El otro día tuve la dicha de tomarme un pequeño descanso y me retiré a una playa recóndita en el Caribe de nuestro país. Debido a la lejanía de este lugar de la civilización, lo hizo perfecto para ayudarme a meditar y recargar baterías para regresar a la ciudad capital con nuevas ideas y nuevos proyectos.
Justamente en ese viaje conocí a un muchacho un poco más joven que yo y mucho más inteligente que con solo veintitrés años de edad, ya es capataz en una de las concesionarias de combustibles fósiles más grandes de América Latina y que opera en nuestro país. Es evidente después de charlar un poco con él, por qué la gerencia de esa compañía ha depositado su confianza en él.
A pesar de todavía estar sumido en la idolatría cristiana, lo cierto del caso es que al no ser lo que se ha denominado como “un buen cristiano,” esto le ha servido para avanzar en su conocimiento hasta el punto que, producto de su intelecto, ha llegado a conclusiones que a muchos nos ha tomado mucho estudio y esfuerzo llegar a conocer. No estoy diciendo que, en su caso, él no tuviera que esforzarse, pero sí llegó a esa conclusión mucho más antes que la mayoría de nosotros.
En una noche de luna llena, con un bochorno típico del Caribe costarricense, sentados en un corredor con unos tragos en la mano, comenzamos a discutir acerca del mundo y de la terrible situación que la provincia del Caribe está viviendo. A esta provincia se le tiene catalogada como una de las provincias más violentas y con mayor índice de criminalidad que ahuyenta a los inversionistas y a los emigrantes potenciales pero que también encierra una cultura particular afroamericana y mezclada con los matices particulares de los inmigrantes jamaiquinos.
En esa ocasión en particular discutimos el tema de los amoríos de los hombres “casanova” con mujeres casadas y ambos concurrimos en que una cosa es ser un “rubacuori,” como dice la canción, que al castellano se traduciría como un rompe-corazones, y otra el intervenir en la institución matrimonial.
Hablábamos de que todo lo que se hace se paga. Conversamos y pusimos ejemplos de personas que habían cometido errores como los que mencionábamos y cómo a ellos les pasó lo mismo y peor. Y es que lo que en círculos va, en círculos regresa, y la física cuántica describe este proceso de forma natural y sin ningún matiz religioso.
Imaginemos un péndulo que oscila de un lado hacia el otro. Cuando se encuentra en el centro, reposa y se mantendrá así hasta que alguien ejerza energía cinética sobre él. El péndulo se moverá hacia un lado e inevitablemente oscilará hacia el otro, aunque está vez es muy probable que haya adquirido mayor momento y por lo tanto vendrá con más fuerza, he aquí un ejemplo típico de acción y reacción.
Otro ejemplo es el carrusel manual que hay en los parques donde los niños se suben en él y comienzan a empujarlo para que tome mayor velocidad. A la venida el carrusel regresará con más fuerza, a riesgo de sonar como un lego en la materia, y que, dicho sea de paso, lo soy, lo cierto del caso es que los ejemplos de marras alcanzan la meta de explicar de manera sencilla el efecto de acción y reacción.
El científico británico Derek Harold Richard Barton una vez mencionó que “toda reacción química tiene un estado de transición.” Analicemos cuál es ese estado de transición; dicho estado es el momento de calma que experimenta la persona después de haber actuado. Por ej., El que se acuesta con la esposa de su prójimo, de momento siente satisfacción y muy probablemente desdén hacia el pobre cónyuge que ha sido afectado. Sin embargo una vez que el péndulo oscila de vuelta o el carrusel gira, culmina ese periodo de transición y lo que se hizo regresa a nosotros, con múltiple fuerza, por el principio de acción y reacción, probablemente a él le termine pasando lo mismo o se le castigue con algo mucho peor, algo que realmente le duela.
Sin importar si la acción es buena o mala, la oscilación estará presente y se nos devolverá con creces lo que hayamos hecho. En mi opinión personal es un excelente mecanismo para regular el comportamiento de los cuerpos ya que mantiene el equilibrio necesario para el funcionamiento del universo.
Ahora bien, esa polaridad que se da es el resultado de la contraposición de los polos positivo y negativo que permiten que esa reacción se llegue a dar. Los ejemplos son muchos y los hay de todas las clases y en todos los estados de la materia, quietud versus movimiento, positivo versus negativo, paz versus guerra, etc., que nos permiten corroborar la mención de este hecho.
De lo anterior entonces se puede colegir que no hay acto que se realice en el tiempo y en el espacio que vaya a quedar incólume debido a que dicha acción necesariamente generará una reacción que, por lo tanto, pondrá en movimiento el péndulo o, si se prefiere, la moción circular. Sin importar cuál sea el método que se escoja para representar el principio que nos ocupa, lo cierto del caso es que éste se encuentra presente y no puede ser obviado.
Por eso es que los sabios han mencionado que se debe de ser cauto en el actuar y deliberado en el juicio, para que la decisión que se tome se apegue a lo que es racional y no emocional. Mi abuela, que en paz descanse, tenía un dicho que aplicaba en la vida y que decía “a cada cual lo suyo.” Para el caso en análisis podemos decir que lo que hagamos nos será retribuido.
Deseo tomar prestado un ejemplo de un comentario hecho por uno de los socios más activos de FULVIDA con respecto a la caridad. Se hablaba de que a principios de año, se decreta cuánto dinero partirá de nuestro acervo patrimonial y que por eso es necesario que se dé caridad. Luego nuestro querido Moré nos hablaba de que todo mal será retribuido con mal y que, a pesar de que nosotros mostremos legítimo arrepentimiento, es decir, teshuvá, lo cierto del caso es que el castigo no desaparecerá pero sí disminuirá.
Uno de los secretos para llevar una buena vida es el recordar que todo lo que se hace se paga. Si recordamos que toda acción lleva a una reacción, seremos más cautelosos a la hora de desenvolvernos porque sabremos que no estamos exentos de responder por nuestras acciones y que, sin importar cuánto lloremos, pataleemos o gritemos, lo cierto del caso es que se nos dará en la medida en que damos, sea bueno o malo.
Haciendo uso de la cita utilizada por nuestro querido Moré y tomada de Oseas 4:9, es fácil ver como al escoger nuestro camino sea este positivo o negativo, entendiéndose estos conceptos como, positivo, si se acerca a la vida y, negativo, si nos aleja de ésta, entonces podremos entender que la mejor manera para evitarnos males innecesarios es actuando correctamente conforme a las Siete Leyes Universales.
Una vez más, gracias a todos los que hacen posible nuestro crecimiento espiritual y nos enseñan por el simple deseo de que nos desarrollemos a plenitud, desafortunadamente esta persona se encuentra sumida en la idolatría, pero estoy seguro que con el devenir del tiempo partirá de ella, pues su forma de actuar demuestra avance espiritual y la legítima búsqueda de la verdad. He tenido problemas subiendo fotos por lo que, desgraciadamente, no puedo ilustrar el texto. Ofrezco las disculpas del caso.
Tenemos las herramientas , el conocimiento , ahora se necesita gente dispuesta a trabajar. Gracias amigo.
Gracias Uri. Es cierto. Es hora de comenzar a trabajar.