Hace un rato alguien me compartió esto: “Sé amable contigo mismo y deja ir el juicio. Confía en que donde estás en tu vida es exactamente donde tienes que estar.”
Decía que era de un sitio de Cabalá, lo cual realmente dudo en grado extremo. Más bien será de ideología facilista New Age, del neo escapismo, o de algún paganismo que se quiere hacer pasar por judaísmo. Pero ciertamente, el mensaje es terrible, anti vida, grotesco, enfermo y mortal.
¿Por qué?
Porque con estos argumentos ramplones las personas que están en situación de víctimas reales, seguirán estándolo, y para colmo sintiéndose brutalmente culpables si sueñan con un poco de justicia, si anhelan vivir sin degradación, si desean ser tratadas con dignidad y respeto.
¡No! El lugar en el cual estás, no necesariamente es el que debes estar.
Porque si eres un niño abusado por tus mayores, no estás ahí porque un dios perverso lo quiere y tú obligación es aceptar tu maltrato.
Porque si eres una mujer golpeada y violentada por su marido, no tienes el deber de guardar silencio y sufrir la pesadilla.
Porque si te hostigan en el estudio o el trabajo, si eres objeto de bullying, no debes disculpar la tremenda injusticia y decir que estás allí porque es tu lugar.
Porque si tu gobierno es despótico y cancela tus derechos, no es con pasividad y humillante aceptación que las cosas cambiarán.
Ciertamente el mensaje verdadero de la Torá, y por tanto de toda corriente realmente cabalística, es que debemos buscar el juicio, hacer actuar a la justicia, promover el bien para quien es merecedor de tal y ser duros en la medida exacta con el malvado.
No todo es bueno en todo momento, aunque pudiéramos ver cómo de cierta forma quizás lo podemos transformar en bien a futuro; aunque no comprendamos los vericuetos de la existencia, el hecho cierto es que debemos hacer nuestra parte para que sea establecido el verdadero SHALOM, que no se basa en mentiras, ni en negar la realidad, ni en mantenernos como impotentes miserables cuando es otra la opción válida.
Por tanto, no confíes que estás donde debes estar.
Porque tal vez eso es un justificativo para seguir siendo violado; porque eso es el arma que tiene el pervertido para manipularte.
Porque, aunque no estés en una situación dramática, es un mensaje erróneo que te niega tu derecho a ser libre, a crecer, a cambiar, a trabajar por un mayor bienestar.
Y sí, debes ser amable contigo mismo, obviamente que sí.
Pero no, no tienes derecho a dejar ir el juicio sobre tus actos, porque esa es una excusa típica del que hace cualquier disparate para seguir en el camino del error. Sean pecados voluntarios o no, sea porque deseas hacer el mal o no, es imprescindible realizar un auto juicio de manera habitual. Es la evaluación de la conciencia que nos permite hacer TESHUVÁ, y nos acerca más a nuestra identidad espiritual, a Dios.
Por tanto, por favor, no confíes en esos sitios de “KABBALAH” que son venenos mortales pero con sabor y aroma a deleite.
Son maquinarias para entorpecer el pensamiento, paralizar el sentimiento, y aunque se quieran vender como finos perfumes espirituales, realmente son hediondas fauces de la idolatría supersticiosa.
Es mi humilde consejo, puedes tomarlo o dejarlo, obviamente, porque no precisas de mi autorización para hacerlo.
Sin embargo, yo sería atento y lo tomaría en cuenta. Dejaría de perder mi vida adorando doctrinas mortales. No gastaría un centavo más en engrosar las millonarias arcas de los centros de falsa espiritualidad, sea KABBALAH o la que fuera. No permitiría a familia o amigos contaminarse con la enfermedad que estas fábricas de muerte producen. No compartiría alegremente los mensajes distorsionados, falsamente positivos, amargamente desfigurados como judaísmo. No haría más caso al malvado, para entonces poder ser feliz y estar en paz.
Para finalizar, palabras de un profeta de la Verdad:
“Estas son las cosas que debéis hacer: decid la verdad unos a otros, juzgad con verdad y con juicio de paz en vuestras puertas, no traméis en vuestro corazón el mal uno contra otro, ni améis el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio, declara el Eterno”
(Zejariá/Zacarías 8:16-17)