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Shem–Nombre

SHEM en hebreo quiere decir nombre.
Es una etiqueta que se asocia íntimamente con lo que está nombrando.
La usamos para referirnos a personas o cosas, reconocerlos, distinguir unos de otros.

Uno adjudica nombres a los hijos, a veces con conciencia de la importancia del hecho, otras de manera totalmente infantil y/o superficial.

Algunos precisan un nombre para registrar a sus hijos, entonces disparan lo que se les viene a la mente: Marcelo, Hugo, Estela, Jorge, Ricardo, Manuela, sin darle mucha vuelta, o quizás un poquito y nada más.

Otros, se afilian al nombre X que está de moda, porque es el personaje de una telenovela, o un crack deportivo, o una estrella del espectáculo, o simplemente la onda es llamar a los hijos X; entonces, habrá una generación completa de Onures, Diegos Armandos, Jeniffers, Rickys, Angelinas, Jonathans, etc.

Otras personas toman nombres que suenen bonito/extraño, que rimen, que den placer estético aunque pudiera serlo de forma arbitraria e incluso bizarra, que llamen la atención por el mero hecho de hacerlo, o de alguna cualidad egoísta de los padres. Por respeto a los que portan estos nombres, evito ejemplificar.

Otros quieren demostrar su devoción o pertenencia a sectas, grupos, clubes, partidos, religiones, ideologías y no encuentran mejor manera que colgar un cartel en la frente de sus hijos de por vida. Así habrá Juanes Pablos, Josés Marías, Marías Josés, Jesúses, Kirshnas, Kremlins, Lenins, Husseins, Moishes, Menajemes Mendeles, Adolfos Benitos, Fideles, Mardoqueos, Ishbaales, y sigue tú encontrando ejemplos.

Otros siguen costumbres familiares, como nombrar en honor a un pariente vivo tal como es habitual entre los sefaradim, o de un pariente fallecido entre los ashkenazim. Entonces, por ejemplo tendrás algún Yehuda Arie (como yo) que se llama así por su abuelo paterno que ya había fallecido años antes de mi nacimiento. O verás familias típicas sefaradíes en donde se repite el nombre, por ejemplo Víctor, del abuelo vivo el cual recibe orgullosamente su nieto.
En línea con esto se encuentra la clásica tradición judía de nombrar a los niños con nombres de personajes destacados, luminosos, modelos de buena vida, para que de alguna forma el niño al crecer vaya adquiriendo rasgos positivos, quizás al indagar sobre el origen de su nombre o de aquellos que supieron darle lustre en la historia. Abraham, David, Moshé, Shmuel, Albert, Esther, etc.

Como variante del anterior podrían estar los que quieren saber la etimología del nombre, no sé muy bien con qué intención. Quizás porque suponen que si llaman Alexander al hijo, éste será un gran conquistador (como el Magno) o un gran defensor (según el origen del nombre griego), o si la llaman Sherezade será una belleza increíble (según etimología persa)además de inteligente seductora (como la del cuento clásico). Luego la vida se encargará de demostrar o no esta apuesta.

Hay personas que van en busca de secretos místicos de poder y gloria, por ello rebuscan entre sabios y engrupidos para encontrar aquella etiqueta mágica que adosar a sus hijos, con la excusa de que por medio de ella se les abrirá los tesoros más impresionantes del mundo, o del otro mundo. Esto da pie a que muchos engañados atosiguen a sus engañadores reclamando consejos cabalisteros mágicos a la hora de poner un nombre a sus recién nacidos.
Podría haber alguna dosis de realidad en esto, pero la gran masa está ausente de la realidad, solamente quieren el premio sin el esfuerzo.

Y seguramente habrá otras maneras variadas estrategias para encontrar nombres a los hijos, para bien o para mal de ellos…
Como también existen las sociedades que admiten el cambio legal de nombres; así como culturas en las cuales la gente adquiere varios nombres y es conocido oficialmente por todos ellos: Itró, suegro de Moshé; el propio Moshé; Abram/Abraham; Iaacov/Israel; entre otros y sin olvidar a Esav/Edom.

Todo muy interesante, ciertamente.
Pero, hay un pequeño detallito a tomar en cuenta, si me permites el consejo.
SHEM en hebreo antiguo, aquel que algunos llaman “bíblico” era nombre, por supuesto, pero quería decir: “la meta y/o la función”.
Los nombres no solamente eran letreros para señalar objetos o personas, sino indicaciones de para que sirven, como se usan, que hacen, hacia donde se dirigen, que buscan en la vida.

En un aparte, me desvío un instante: una de las formas de denominar al Eterno es HASHEM, el Nombre, ¿será casualidad?

