en láminas. Posee una sustancia gris en su corteza y por debajo la sustancia blanca, compuesta por fibras nerviosas aferentes y eferentes.Las neuronas de la corteza cerebelosa se distribuyen en tres diferentes estratos con funciones y estructura distintas: estrato molecular, que elabora informaciones, el intermedio que lleva fuera del cerebelo las informaciones relativas al movimiento corporal, y por último el estrato granuloso, que lo forman células granulosas y de Golgi que filtran las informaciones de llegada. Los rapidísimos impulsos que produce la corteza cerebral son ordenados y coordinados para conseguir un correcto desarrollo del movimiento. El cerebelo de ninguna manera es lento, pues elabora datos en menos de una décima de segundo. El impulso de llegada puede ser correcto o erróneo, y con un «si» o con un «no» da luz verde o roja al impulso. Algo tan sencillo y cotidiano como cojer una fruta de la mesa: la corteza premotora del hemisferio cerebral izquierdo elabora la idea del movimiento de levantar la mano y llevarla hacia donde se encuentra la fruta, la corteza motora primaria del mismo hemisferio recibe este impulso y lo transforma en una señal destinada a la estimulación muscular del brazo, antebrazo, muñeca y mano. De la corteza primaria la señal llega al tronco encefálico y algunas otras señales continúan hacia el brazo, y otras se trasmiten al hemisferio derecho del cerebelo, que solo tarda alrededor de 1/15 de segundo en recibir las señales. Comienza a moverse el brazo, y el cerebelo está cotejando la información motora con su «base de datos» de acuerdo con lo que ya tiene memorizado, puede modificar o no el mensaje en función de lo que pueda ocurrir, (decidir no cojer la fruta o cualquier interrupción del movimiento), para si lo desea proseguir luego. El brazo continúa ese movimiento para atrapar la fruta, el cerebelo está recibiendo del tronco encefálico las informaciones que provienen de las extremidades, de los receptores del equilibrio y de la posición espacial del cuerpo, que describen la velocidad del movimiento. Las informaciones siguen siendo cotejadas y modificadas de acuerdo a la necesidad. El brazo se levanta sin impulsos repentinos o bruscos, el antebrazo se desplaza, la mano se tiende y luego los dedos se cierran alrededor de la manzana y por fin a disfrutar de los beneficios vitaminicos de la tan ansiada fruta. Mientras ocurre este «sencillo» proceso de coordinación, el cerebelo que desarrolla la perfecta disposición y el equilibrio del cuerpo, recibe permanente información de la médula espinal, de la musculatura voluntaria e involuntaria de los órganos del equilibrio y la terminaciones perceptivas de la piel. Resulta tan compleja esta acción tan simple de cojer una fruta, información que va y viene, que sobre la marcha se puede modificar o interrumpir. ¿ Cuánto tiempo nos lleva esta acción ? Si tenemos la fruta al alcance de nuestra mano ¿ un par de segundos ?. Maravilloso, y no tengo que hacer nada, solo desearlo y estos órganos hacen todo, como sin pensarlo casi. Ahora me surge una interrogante, cuando muchos pregonan por ahí la no existencia de Dios, cuando dicen que hemos surgido de una especie de caldo de cultivo cósmico que por un proceso que comienza con una «casualidad» y avanza en el tiempo en una serie de evoluciones o mutaciones hasta llegar a una situación que para saborear una fruta se dan una serie de secuencias tan complejas y perfectamente coordinadas entre sí, ¿ sera que en su creencia andan un pelin errados ?.
35 comentarios sobre “El cerebelo”
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Gracias por el texto. Pregunto: ¿Existe alguna forma mediante la cual los escépticos puedan convencerse de la real existencia de Dios, de un modo claro e indudable?
Por mi parte prefiero basarme en lo sucedido en Sinai, un hecho que generación tras generación ha sido ratificado como sucedido ante la presencia de 600.000 varones, sin olvidar a los niños, mujeres y ancianos, tendriamos algunos millones que fueron testigos de lo sucedido.
Muy diferente a lo ofrecido por las religiones cuyo testimonio se basa en un único profeta, soñador, o un grupo reducido.
Ademas, lo sucedido en Sinai se ha transmitido de padres a hijos, generación tras generación de manera ininterrumpida hasta la actualidad. Ademas los testigos nunca ha sido inferior a 600 mil o más, con las variables que esto implica ya que cada quien lo vivió segun su individualidad.
