Ecuación de la efectividad de la religión

La gente tiene (¿tenemos?) una imperiosa e impresionante necesidad de experiencias religiosas.
¡¿Cuántas veces oí “me siento vacío sin religión”?! O frases similares.

Esas aparente necesidad por lo religioso y el sentimiento de vacío al estar libre de religión podrían obtener alguna satisfacción de:

  • religiones establecidas y organizadas (cristianismo, islam, etc.),
  • sectas nuevas y estrambóticas (cabalisteros, grupos new age, gurús orientales, etc.),
  • organizaciones no teológicas pero de evidente corte religioso (algunos partidos políticos, algunos grupos de entusiastas seguidores de artistas, algunas pandillas de fanáticos de equipos deportivos, “cosas” como la cienciología, etc.),
  • creencias propias, familiares, grupales que se afirman como valiosas y efectivas (supersticiones varias, iglesia maradoniana, rituales locales, etc.),
  • e incluso en aquellos ateístas férreos y convencidos que hacen de su lucha contra “dios” una forma de religión (algunos evolucionistas, algunos cientificistas, algunos debunkers, etc.),
  • sin olvidarnos de los otros ateos, esos que viven su ateísmo atrapados por sus ídolos a los cuales no llaman dioses (chavistas, leninistas, estalinistas, nazis, comunistas variopintos entre otros).

Es necesario que tengamos más o menos claro que entendemos nosotros por religión.
Es sentir que existe un corte, una interrupción, un quebranto de una conexión con algo superior.
Este algo puede ser una deidad, una potencia metafísica, una realidad supranatural, un estado de perfección o conocimiento, un pasado paradisíaco, o cualquier otra manifestación de superioridad a lo meramente humano.
Como parte de lo religioso, se siente y/o cree que el lazo perdido solamente se puede reparar, religar, solucionar por medio de adoptar unos ciertos dogmas y creencias, por tener conductas codificadas para concretar tal reunificación de lo cortado.
Entre las creencias o sentimientos se encuentra habitualmente el interés por obtener poder a través de la manipulación del algo superior, entonces, el hombre desde su impotencia encuentra rituales u otros mecanismos para hacer uso de la entidad superior y de esa forma ser (o sentirse) poderoso.

Seamos sintéticos:

  1. Sentimiento de impotencia.
  2. Sentimiento o creencia que existe una entidad poderosa interesada en dotarnos de poder.
  3. Sentimiento o creencia que con determinadas ideas, palabras, ritos, conductas se obtiene control, o al menos influencia vigorosa, sobre la entidad poderosa.
  4. Suspensión de la evaluación racional y tendiente a lo objetivo en lo que a sus creencias y sentimientos religiosos se refiere.
  5. De existir una referencia externa (iglesia, cofradía, secta, grupo, etc.) afiliarse a ella, someterse a sus dictados, asumir sus mandatos, entregarse a su voluntad en su rol de representante de la entidad poderosa.

Al visualizar con claridad esta estructura, y al estar conscientes de la naturaleza y funcionamiento del EGO, no es difícil percibir su presencia aquí.
Esto ya lo hemos trabajado en extenso en otras oportunidades y no volveremos a repetirnos ahora. Si te interesa, aquí tienes algunos textos para estudiar:

Vivimos en una prisión religiosa formada por las tensiones generadas por el EGO, y por las doctrinas y acciones que provienen de entidades religiosas con las que somos invadidos, adoctrinados, sometidos, embarullados y atormentados.
Se nos promete un paraíso perdido a recuperar, una salvación, una esperanza, una mejor vida, un mundo restaurado, un mundo perfecto, cualquier cosa que nos dé apariencia de seguridad y control.
Sí, poder, mucho poder, y ser atendidos.
Eso es lo que prometen las religiones, todas ellas, cada una según sus modismos y características.
Y al mismo tiempo se nos promete/amenaza con perdición, tormentos, infiernos, sufrimiento, pobreza, maldición, dolor, impotencia y más impotencia; si es que no nos convertimos en fieles y constantes seguidores de la religión.´
Es una ecuación bastante sencilla pero efectiva y mortal:

ECUACIÓN DE LA EFECTIVIDAD DE LA RELIGIÓN

  1. Sientes impotencia.
  2. Tus esfuerzos por alcanzar total poder y atención fallan.
  3. Te confirman que eres impotente, y eso a causa de algún pecado insolucionable por tus medios.
  4. Te ofrecen salvación  = poder.
  5. Además de brindan atención y te dan la bienvenida gratamente, te hacen sentir parte de un algo especial y poderoso.
  6. Si no aceptas lo que te ofertan, te aseguran seguirás siendo impotente y aún más por haber rechazado la salvación. Existe violencia, que puede ir desde la más evidente y grosera, hasta la sutil y hábilmente camuflada; pero nunca falta.
  7. Si aceptas, seguirás siendo adoctrinado, sometido, esclavizado y probablemente deberás ser promotor activo de la religión, para atraer a los que están por fuera o o retener a los que están en duda.
  8. Deberás realizar actos irracionales, o innobles, o tontos, o carentes de sentido real, o que implican un caro sacrificio para ti para mantenerte dentro del grupo religioso.
  9. Deberás enfocarte con fuerza en destruir, oponerte, agredir, negar, desprestigiar, aislar, etc., a lo que la religión te muestra como “el enemigo”. Nunca falta ese ser, grupo o entidad oscura a la cual hacer culpable de los males y foco de atención negativa.
  10. Si no percibes mejorías en tu vida, ni que se realicen las promesas mágicas, te responden que es tu culpa, por no esforzarte, por dudar, por pecar, por tener pensamientos herejes, o cosas similares. O te lanzan a promesas improbables, en otras vidas, otras realidades, etc., para lo cual deberás abandonar todo análisis y asumir tu sometimiento con humildad y negación de la realidad.

Más al respecto:

Hay muchísimos textos más, si te interesa continúa buscando y aprendiendo.

Nada de lo religioso es espiritual.
De hecho, la religión es un obstáculo inmenso para desarrollar una vida de plenitud y por tanto de despliegue de la espiritualidad.
Aunque se repitan infinitos lemas con la palabra “Dios” o “D-os” o cualquier otra cosa, aunque se usen símbolos sagrados, aunque se disfrace de santidad, aunque se menciona a la Torá y los profetas, no hay en la religión espíritu.
Los mercaderes de la fe lo saben, o lo intuyen, por eso se aplican a copiar lo espiritual para vender su mercancía podrida en envases de santidad.
Por tanto, ¡mucho cuidado!

En lugar de abocarse a la religión, o a la destrucción de la misma, lo interesante es llevar una vida acorde al Eterno, lejos de toda cosa que nos desvié del verdadero camino de santidad.

Pero, ocurre que mucha gente que ha podido tomar un sorbo de vida, al apartarse de la religión, pronto se siente vacía, como si les faltara algo, como si extrañaran el peso de la religión.
Entonces, lamentablemente vuelven a ella.
Sea a la organización religiosa que habían abandonado, a cualquier otra, o a formas religiosas particulares pero tan perniciosas como la religión organizada. Incluso fabrican sectas a su medida, con elementos del judaísmo y/o del noajismo (que recordemos ninguna de ambas es una religión, aunque se confundan con ellas).
Los motivos no te los diré, porque ya te los expresé en la “ecuación de la efectividad de la religión” más arriba. ¿Te animas a comentarnos cuáles elementos de esa ecuación provocan que la persona se sienta vacía, sin religión, y entonces neciamente opten por volver a paralizarse en alguna de ellas?

2 comentarios sobre “Ecuación de la efectividad de la religión”

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