No soy feliz, vamos que la vida es una fiesta

Acompaña este texto otra de esos mensajes con aparente contenido de conciencia e iluminación, como si de una verdad celestial revelada se tratara. La gente corre a poner “likes” y a compartirla, es que es el cliché dulzón y apático que gusta, pero que perjudica a la postre el crecimiento de la persona y del colectivo en su multidimensionalidad.
Ahora te explicaré, si me permites y acompañas.

“En la vida, en ocasiones, hay que decidir entre lo que debes hacer y lo que quieres hacer.
Haz lo que debes y harás feliz a los demás,
haz lo que quieres y te harás feliz a ti mismo”.

Sí es cierto, en la vida hay ocasiones que debemos decidir entre lo que queremos y lo que debemos hacer.
Claro que sí.
De manera normal y despierta, si no estamos adoctrinados y/o empobrecidos internamente, creo que no pasa un minuto sin entrar en el conflicto entre el querer y el deber.
La puja entre las dimensiones de nuestro ser, es natural. Es lo esperable (http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/padre-de-la-religin).
Lo saludable es aprender a nutrir cada dimensión cuando y como corresponde, evitando caer en acciones perjudiciales para uno y/o los demás (http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/decisiones-para-tomar).
Y lo ideal es conseguir la armonía derivada de permitir que cada dimensión ejerza el rol para el cual fue creado (http://serjudio.com/cterapia/cab051228.htm).
Entonces, estamos de acuerdo con la primera de las frases.

El problema explota luego, con el resto de la prédica.
¿Cumplir con el deber es para hacer feliz a los demás? Y si fuera así, ¿es eso negativo?
El deber social está pactado para permitir que cada uno desarrolle su vida, sea en conjunto o en solitario. Que hagamos nuestra vida, sin por ello afectar a otros con nuestras decisiones o falta de ellas. Entonces, si actúo según el deber, estoy participando de un contrato que me beneficia, tal cual beneficia a mi vecino.
¿Hay algo de nocivo en ello?
Por otra parte, si cumplimos con nuestro deber de ayudar al prójimo, colaborar con el orden social, respetamos las leyes, actuamos con responsabilidad para construir una mejor convivencia. ¿Es eso algo para censurar?
Entonces, si mi deber ayuda a hacerte feliz, y a mí no me perjudica injustamente… ¡bienvenido sea el deber!
Es lo que surge de acatar el mandamiento de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No lo debo hacer si me da placer,sino porque es una orden. Al cumplirla, se espera que me regocije yo junto a mi compañero, y de esa forma prospere una sociedad saludable.

Claro, por supuesto que si el deber es sinónimo de mandatos aberrantes, de cuestiones que torturan al ser o al conjunto, de trampas manipulativas en formato de códigos legales, de compulsivas acciones que afectan la integridad, y que se cumplen por miedo, o a fuerza del adoctrinamiento, entonces se debe tener mucho cuidado para no caer en ellas… ¿o sí, dependiendo de las circunstancias?
Pero, no estaríamos haciéndolas para hacer feliz a nadie, sino sencillamente para escapar de un temido mal peor.
De cierta forma, nos mitiga un sufrimiento, lo que puede equivaler a un pequeña dosis de alegría. Pero… nada bueno hay en esto al final del día.

Y, la última frase, la que seguramente fue escrita para obtener la aprobación de la gente: “haz lo que quieras y te harás feliz a ti mismo”.
¿En serio?
¿Realmente, alguien que la piensa un par de segundos puede estar de acuerdo?
¿Es necesario que la rebata y demuestre su completa falsedad, e incluso horrorosas consecuencias?
Así que hacer lo que el deseo personal impulsa, es la manera de obtener auto satisfacción siempre, placer, felicidad.
¿Esta afirmación más falaz a qué grados de enfermedad, caos y destrucción personal y colectiva puede conducir?
Escucho las respuestas en la zona de comentarios.

Pero claro, a muchos les encanta creer que el querer es poder, que el pensamiento mágico positivo es la clave de un secreto de poder, que hay deidades que son manejables según la humana voluntad, que el deseo es lo principal de todo y nada más importa.
Como niños sin conciencia ni real poder, que solamente buscan el placer y evitan el sufrimiento.
Como gente sin compromiso, que solo están interesados en disfrutar el momento.
Interesados en llenar la propia panza, con la excusa de cumplir el ideal del propio deseo.
Triste, pero es lo que se ve a menudo, en todos los ámbitos, dominados por el egoísmo y no por el SHALOM.

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