Regreso al tema central.
Construye tu SHEM, porque es mejor el SHEM TOV (buen nombre), que el más fino SHEMEN TOV (buen aceite), según dijera el más sabio de los hombres de su época llamado Iedidiá (querido de Dios), al que conocemos como Shelomó/Salomón (el completo, el del SHALOM), en Kohelet/Eclesiastés 7:1.

Los doble vida

Probablemente te hayas topado con esos sujetos de doble vida, mansos afuera y fieros adentro.
En el trabajo, con los extraños, es un corderito, sumiso, súper respetuoso al punto del infarto, agradable hasta el empalago, o tal vez silencioso y como una sombra pero en constante servicio de los otros.
Ni bien cruza el umbral de su casa, se transfigura y emerge un ogro, violento, despiadado, demandante, quejoso, atroz, que puede aporrear como un mazo, o herir con la apenas visible mortalidad de una espada samurái.
Sí, puedes habértelo encontrado más de una vez, incluso puedes ser uno de ellos, o tal vez conviviste con él. Podría ser tu padre, o madre, un hermano, tu esposo, o esposa, un hijo, o hija, hasta tu mejor amigo y tú ni te enteras.

Te dirá que así es él, que en su casa era igual, que el sufrió de chico, o que en alguna parte tiene que desahogarse de la malasangre de la vida y qué mejor que en casa para hacerlo.
Te dirá que porque te castiga te ama, que lo que no te mata te fortalece, que el celo violento es una señal clara de amor, que sufre más que tú cada vez que te agrede, que tú eres el culpable de que el sea así, de que tú te comportas de tal manera que te mereces lo que te pasa.
O sencillamente te dará tanto, pero tanto miedo, que ya ni te disparará con sus justificaciones y excusas, simplemente tú las inventarás por él, o hasta ya te hayas entregado y no pienses ni sientas más.
Como sea, el terror está instalado y se repite, y se amplifica, y se multiplica en los que aprenden eso y lo continúan.

Al crecer muchos de los que fueron víctimas, ahora ocupan el lugar del victimario. Es que tienen la enseñanza y la oportunidad, además, ahora son ellos los grandes y los que pueden vengarse del mundo, de la vida, maltratando a víctimas inocentes.

Otros cuando crecen se convierten en eternos luchadores por los derechos de los débiles, dedicados a defender a otros, como posiblemente nadie les defendió a ellos.

Otros más, escapan a toda velocidad a la menor manifestación de estar al lado de un sujeto como aquel que les martirizó.

Otros se encuentran en un estado de insatisfacción permanente, enojados, confrontativos, inseguros, malhumorados, rebeldes, sin encontrarse jamás a gusto, ni dentro ni fuera del hogar.

Y hay otros que se transforman en sus cómplices, sea callando lo que pudieran parar y testimoniar, sea incentivando la violencia, sea ayudando al maltrato, como fuera que sea.

Y también están los que sin saberlo, de manera inconsciente, buscan a estos personajes de doble vida, como si fuera un destino marcado, como si fuera una misión sagrada, para corregirlos, para hacerlos cambiar para bien, para conseguir lo que de niños no pudieron hacer con sus mayores. Pero, como están embarcados en un juego involuntario, que no se conecta con la realidad sino con un deseo totalmente irracional e infantil, difícilmente puedan escapar al lazo de sufrimiento al cual se enroscan cada vez más fuertemente. Son como esas “mujeres que ‘aman’ demasiado”; aunque no es amor, sino adicción.

Todos ellos estarían precisando conocer, entender, comprender, aceptar, dejar fluir, perdonar y conseguir justicia cuando fuera necesario y posible, enmendar.
Construir SHALOM en su interior, para alcanzar a hacerlo también fuera.
Porque la experiencia que han padecido les ha marcado profundamente, andan con su pesada mochila a cuestas y en cierta forma no son dueños de sus vidas, sino simplemente unos viajeros en un tren que no lleva al reino de la felicidad.

Se consumirán en luchas estériles, en maltratos recibidos y otorgados, en sufrimiento, en reproches, en represalias, en venganza, en ira, en confusión, en dobleces de vida, en todo lo que mata aunque se continúe respirando.

Sin embargo, ahí está su NESHAMÁ con su LUZ, lista para alumbrar cada uno de sus rincones, para curar y alegrar, para llenar de satisfacción y aprobación.
Es cuestión de querer romper el ciclo vicioso, dar un paso para ser uno, unificado, en paz.

¿Qué es el hombre para que le recuerdes?