Incluso luego del exilio, todas las versiones que han llegado hasta nosotros acerca de este hecho y acontecimiento histórico coinciden en todos sus detalles.
Pregunto,
-¿Existe un testimonio más Fidedigno y preciso que éste?
-¿los amigos escepticos qué tipo de evidencia aceptarian para aceptar la existencia de un Creador?
-A qué llaman «evidencia» y «existencia» los amigos escépticos?
Gracias nuevamente.
Aquí se plantea la cuestión de la complejidad en el funcionamiento de las cosas como evidencia de la presencia de un creador, a veces se presenta también bajo la metáfora de un reloj y un relojero, se pregunta ¿cómo eso tan complejo podría existir sino? pero hay otra respuesta, pasando la situación a pasiva, es que… si eso no fuese así de complejo sencillamente no existiría, la condición «sine qua non» para su existencia no es la de un creador sino la de que funcionen los mecanismos que le permiten existir. En realidad la cuestión del creador no está relacionada con la existencia misma sino en como se ha llegado a ella.
Otras veces se presenta la idea del universo antrópico: que este es el único universo posible para la vida humana. Pero pasan dos cosas, la primera que no sabemos si este es el único universo posible para la existencia de la vida humana, la segunda que en este universo no solo se da la vida humana -quién sabe si somos algo subsidiario en un plan que preveía la existencia posible del lignito, o de las mariposas, o de… ad infinitum-.
Todo rueda en relación al origen de las cosas, la necesidad de causa increada para crear lo creado. Pero en el esquema de la creación se introduce una paradoja: se acepta tacitamente la existencia de lo increado, precisamente a la hora de buscar la causa increada que origina la creación. Una postura atea lo único que hace es situar la causa increada en la creación misma.
Jonathan, pienso que la respuesta es «no», por una razón muy sencilla: no se trata de una cuestión de pruebas sino de cosmovisión. Es posible cambiar la cosmovisión, pero si se cambia no es por la presencia o ausencia de pruebas materiales sino por un cambio conceptual -en los esquemas que definen esa cosmovisión-.
Con todo respeto aducir como «prueba» lo relatado en Vayikrá/Levítico no es… una prueba, como no lo sea de fe… Fuera de lo relatado por el propio libro -y sostenido por la tradición y las exégesis que correspondan- no hay una «carga de la prueba» externa. De ningún lado que no sea la propia Escritura se deduce que existiera ese prodigio y que se diese ante esos testigos. En puridad, y en términos absolutamente escépticos, lo único que nos indica la existencia de la Torá -y del Tanaj- es que estos existen y se confeccionaron en un momento dado. Del mismo modo que hay una interpretación de esos textos como textos sagrados hay otra en clave de lo profano, no necesariamente son excluyentes pero… pueden serlo.
El ateismo no es una cuestión de evidencias, tanto la tesis de un creador como la de su ausencia están condenadas a una situación de «ad ignorantiam», es una cuestión de las respuestas obtenidas a… las preguntas formuladas.
N
Jorge, lo sucedido en Sinai, esté redactado o no en la Torá, sí es una evidencia y no sólo una, sino varias. Hay cosas que veo que se prefieren dejar de lado.
Creo más bien que esta Existencia no es captada por la razón, o incluso se opone a ella.
Las preguntas y respuestas obtenidas están supeditadas a la razón, y ésta no es prueba de nada.
A la final lo que importa son las evidencias.
Vuelvo a preguntar, para un ateo, escéptico, etc… qué es «existencia» y qué es «evidencia»?
Quizas responder a ello va a ser muy dificil ya que el punto de vista de un ateo o escéptico no representa el de la totalidad.
Saludos.
Jorge, una pregunta más, veo que haces de lado lo que relata el libro respecto a Sinai.
Pero, qué hacer con los hijos de los testigos de lo sucedido en Sinai?.
Los conceptos son muy relativos, para unos lo Eterno es algo que no comienza ni acaba y para otros la ausencia de tiempo. Lo acaecido en Sinaí no tendrá mucho peso para un escéptico o ateo, pero como pregunto en mi humilde escrito, y soy amigo de racionalizarlo todo, ¿ como se explica ese funcionamiento sin la intervención de un diseñador inteligente?, en breve colgare otro de una temática similar. Que alguien me explique el perfecto funcionamiento de nuestro cuerpo sin que haya un ser superior detrás de todo.
