Tomando responsabilidad de nuestras propias acciones

“Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro es tu presente. Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien no vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin alimento morirán. Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos.” Pablo Neruda

 

Hace mucho que no contribuía con mi granito de arena para este hermoso hogar, pero ello no implica que no lo tenga presente en todo momento y que no lo recuerde con cariño, los años formativos universitarios son años hermosos y, curiosamente, de manera concomitante me formé profesionalmente en la Universidad así como de manera espiritual, moral y ética en este sagrado hogar.

           

            Es por eso que no he escrito en mucho tiempo, porque sería repetir lo que otros han escrito y es que ha habido tan buen material, tan buenos escritores, que este hogar se ha enriquecido de una forma tan pletórica pero a la vez tan aristocrática que leo los comentarios pero no tengo nada que añadir y no, en ningún momento me siento achicado más bien siento que estoy aprendiendo y esto me complace, porque leo opiniones de personas doctas, inteligentes y preocupadas por su prójimo como las que aquí comparten, nos enriquecen y nos nutren a todos.

           

            Recuerdo que Herman Melville escribió en Moby Dick que el personaje Ismael, huía de la falsedad y la hipocresía cristiana y por eso se hacía a la mar, pues algo así nos ocurre a todos nosotros que día tras día debemos de lidiar dentro de la falsedad idolátrica y luego después de un tiempo hacernos a la mar.  Pero a diferencia de Ismael tenemos suerte de vivir en la costa, donde nos podemos hacer a la mar cuando deseemos o, en su defecto, más frecuentemente que nuestro personaje en Moby Dick, pues lo único que tenemos que hacer es navegar por Internet a este sagrado hogar y aquí nos nutrimos y recargamos baterías para una nueva jornada.

           

            Pero después de un tiempo de estar construyendo Shalom en Terranet, decidí aportar un granito de arena en Internet y hablar un poco de un tema que hemos venido tratando. El comentario de nuestro querido Moré acerca de que nuestros problemas son un reflejo de nuestras decisiones, es decir, los problemas que ocurren en nuestras vidas actúan como el sismógrafo de nuestro proyecto de vida. Esto me caló tanto que he tenido que desarrollar un post al respecto.

           

            Ese barómetro o sismógrafo tiene sentido si vemos a nuestra vida como una ecuación. Me encanta la ciencia y la he amado desde niño e iremos a recurrir a la ciencia para analizar este fascinante tema de los problemas en la vida. Según la Física, una ecuación  es el promedio de error en las observaciones o mediciones de precisión, que difiere de unos observadores a otros y se considera peculiar de cada uno.

           

            Sé que la definición es un poco densa y profunda, pero creo que responde a cabalidad con nuestra interrogante. En primer lugar se habla de un promedio, o sea, el punto medio de algo. Luego está el error que es un concepto equivocado, un falso juicio, algo que se hace erradamente y mi definición favorita, la matemática, pues dice que es la diferencia entre el valor medido o calculado y el real.

           

            Entonces el problema que proviene de una término griego que literalmente significa “posicionado hacia arriba,” es el barómetro que refleja nuestro diario vivir. El EGO, que es como un caballo que no debe ser eliminado sino dominado, nos hace creer que el problema es un mal, pero hay un dicho de antaño que reza “no hay mal que por bien no venga,” sinceramente no sé de dónde habrá salido pero es muy cierto y es que no hay mal que por bien no venga porque el sismógrafo reporta actividad telúrica en nuestras vidas, algo no está bien y nuestra vida mueve sus placas tectónicas para acomodar el desarreglo.

           

            Nos enfocamos en el pasado, en lo que fuimos, en lo que éramos, como esa canción de Bruce Springsteen, “Días de Gloria,” y añoramos el pasado y tanto nos enfocamos en él que no vivimos el presente. De otra parte están los que se obsesionan con el futuro, los que guardan y guardan dinero y prefieren pasar hambre teniendo el dinero para comer, literalmente así es, tienen los medios económicos para alimentarse pero prefieren dejar de almorzar con tal de guardar dinero.