Tu cuerpo es limitado, apenas si algunos centímetros para allí, otros para allá, con una fuerza y resistencia minúsculos.
¿Sabes cuánto tiempo vivirías si te faltaran los nutrientes esenciales que posibilitan el trabajo de las funciones vitales?
Hasta un pequeño elemento faltante o sobrante, tiene un poder enorme, por ejemplo un gen o un virus, comparado con nuestra supuesta supremacía como humanos.
Entonces, tenlo presente, estás enormemente limitado por ser cuerpo y depende de lo material.

Tus emociones, que tienen arraigo en el cuerpo vale recordar, te limitan de manera abrumadora.
Un momento rebosas de alegría, al punto de no distinguir  amigo de estorbo, para pasar al instante siguiente a un amargura oscura que todo equipara hacia abajo.
¿Dónde está tu grandeza, oh humano que te ves más que un ángel, a la hora del derrumbe emocional?
Hasta una brisa tiene la capacidad de hacer variar tu humor, ¡cuánto más las palabras que te atraviesan como alfileres!
Entonces, no te olvides de lo limitado que eres, dependiendo de unas hormonas y neurotransmisores, del trabajo ordenado y prolijo de tu organismo, de tus hábitos correctamente educados.

Tus lazos sociales pueden ser herramientas muy eficientes y provechosas, pero al mismo tiempo la sociedad que formas y eres te limitan abismalmente.
Lo que te brindan de esperanza, te lo quitan de un golpe.
Cuando vas de un lado a otro sin reconocimiento, sin aprecio, sin aprobación, sin ser parte; entonces sufres cruelmente el no poder cambiar tu situación. Aunque tengas el estómago lleno, aunque de alguna forma engañes a tus emociones, al estar solo, como una sombra anónima que pasa sin ser percibida, te das cuenta de que poco vale y cuanto vale.
Al reflexionar en tu situación, pueden recorrerte escalofríos si te das cuenta lo precaria que es nuestra existencia, como parecemos arañitas pendiendo de un hilito invisible que nos sostiene agarrados vaya uno a saber dónde.

Tu mente es un poderoso instrumento de superación, de avance, de logros. Mundos y universos pueden ser accedidos y creados con la potencia de la mente. Pero, es tan sensible, tan impredecible. Al menor contratiempo puede trastornarse, marearse, confundirse, ser atrapada por las maquinaciones emocionales, dejarse subyugar por los licores sociales, arrodillarse exánime ante los requerimientos del cuerpo. Y secuestrada, la mente se puede convertir en un enemigo terrible, pues dedica tus energías a mantenerte atorado, encerrado en celditas mentales.
Tan impotente somos, que parece mentira que tengamos tantos avances en tantas áreas; éxitos y triunfos imposibles para el resto de nuestros hermanos creados en el mundo. Y sin embargo, seguimos siendo delicadamente débiles, incluso incapaces de asegurar al 100% si ahora estamos despiertos y conscientes de la realidad, o si solo somos espejismos de algún sueño o partícipes en un delirio esquizofrénico.

Ilimitado es el espíritu, conectado con todo, en todo lugar, en todo tiempo.
De un poder increíble.
Lo que digamos de él no deja de ser mera especulación y metáfora, tan diferente a lo que el resto de nuestras dimensiones conoce, entiende y experimenta.
Allí está nuestra esencia, nuestra identidad más fiel y auténtica; y al mismo tiempo la más ignorada e imposible de descifrar. Tenemos la capacidad de disfrutar y estar en shalom, pero no lo hacemos mientras estamos en este mundo. Nos limitamos y vivimos limitados, en impotencia, reaccionando, atemorizados, rehuyendo a vernos en el espejo real.
Si tan solo pudiéramos dar un vistazo a nuestro ser y al del prójimo, encontraríamos la forma para hacer de nuestra existencia un sorbo de felicidad y construir SHALOM de manera veraz, con acciones de bondad y justicia.

Pero no, seguimos en la celdita mental, siendo religiosos, fanatizados, automatizados, víctimas y victimarios de nuestras impotencias, en lugar de victoriosos a causa de nuestra esencia.

Amar a Dios

Dijo Hilel el sabio, en su lección del mandamiento judío en la Torá “ama a tu prójimo como a ti mismo, yo soy el Eterno”: “Lo que te resulte odioso a ti, no se lo hagas a tu prójimo”.
Y añadió que esa era la médula de la Torá, su esencia, que el resto es un comentario, el cual el judío debe estudiar y cuando sea adecuado realizar.

Humildemente yo me planteo: Quizás la mejor manera para expresar nuestro amor pasional por Dios sea amar al prójimo plenamente, lo que significa construir shalom con acciones concretas de bondad Y justicia, en lugar de preocuparse por cuestiones teológicas o de inferencias e imaginaciones “bíblicas”.

