Es habitual que el hombre se sienta vacío, abrumado por ser insignificante.
Se inventaron muchas estrategias para olvidarnos de esto, hacer de cuenta que no estamos sumergidos en una duda existencial.
Entonces, para huir de la realidad, nos hacemos religiosos, adictos, fanáticos, negadores. Nos llenamos de objetos materiales. Nos saturamos de información intrascendente, porque lo importante es estar entre-tenido, para espantar al cuco de la insignificancia.
Nos narcotizamos, y nos anestesiamos, y nos embobamos con cualquier cosa, para no sufrir de nuestra precaria existencia.
Nos creemos poderosos, administramos fortunas que no tenemos, y hasta nos atribuimos el poder controlar al universo y sus dioses.
Algunos atrevidos hasta afirman dirigir a voluntad la Divina Voluntad.
Y allí, siempre presente la impotencia, la falta de sentido.
Desde que el hombre es hombre, desde Adam, que nos pasa esto.
Y por más frutos de la sabiduría que ingiramos, por más que atentemos con provocaciones, por más torres de Babel que erijamos, por más opresión que apoyemos, por más dioses que nos calmen con sus inexistentes clamores; siempre estaremos indefensos, inoperantes, siento el absurdo de no poseer el poder, de estar sin sentido.
Y es normal que nos sintamos así. Lee los primeros versos del libro Kohelet/Predicador/Eclesiastés y te encontrarás con una imagen ilustrativa.
Porque, somos NESHAMÁ (espíritu) que estamos atravesando un viaje breve por un mundo cuatridimensional.
Estamos aquí y ahora, para aprender, para disfrutar, para experimentar, para sumar a lo teórico también lo práctico. Pero esto conlleva todo tipo de limitaciones. Lo cual tiene su aspecto positivo, pero también el negativo.
Entonces, al introducir lo eterno en el marco estrecho del mundo, necesariamente nos sentiremos desubicados, a la búsqueda de un sentido.
Sentido que existe, que no cambia según las creencias o las modas.
Sentido que es conectarse con el Eterno, a través de reencontrar nuestra NESHAMÁ y permitir que su LUZ alumbre nuestras existencias.
Entonces, estaremos conscientes de nuestro ser, podremos vislumbrar de otra forma los acontecimientos, ya el EGO no operará con eficiencia para mantenernos sometidos a celditas mentales.
¿Qué hacer?
Vivir construyendo SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia.
De esa forma, nos haremos poderosos, minimizaremos los efectos negativos de ser impotentes y pretender ser el ombligo del universo.
Enfoquemos nuestros pensamientos en materializar el SHALOM, y no en construir barrotes invisibles que nos mantengan encarcelados a los mitos del EGO.
Encontremos el sendero a casa, a nuestra esencia espiritual.
Que no se hace con rituales, ni magia, ni invocaciones extrañas, ni repetición de palabras, ni religión alguna; sino con orientarnos de acuerdo a la ético/espíritu, despertar la conciencia espiritual.
Disfrutemos de lo permitido, en tanto nos apartamos de lo prohibido.
Fluyamos allí en donde no controlamos y no admitamos que se corrompa ni el bien ni la justicia.
Elaboremos pensamientos creativos, divergentes, que rompan con la repetición cansina y mortal que desde el EGO nos aqueja.
En resumen:
«el polvo vuelve a la tierra, como era; y el espíritu vuelve a Elohim, Quien lo dio.»
(Kohelet / Predicador 12:7)
Hasta la desdicha , toca la vida del rico , de el de clase media y del pobre aunque piense que nacio desdichado. Nuestros vacios no se llenan con la novia mas bella , el mejor auto , telefono , al fin con el tiempo ocuparan un segundo lugar , para llenar de nuevo ese vacio con lo que esta a la moda. Por mucha agua que le hechemos al mar , no dejara de ser el mar , ni terminaremos de saciar nuestro Ego.
Gracias Morè.