Hay zonas del Sistema Nervioso (SN) que no distinguen entre realidad y ficción, sino simplemente reaccionan automáticamente a partir del estímulo que están recibiendo de afuera.
Es por ello, por ejemplo, que cuando estás viendo una película de terror te asustas. Porque una parte de tu SN está consciente de que estás cómodo y seguro en tu casa, o en la butaca del cine, pero la otra parte no tiene cómo hacer esa contextualización. Ésta simplemente reacciona de acuerdo a lo que recibe del estímulo. Entonces, saltas por el susto por tal escena de la pantalla, aunque sigues acomodado y sin padecimientos mirando una película que en nada realmente te está afectando.
¿No te está afectando “realmente”?
Pues, ¡por lo visto sí!
Tu realidad también se compone de varios factores, entre otros de como tú percibes y como tú interpretas.
Por tanto, cuando te encuentras en una situación imaginaria de estrés, tu cuerpo responderá estresándose; si es de ataque, defendiéndose; si es de pesadilla, agobiándose; etc.
Esas porciones pequeñitas pero poderosas de tu SN sueltan un inmediato «amén» a todo lo que dices y se ponen en el estado que tú te has condicionado con tu decir.
Es por ello que actúas, sientes, piensas, y sigues hablando movido de acuerdo a la realidad que tú mismo te has creado con lo que dices.
Si te llenas de palabras negativas, estás generando un contexto de impotencia, por lo cual te introduces en un estado propicio para esclavizarte al EGO.
Aunque tus dichos no se cotejen objetivamente, recuerda que esa porcioncita del SN no la puede distinguir de la realidad, sino que admite que eso que has dicho es la realidad.
Por lo cual, si te tratas de estúpido, te sentirás, actuarás, hablarás y empezarás a pensar como tal.
Si dices que eres un perdedor y que todo te sale mal, ¿cuál crees que será la respuesta de tu automatismo?
Te has condicionado a una existencia acorde a como las has expresado.
Cuidado, no supongas que esto es una mojigatería mística, porque en realidad es neurociencia.
Siendo así, si crees que no puedes, y lo expresas, seguramente que no podrás.
Y, si dudas si puedes, pero dices que no puedes, seguramente que no podrás.
Y, si dices, con mayor o menor convicción, que sí puedes, es muy probable que puedas realmente, aunque el resultado final no depende totalmente de ti (es que somos limitados y el hablar asertivo no modifica el universo a nuestro antojo, pero sí modifica nuestra respuesta ante él).
Ten presente, en gran medida armamos nuestra experiencia por como la interpretamos y por como la describimos.
Entonces, exprésate positivamente, incluso cuando pareciera que no hay a simple vista mucho para hacerlo.
Así estarás sintonizado con aspectos saludables en ti, que buscan el crecimiento, la armonía, la estabilidad.
Con esa convicción fortalecida por tu buen hablar, estarás en condiciones de hacer tu mejor parte, y el resultado júzgalo también positivamente aunque no fuera el esperado.
Hablar positivo, te llevará a pensar, sentir, actuar y decir más en positivo.
Sé asertivo en tu discurso, busca los puntos fuertes para destacar, aunque sinceramente no pienses tan positivamente; pues como resultado terminarás desbloqueando la LUZ que te aligerará el pensamiento de oscuridades innecesarias.
Y si no aprendiste a hablar bien de ti, como un pasito hacia el lado correcto, al menos deja de expresarte negativamente.
Si no tienes nada bueno para decir, nada digas.