Amar a Dios al amar a Sus criaturas, cuidándolas, ayudándolas a alcanzar su máximo nivel.
AmarLo por ser leal a Su Voluntad, conociendo y cumpliendo con lo que Él quiere de cada uno.
Amar a Dios, más allá de los balbuceos egoístas de cualquier religión, carente de pretensiones y exigencias, simplemente amarLo tal como Él exactamente ha dicho que lo hiciéramos.

Si le pegas a tu asna

«Entonces el Eterno abrió los ojos a Balaam, y él vio al enviado del Eterno de pie en el camino, con su espada desenvainada en su mano.
Balaam se inclinó y se postró sobre su rostro.
El enviado del Eterno le dijo: -¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces? He aquí, yo he salido como adversario, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto y se ha apartado de mi presencia estas tres veces. Si no se hubiera apartado de mí, yo te habría matado a ti, y a ella habría dejado viva.
Entonces Balaam dijo al enviado del Eterno: -He pecado. Es que yo no sabía que te habías puesto en el camino, contra mí. Pero ahora, si esto te parece mal, yo me volveré.»
(Bemidbar / Números 22:31-34)

Te recomiendo leer los versículos previos para tener una idea de lo que está aconteciendo aquí, en su versión hebrea original o en una traducción fidedigna judía y leal a la tradición.

Me llama la atención muchas cosas de todo el relato, pero de este breve pasaje en particular hay algo que destella con fuerza en su extrañeza: ¿acaso no tiene el emisario celestial nada mejor para decir que “¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces?”?
Se supone que el ángel estaba en una misión especial, para enderezar la conducta de este gran profeta gentil, que tenía mucha fe en Dios, y sin embargo era pecador.
Se supone que si el enviado estaba en el camino insistentemente, debería haber mencionado algo de lo que Balaam haría pronto, cuando cumpliera su mercenario contrato para maldecir a Israel.
Pero no, en el texto de la Torá vemos que no habla ni una letra de ello (aunque el midrash dice que sí), sino que resulta ser un ángel de la protectora de animales, puesto que es del maltrato animal que lo escuchamos decir algo.
Y sin embargo, él estaba en la senda del profeta antes de que éste castigara injustamente al leal animal. Entonces, ¿dónde quedó el gran mensaje espiritual que seguramente tenía para pronunciar el ángel? ¿Adónde fue la lección acerca de la moral, y la ética, y el amor al pueblo de Dios, y el no desear el mal al inocente, y el andar por la vida construyendo SHALOM? ¿Dónde quedó una tremenda enseñanza acerca de no odiar al santo pueblo de Israel ni provocarle a daños?
¡Todo eso se perdió, si es que alguna vez estuvo, para ser reemplazado por la pregunta: “¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces?”!

Aún más confusión añade el dato que aporta el midrash, cuando cuenta que el ángel se encargó de que la asna falleciera ahí mismo, para que no la convirtieran los tontos en una deidad y para que se disminuyera la vergüenza que sufriría Balaam.
Así pues, no era de la protectora de animales, ¿o sí?

Es todo tan raro, y me sigue atormentando la duda: ¿no tenía algo mejor para decir el ángel al revelarse a ojos del gran sabio gentil?

Con placer y ansioso espero tus ideas al respecto.

La vara o la palabra

«Y habló el Eterno a Moshé [Moisés] diciendo:
-Toma la vara, y tú y Aarón tu hermano reunid a la congregación y hablad a la roca ante los ojos de ellos. Ella dará agua. Sacarás agua de la roca para ellos, y darás de beber a la congregación y a su ganado.
(Bemidbar / Números 20:7-8)

Innumerables son las preguntas y comentarios que podemos trabajar en este breve párrafo, pero solo nos detendremos en un pequeño punto.

Moshé podía conseguir el agua golpeando la roca con el bastón, y en ese caso la congregación bebería como ganado (sus animales).
O podía hacer brotar el líquido hablando con la roca, para que ella la diera sin acción violenta de parte del líder, y así la congregación sería “santificada”, crecería en conexión con el Eterno.

Ambas opciones estaban a disposición de Moshé, pues con las dos la terrible sed sería calmada.
Pero, una de ellas solamente apagaría la necesidad del cuerpo, en tanto que la otra serviría para ello y para perfeccionamiento pentadimiensional.

Los motivos para que Moshé haya hecho lo que hizo, no es cuestión de este texto.
Prefiero que veamos rápidamente una enseñanza práctica, que espero ayude a beneficiarte en la vida cotidiana.

Ante una dificultad, cuando estamos frustrados, nos topamos con una impotencia, nosotros también podemos reaccionar automáticamente, dejándonos llevar por la ira, el prejuicio, el hastío, la amargura, el egoísmo, la inconsciencia, el cerrarnos y tragar el mal con la excusa de no generar problemas, lo que sea que explique/justifique el uso de la violencia en cualquiera de sus formas.