Yo creo que algo tan complicado como el ser humano y mas bien todo lo que existe es como evidente que no puede ser hecho por si mismo.
Jonathan ¿qué testigos? ¿qué hijos de los testigos? ¿se ha encontrado alguna estela contemporánea relatando tales sucesos? ¿alguna alusión entre los pueblos vecinos? ¿ecos de eso en la zona en forma de leyenda al menos? ¿qué hay que no salga de la propia Escritura como fuente? ¿dónde se dice que existieron esos testigos? Diría que todo nos lleva a la Escritura o a su exégesis, no hay fuentes externas a ello.
Una interpretación profana -como a la que aludía- lo que dice es que en la zona se registra un primitivo culto a Yah y a El, nombres que se encuentran en diversa epigrafía de diferentes lugares de Canaan y Fenicia -Ras Shamra, por ejemplo-, que esos cultos serían compartidos por los protohebreos y que cuando se asientan los hebreos en la zona se va transformando en el culto que conocemos en el judaísmo, siendo una de sus fuentes los autores anónimos conocidos por la investigación como la «Tradición yavista», de esa y otras tres fuentes surgiría el «corpus» compilado -el grueso del que ha llegado a la actualidad- por los escribas en época de Esdras y Nehemias. De autoría de esa «Tradición yavista» vendrían, por ejemplo, parte del Bereshit, del Shemot y de Bamidbar, a ellos se debería el segundo relato de la Creación que aparece en los inicios del Bereshit y que se mezcla con otra línea argumental -que se denomina «primer relato de la Creación»-. Las cuatro fuentes de origen de las Escrituras forman la Hipótesis documentaria.
Las cuatro fuentes de la Hipótesis documentaria serian la Tradición yavista, la Tradición elohista, la Tradición deuteronómica y la Tradición sacerdotal. Durante unos cinco siglos se iría formando el grueso del «corpus» de las Escrituras existiendo un compilador final -o casi, quedaría el Libro de Daniel, de fecha posterior- que sería Esdras.
Dentro de las interpretaciones profanas la Hipótesis documentaria ha sido la preeminente durante parte del siglo XIX y buena parte del XX, pero a partir de 1960 se han presentado otras alternativas, quedando diferentes modelos de análisis, son las hipótesis documental, complementaria y fragmentaria. Todas contemplan la autoría de distintos autores para los textos -incluidos los de la Torá o Pentateuco- que se habrían confeccionado progresivamente a lo largo de varios siglos -recogiendo diferentes tradiciones, versiones, fuentes y, sobre ellas, existiendo adiciones por parte de los compiladores-.
Junto a eso -y casi al margen de eso- existe lo que podríamos llamar la «interpretación sagrada», es la que considera esos textos como sagrados y dados por la divinidad. Aquí encontraríamos a Moíses como autor o receptor de la Torá, entraría también la exégesis rabínica y la tradición -incluyendo la talmúdica y legalista-. A su peculiar manera también sería una «interpretación sagrada» la interpretación cristiana, eso sí, siguiendo las pautas de su propia divinidad.
Huelga decir que una postura atea se adhiere a la interpretación profana.
Jorge, me refiero a los judios, los que cientos de años despues sostienen que sus origenes se remontan a tal evento. Cómo ocultarlos? cómo obviarlos? por qué el testimonio de una nación y del resto de sus descendientes no es evidencia de lo sucedido?
ademas, si no estuviera registrado en los escritos hebreos, hay una tradición oral que lo registra y que da detalles del mismo. Qué hacer con eso?
Ahora te duelvo la pregunta, ¿se ha encontrado algun registro histórico en otra civilización que diga «el relato de los judios es falso, nosotros estuvimos ahi en esa fecha y no vimos nada y podemos demostrarlo»?
perdona si soy simple al plantear las cosas, pero carezco de sofisticación.
y vuelvo a preguntar, para un ateo, escéptico, etc… qué es “existencia” y qué es “evidencia”?
