"(TEH. 39:1) [Al músico principal. A Jedutún. Salmo de David]
(2) Yo dije: ‘Cuidaré mis caminos para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté frente a mí.’
(3) Enmudecí, quedé en silencio; me callé aun respecto de lo bueno, pero mi dolor se agravó.
(4) Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar, y así hablé con mi lengua:
(5) Hazme saber, oh Eterno, mi final, y cuál sea la medida de mis días. Sepa yo cuán pasajero soy.
(6) He aquí, has hecho que mis días sean breves; mi existencia es como nada delante de ti. De veras, sólo insignificancia es todo hombre en su gloria. [Selah]
(7) En la oscuridad deambula el hombre; de veras, en vano se inquieta por acumular, y no sabe quién lo recogerá.
(8) Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.
(9) Líbrame de todas mis rebeliones; no me pongas por burla del insensato.
(10) Enmudecí; no abrí mi boca, porque tú eres quien lo hizo.
(11) Aparta de mí tu plaga; por el movimiento de tu mano soy consumido.
(12) Con castigos por el pecado corriges al hombre, y deshaces como polilla su hermosura. Ciertamente insignificancia es todo hombre. [Selah]
(13) Escucha mi oración, oh Eterno; oye mi clamor y no calles ante mis lágrimas. Porque forastero soy para ti, un advenedizo, como todos mis padres.
(14) Aparta de mí tu mirada, de modo que me alegre antes que me vaya y deje de ser."
Tanaj: Tehilim / Salmos 39 (Español)
Parece que cansamos un poco enseñando acerca del EGO (Ietzer haRá), pero nos parece que en realidad reiteramos poco (y con necesidad) y añadimos datos y conocimiento en cada post relativo al tema.
Esperemos que en esta oportunidad también sumemos luz a la luz.
Lee el salmo un par de veces, o las que precises hasta que te hagas una idea general de su tema y contenido.
Si ya tienes conocimiento de la temática EGO, empléalo como una llave que abrirá las puertas a mayores conocimientos que este texto tiene reservado para ti.
Comencemos.
Cuando las cosas no salen como quieres o esperas, si estás sometido a un estado o situación de impotencia, o es lo que sientes, las reacciones primitivas de tu cerebro automáticamente se disparan en forma de grito, llanto y/o pataleo (y/o sus derivados); y de no resultar alguno de ellos en la obtención de satisfacción, entonces la persona se desconecta de la realidad. Así opera el EGO, funcionamiento normal y natural para el bebe de pocos días de vida, o para cuando la persona está realmente en situaciones extremas de impotencia que hacen peligrar su vida; pero que se convierte en comportamiento trastocado en las otras oportunidades. Lamentablemente el comportamiento trastocado es lo habitual en la mayoría de las personas. Vivimos a la sombra del EGO.
Aquel que va aprendiendo los caminos para librarse del yugo del EGO, o que trata de hacerlo, necesariamente se topa con la Comunicación Auténtica. Con ella la intención es encontrar el acuerdo incluso en el desacuerdo. Por ello en ocasiones uno calla ciertas cosas, no con la finalidad de mentir o perjudicar, sino para no echar combustible a un fuego de la discordia que no es necesario ni bueno que esté encendido. Así es como, en teoría, se debe responder ante agresiones verbales, con silencio, o con las palabras justas y medidas. No devolver insulto con palabrota, ni bajeza con otra. Por el contrario, esmerarse en hablar con fineza, aplomo, poder. Y cuando es mejor guardar silencio, hacerlo. Porque, no es más inteligente, ni fuerte, ni tiene la razón el último que hizo uso de la palabra, ni aquel que gritó más fuerte, o agravió con mayor violencia.
El viejo truco de contar hasta diez, o de salir un rato para despejar la mente, son buenas medidas, aunque no las únicas.
En el salmo, es lo que parece indicar David como su primera reacción ante las andanzas de los que hacen mal.
Sin embargo, David nos deja ver un posible error en su conducta, al decir: “me callé aun respecto de lo bueno”. ¿Es provechoso no mencionar lo bueno, cuando eso podría destrabar un conflicto? ¿Es perjudicial reconocer lo que es favorable, aunque haya sido obra de alguien que actúa mal?
Pero además, una cosa es no aumentar el conflicto con palabras iracundas, pero algo bien diferente es exponer de manera auténtica aquello que no nos agrada. Esto es, no callarse y hacer como que no pasa nada. No es ocultar la verdad ni mentirnos la manera para alcanzar el shalom. Si tenemos algún problema con alguien, en el momento apropiado es menester manifestarlo, usando la Comunicación Auténtica, buscando el acuerdo aun en el desacuerdo. Tapar un problema y hacer de cuenta que no existe no lo resuelve, así como el paso del tiempo por sí mismo tampoco remedia nada.
¿Una conducta de tu pareja no te hace sentir bien? ¡Díselo! Habla de tus sentimientos, de la manera correcta en el tiempo apropiado. Y no digas que cuando se den las condiciones lo harás, porque tal vez nunca se lleguen a esas condiciones.