O, aunque parezca que cuesta un poco más, podemos respirar, contener la reacción automática, admitir nuestros sentimientos, y entonces decidir con la mejor conciencia aquello que consideramos que es más beneficioso y favorable para uno y los otros. Por ejemplo, usar la Comunicación Auténtica, tal cual se le pidió a Moshé que hiciera. ¡Hablar con una piedra! Si eso resultaba, ¿cómo no va a hacerlo con el prójimo?

EGO o NESHAMÁ,
amargura o LUZ,
conflicto o AMOR,
¿está en tus manos?

Enfocarse y elegir

El cerebro funciona como filtro, porque no todo lo que ingresa por nuestros órganos sensoriales es finalmente percibido y llevado a la conciencia.
De no ser así, estaríamos saturados de información, imposibilitándonos la existencia. Imagínate la cantidad impresionante de datos que te están atravesando en este mismo instante, que si tú no contarás con la capacidad de filtrarlos, estarías saltando de uno a otro de manera ininterrumpida.

Lo mismo ocurre con aquellos pequeños fragmentos de información que provienen de nuestra NESHAMÁ, en nuestro cerebro se encuentra el receptor de la LUZ de la NESHAMÁ, pero también su bloqueo.
Igualmente, la información que recibimos por la vía espiritual ya está sumamente limitada por bloqueos impuestos desde Arriba.
Apenas si algunas inspiraciones, ínfimas intuiciones, retazos de claridad arropados en sueños; por ahora no mucho más, hasta que se abra nuevamente el canal profético, cerrado ya hace unos 2500 años.
¿Cómo sobrevivir a la saturación de información (¿casi?) infinita sin el debido entrenamiento, fortaleza, pureza, conciencia, etc.? Por ello, el cerebro primero es un gran deflector, para luego sí permitir cierto grado de receptividad.

El cerebro también opera en un modo economizador de energía.
Se enfoca en aquello que le llama la atención, no desperdicia habitualmente energía en analizar o decodificar información accesoria o redundante.
Toma apenas algunos datos y con ello completa paisajes mentales complejos. En base a la experiencia puede diseñar paisajes que coincidan más plenamente con la realidad externa. Pero, obviamente no hay una certeza absoluta.

Así vamos construyendo nuestro mundo interno y comprendiendo o dando sentido al mundo externo.
Dejando de lado infinidad de cosas, para dejarnos atrapar por unas poquitas que se transforman en el centro de nuestra atención, y que codifican nuestras creencias, y nos hacen percibirnos de determinada forma y actuar en consecuencia.
Es como si las oportunidades para elegir se esfumaran, se redujeran, para quedar unas poquitas, aquellas que pasan el filtro en forma de embudo de nuestro cerebro.

Aquello que nos atrae está programado en nuestra naturaleza primitiva, la genética y la espiritual.
También vamos aprendiendo de otras personas a orientar la atención. Son fundamentales los primeros años de vida para la formación de esas tendencias, creencias, hábitos que se adquieren y complementan (a veces contradicen) la naturaleza innata.
La gran tarea que tenemos por delante es tomar esto que se nos ha dado y transformarlo en un espejo de nuestro Yo Auténtico.
Así, cuando nuestro Yo Vivido representa a nuestro Yo Auténtico, hemos logrado establecer la armonía interna, y probablemente la externa.

Cualquiera puede vivir dejándose llevar por sus instintos o tendencias, o seguir como necio los mandatos que se nos han introducido de fuera.
No tiene mucha grandeza el seguir como autómata los hábitos, el echar culpas a los adultos que nos criaron, o excusarse en que es a causa de la sociedad, o un destino perverso, o lo que fuera.
La belleza del ser está en lograr enfocarse, encontrar lo que es relevante, y decidir para optar por lo que da vida, que es lo que construye SHALOM.
Ampliar la conciencia, encontrar otras opciones, darse cuenta de lo que es permitido y evaluarlo, en tanto se aparta de aquello que ha sido prohibido.

Cada instante es una clase, y cada lugar una aula de estudios. Cada persona con la que nos cruzamos un maestro.
De lo simple, de lo corriente, de lo rutinario, también tenemos lecciones para aprender.
Todo sirve como oportunidad y desafío, por lo que deberíamos estar consientes, enfocados, atentos y escoger lo que construye SHALOM.

Al tener claro esto, no estaremos más a la espera del aplauso de otros para sentirnos a gusto con nosotros mismos.

Respirar y ser

Por ahí oíste como en el Oriente Lejano se suelen usar técnicas de respiración para meditar, fortalecerse, calmarse, enfocarse, etc. ¡Si hasta conectamos el arte del respirar con la India o por ahí! Como si fueran ellos los dueños e inventores del asunto.