Charlie, las cosas pueden verse como «medio vacias» o «medio llenas», hablas de la perfección del cuerpo humano, también podría hablarse de la imperfección del mismo, y del mal diseño de un mecanismo que empieza a estropearse y degradarse nada más comenzar a funcionar ¿o no empezamos a morir desde que nacemos? El cuerpo tiene sus más y sus menos, no es capaz de asimilar o catalizar la totalidad de las cosas que interaccionan con él, produce residuos que ha de expulsar y que le resultan nocivos, es susceptible al ataque de virus y otros agentes externos, y si no es por alguno de estos factores acaba colapsando por desgaste al cabo de un tiempo. Más que de un «perfecto funcionamiento» se puede hablar de un funcionamiento a secas, funcionamiento que es funcional pero no perfecto, no al menos a cada humano como individualidad.
Pero, al margen de eso, diría que ahí no radica el quid de la cuestión, no importa la perfección o las deficiencias como factor, eso no apuntala una cosa u otra -la existencia o inexistencia de una divinidad creadora- porque se trata de algo instrumental, ejemplos subsidiarios de una cuestión de fondo, que es ¿cómo? Ese «cómo» es el ¿cómo empezo todo? Quién apuesta -y es cuestión de apuestas- por Dios lo hace por una inteligencia creadora, quién apuesta «sin Dios» lo hace por otras explicaciones al «cómo», que hasta pueden incluir el «no sabe/no contesta», pero que excluyen la inteligencia creadora. Además, la necesidad de creación es una visión antrópica.
Tenemos la necesidad de creación en el «como» porque en nuestro entorno las cosas funcionan -hasta dónde sabemos- por una cadena de sucesión creacionista, ese es nuestro factor de explicación clave en todo funcionamiento de las cosas, sea contemplado en tiempo geológico, humano o astronómico -y el factor «tiempo» es otra cosa que se añade a nuestras explicaciones-, todo «nace» a consecuencia de algo que lo ha «creado» en un momento dado, eso es lo que vemos y, en consecuencia, lo que aplicamos también al «como» de «inicio» ¿por qué? Pues porque esa lógica nos lleva siempre a un «inicio», a un proceso que tiene un principio y que suponemos tendrá un fin -a nivel astrofísico se habla de la «muerte térmica del Universo» como una de esas «teorías del fin»-. ¿Eso que quiere decir? Pues que nuestras explicaciones suelen responder a nuestras categorías, ahora bien, resulta que… nuestras categorías son artificiales, todas ellas son artificios del lenguaje, ese es nuestro instrumento para describir lo que observamos a partir de «como» lo observamos, sucede que el «primer como» que intuimos -no necesariamente de forma acertada-…no lo hemos observado ¿por qué? Pues porque es anterior a nosotros mismos. Ahora demos un paso más: imaginemos un proceso que no tiene origen, algo que sea diferente a nuestra «cadena de sucesión», de hecho, la idea de Dios responde a eso, pero ¿es acaso la única idea que puede responder a eso? Hagan sus apuestas…
Jonathan, también la Iliada y la Odisea son una tradición oral que en un momento dado se recoge por escrito ¿hemos de creer por eso que Apolo lanzo flechas de fuego a los aqueos? Todo pueblo tiene explicaciones míticas relacionadas con sus orígenes -con su etnogénesis- y con su sistema de creencias, todo pueblo tiene su cosmogonía. No tenemos el testimonio de una nación sino el testimonio de las creencias de una nación, lo que dice su tradición secular, sabemos que lo mítico funciona siempre -bajo una forma u otra- en esos sistemas explicativos y sabemos que, precisamente, es en las generaciones descendientes dónde se mitifican los orígenes, al mismo tiempo esos descendientes -al no ser los protagonistas de los orígenes- no pueden ser… testigos de esos orígenes, sencillamente… ellos no estaban. No hay ahí ninguna evidencia, no fuera… de las típicas en los procesos de etnogénesis y sus mitos fundacionales -al respecto citar la obra «El héroe de las mil caras» de Joseph Campbell, que toca también similitudes arquetípicas en esas mitologías-.
En las tradiciones orales es dónde comienzan los mitos -vuelvo a citar el origen oral de la Iliada y la Odisea, ni siquiera hubo un «Homero», es una figura de ficción-.
Jonathan, la ausencia de algo no es prueba de su presencia -eso seria un «argumentum ad ignorantiam», una figura retórica-, nadie recoge lo que «no se ha producido»…
¡Ah! ¡la existencia! todo existe desde el momento que se formula, otra cosa es que sea real.
