Entras al supermercado y ves a un niño tumbado en el suelo dando patadas a su madre que intenta levantarlo a pesar de los insultos que recibe. La mamá terminó claudicando y comprándole al niño lo que pedía. Optó por la solución más fácil.
La educación de los hijos es el mejor negocio que pueden tener unos padres. En la vida actual no hay tiempo para escucharles, mostrar interés por sus cosas, exigirles y darles criterio.
Los padres a veces quieren imponer sus criterios a gritos. Mal asunto. La convivencia se pone tensa como las cuerdas de una guitarra. Ni los padres ni los hijos conviven; ambos -cuando mucho-, se toleran.
Un psiquiatra, el Dr. Carlos Hecktheuer, para contrarrestar estas conductas les escribió a sus hijos estas consideraciones: «Los amé lo suficiente como para haberles preguntado a dónde iban, con quién iban y a qué hora volverían. Los amé lo suficiente para no callarme y decirles -aunque no les gustase-, que aquél amigo no era buena compañía.
Los amé lo suficiente como para dejarles asumir la responsabilidad de sus actos, aunque las consecuencias eran tan duras, que me partían el corazón. Los amé lo suficiente para decirles «no», cuando sabía que ustedes podrían odiarme por eso».
Luego, ya mayores, los hijos lo recordarán: «A los doce años, nuestros amigos podían regresar tarde por la noche. Nosotros tuvimos que esperar hasta los dieciséis para hacerlo, y encima, papá o mamá se levantaban para saber si la fiesta había estado buena. (En el fondo, para saber en qué estado nos encontrábamos al volver)».
«Por culpa de nuestros padres nos perdimos inmensas experiencias en la adolescencia. Ninguno de nosotros tuvo problemas con la droga, robos, ni estuvo en la cárcel por ningún crimen». Todo fue «culpa» de ellos. Eran unos «padres malos».
Ahora que somos adultos, honestos y educados, estamos haciendo lo posible para ser «padres malos» como fueron los nuestros. Yo creo que uno de los males del mundo de hoy es que no hay suficientes «padres malos».
No es fácil hablar claro y exigir. El perdón no anula la justicia, ni el cariño excluye la fortaleza. Los hijos nos necesitan, saquemos tiempo.
EXCELENTE!
Jona, mientras lo leía no pude evitar recordar las muchas veces que me sentí «rara» porque mis papás no me permitían hacer cosas que mis compañeras del colegio hacian sin problema, pero a pesar de mi llanto, mi muestra de sentimiento en ese momento, hoy en día doy infinitas gracias al Eterno por ellos y por sus sabias restricciones en esta etapa de crecimiento y de aprendizaje;
Ahora que estoy disfrutando mi nueva etapa de mamá, entiendo muhcos de esos no, pienso desde ya en los «no» que por amor declararé a mi hijo, para su bien y por el mucho amor que le tengo..
Esto también nos hace pensar en aquellos «no» que nuestro Padre ha estipulado para nosotros, aunque nuestros caprichos ó anhelos quieran tildarlo de «Papá malo» porque no puedo hacer lo mismo que mi hermano judío. Es mejor Papá del Mundo, que nos ha amado lo suficiente y nos sigue amando.
Un Abrazo, y muchas gracias por este gran texto.
Tienes razón Eli,
te paso este link http://fulvida.com/id-noajica/identidad/el-problema-del-no
aja
Gran enseñanza!! Como dice una vieja frase. «Eduquemos al niño para que no tengamos que castigar al adulto».
Muy bueno!
te felicito!
Eli estoy muy de acuerdo contigo.
Muy bueno! Abrazo!
muy bueno jona!
no cabe duda que el sitio Noajikids.com tiene buen material para estudiar, y es que todos estos temas son de gran importancia para desarrollar una vida en concordancia con la armonia y la paz.
gracias jona por el excelente trabajo!!!!
abrazos!!!!
un tema para volver a tratar y releer. fundamental y con tan poco feedback d eparte d ela gente.
ahora, si el titulo fuera»jesus salva a los hijos tiranos», tendriamos cien millones de comentarios.
y si fuera «el rebe X hizo milagros, increibles, imposibles, infantilmente creibles para calmar hijos tiranos», habria otro tanto de comentarios.
en fin, el EGO tiene su marketing poderoso