También entre los muchachos New Age se encuentran rituales o recomendaciones que atienden al uso de la respiración como mecanismo de armonía emocional e incluso mental. No es extraño esta ocurrencia, pues mucho de lo New Age tiene raíces orientales, aunque no todo.

Aunque ellos consideren que son instrumentos espirituales, realmente no lo son.
Recordemos que espiritual no es algo agradable a los sentidos, que te hace sentir emocionado positivamente, ni que te llena el alma de alegría. Menos que menos lo espiritual es algo religioso, puesto que religión es la corrupción, la distorsión, la burla de lo espiritual.
Espiritual es cumplir con los mandamientos que te corresponden específicamente a ti cumplir, de acuerdo a tu identidad espiritual (7 si eres gentil, los que te toquen de los 613 de la Torá si eres judío) y a tu lugar en el mundo.

Al venir de esos lares podríamos suponer que es mejor evitar estas ideas del uso de la respiración como instrumento provechoso, pues seguramente están contaminadas con influencias idolátricas o supersticiosas, que nos pueden desviar del buen camino espiritual.
¡Cuántos queriendo hacer bien las cosas, pero solamente usando la buena voluntad pero no el conocimiento, terminan empantanados y lejos del hogar!

En realidad, el origen del uso de la respiración como mecanismo positivo se encuentra en el propio nacimiento del hombre, del ser humano.
Al respecto podemos usar el sagrado texto de la Torá para comprobarlo:  «formó el Eterno Elohim al humano, polvo de la tierra. Y sopló en sus narices aliento de vida, y el humano llegó a ser un ser viviente.» (Bereshit / Génesis 2:7).

Ya sabemos que somos pentadimensionales, y este texto habla de varias de nuestras dimensiones.
Lo material, cuando nos informa que somos un cuerpo terrenal, que por tanto compartimos con el resto de lo terrestre nuestro humilde origen. No somos de una sustancia diferente, más noble, única. No señor, somos idénticos a los animales en lo que a físico se refiere.
Y somos seres vivos, como una bacteria, un hongo, una planta. Tampoco en eso misterioso llamado vida nos diferenciamos notablemente de nuestros hermanos vivos.
Sin embargo, cuando la Torá relata nuestra creación como especie, hace especial énfasis en que el Eterno Elohim sopló en nuestro cuerpo el aliento de vida, al que denomina NISHMAT JAIM, para que de esa manera fuéramos NEFESH JAIA.
NEFESH, que traducimos como alma, es la energía vital, lo que nos permite estar con vida. Es lo mismo que poseen todos los otros seres vivos.
Pero la NESHAMÁ, el espíritu, es algo único de la especie humana, lo que realmente nos distingue del resto de las criaturas terrestres. Porque, si pusiéramos un Homo Sapiens y un Ben Adam uno junto al otro, no notaríamos diferencias. Si los viéramos interactuar, veríamos las mismas cosas. Si se aparearan, habría descendientes. Hasta incluso el Homo Sapiens tenga “religión”, tal como muchos Ben Adam la tienen. Y sin embargo, hay algo que los diferencia y es una brecha que no se puede cerrar, el Homo Sapiens carece de NESHAMÁ, en tanto que el Ben Adam ES NESHAMÁ encarnada que forma junto a las otras cuatro dimensiones a cada ser humano en este mundo.
¿Entiendes el asunto?
¿Te complica mucho en tus esquemas acerca de la creación, la evolución, el origen de las especies, la distinción del hombre de las otras criaturas, etc.?

El relato de la Torá nos informa que al introducir su hálito de vida el hombre fue hombre, antes era un ser terrenal solamente.
Entonces, podemos aprender técnicas de respiración que se abstengan de toda creencia o alusión idolátrica y/o supersticiosa, pero que nos ayuden a manejar armoniosamente los flujos aéreos para calmarnos, fortalecernos, enfocarnos, aflojar tensiones, ser receptivos, e incluso también prepararnos para actuar espiritualmente (con mayor decisión y fidelidad cumplir los mandamientos que nos corresponden).

Vamos a ver un ejercicio que podrías practicar al menos una vez al día.

Toma aire, siguiendo la técnica que desees y sea practicada por gente que sepa del asunto, para así ayudarte reconocer que estás haciéndolo para despojarte de barreras, quitar obstáculos, y así permitir que la LUZ del Eterno que brilla constantemente en tu NESHAMÁ te alumbre y conduzca por la senda del bien.
Y al expirar imaginar como se desprenden pedazos de las manchas que obstaculizan la LUZ y se van de tu vida, dando espacio a que la LUZ alcance cada rincón. Entonces estarás anímicamente más pacífico, más dispuesto a realizar la TESHUVÁ necesaria, para de esa forma vivir espiritualmente y ya no más en penumbras.
Te vivificas físicamente, emocionalmente, mentalmente, lo que repercutirá socialmente y espiritualmente.
Recuerda, el respirar en sí no es una tarea espiritual, sirve solamente como ayuda para actuar espiritualmente.

