El noájida es nacionalista (localista) y universalista.
No reniega de su nación, de su lugar de origen y residencia, por lo cual construye su sociedad con integridad y compromiso; pero al mismo tiempo sabe y asume que todos los humanos somos hermanos, sin distinción.
Nos separan las diversas fronteras (físicas, emocionales, sociales, intelectuales), pero nos une hasta el infinito nuestra unidad espiritual.