Antes, permitanme decirles que no he estado más cerca de Fulvida como en todo este tiempo en el que no he posteado.
Para los que no me conocen, soy, modestamente, uno de los primeros contribuyentes de contenido de este sitio y un muy concienzudo libre pensador, por lo que nunca he sido prisionero de las enseñanzas de ninguna religión, más como hombre siempre he estado en la necesidad de proveerme de un alimento espiritual que me nutra auténticamente. Como todos tuve procesos para digerir la verdad, pero con la asesoría del Moré Ribco y la cooperación de mis compañeros de Fulvida, comprendí algunas cosas que quiero expresar desde un ángulo muy personal.
Son estas mis consideraciones sobre la práctica noajida, sobre nuestro rol en el mundo, sobre lo que debe ser provechoso y sobre los excesos a los que nos exponemos por distintas causas.
Como la Tradición es una verdad inmutable, su aprendizaje no es filosófico, científico o reflexivo, más bien es axiomático, puesto que no caben las dudas o interpretaciones ambiguas sobre la Unidad y Unicidad de D’ y su Unificación; no caben, tampoco, las derivaciones para los valores contenidos en el código de conducta que emana de la Tradición, puesto que comprende una visión moral universal y no moralista o culturalmente adaptable a tal o cual etnia. De otro modo, no podríamos percibir a través de la Tradición la Esencia de D’ y lo que Él ha dispuesto para nuestro beneficio.
Siendo así, tampoco podemos pecar de dogmáticos a ciegas; puesto que todo axioma es como una semilla que debe regarse para que pueda surgir la planta; y así como un postulado matemático, lógico, se acepta sin discusión, no por ello, no se profundiza, ampliando y desentreñando de él todo lo que humanamente pueda comprenderse a partir de él.
Por ello, para la sana práctica noajida debe uno liberarse de prejuicios, de cadenas que te encierran en una visión refractaria de la vida, de prácticas nocivas que puedan disminuir o disminuyan efectivamente tus sentidos y que no te permitan desenvolverte en la sociedad como un agente de cambio positivo y conducente. Debe uno, tener suficiente criterio para no emitir juicios proselitistas (aunque es deber del noajida prevenir y advertir de la idolatría), sino más bien siempre estar dispuesto a recibir a los extraños con el mejor semblante, de modo que, como Abraham, se influya a través del ejemplo de lo que significa una auténtica vida monoteista y equilibrada.
Para la correcta conducción del noajismo no puede uno comprometerse a seguir una religión, aún cuando no se llame a sí misma como tal, pero se comporte así y sabemos que eso ha comenzado a pasar con el uso desconsiderado del noajismo por individuos aún inmaduros espiritualmente; debe ser sincero, auténtico en lo que piensa y expresarlo de forma libre, puesto que para eso ha sido estipulado el establecimiento de las cortes de justicia.
La razón por la cual, considero, D’ le dio al hombre los preceptos morales universales, ha sido muy bien aceptada por la humanidad en el último cuarto de siglo bajo una consciencia que desea la liberación del hombre del fanatismo; el apartarnos del fundamentalismo que posee a las pretendidas poderosas y perversas religiones monolátricas que constituyen dos colosales imperios (a saber, el cristiano-occidental y el árabe-musulmán) y esto no se logra acudiendo a las mismas armas fundamentalistas, fanatizantes, persuasivas (a juro).
Decir no al fanatismo no significa dejar de decir no, evidentemente. Por el acceso a esa palabra se ha luchado por mucho tiempo y célebres hombres, justos, lo han hecho. Cuando es requerido el hombre debe oponerse al maltrato, al abuso, en todas sus formas y la más peligrosa ahorita es la que se difunde como un virus por los distintos medios de información, mientras más veloces, más perjudicialmente.
En este tiempo, que el pueblo judío, celebra su libertad de la opresión; acompañemos este sentido honorable, y celebremos la libertad, de los faraones que apresan en sutiles elementos, que sin darnos cuenta, contaminan la senda de la justicia.
Qué bueno leerte nuevamente Andres. Este es tu hogar.
Gracias
Andres, gracias por la reflexión, y la invitación…
Usando tus palabras pero concluyendo con las mias:
«para la sana práctica noajida … debemos sanarnos por dentro y por fuera»
Un abrazo, y que gusto ver post tuyos nuevamente en éste hogar, tu hogar!!! (he leído varios de tus post, mil gracias por ellos y por los que vendrán)
ANDRES PANA YA SABES ESTE ES TU HOGAR MI BUENOS DESEOS PARA TODOS