           

            Hay que ahorrar, pero también hay que vivir. In medio virtu, es decir, en el medio está la virtud, pero este concepto también es relativo, pues no siempre hay que hacer las cosas a medias. Cuando se construye Shalom, se pone todo el empeño y dedicación, cuando se ama, se ama al máximo, pero cuando se corrige, se corrige con mensura, se discute con recato, se enseña con ternura, compasión y entereza.

           

            El audaz no es sólo el osado que salta desde la azotea de los edificios, audaces, es decir, osados, somos aquellos que nos rehusamos a caer en el abismo de la idolatría y de la maldición, se trata de osar, de desafiar los paradigmas que se nos ha intentado inculcar desde casi el comienzo de los tiempos. Como todo, existe una cara y una contracara, la verdadera audacia está en saber cuándo desafiar el esquema tradicional, pero para ello se ocupa haber dominado al ego, porque de lo contrario podríamos estar haciendo cosas “con buenas intenciones” pero como dice un profesor universitario, esas buenas intenciones llevan una contracara que no es tan buena.

           

            Obviamente esta cita de Pablo Neruda tiene sus altibajos, no es perfecta pero tiene contenido muy interesante, sobre todo porque todo en este mundo requiere de un flujo de energía, la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y cuando el barómetro determina que hay una baja en la atmósfera que rodea nuestro ser, entonces comenzamos a enfocarnos en la nube que oculta al sol, en vez de entender que esa nube nos está dando sombra, nos da un descanso de la abrasadora luz del sol, si no tuviéramos esa nube en frente no entenderíamos que cuando se precipite y llueva, esa lluvia es la que irriga nuestros cultivos, que son los que nos dan de comer, los que luego los animales comen y de los que nosotros comemos.

           

            Debemos aprender de los judíos porque ellos son los únicos que desafiaron al sistema de idolatría y maldición y hasta tuvieron la gallardía, el garbo y la bizarría de guardar el legado noájida que nuestros antepasados irresponsables dejaron tirado por irse a satisfacer sus egos y no aceptar la realidad. Por eso es que tenemos el deber de ayudar a nuestros hermanos judíos, de amarlos y respetarlos y cuidarlos, con esa misma gracia y perfección con la que ellos cuidaron de nuestra propiedad.

           

            Y cuando uno ama a una persona, uno no le envidia lo que tiene, porque la envidia es la tristeza y pesar por el bien ajeno y ¿cómo uno va a decir llamarse constructor de Shalom si se siente mal por los que uno ama cuando a ellos les va bien?  Entonces, lejos de andar viendo a ver cómo le robamos el patrimonio al hermano, más bien tenemos que poner nuestras barbas en remojo y sentirnos avergonzados por lo que nuestros antepasados hicieron y buscar enmendar las cosas.

           

            Pero el proceso de teshuvá se completa cuando nos perdonamos a nosotros mismos, pues es ahí donde finalmente dominamos al EGO, entonces no nos sentemos a llorar desconsolados por lo que nuestros antepasados hicieron pero sí recordemos ese desfase para que no se nos suban los sumos y nos mantengamos humildes y sirviendo a nuestro Creador.

           

            Nacer del dolor es catarsis, es purificarnos, es minimizar la intervención del EGO, es decirnos a nosotros mismos ¡basta!

 

Basta de adorar a ídolos de madera y de piedra que no ven, no oyen, no hablan, no son nada, sólo ídolos. Que algún vivaz les haya dado personalidad, como el literato que crea personajes en sus obras es otra cosa, pero que yo recuerde nunca vi al Quijote almorzando con mi profesora de literatura.

 

Basta de envidiarle el patrimonio a mi vecino judío, pues él y los suyos más bien tuvieron la decencia y la delicadeza de guardar el mío mientras yo andaba de farra.

