HÁBITOS

El escritor francés Honoré  de Balzac escribió alguna vez “… Nadie se atreve a decirle adiós a un hábito. Muchos suicidas se han detenido en el umbral de la muerte al acordarse del café donde iban a jugar su partida de dominó todas las tardes”.  Algunas definiciones de hábito señalan que esto  es hacer una misma cosa todo el tiempo sin esfuerzo alguno, se trata de  una acción automática, una rutina ciega.  En general los hábitos alimentan las costumbres y estas se establecen como una característica particular  de personas y sociedades, dando un sello a veces pintoresco, a veces quijotesco, a veces sobrevalorado o infravalorado de lo que esa persona o pueblo realmente es.

Los hábitos insertos en las costumbres son difíciles de cambiar, Montesquieu afirmaba que –  nunca se ofende más a los hombres  que cuando se choca con sus costumbre- , la razón radica en que normalmente  se aprenden los hábitos  a partir de los primeros años de vida y luego se imbrican en el accionar cotidiano en forma mecánica,   sin dejar espacio para abordar un cuestionamiento o al menos levantar la cabeza y ver las situaciones que aparecen involucradas  en perspectiva.

Evidentemente hay hábitos buenos y malos,  algunos llegan a transformarse en vicios que llevan a la tumba, otros sin embargo  permiten sobrevivir en ambientes peligrosos en los cuales ciertas medidas automáticas de conductas son la salvaguarda de sobrevivencia. Los hábitos buenos pueden llegar a ser virtudes personales o sociales y ejemplos a trasmitir y poner como evidencia valórica.

Hay que señalar  sin embargo un aspecto que está en la esencia de los hábitos,  la falta de raciocinio que lo acompaña, una vez que es aprendido, o ha sido impuesto por cualquier medio, el hábito funciona solo, muy parecido a la marcha automática.

Unos de los comportamientos sociales más perfilados en torno a los hábitos, o a un conjunto de hábitos que podríamos acordar y señalar como costumbre, es la religiosa. La conducta religiosa es trasmitida de padres a hijos y supone inicialmente  una suerte de proceso,  desde la más temprana edad hasta que finalmente los hábitos implicado en el proceso  funcionan  solos.

Acudir al templo a determinada hora, hacer los rituales que se conocen de memoria, cantar una y otra vez las mismas canciones, leer una y otra vez los mismos textos y escuchar los mismos sermones, resulta en la práctica habitual y en marcha automática para muchas personas, es parte de la costumbre, son el conjunto de hábitos propios y así se trasmiten, se cuidan y no se violan.

Parece ser sin embargo,  que  lo que se aborda en este caso  desde el hábito, desde la práctica semiconsciente es en realidad bastante más importante, por cuanto detrás de la costumbre están atadas  algunas preguntas fundamentales, unos cuestionamientos basales de la existencia humana,  y que exigen alzar  la cabeza y ocupar toda la capacidad de aprendizaje y racionamiento.

Lo que hace el hábito en este caso, es  cubrir con su manto gastado y cacofónico ciertas inquietudes del espíritu aplacándolas y  colocando la mente en un carril donde se desplaza a velocidad constante,  y ante la falta de incentivos se duerme olvidándose de paso de las cuestiones importantes que debió asumir en un corto período de tiempo.

Los hábitos no son buenos ni malos en sí mismo, pero algunos de ellos   contribuyen con su  soporífero aporte a bloquear la búsqueda de respuestas a preguntas existenciales fundamentales, y de paso colaboran en fomentar los  ambientes donde el ritual  superfluo que asiste a las costumbres de los pueblos pueda sobrevivir sin complicaciones.

11 comentarios sobre “HÁBITOS”

  1. Esta es quizás una de las mejores explicaciones que nos permite dar atinar con la razón intrínseca de la terquedad de las personas de aceptar la realidad y preferir encerrarse en una celda mental. Curioso1, esos comentarios y el raciocinio suyo son encomiable. Gracias!

  2. Muy interesante reflexión, doría que hay una conexión entre «hábito», «costumbre» y la imagen de «vida cotidiana» como la «vida auténtica» en cuanto «normal», siendo esto último, en el fondo, una mera cuestión estadística -pues vemos «normal» lo que hacemos reiteradamente casi como «norma», teniendo tal palabra diferentes acepciones, complementarias en más de una ocasión-, cuestión que es «variable» -lo que no se suele percibir por cada uno de nosotros- en función de que hábitos constituyan nuestra cotidianeidad.

    Lo religioso tiene una dimensión individual y otra social, especialmente la segunda esta ligada a lo aprendido y asumido como hábito, aún más si es lo que se conoce desde la infancia -en ese sentido es diferente la novedad que descubre un converso que el «hábito» que tiene un «creyente viejo», que hasta puede ser en lo individual… muy poco o nada creyente-.

    También podemos alcanzar el papel del rito, ciertamente puede ser un hábito lo cual, no obstante, no desdice que el concepto de rito tiene en sí mismo un papel instrumental e independiente -en cuanto se concibe como medio de comunicación, el ritual es un «puente», un «instrumento», otra cosa es que funcione realmente o no, pero eso no desdice su papel conceptual, cómo y para que fue concebido-

    El rito deriva de la doctrina que, a su vez, deriva del dogma. En el cristianismo el papel de la fe es importante pero… cabe diferenciar, en primer lugar que se entiende por fe y como interacciona o no con el rito.

  3. Gracias estimados amigos por su comentarios, como ustedes saben no tengo un pasado religioso pero me doy cuenta que hay preguntas fundamentales, esas que salen de los profundo del ser, y claro, siempre está la oportunidad de asumir ciertos hábitos, cantar mantras y relajarse, pero parece ser que el corto tiempo que vivimos y estamos conscientes debería servirnos al menos para intentar buscar respuestas. En mi caso nunca había escuchado las enseñanzas judías con la profundidad que son tratadas aquí por nuestro amigo Yehuda, y además, con el espacio para reflexionarlas y aún discutirlas, por ello siento que algunas respuestas empiezan a develarse. Saludos.

  4. gracias curioso, tanto por el texto como por el ultimo comentario q nos ha dejado lineas mas arriba.
    es bueno q alguien reconozca la humilde y sincera labor q llevamos a cabo y ayudamos a otros a hacer.
    q sigamos pudiendo hacerlo, eso le pido a Dios.

  5. Cuando lei este texto pensé en el hábito de ir al gimnasio y pensé en lo que se siente al dejar de ir tan solo un dia.

    Culpa, sensación de que nada está bien, pensar que el dia está perdido, que todo lo que se hizo ya no vale, que se es menos mejor persona por no haber ido, que los kilos vendrán automaticamente…

    es similar a lo que se siente cuando se decide no ir más al culto religioso.

    Gracias amigo.

  6. hay una gran diferencia,
    la obsesion o compulsion por ir al club a hacer deportes tiene algun rastro positivo y saludable.
    la religion, la secta, el culto religioso, la iglesia, dudosamente si tiene algo rescatable de positivo.
    no?

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