Es el amor… amor profundo

Esta semana corresponde a los hijos del pueblo judío que lean la parashá llamada Ekev ("Como consecuencia").
Es una lectura para los judíos, del libro judío llamado Torá, con preceptos para judíos, con enseñanzas de judíos y para judíos.
Pero, podemos tomar para los noájidas sabias lecciones de vida, que nos lleven a un mejor relacionamiento con el prójimo, proximidad con el familiar, encuentro consigo mismo y fidelidad con el Eterno.
Veamos pues cual es el buen pan que hemos horneado para ti con los sabrosos ingredientes que te harán bien aquí y en la eternidad.

Amar es cumplir
En esta sección se indica reiteradamente que el amor verdadero por Dios se expresa exclusivamente en el cumplimiento de los preceptos que Él nos encomienda. En el caso específico del noájida son los Siete Mandamientos Fundamentales, que no debe el noájida usurpar nada del judaísmo, ni atribuirse mandamientos que no son tales para él. Es bueno tomar normas de conducta positivas, especialmente en lo que refiere al trato bueno y justo, ético con el prójimo, así como todo aquello que potencie el cumplimiento de los Siete sin llevarlo a desnortarse.

Así pues, el amor es un eje central, de acuerdo a lo que esta sección manifiesta.
Tal como comprobamos:

"Amarás al Eterno tu Elokim,
¿cómo?
guardarás Su ordenanza, Sus estatutos, Sus decretos y Sus mandamientos,
¿cuándo?
todos los días.
"
(Devarim / Deuteronomio 11:0)

Cuanto más preceptos se cumplen,
conduciéndose lealmente según su propia identidad espiritual,
entonces,
más alto es el grado de amor que está manifestando la persona,
y mayor el amor que recibe (ver Irmiá / Jeremías 31:2, y TB Ioma 54a).

El amor es…
Ahora bien, es imperioso que quede claro el concepto de "amor".

El amor verdadero no es un torrente de emociones, ni sentimientos que se escapan de control, ni siquiera bellas palabras, o pensamientos obsesivos en torno al amado.
Tampoco es una intensa confesión de fe y fidelidad, pero que carece de materialización.
Ni es una pasión del alma, o una entrega desenfrenada y sin objetivo.
Ni siquiera es alcanzar un vasto conocimiento intelectual del sujeto amado, de sus cualidades y circunstancias.

El verdadero amor queda definido por la Tradición sagrada como: actuar de acuerdo a lo que es de mayor beneficio objetivo para el amado y el amador.

Como Dios no precisa nada de nadie,
ni se beneficia absolutamente en nada como consecuencia de los actos/sentimientos humanos;
entonces,
nuestro amor por Él se halla en actuar conforme a Sus mandamientos eternos que nos corresponden,
ya que es ESO lo que Él nos reclama.
Así pues, para amar a Dios los gentiles deben cumplir lo mejor posible con sus 7 preceptos, en tanto que los judíos deben abocarse a los 613 mandamientos de la Torá (TB Menajot 43b, Rosh Hashaná 4a).
Por su parte, el amor de Dios por Su creación se reconoce por la misma existencia de todo lo creado (Hoshea / Oseas 14:5), ya que nada existe si Dios no lo permite, ni nada hay perfecto y sin tachas, excepto Él.

Tal es la regla del amor que se establece en nuestras relaciones sociales.
Amamos en verdad cuando
nuestras acciones sirven para ayudar a desarrollar las mejores potencialidades de nuestro amado,
y de paso,
sacamos a relucir lo mejor que hay en nuestro interior.
Es decir, en el encuentro con el otro, tal como él es realmente, es cuando comenzamos a esbozar nuestro amor.
Y recién cuando actuamos en provecho del otro, sin esperar nada a cambio, es que le estamos amando.

Al respecto, un famoso psicólogo y pensador judío (instruido en nuestra Tradición, aunque bastante apartado de su cumplimiento) alguna vez escribió: "El amor sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines egoístas." (Erich Fromm, "El arte de amar").
Esta frase es un eco de la antiquísima enseñanza de nuestros Sabios, expresada en Tanna Debe Eliahu 26: "El amor ha de ser perfectamente generoso (no egoísta), y ha de regular todas las relaciones entre las personas".

Otro judío contemporáneo, famoso por su comprensión de los recovecos de la espiritualidad moderna, que suele estar apartada del mensaje de la Torá, dijo alguna vez: "El amor intuye algo que no existe todavía en el otro… intuye las posibilidades personales que todavía no han sido realizadas, posibilidades que todavía están escondidas… y entonces trabaja para realizarlo…" (Viktor Frankl, "Logoterapia y análisis existencial").

El soporte del amor
Por otra parte, es un fundamento muy endeble el amor sin el contrapeso del juicio y la justicia.
Según aprendemos de la enseñanza cabalística, para alcanzar el equilibrio es imprescindible contar con el adecuado balance entre ambos principios.
Ya que el juicio excesivo, conlleva rigidez y temor, lo que dificulta el crecimiento y el desarrollo de las cualidades placenteras de la vida.
Pero el amor sin reglas claras, precisas, objetivas y trascendentes, se convierte en una trampa que engolosina y termina por extraviar.
Para el humano son indispensables los límites al amor, para no transformar una relación trascendente, en algo tóxico, perjudicial.