Lo existente puede ser imaginario o ilusorio, en ese caso existe en el mundo de lo imaginario. Ahora ¿lo existente puede ser real? Sí… o no, la diferencia entre existencia y realidad, es que lo «únicamente existente» es «estar» y lo «existente y real» es «ser», la diferencia es ontológica, o, más exactamente, tener ontologia propia o no. Otra pregunta es ¿lo dependiente puede tener ontologia propia?
No veo una relación directa entre «evidencia» y «existencia», fuera de una posible relación circunstancial, cualquier cosa es existente desde el momento en que se formula -se observa, se define, se nombra-, ya he dicho que otra categoría es la de «real», todo lo existente es evidente por su mera mención, ahora no es evidente que todo lo existente sea real.
Pero imagino que te centras en que seria una evidencia en concreto, que se entendería por «evidencia» de la «existencia» de Dios, te hago notar un error de planteamiento: el ateismo no es cuestión de incredulidad por ausencia de pruebas -aunque, en última instancia, no haya ninguna ni de la ausencia ni de la presencia de Dios-, el ateismo es una respuesta y una «apuesta» a la pregunta del ¿como? inicial, lo mismo que… el teismo es otra. En consecuencia… el ateismo no busca evidencias, es… la respuesta a su propio planteamiento, es una cosmovisión no una alternativa a un «planteamiento deficiente» o «no convincente».
Jorge, gracias por tus respuestas. En verdad lo que te pregunto lo hago de buen animo. Quizás más adelante no pregunte más, no como muestra de que «perdí», sino que como te dije, soy simple al preguntar y a veces no sé cómo hacerlo.
Si no es molestia, ya que me respondiste lo de la tradición oral, y lo de la «evidencia» y «existencia», pero obviaste una pregunta y cito «Jorge, me refiero a los judios, los que cientos de años despues sostienen que sus origenes se remontan a tal evento. Cómo ocultarlos? cómo obviarlos? por qué el testimonio de una nación y del resto de sus descendientes no es evidencia de lo sucedido?»
te agradezco el tiempo que tomas para responder. Saludos!
Por otro lado Jorge, desde que comenzó a participar aqui con sus muy buenos comentarios, vengo recordando algo que el Moré ya habia mencionado en otro texto (si no me equivoco se llama «¿Creer o saber que Dios existe?») y aquello de que la declaración, «yo creo que hay un Dios» carece de sentido. Que la «fe» no es la habilidad de imaginar lo que no existe. Que la «fe» es hallar la relevancia en lo que es trascendente. Creer en Dios, entonces, no significa ser de la opinión de que Él existe, sino ser de los que han encontrado la relevancia en Él. Que cuando una persona dice: «yo creo en Dios» lo que realmente quiere expresar es «Dis es significativo en mi vida.»
Y pregunto, o más bien, me pregunto y me respondo: ¿A quién le importa Dios? ¿De qué manera Él es relevante?
Para algunos Dios es relevante porque explica el origen de la vida. Para otros es relevante por aquello de la vida despues de la vida. Y para otros es relevante porque creen que la vida tiene un propósito.
Y en esto último se enfocan tanto el judaismo como el noajismo, ambos pregonan que la vida tiene un propósito y que este se alcanza a través del cumplimiento de los respectivos mandamientos, independientemente de que se crea o no en un Dios.
Muchos saludos.
Hola Jonathan,
De nada, ya sé que preguntas con buen ánimo, a mi también me gusta contrastar opiniones y argumentos, como tú decías en otro lado eso sirve para reflexionar sobre las posturas que se tienen y sobre que se basan.
Sí que respondí -o al menos lo pretendía- a esos interrogantes que planteas, lo hacia cuando dije: «No tenemos el testimonio de una nación sino el testimonio de las creencias de una nación» y, también, en lo siguiente: «precisamente, es en las generaciones descendientes dónde se mitifican los orígenes, al mismo tiempo esos descendientes -al no ser los protagonistas de los orígenes- no pueden ser… testigos de esos orígenes, sencillamente… ellos no estaban».
