Tomar posesión de la Tierra de Promisión

«di a los Hijos de Israel: ‘Yo soy el Eterno. Yo os sacaré de debajo de las cargas de Egipto y os salvaré de su esclavitud. Os redimiré con brazo extendido y con grandes actos justicieros.
Os tomaré como pueblo mío, y yo seré vuestro Elohim. Vosotros sabréis que yo soy el Eterno vuestro Elokim, que os libra de las cargas de Egipto.
Yo os llevaré a la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Avraham [Abraham], a Itzjac [Isaac] y a Iaacov [Jacob]. Yo os la daré en posesión. Yo el Eterno.’
«
(Shemot / Éxodo 6:6-8)

No alcanza con dejar de sufrir, pero nos bastaría.
No alcanza con salir de la esclavitud, pero nos bastaría.
No alcanza con ser testigos de hechos grandiosos y maravillosos, pero nos bastaría.
No alcanza con vincularse de manera especial e íntima con Dios y Éste con uno, pero nos bastaría.
No alcanza con saber que es Dios quien nos conduce, pero nos bastaría.
No alcanza con ir a la Tierra de la Promisión, pero nos bastaría.
Sino que son parte de un camino que conduce a una meta: poseer la tierra que nos pertenece, entonces se cumple a pleno el “Yo soy el Eterno”.

Así también en cada una de las cuestiones de nuestra vida.
Avanzar entre las dificultades, pasar por los momentos de gozo, aceptar las alturas así como las llanuras, en tanto se tiene en mente la meta y se anda hacia ella.
Dejar de lado lo que no aporta a la causa, no encerrarse en celditas mentales, no guardar rencor, no quedarse anclado al pasado o a ilusiones que desvían de la ruta.
Tener conciencia de la meta, hacer lo bueno y justo para llegar a ella.

Las cosas no marchan como quieres, puedes amargarte, abandonar, quejarte, recluirte, luchar con palos contra las sombras, gritar, llorar, hacer de cuenta que no pasa nada… o puedes probar con lo que realmente puede servirte.

La cuestión es dejar la fantasía, transformarla en creatividad. Ésta en aliciente para un proyecto, el cual se traduce en una planificación. Ésta se lleva a la práctica, se evalúa, se modifica en lo necesario. Se continúa ejerciendo nuestro poder con la vista puesta en la meta, sin aflojar.

Habrá momentos de flaqueza, son esperables.
Habrá períodos para sentir que nada vale la pena, que la meta es inalcanzable, que es un error seguir en la senda hacia ella.
Es tiempo para reconsiderar, con la mente creativa pero con los pies bien plantados en la tierra.

Habrá ocasiones de tanta algarabía que parecerá innecesario seguir el esfuerzo hasta la meta.
El secreto está en darse cuenta que la meta a veces puede ser el sentido con el cual vivimos nuestra vida, no un punto al que llegaremos materialmente.
A veces, la meta es concreta tras la cual descubrimos una nueva meta para alcanzar.
Siempre, cada pasito es una meta en sí misma.

¿Qué es lo importante?
Llenar de sentido trascendente nuestra existencia.
Hacer realidad la Presencia en cada momento, construir shalom.

2 comentarios sobre “Tomar posesión de la Tierra de Promisión”

  1. Nuestro caballo no siempre va a estar encillado. A veces cuesta montarlo a pelo.

    Por mucho que galope nuestro caballo ay que saberlo montar , con silla o sin silla hasta el final.

    Gracias @Morè.

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