Una fresca sonrisa no te cuesta nada,
pero te puede abrir las puertas de inmensos tesoros.
Enseña a tu cara a sonreir con frescura,
para que tu corazón aprenda a estar gozoso
y ser de regocijo.
Una fresca sonrisa no te cuesta nada,
pero te puede abrir las puertas de inmensos tesoros.
Enseña a tu cara a sonreir con frescura,
para que tu corazón aprenda a estar gozoso
y ser de regocijo.
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Incluso cuando no tengamos ganas de sonreir, sonriamos.
Y sonriamos aunque el teclado esté incompleto (nos falten dientes).
Gracias por su tiempo Moré.