Por lo demás añadiría que hay muchos judíos actuales que… no creen en la explicación sagrada de su propia tradición, entienden que la tradición por venerable que sea recoge explicaciones míticas que responden a un sistema de creencias y que no recogen literalmente lo sucedido. Incluso el respetar y seguir la tradición no significa creerla, puede respetarse porque se considere adecuado como preservación de una identidad y de la cohesión social, o puede hacerse por simple costumbre, esos entre otros múltiples motivos -también hay los que se apartan directamente de la tradición-. Otros sí que lo creen -otra cosa es como se lean las fuentes, recordemos que hay una lectura literal y otros niveles de lectura, recordemos también la «textualidad» que interpreta la forma-, pero… no son toda la nación.
Hola Jonathan,
Sí, la respuesta a eso de «el sentido de la vida» se encuentra en la vida misma, esa es la finalidad de la vida: vivirla. En eso está su trascendencia, y en eso está lo sagrado, lo material y palpablemente sagrado.
Es cierto, no importa el «como» tenemos eso, sino que importa que lo tenemos y también importa lo que hagamos con ello, porque el propósito es honrar eso que tenemos… venga de dónde venga.
Está bien, parece que entre tanto comentario no lo noté.
Concuerdo con usted, ya que estamos aqui, honremos que estamos aqui.
Saludos!
ah las dudas «teologicas»… suelen ser una perdida de tiempo y energias.. pero hay «publico» para todo.
prefiero otros temas, si me disculpan el atrevimiento.
mis cariños para los q saben debatir sanamente.
Yo tambien prefiero otros temas, sin embargo en este caso me da gusto leer comentarios como el número 19.
gud nait!
Bueno, Yehuda, no entrar en las dudas teológicas suele ser la mejor manera de no enredarse con ellas. Aunque diría que aquí hemos tratado más de cuestiones filosóficas que teológicas.
seguro? yo dudo…
Si uno no entra en un laberinto no se pierde en él, ese es el riesgo del laberinto pero también la emoción, que se vuelve satisfacción cuando se conocen los caminos del laberinto, entonces sus recovecos se transforman en viejos amigos, es más, el laberinto puede ser un jardín, el Jardin siempre reconforta. Filosofía y teología a veces van de la mano, no siempre.
cuando el laberitno es ilusorio, cuando en el solo hay trampas, cuando el placer es el del regocijo de lo efimero y falso… solo el q no tiene nada mejor q hacer con su vida entra…
prefiero no entrar a los juegos del EGO, al menos cuando puedo elegir
Hola amigos, disculpen ustedes pero el tema me ha tomado, agradezco a Charlie por plantear su postura y su conclusión, me parece válida y claro es una conocida argumentación sobre estos temas. Sabater, un viejo conocido mío porque me he leído gran parte de sus obras argumenta la cuestión del mito en sentido que el mito es necesario, se requiere una suerte de mito aceptable, y por lo tanto el mito se adecúa al grado de civilización, y lo más notable de su pensamiento, que deja en evidencia que los dioses que crean las civilizaciones se parecen mucho a estas, según Sabater, cambio y fuera.
Mi impresión sobre esas posturas y otras que conozco dice relación en primer lugar con el lenguaje, el lenguaje los es todo, esto a partir de Wittgenstein, porque el significado de una palabra depende del uso que se haga de ella en su acepción lingüista, y he allí la trampa, no sólo en la que cae Sabater sino que Heidegger y otros, por cuanto la palabra es sólo una codificación, que no necesariamente devela la totalidad de la experiencia, en ese aspecto, la palabra más engañosa, tramposa y hasta falsa es la palabra fe.
con permiso amigo curioso, otra engañosa y mentirosa es «amor», otra «paz», otra «espiritual», otra «dios», otra «amigo», otra «lealtad», otra «saber»… creo q todas engañosas, pero especialmente aquellas q se «venden» como positivas y estan en boca de los forajidos y carteros del caos…
Siguiendo la idea, y sobre la misma afirmación, al nombrar algo le colocamos la etiqueta, la definimos y claro la definimos sobre la base de la experiencia, y es entonces cuando los temas más complejos se escapan de la mano, o quizás siguiendo el post , del cerebelo, por cuanto se ejerce el pensamiento sobre una conceptualización chata, plana, pero sobre todo llena de mitos.
Al parecer el asunto es mucho más complejo, en la medida que intentamos levantar un andamiaje de ayuda para escapar de la palabra, como ocurre con el ocultismo y el simbolismo, esas prácticas nos lleva finalmente a conclusiones incomprensibles a las cuales hay que asignarle nuevos códigos para dotarla de sentido, una nueva hermenéutica y así sigue.