Inhalas, se expande tu abdomen, tu tórax, te cargas con energía vital.
Exhalas y te contraes, te relajas, te rindes del deseo de controlar todo y todo el tiempo. Aceptas con humildad, re relajas y fluyes. Admites tus limitaciones, sabes tus fuerzas, y entonces ya no malgastas energía, tiempo, vida en cosas inútiles o perjudiciales, sino que las guardas para lo que realmente es provechoso y bendito.

Relajas tu cuerpo, aflojas tus emociones, descargas tus pensamientos. Liberas la tensión del cuerpo, dejas las mochilas pesadas que no tienes porque estar cargando. No estás a la defensiva, ni preparado para el ataque, ni huyendo. Estás cómodo, te sientes confortable, respiras en paz.
Estás, nada más que eso.
No controlas tus pensamientos, los dejas ir y venir.
No te pegas a nada, no peleas, no quieres controlar, solamente ser estando.
Pero te concentras en respirar como aprendiste a hacerlo para obtener buenos resultados. Y si no te sale, tampoco te perturba, fluyes, haces lo que mejor puedes. Respiras, te llenas de poder por no pretender ser un dios que todo lo puede.

No precisas demostrar nada a nadie, ni hacer nada que aplaudan y te califiquen.
Solo respira, déjate estar, déjate ser.
Tú eres NESHAMÁ en viaje por este mundo, siendo pentadimensional, con sus defectos y ventajas.
Respira y atiende a todo, sin dejarte atrapar por nada.
Date cuenta de lo que te está perturbando, lo que no te deja ser tú, lo que te hace usar disfraces que te alejan de tu Yo Esencial.
Identifica lo que puedes mejorar de tu vida cotidiana, así como aquello que debe ser reparado por medio de la TESHUVÁ. Pero no te quedes atrapado por ello, simplemente apúntalo en tu memoria y sigue sin controlar nada, sin detenerte, simplemente respirando y siendo.

Percibe, disfruta, viaja mientras respiras y llenas tu organismo de buen aire mientras exhalas lo que no te sirve, que arrastra consigo las imágenes de las manchas que han estado bloqueando la LUZ de tu NESHAMÁ.
Acéptate, pero no transes con lo que está mal o es injusto. Eso lo corregirás, porque te comprometes a hacerlo. Pero no en este momento, ahora solo estás siendo, en paz, calmadamente, respirando.

Entrénate en estas habilidades, así podrás entrar en un estado de atención flotante de manera instantánea, cuando lo precises, para que no te derrumbes ante la impotencia, para que no reacciones de manera automáticamente negativa.
Estás trabajando para ser mejor, eso es espiritual.

Ideas y personas tóxicas

Se podría decir que Koraj tenía todo para estar satisfecho y agradecido e incluso feliz. Era valorado y querido por muchas personas; poseía innumerables riquezas que le permitían un muy buen pasar material; su familia era adorable y distinguida; era famoso por su ingenio; primo de Moshé y Aarón y tenía un cargo en los servicios del santuario.
¿Qué más podía querer o soñar?
Y sin embargo, no estaba conforme.
Él pretendía mucho más, aunque para lograrlo tuviera que contradecir lo que ordenó el Eterno, o generar disturbios, o engañar a la gente, o sacrificar la vida/seguridad propia y de su familia y seguidores, o lo que fuera necesario.
Es decir, por ese pequeño puntito que no tenía y desesperadamente quería, estaba dispuesto a perderlo todo.
Parecía que para Koraj primero estaba Koraj y sus deseos. Pero, cuando analizamos nos damos cuenta de que al actuar así, Koraj se perdía en las nubes producidas por su ambición. No era Koraj quien se beneficiaría de la pasión desbordada de Koraj.
Nos hace recordar una famosa enseñanza de nuestra tradición:
Rabí Eleazar Hakapar dice: La envidia, la codicia, y la búsqueda de honores sacan al hombre del mundo.” (Pirke Avot 4:21).
Para peor, se asesoraba con los terribles Datan y Aviram, quienes eran conocidos por sus repetidas imprudencias y traiciones.
Ellos junto a doscientos cincuenta líderes israelitas impulsaron una revolución en contra de la autoridad de Moshé y Aarón, aduciendo que Aarón no tenía derecho para ejercer las funciones del Cohen Hagadol (Sumo Sacerdote). Ese era el cargo que anhelaba Koraj para sí, ¿oh casualidad?
Para lograr la adhesión del pueblo introdujo quejas y críticas populistas, como haciendo creer que su interés honesto era el bien de los despojados, lo cual no era cierto.
Al final, aquellos dispuestos a trepar subversivamente, terminaron tragados por la tierra, con sus seguidores y todas sus pertenencias, pero los hijos de Koraj se salvaron.
Algunos integrantes del pueblo se disgustan por esto, ya que culpan a Moshé en lugar de admitir que el verdadero causante fue Koraj y sus seguidores. Por ello, Hashem permite que una plaga cause el deceso de miles de personas.
A pesar de haber sido inculpado injustamente, Moshé ruega a favor del pueblo, e indica a Aarón que expíe el pecado de ellos, por lo cual la plaga finaliza.
Aquí no terminó el asunto, sino que continuaron los coletazos de estos dramáticos momentos, los cuales te invito a estudiar luego, así como que descubras el resto de los interesantes temas que presenta esta parashá.