Por este error su enojó aumentó, señal de que caía en mayor impotencia.
Lo no dicho seguía ahí, escondido, agazapado, succionando su energía vital, obstaculizando su desarrollo y disfrute.
No encontraba una salida, no sabía por cual “terapia” incursionar para remediar sus conflictos, para construir shalom interno y externo.
En una palabra, sufría.
El EGO estaba venciendo y manteniéndose como rey en su vida, con toda la oscuridad que eso conlleva.
El salmista rezó. Por supuesto que no pidió bendiciones mágicas a algún gurú o maestro iluminado, porque ese no es el camino judío, ni del noájida.
Hizo lo que una persona espiritual hace, conversar con el Padre directamente.
Desde su impotencia se conectaba con su poderío ilimitado, en busca de consuelo, de solución, de crecimiento, de shalom.
El reconocer sus limitadas capacidades, al tiempo que admitía y se gloriaba en el poder del Padre, le ayudaba a centrarse y concentrarse.
No deliraba con palabras místicas que de alguna forma controlaran la Voluntad Divina, ni pretendía ordenar al Rey lo que Éste debiera hacer.
Simplemente al rezar se conectaba con Él, a través de conectarse con su identidad esencial, su neshamá.
Admitir su debilidad es una forma de ser fuerte.
Saber que todo lo que hace tiene un final, menos su neshamá, su Yo Esencial, es una forma de trascender los problemas que nos asfixian como si fueran eternos.
En cierta forma es poner las cosas en su lugar.
Al afanarse por las cosas temporales como si fueran a perpetuidad, se está desenfocado, en constante derrota.
Mejor es aprender a gozar de lo permitido, sin aferrarse a nada.
Disfrutar en su tiempo, y apartarse de lo prohibido.
Vivir a pleno el aquí y ahora, sin por ello comprometer el futuro.
No amargarse por lo temporal, aunque tampoco negar lo que uno siente.
Todo esto, sin convertir el placer en la única meta de la vid, aunque es una muy importante, ya que se disfruta aquí y se resguarda el buen recuerdo para la vida tras la muerte terrenal.
En síntesis, llevar una vida espiritual (que no es lo mismo que religiosa, y en ocasiones hasta es su completa antípoda).
El salmista también reconoce sus errores, no todo es culpa de otros.
De hecho, el estar buscando constantemente a quien echar la culpa es una señal de que algo no está bien en uno.
Sí, el salmista admite haber errado, desviado los senderos, y cada acción tiene sus repercusiones.
De lo que le corresponde por su conducta, lo asume, y por ello recorre el camino del crecimiento llamado TESHUVÁ.
¿Cómo no se habrá de equivocar el hombre, si es tan limitado y ahogado en impotencias?
Por lo cual, hace bien en no delirar con ser un súper héroe, o suponerse un “tzadik” intocable que no está sometido a las penurias como el resto de los mortales. Mejor es reconocer el fracaso pero no quedar atrapado por él. Ya lo viste, te diste cuenta que no es lo mejor o bueno para ti, entonces cambia la senda y camina por una que te lleve a la superación.
Pero, si te empecinas en considerarte justo, acertado, nunca en error, bajo el paraguas de tu santo gurú, vas directamente al “infierno” (metafóricamente).
Así el salmista está aprendiendo a no seguir en su celdita mental, a no ser más servil del EGO.
Se pone en manos del Eterno y comienza un trabajo de TESHUVÁ.
Hace TEFILÁ, se conecta en oración con el Eterno.
Ahora solamente hace falta que viva la senda espiritual, evitando caer nuevamente en las trampas del EGO.
Ya lo ves, hasta el gran rey David tenía sus momentos de oscuridad, de tropiezo, de vacilación, de debilidad, de sometimiento al EGO. ¿Acaso tú no?
Y a pesar de esto no se quedó en la celdita mental, no puso excusas, no exigió milagros de bendición místicas, no recurrió al “tzadik” para que le bendijera y no tuviera que hacer su parte. Nada de superstición, nada de EGO para supuestamente eliminar al EGO.
Sino, el camino del AMOR.
Podemos aprender de él, ¡hagámoslo!
Sabio y constructivo aporte Moré.
Salmo 39 gran experiencia del Rey David. Es en esos momentos contingenciales cuando demostramos madurez, equilibrio y armonía, situaciones propicias para saber callar o saber responder, permitiendo que nuestra esencia responda y no el EGO, reconocer la bondad y ser prudentes ante la tempestuosa actitud malvada de las personas.
La introspección nos ayuda mucho para reconocer errores, tratar de reparar los daños causados buscar la paz y refugio del ETERNO. Adquirimos experiencia para orientar a otras personas que se debilitan o se enferman en sus dimensiones existenciales: física, social, emocional, intelectual y espiritual.
Un camino que nos permite afirmar nuestra identidad noájida, alejándonos de gurús y de religión, de cultos tóxicos y místicas baratas.
Experimentamos una liberación de celdas mentales, una expresión auténtica y esencial, una comunicación asertiva.
Gracias Moré por compartir sabiduría.