La muerte, nos plantea varias ideas acerca de lo humano, entre ellas la brevedad de nuestros días, lo pasajero del trayecto, y curiosamente lo valioso de la VIDA. Porque sólo en ella somos potentes para aunar los recuerdos y aprendizajes que acompañarán a nuestra alma en la eternidad.
En vida por tanto pese a la brevedad, construimos, sembramos, y hacemos “eso” que el alma no puede hacer en su estado etéreo, pero que una vez ha arribado al plano físico le es posible.
Luego de la concepción, lo eterno abraza y se amalgama con lo pasajero, lo sublime y etéreo del alma se une a lo físico, a ese cuerpo temporal y no perenne, “hasta que la muerte los separa”, porque llegado ése instante el alma parte de regreso a su fuente.
El polvo retorna a la tierra, como era; y el Espíritu retorna a Dios. Quien la entregó. Kohelet (Eclesiastés) 12:7
Desde el arribo del alma al plano físico y por ése “tiempo limitado”; cada acto, cada palabra, cada acción suman para eso que llamamos la vida eterna.
Somos impotentes para tener control sobre la vida y la muerte, estamos destinados a ver partir a nuestros seres queridos y sabemos también que ése es un día nuestro camino, mientras tanto somos espectadores en vida de “la muerte”. De ése proceso que hace parte inherente del mundo físico, y que percibimos en lo que nos rodea, en las plantas, en los animales, en lo inanimado, porque ello también es perecedero aun cuando el tiempo marque diferencias, lo físico no es eterno.
Pero aspiramos a que nuestras huellas en el mundo no hayan sido en vano pese a que un día desaparezcan, sino que por el contrario el transito haya tenido sentido y trascendencia.
Mientras estamos con vida hay oportunidades increíbles para reconocer la conexión con lo Eterno, y saber a dónde queremos volver; en vida es posible e imprescindible vivir a plenitud y con sentido, para hacer de nuestro paso algo valioso para nosotros y para aquellos que nos acompañan por la ruta.
¡Sepamos aprovechar en vida cada instante!
En memoria de Miguel Ángel Rodríguez hijo de Hernando Rodríguez. Quiera el Eterno enviar consuelo a nuestros amigos y socios noájidas en Colombia William Rodríguez y Ricardo Rodríguez, al igual que a sus familiares y amigos.
muy bello y verdadero.
que repose en paz Miguel Ángel y pronto consuelo para sus dolientes.
gracias