Amor en tres fases

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com, provechoso para el crecimiento de la identidad espiritual noájica. Recomiendo que los padres lo lean y estudien con sus hijos y luego puedan compartir aquí los diálogos que vayan surgiendo.)

En la parashá anterior, Vaetjanán, encontramos el siguiente mandamiento (para los judíos, conducta loable para los gentiles):

«Y amarás al Eterno tu Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.»
(Devarim / Deuteronomio 6:5)

Es el párrafo inmediatamente posterior a la proclama del SHEMÁ ISRAEL.

En la parashá de esta semana, Ekev, nos encontramos con dos enunciados que pudieran parecer innecesarios en una lectura superficial o ingenua, pues repiten amar a Dios.
El primero de ellos:

«Ahora pues, Israel, ¿qué pide el Eterno tu Elohim de ti? Sólo que reverencies al Eterno tu Elokim, que andes en todos Sus caminos, que ames y sirvas al Eterno tu Elokim con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del Eterno y Sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien.»
(Devarim / Deuteronomio 10:12-13)
«Amarás, pues, al Eterno tu Elohim y guardarás su ordenanza, Sus estatutos, Sus decretos y Sus mandamientos, todos los días.»
(Devarim / Deuteronomio 11:1)

El segundo:

«Sucederá que si obedecéis cuidadosamente mis mandamientos que hoy os mando, para amar al Eterno vuestro Elohim y para servirLe con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma»
(Devarim / Deuteronomio 11:13)

¿Podemos descubrir algún motivo para esta artificial insistencia?
Cuando estudiamos los párrafos en su contexto y respaldados por las enseñanzas de los maestros, pronto reconocemos que estamos ante diferentes tipos o niveles de amor hacia el Eterno nuestro Elohim.
En el primer caso, es una orden de amar a Dios a causa de que intelectualmente reconocemos Su existencia, Presencia, naturaleza por completo diferente a todo el resto del universo. Es el amor que proviene de la razón, que no busca agradar, ni se detiene en consideraciones emocionales, sino solamente reacciona ante la maravilla de lo trascendente e infinitamente inefable. Podría decirse que está en un nivel de ordenanza, porque es deber realizarla tal como la decreta el Rey.

El segundo caso, surge espontáneamente al reconocer y recordar las bondad que hemos recibido de parte de Él. Brota del alma regocijada, agradecida, feliz, que atiende virtuosa luego de disfrutar las bondades que el Eterno nos ha prodigado. Su origen está en lo emocional, secundado por lo intelectual. Es el canto claro y puro del niño quien se deleita alegre con la presencia de su padre, quien lo acompaña y sustenta, le brinda protección y enseñanzas, sostiene en el camino y alienta a avanzar, que hace todo esto y más porque ama a su hijo, y éste retribuye el amor con la misma moneda.

El tercero, es un amor interesado. No se basa en cumplir una orden superior, ni el reconocimiento puro de la bondad, sino el cálculo interesado por obtener algún beneficio o evitar algún padecimiento. Evidentemente éste es un amor precario, en comparación a los dos anteriores, y sin embargo sigue siendo amor. Pero, ¿por qué? ¿Cómo puede definirse amor a una acción realizada con la finalidad de obtener algo a cambio? ¿Qué te parece a ti?

Ahora, resultaría necesario tener en claro qué es “amor”, pero no lo definiremos ahora, pues ya lo hemos hecho en otras ocasiones y te invitamos a que busques y leas en los otros textos.
Por otra parte, sería muy provechoso que pudieras transpolar esta enseñanza acerca del amor de nosotros hacia Dios y vieras como se manifiesta en nuestro amor por el prójimo. ¿Te animas a comentar algo al respecto aquí debajo, como un nutritivo y positivo comentario?
Gracias, hasta luego.

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