Finalmente, si hay o no Dios, no depende de nosotros, no es nuestro asunto, sencillamente por una razón muy simple, no compartimos experiencias existenciales con Él, y por lo tanto no lo podemos llevar a nuestro lenguaje.
Termino con esto, pienso entonces que al final del día, al menos en mi experiencia personal que es la única que puedo validar, hay una suerte de contacto con otro nivele de la existencia, un vínculo que ocurre de improviso y sin mediar palabra, a veces sin preparación, ni alucinación como argumenta Dawnkins, porque es bastante sereno y relajado pero que informa a cada célula del cuerpo algo así como : “ abre los canales cerrados y conéctate” , eso es todo.
Estimado Yehuda, hoy mostraron en una canal de cable un caso en Colombia de unos supuestos sacerdotes católicos que venden una cruz milagrosa del Gólgota, engañando a muchos colombianos con una cruz supuestamente cubierta de oro y con tierra del Gólgota (¿terreno sagrado?), y con unas inscripciones en hebreos o supuesto hebreo, al preguntarles a las pobres gentes porque las compraban, todos decían por fe, el delincuente que las vendía, tenía propaganda en la televisión donde pregonaba la fe para su producto, que por cierto no tenía la famosa tierra, no era de oro y las inscripciones no las entendía ni él mismo. Recién en México, una madre y una abuela y otros familiares le arrancaron los ojos a un bebe, al preguntar por qué hicieron ese ritual, dijeron que lo hicieron por fe, no querían que se acabara el mundo, también por acción de fe se derrumbaron las torres gemelas, etc., etc., es una palabra que sirve para cualquier cosa, en esos contextos es muy tramposa, engañosa. Las otras, no sé, no estoy seguro.
uh… muchas gracias por el artículo y todos los comentarios. Sirven para crecer en gran manera, aunque definitivamente el mejor comentario fue el 4to del profe Jona: «N»… jaja Un abrazo estimados, de verdad, admiro sus capacidades. Un abrazo.
jajajaja… sí, es esa «N» se encierra «el secreto» de la existencia. Ten fe!
Hola Yehuda,
El laberinto es y no es ilusorio, depende del pasillo por el que se ande, en realidad la importancia de que sea o no ilusorio por dónde se vaya en cada momento es relativa, lo es mientras uno no dependa de ello, no se ate a ello. Sea ilusorio o no se pueden aprender cosas, la ilusión y lo «real» enseñan cosas, así que tanto lo ilusorio como lo no ilusorio son cosas útiles. Sí es cierto que conviene entender cuando nos movemos por algo ilusorio y algo más tangible, conviene saber dónde se está para saber lo que se maneja, es el primer paso para evitar caer en dependencias y ataduras, no obstante lo cual a veces se cae en ellas, bien, no pasa nada, es cuestión de darle la vuelta entonces, respirar hondo y aceptar que nunca se tiene el control de las cosas, entender que eso… también es ilusión, entendido eso se deja fluir la situación, para mantener la ataraxia es preciso no ser dependiente de ella, ser consciente de que siempre se es vulnerable.
No se puede evitar el ego, ni siquiera sus trampas, en realidad eso es necesario, cumple su función y, cierto, forma parte del laberinto, pero sí se pueden identificar, conocer eso es lo que permite actuar sobre eso, aunque no es garantia de éxito -no es cierto que conocido cualquier problema se pueda solucionar, para solucionar algo se debe poder aplicar la solución-.
El laberinto y el viaje a Ïtaca son lo mismo:
«Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo…»
Muy cierto, Curioso, el lenguaje lo es todo, y resulta que siéndolo es algo abstracto y un artificio, es decir que nuestra aproximación a las cosas lo es a partir de un artificio que contribuye a hacerlas lo que son, luego a «crearlas». Son nuestras categorías las que identifican esas cosas, sin las etiquetas no existirían, sin haberlas observado tampoco, el observarlas -da igual el medio, incluida la imaginación- es el primer paso para nombrarlas. Observadas, definidas y nombradas ya pasan a formar parte de nuestro mundo.
Los antiguos nativos de la isla de Pascua tenían razón, eran los únicos habitantes de su mundo, hasta… que observaron a otros.