Luz y tinieblas

«Dijo Elohim: ‘Sea luz’ y fue luz.
Vio Elohim la luz que es buena y separó Elohim entre la luz y entre las tinieblas.»
(Bereshit / Génesis 1:3-4)

Tanto se puede estudiar y aprender, ¡tanto!
Y no me refiero a cuestiones metafísicas, o que intentan descorrer el velo de lo acontecido en un tiempo sin nombre ni memoria; estoy pensando en aquellas cosas que pueden servirnos para vivir mejor aquí y ahora, con plenitud, bondad, shalom. Una vida con sentido, trascendente, y que por lo tanto nos abre un existencia en el más allá con mayor deleite y bienestar.

Por ejemplo: si Elohim declara que la luz es buena, ¿por qué separarla de la oscuridad?
¿No hubiera sido mejor si en lugar de dar cabida a las tinieblas se hubiera permitido que la luz colmara todo el espacio, llenando así de lo que es bueno completamente la realidad?

Se pueden intentar varias respuestas a estas interesantes cuestiones, pero me limitaré a pocas ideas, que como dije, sirvan de manera práctica en nuestra vida cotidiana.

1- Si solamente existiera luz, sin siquiera un lugarcito para las sombras, entonces no habría posibilidad de ninguna otra cosa. Todo sería luz. Por tanto, no habría forma posible para todo el resto de lo creado, incluyéndonos nosotros.
Moraleja: agradezcamos tanto por la luz como por la oscuridad, pues ambas son necesarias.

2- El declarar la luz como buena no implica necesariamente que las tinieblas sean malas, o que no sean buenas.
No está declarado nada aquí acerca de la calidad de la oscuridad.
¿Quizás sea buena también?
¿Quizás su bondad sea tan evidente que por ello fue innecesario que el Eterno lo declarara?
¿Quizás no sea buena, pero tampoco mala?
¿Quizás es mala, pero su presencia indispensable, y por tanto de cierta forma buena?
Yo no sé si esto es cierto o no, pero vale la pregunta para no quedarnos pegados con el preconcepto de que si la luz es buena, necesariamente la tiniebla no lo es.
Enseñanza: no prejuzgues, pregunta y busca la comprensión aunque no llegues a la verdad.

3- De no haber contrastes, contradicciones, polos, sería imposible destacar la virtud de la carencia.
Moraleja: para disfrutar es necesario conocer la falta.

4- El Eterno es quien juzga lo que es bueno de aquello que no lo es.
Enseñanza: debemos tener en cuenta lo que Él nos reveló a través de sus profetas fieles. La moral depende de las modas humanas; pero la ética tiene una base espiritual, proviene de Dios. Cuando entran en contradicción la moral con la ética, debemos atender a ésta última.

5- El Eterno es el creador de todo, de las tinieblas así como de la luz, de lo bueno como de la falta de bien; y sin embargo no quiere que se mezclen y se conviertan en un caos, en algo sin distinción ni provecho. Para cada cosa hay un tiempo y lugar.
Moraleja: cuando se debe sembrar, no es tiempo de cosechar. Cuando estamos recolectando, no es momento de repartir las ganancias que todavía no llegaron.

6- Si la luz fuera símbolo de lo espiritual y la oscuridad de lo que no lo es, la conclusión podría ser que ambas son necesarias.
Enseñanza: si bien la luz es la declarada buena, y por tanto la que debe “alumbrar” nuestros pasos para andar por un bello camino; también la oscuridad tiene su valor, siempre y cuando quede al servicio de la luz.

Bien, hasta aquí unas poquitas y simples ideas, ¿se te ocurran algunas otras que quisieras compartir con nosotros?