Un pesado fardo lo hacia inclinarse cada vez más, sentía que ya no podía; se deshacia del fardo por un instante y miraba en todas direcciones, sin poder ver alma alguna que lo auxiliase; pero pronto volvía a cargar, y a caminar, buscando un lugar para descansar, buscando a la flor que lo liberara un tanto de ese pesado yugo que lo tenía asfixiado.
Él, acababa de florear, no era una flor vieja, de esas que ya estan por marchitarse, luego de una calurosa noche de sequía; era una flor jóven, con toda una mañana de garúas para vivir. Su historia habia empezado cuando capullo, días memorables, se lamentaba el pobre, en que la risa, el juego y la fantasia eran todo para él, luego, cuando se abria a ser una flor exhuberante, en esa etapa que nadie comprende, su pasión era la constante búsqueda del sentido de la vida, el constante discernimiento de lo que lo rodeaba; restaba importancia a su condición de flor, él no era para el amor, vivia callado.Observaba y degustaba el polen de otras flores; experimentaba momentos orgiásticos, relaciones fugaces; su adrenalina lo hacia vivir alegre, festivo, siempre presto a la buena palabra, a la dulce tarea de vivificar su alma por instantes con el polen de las flores doncellas.
Hasta que un día, cuando era una flor casi maduro, sintió ese pesado fardo que lo hizo desarraigarse, buscando la tierra más idónea para él, sufría mucho, pues el camino era áspero y no lo reconfortaba el hecho de saber que sólo él podía ir en busca de aquello que lo consolara; pero tenia la esperanza de encontrar a aquella flor de su misma especie, esa con la cual podría reproducirse, con la cual se arraigaría en el suelo más fertil, donde la llovizna matutina los bañe juntos y donde las abejas vengan a conversar con ellos de su trabajo, de su dulce vida y su productiva labor, donde la maleza no crezca tanto y donde las montañas se vean muy cerca.
A veces se le oye decir, en murmuros poco audibles, a no ser por él, "Ojalá que pronto consiga la flor que me ayude a llevar el pesado fardo de la separatidad"