Probablemente te hayas topado con esos sujetos de doble vida, mansos afuera y fieros adentro.
En el trabajo, con los extraños, es un corderito, sumiso, súper respetuoso al punto del infarto, agradable hasta el empalago, o tal vez silencioso y como una sombra pero en constante servicio de los otros.
Ni bien cruza el umbral de su casa, se transfigura y emerge un ogro, violento, despiadado, demandante, quejoso, atroz, que puede aporrear como un mazo, o herir con la apenas visible mortalidad de una espada samurái.
Sí, puedes habértelo encontrado más de una vez, incluso puedes ser uno de ellos, o tal vez conviviste con él. Podría ser tu padre, o madre, un hermano, tu esposo, o esposa, un hijo, o hija, hasta tu mejor amigo y tú ni te enteras.
Te dirá que así es él, que en su casa era igual, que el sufrió de chico, o que en alguna parte tiene que desahogarse de la malasangre de la vida y qué mejor que en casa para hacerlo.
Te dirá que porque te castiga te ama, que lo que no te mata te fortalece, que el celo violento es una señal clara de amor, que sufre más que tú cada vez que te agrede, que tú eres el culpable de que el sea así, de que tú te comportas de tal manera que te mereces lo que te pasa.
O sencillamente te dará tanto, pero tanto miedo, que ya ni te disparará con sus justificaciones y excusas, simplemente tú las inventarás por él, o hasta ya te hayas entregado y no pienses ni sientas más.
Como sea, el terror está instalado y se repite, y se amplifica, y se multiplica en los que aprenden eso y lo continúan.
Al crecer muchos de los que fueron víctimas, ahora ocupan el lugar del victimario. Es que tienen la enseñanza y la oportunidad, además, ahora son ellos los grandes y los que pueden vengarse del mundo, de la vida, maltratando a víctimas inocentes.
Otros cuando crecen se convierten en eternos luchadores por los derechos de los débiles, dedicados a defender a otros, como posiblemente nadie les defendió a ellos.
Otros más, escapan a toda velocidad a la menor manifestación de estar al lado de un sujeto como aquel que les martirizó.
Otros se encuentran en un estado de insatisfacción permanente, enojados, confrontativos, inseguros, malhumorados, rebeldes, sin encontrarse jamás a gusto, ni dentro ni fuera del hogar.
Y hay otros que se transforman en sus cómplices, sea callando lo que pudieran parar y testimoniar, sea incentivando la violencia, sea ayudando al maltrato, como fuera que sea.
Y también están los que sin saberlo, de manera inconsciente, buscan a estos personajes de doble vida, como si fuera un destino marcado, como si fuera una misión sagrada, para corregirlos, para hacerlos cambiar para bien, para conseguir lo que de niños no pudieron hacer con sus mayores. Pero, como están embarcados en un juego involuntario, que no se conecta con la realidad sino con un deseo totalmente irracional e infantil, difícilmente puedan escapar al lazo de sufrimiento al cual se enroscan cada vez más fuertemente. Son como esas “mujeres que ‘aman’ demasiado”; aunque no es amor, sino adicción.
Todos ellos estarían precisando conocer, entender, comprender, aceptar, dejar fluir, perdonar y conseguir justicia cuando fuera necesario y posible, enmendar.
Construir SHALOM en su interior, para alcanzar a hacerlo también fuera.
Porque la experiencia que han padecido les ha marcado profundamente, andan con su pesada mochila a cuestas y en cierta forma no son dueños de sus vidas, sino simplemente unos viajeros en un tren que no lleva al reino de la felicidad.
Se consumirán en luchas estériles, en maltratos recibidos y otorgados, en sufrimiento, en reproches, en represalias, en venganza, en ira, en confusión, en dobleces de vida, en todo lo que mata aunque se continúe respirando.
Sin embargo, ahí está su NESHAMÁ con su LUZ, lista para alumbrar cada uno de sus rincones, para curar y alegrar, para llenar de satisfacción y aprobación.
Es cuestión de querer romper el ciclo vicioso, dar un paso para ser uno, unificado, en paz.
Q fuerte artículo.
Puedo sentirme identificado en ciertos tintes, entre pasado y presente.
Pero gracias a la tremenda labor suya y de otros noájidas en la tarea Fulvida, he podido ir poco a poco tomando las riendas de mi vida, asi dejar de perjudicar a quienes más amo y poder entregarles cada día lo mejor de mí.
Con mucho aprecio, a la distancia.
gracias, y doble gracias por oír confiar y crecer
La tarea es ardua y un gusto vivirla. Con dificultades pero con perseverancia quiero sacar mi mejor parte en esta vida.
Aun queda laburo!
hasta el ultimo respiro hay laburo