 

Basta de enfocarme en mí mismo y creerme el centro del universo, pues cada persona es un mundo y el que salva a una persona es como si hubiese salvado a un mundo, y hay más de siete mil millones de personas iguales que yo, con las mismas necesidades y ninguno de ellos es un extraterrestre con habilidades distintas a las mías ni yo distinto a ellos.

 

Basta de servirle y entregarle mi peculio a los ladrones y fetraficantes que a través de la intimidación y de los artificios me despojan de mis bienes adquiridos con el sudor de mi frente.

 

Basta de querer ser yo el tirano que sigo las enseñanzas de un sátrapa colgado que me dice que mi mujer debe de someterse a mí, desde cuándo es la mujer un objeto, la mujer es un complemento para el hombre tanto como el hombre es un complemento para la mujer y se deben respeto desde un plano de igualdad.

 

Basta de chismorrear con el vecino y de cometer lashon ha ra que bien se decía que la lepra era consecuencia de andar con la lengua al hombro hablando mal de los demás. Cuando se castiga se hace por amor, para reformar al perpetrador, pero no por el gozo de verlo sufrir.

 

Basta de ser un servil que trato de quedarle bien a todo el mundo para que no anden hablando mal de mí. Esta es una de las formas más grandes de maldad, porque es donde el EGO encuentra su máxima expresión ya que la persona está tan ensimismada que pretende ser humilde para que otros le admiren su humildad.

 

Basta de insultar a los demás, pues eso solo refleja mi baja autoestima y mi alto EGO. Como me siento ínfimo busco sentirme mejor haciendo a otros sentirse mal.

 

Basta de malgastar mi dinero o de ser un tacaño que ni un almuerzo me como. Pues es bueno tener dinero pero tampoco hay que ser como el mezquino que es un súbdito de su propio EGO y se empequeñece ante su propio peculio que es pobre, es necesitado, pese a que tiene una gran fortuna. Y luego está su contracara, el derrochador, que derroca, echa por tierra, arruina se arroja así mismo de la fortuna que tiene hacia el despeñadero de la insolvencia porque es un esclavo del EGO y de su peculio y en su hedonismo cirenaico se deja llevar por el vaivén de sus emociones y termina perdiéndolo todo.

           

            Sé más grande el grande de los obstáculos. Recuerda que el EGO es el que te ayuda a galopar por la vida, pero cuando se vuelve brioso hay que tirar de la correa para que comprenda que el jinete es el que está cargo. El caballo es un animal noble y el EGO también. Nos ayuda a salir de situaciones de peligro porque recurre al primitivismo para rescatarnos del peligro inminente, pero esto no implica que estemos en ese tipo de situación todo el tiempo y, por ende, debemos de ser cautos y recatados a la hora de recurrir a él.

           

            Feliz semana para todos y sigamos construyendo Shalom

6 comentarios sobre “Tomando responsabilidad de nuestras propias acciones”

  1. Gracias a ustedes amigos. Hay que saber cuando escribir y tiene que ser algo que realmente contribuya, no un simple plagio y ha habido tan buen material últimamente que este servidor se ha limitado a quedarse en las graderías.

    No hay mayor satisfacción que saber que hay muchas personas que piensan como nosotros y hay que darle oportunidad a esas personas de que expresen sus opiniones y nos enseñen nuevas cosas. Con gusto escribo pero con mayor gusto aún leo, porque no hay mayor regocijo que nutrirse con buen pan y hacer las cosas bien. Cariños a todos!

  2. Gracias Luis! Exactamente, nos distraemos de nuestro medio, nos enfocamos en lo que no hay que enfocarse e imitamos, mal hecho valga decir, lo que no nos toca hacer. Algo así como quien va y trata de acomodarle la casa al vecino, que ya la tenía ordenada, pero nosotros vamos y le cambiamos de lugar las cosas a nuestro capricho y luego cuando vemos hacia nuestra casa, está desordenada y con la grama crecida, en fin, lo mejor es ordenar nuestra casa y quedarnos en ella que bien dice el dicho cada uno en su casa y Dios en la de cada uno.

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