Los hipersensibles

Hay personas que son muy sensibles, en el sentido que por casi cualquier cosa reaccionan desmedidamente.
Están nerviosas, preocupadas, en alerta, siempre listos para una respuesta emocional, que por lo general no ayuda a la comunicación auténtica, a la comprensión, a la construcción de shalom. Saltarán hechos una furia, con gritos, rezongos, palabrotas, quejas, suspiros parecidos a bufidos, llantos, gimoteos, convulsiones de sus miembros, golpes, marchas forzadas, exigencias, extorsiones, mentiras, acusaciones, cualquiera sea la forma de atraer la atención, de victimizarse, de atacar a quien culpan de sus lesiones.

Si uno se cuida mucho para no rozarlos, se enojan porque uno toma tantas precauciones. Tal vez el enojo se manifiesta como impaciencia, poca tolerancia, apuros, hastío, en agresiones pasivas, que no por ello dejan de ser ataques.
Si uno los trata de manera “normal”, sin cautela especial, también se enojan porque no se sienten el centro de atención y cuidados. ¡Ellos no son como los demás y se merecen un tratamiento distintivo!
O responden de manera directamente agresiva, porque es difícil que no se sientan violentados de una forma u otra, todo les amenaza.
Hagas lo que hagas, digas lo que digas, como nada les viene bien todo será usado en tu contra.
Hay negatividad, sufrimiento, culpabilidad, vulnerabilidad, impotencia… mucha impotencia, tanto del hipersensible como de quien lo padece.

Entrar en su juego, al responderles de manera agresiva, no sirve para zafar de esta manipulación.
Rogar perdón por un pecado que no se ha cometido, no ayuda a solucionar nada.
Evitar el contacto con ellas, no siempre se puede, ni es una verdadera resolución.
Exigirse mayor cautela, cuando uno ya está al borde de la exasperación, no resulta saludable.
Todo parece fútil, inútil, estéril, porque por cada acción tuya de su parte no habrá una devolución pacífica, sino la hipersensibilidad que agota.

¿Qué hacer?
No es fácil, nada fácil.
El EGO está a tope en estas personas, al punto que ni siquiera satisfaciéndoles sus caprichos encuentran calma y bienestar.
Apabullarlos con atenciones, será tomado como un acto violento. Rechazarlos, también. Hundirlos en una real impotencia, incrementa su inseguridad. Darles el poder, ¿para qué?

Pareciera ser un callejón sin salida.
¿Qué hacer?
No del lado del hipersensible, sino de quien trata con él/ella.
Te repito: ¿qué hacer?
Quizás puedas aportar tus conocimientos al respecto, y tal vez hayas encontrado en los textos que tenemos a disposición (categorías EGO y CTERAPIA) algunas herramientas útiles.
Quedo a la espera de tus comentarios.

3 comentarios sobre “Los hipersensibles”

  1. Moré, creo que lo único que podría hacer, en el caso de no poder evitar la relación con alguien así, sería ver qué es lo que está tan mal en mí como para que me toque vivir esa situación diaria, momentánea o temporal. Quizás en la medida en que corrija aquello que descubra que está mal, en mis pensamientos, palabras o acciones, tal vez ya no me toque vivir con esas personas o no se presenten situaciones semejantes. Parece que lo que vemos como mal en los otros e quizás la exageración o magnificación de lo que está en nosotros en alguna medida por muy pequeña que sea, aun habiendo logrado un grado más elevado de madurez o de sabiduría que el «hipersensible».
    Si estoy en un error, estaré atenta a escucharlo.

    Gracias por hacernos partícipes. Atentos saludos.

  2. Muy cierto entre mas tienen y que se yo una casa hermosa y grande no estan contentos le ven el minimo error o feo de la casa no son felices y quieren mas como otra mejor. No son agradecidos.

  3. El Faraón y sus aliados no admitirán su derrota, y por todos los medios tratarán de recapturar a los que han escapado de sus garras. Saber esto nos dará oportunidad para no ser atrapados en sus engaños y seducciones. Cuando se le abre una rendija nuevamente a la adicción, ésta se cuela inmediatamente. Así pues, firmeza inquebrantable a la hora de rechazar la adicción pasada.

    Una de las mejores herramientas con que cuenta el liberado, es haber sufrido en carne propia la esclavitud, y por tanto estar sensible a lo que le volverá a dañar.
    No hay caminos cortos y sencillos.

    Sea por una u otra ruta, dificultades no faltarán; lo importante es saber qué nos brindará verdadera serenidad y luz espiritual.

    Es menester apartarse «radicalmente» de lo que es la adicción de la cual se desea estar libre. Poner distancia, física, mental y espiritual de ella, para no trastabillar y recaer.
    Si se tiene un «para qué», se encuentra el «cómo» conseguirlo. O al menos, todo esfuerzo no será sentido como vano.

    La confianza en el Eterno es primordial; Él es nuestra fortaleza y guía.
    «Cuando el faraón dejó ir al pueblo, Elokim no lo guió por el camino de la tierra de los filisteos, aunque era más corto, porque dijo el Eterno: ‘No sea que al enfrentarse con la guerra, el pueblo cambie de parecer y se vuelva a Egipto.'»
    (Shemot / Éxodo 13:17)

    El motivo dado por el Eterno para tomar un largo y tortuoso camino es claro: un pueblo recién liberado de una centenaria esclavitud no está en condiciones de tolerar el impacto de una confrontación directa con el enemigo.
    Por tanto, el carril corto era el menos indicado para ellos.
    Por el trayecto largo también encontrarían dificultades: la sed, el hambre, el Mar de las Cañas cerrando el paso, el desierto, la persecución de Faraón y sus aliados, el desánimo, los traidores, entre otras contrariedades más o menos severas. Pero, el Eterno escogió esta senda en Su Sabiduría, para enseñar y fortalecer a los israelitas.

    http://serjudio.com/shemot/beshalaj66.htm

Deja una respuesta