Uno de nuestros cinco miedos básicos es el del abandono, cosa que tarde o temprano sufriremos realmente.
Todos somos abandonados en algún momento de nuestra vida, sea que el otro quiera o no hacerlo. Porque, somos mortales, porque somos limitados, terminamos siendo abandonados o abandonando.
Por más que nos esforcemos en no sentir ese miedo, allí se anida, como sus cuatro hermanos que forman la base de todos nuestros miedos.
Y nutriendo todo el sistema de miedo, la expectativa al no poder, a no tener el control, a estar a merced de otro, sea éste un ser vivo o un elemento inerte, sea que adrede se nos someta a impotencia o sin ninguna intervención consciente.
El miedo al abandono suele producir alguna de las siguientes respuestas automáticas, cual si fueran mecanismos mágicos para evitarlo, contenerlo, minimizarlo, negarlo:
- Abandonar antes de ser abandonado.
- Ser sumiso, hasta grados inconcebibles, con tal de mantener al otro a nuestro lado.
- No formar ningún vínculo emocional, porque si nadie nos quiere y no queremos a nadie, nadie nos abandonará.
- Obligar a ser abandonado con una constante conducta displicente, ofensiva, desagradable, molesta, pero que nunca da el paso de activamente abandonar.
- Estar pero no estar: te quiero, pero te maltrato; estoy contigo, pero añoro a otra pareja; estoy casado, pero le soy infiel; detesto mi vida contigo, hasta tu nombre me repulsa; pero sigo a tu lado.
Cualquiera de estas produce miseria, sufrimiento y por supuesto ¡abandono! Sea durante la relación, o posteriormente. No cura el malestar, lo empeora. No brinda satisfacción, la aleja. No espanta el miedo, lo aumenta.
Esta cuestión no se circunscribe a relaciones familiares, incluye noviazgos, amistades, e incluso relaciones laborales.
Ésta última pudiera parecer ajena, porque supuestamente no debiera incluirse en las que están cargadas emocionalmente. Pero, muchas veces se generan vínculos afectivos por la gente del trabajo, por la empresa, pero también está el dinero y las emociones que éste conlleva.
Por lo cual, debemos atender con atención para descubrir hasta dónde el miedo al abandono está pautando nuestras relaciones personales en todos los ámbitos.
Luego de identificado, quizás podremos hacer para librarnos y disfrutar de la compañía y también de la soledad.
En ocaciones nosotros mismos auspiciamos nuestro abandono. Perdemos «contacto» con la sociedad y nos refugiamos de manera solitaria detras de una pantalla de television , computador, tabletas , celular… Ay.. Tiempos aquellos.
Gracias Morè.