La NESHAMÁ, nuestro espíritu, nuestro Yo Esencial, es aquello que permanece, que no cambia, que no se modifica. Es nuestra identidad original, perfecta, eterna. Es paz, es bienestar, es conocimiento, es conexión, es LUZ.
Pero está detrás de un velo impuesto por nuestro Creador, tal como la cortina en el Templo que separa el Santo de los Santos del resto del Templo y del mundo.
Además, queda más oculto aún a causa de la suma del barullo e incomprensión provocada por nuestra agitada vida mundana.
Está bien, así es como somos creados, así debemos vivir.
Por su parte, nuestra identidad más superficial y pasajera, la que denominamos Yo Vivido se nos presenta como nuestra personalidad, siendo que es meramente un traje que estamos usando y que vamos modificando a voluntad o imperceptiblemente.
Es un caos que organizamos como podemos, está en medio del incesante flujo indetenible e inasible el mundo, sometido a constante cambio.
Nos guarecemos en la imaginación de ser estables, de ser una identidad inalterable, pero no lo somos. Es nuestro refugio aparente en medio de la tormenta real.
Sin embargo, esta creída estabilidad nos brinda confianza, seguridad, posibilidad de trabajar con nosotros mismos y el entorno de cierta forma medida y saludable.
Es una necesidad, y está bien que usemos estas máscaras para de esa forma no dejarnos arrastrar por el caos y la desesperación.
Pero mucho mejor sería encontrar las máscaras que estén en armonía con esa identidad real pero desconocida de nuestra NESHAMÁ.
Porque entonces, las máscaras no estarían en conflicto sino que serían representaciones coordinadas y poderosas de nuestro ser.
Sin embargo, ¿cómo lograrlo?
Si la NESHAMÁ, con su LUZ, están detrás del pesado cortinaje impuesto por Dios.
Si hay multitud de manchas, costras, cáscaras y máscaras que se han abarrotado a su alrededor e impiden el pasaje de su LUZ.
Si la NESHAMÁ pertenece a una realidad por completo diferente a lo que podemos llegar a conocer o entender, ya que estamos limitados al tiempo/espacio.
El Creador nos ha dado la respuesta.
Ha dado siete mandamientos para los hijos de las naciones, los gentiles. No son un código ritual o religioso, sino el manual de vida ética esencial.
Ha dado 613 mandamientos a los hijos de Israel, para que se entrenen de manera mucho más intensa y esforzada, de tal forma de poder servir como luz para los hijos de las naciones. No por medio de misionerismo, ni convirtiendo a la gente al judaísmo, o enseñando porciones de Torá que no son apropiadas para la espiritualidad noájica. Sino que cumplen esa tarea al vivir a pleno de acuerdo a su propia identidad espiritual. Entonces, los gentiles al ver la integridad, bienestar, prosperidad, plenitud de la vida acorde a los mandamientos que los judíos fielmente cumplen, encuentran guía y modelo para aceptar amorosamente su propia identidad espiritual como noájidas y vivir de acuerdo a ella.
Recuerda, no es cuestión de religión, de palabrería de maestros repetida hasta el cansancio, ni de bailoteos o poses atrevidamente místicas. Sino de llevar una vida de construcción de SHALOM, por medio de acciones concretas de bondad y justicia, tanto en lo interno como en lo externo.
Así, estaremos llevando al Yo Vivido a estar en armonía con la dimensión ética/espiritual, la de la NESHAMÁ.
Gracias a la TESHUVÁ se limpian las manchas producidas por el pecado.
Con la conducta positiva se corre un poquito, en la medida de lo posible (bien poquito, para no intoxicarnos y llevarnos a la terrible muerte –hazme acordar de contarte más de esto, por favor-), el cortinaje que separa el Yo Esencial del Yo Vivido, y resplandece entonces la LUZ en nuestra vida.
Podemos seguir en oscuridad, con las cosas caóticas de siempre, convertidas en pesada rutina de amargura, ira contenida, enojos, reproches, culpas, manipulación, violencia, negación, idolatría, religión, y todo el resto que es pesada carga de muerte en nuestra vida.
O podemos empezar a andar el camino de la LUZ.
No es magia, no es milagros, es simplemente construir SHALOM.
¿Para quién es la ganancia sino para ti y aquellos que amas?