Así pues, para que tanto el amor como el rigor sean saludables y de bendición, necesariamente deben estar enmarcados por las reglas expuestas por la Torá, sin concesiones extrañas, ni apelar a facilismos que terminan por engañar.

Amor con justicia y justiciero amor.

El placer de amar
Aunque parezca increíble, cuando estamos movidos por la generosidad y pureza de intención, cuando menos nos interesan las ganancias y el gozo egoísta, es cuando más oportunidades tenemos de encontrar satisfacción y felicidad objetiva.

En parte esto es así porque siguiendo la ley de la "acción-reacción" (también conocida como mida kenegued mida, o de la justa compensación) , obtenemos aquello que damos. Si proveemos generosamente, estamos en condiciones de recibir ampliamente.

Otra causa la descubrimos cuando comprendemos que todos somos parte de un gran organismo, de la creación del Eterno, y que provenimos de la misma Fuente.
Cuando nuestro prójimo se beneficia por nuestra acción, en realidad estamos colaborando indirectamente con nuestro bienestar, puesto que el bien de uno es el bien del conjunto (a partir del Sefer Tania, Hisvaadiyus 5745, Vol. 3, p. 1423).

Otra causa, según el mismo Frankl dijera: "La felicidad no se puede buscar nunca directamente. Sólo puede venir como consecuencia de haber entregado lo mejor de nosotros mismos por una causa noble". ("El hombre en busca de sentido").
Es decir, el placer solamente se alcanza cuando no lo está persiguiendo afanosamente, ni cuando el gozo es la única finalidad de la vida.
Sino que el placer real surge como un producto derivado de una acción que es beneficiosa para otra persona, y/o que está en correspondencia con lo que Dios demanda de la persona (al respecto ver Rambán a Devarim / Deuteronomio 6:4).

Milenios antes, y con una Sabiduría superior, hallamos este mensaje en la perfecta Torá de Israel, pues le enseña a los judíos, y a través de ellos a los gentiles, que cuando actuamos movidos por el verdadero amor, finalmente llegamos a obtener diversas bendiciones espirituales y materiales, tal como está dicho:

"Y será que por haber obedecido estos decretos,
por guardarlos y ponerlos por obra,
el Eterno tu Elokim guardará para contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres.
Él te amará, te bendecirá y te multiplicará…
Así comerás y te saciarás.
"
(Devarim / Deuteronomio 7:12-13; 11:15)

El compendio de Hillel el anciano
El sabio Hillel resumió todo esto que hemos visto en una breve sentencia, digna de ser recordada y llevada a la práctica asiduamente:

"Sé uno de los alumnos de Aarón,
que ama la paz y la persigue,
ama a las criaturas y las aproxima a la Torá
"
(Avot 1:12)

¿A cuál Torá?
Pues, al judío a la Torá escrita y oral, tal cual es heredad y posesión de Israel desde que Dios la entregara al pueblo judío.
Para el gentil es la Torá noájida, que son los Siete Mandamientos Fundamentales.

Moré Yehuda Ribco

 

Relato

Luego de mucho tiempo de espera, aquel hombre por fin se presento frente a su Rebbe. Estaba esperando recibir una bendición de parte del iluminado varón, para de ese modo transitar mejor por la vida.
Sin embargo, se llevó una sorpresa, pues ni bien estuvo parado ante el maestro, éste le dijo: ‘Moishe, ¿qué haces que aún no te has puesto a enseñar Torá?’
Y él contestó: ‘Pero Rebbe, ¿qué puedo enseñar yo? ¡Si apenas conozco el alef-bet!’
A lo que el Rebbe indicó: ‘Moishe, Moishe. Mientras no avances en tus estudios, si eso es lo que sabes, debes enseñar la bet al que solo conoce la alef’.

Preguntas para meditar y profundizar:

  • ¿Cómo se puede relacionar este relato con el comentario que brindamos de la parashá?

  • El profeta dice: "Le castigaré por sus caminos y le pagaré conforme a sus obras." (Hoshea / Oseas 4:9).
    A partir de esto, ¿podemos reconocer que son las acciones lo que determina la retribución que Dios da a la persona, o acaso son los sentimientos o creencias?

6 comentarios sobre “Es el amor… amor profundo”

  1. gracias, muy buen aporte, ya q el concepto de amor hoy en día esta muy maltratado por nosotros mismos, por nuestro egoísmo desmedido; se malinterpreta este sencillo pero grandioso sentimiento al punto de convertirlo en algo perjudicial para nuestra existencia. Ahora hay q compartir con los demás seres de este mundo de una manera mas desinteresada, mas autentica, ser mas P_E_R_S_O_N_A_S en cada acción q ejecutemos, sin esperar ninguna ganancia a cambio de nuestras acciones, mejor aun saber q la alegría, la paz, la armonía generada en los demás por causa nuestra sea la gran recompensa por nuestros actos, en resumen actuar a cada instante conforme a la voluntad de Dios, es un concepto similar al AMOR.

  2. Quisiera compartir algo, Si Ud me lo permite moré de un libro que me recomendó el Rabino David Plotka Director de Beit Jabad Flores. Es un texto que se refiere al tema del amor, de Rabi Menajem Mendel Schneerson.
    Espero su permiso antes de escribirlo.

  3. El amor genuino se parece poco al amor sobre el que leemos en las novelas u oímos en las canciones. El amor verdadero es trascendencia, equivale a unir nuestras personas físicas a Dios y, en consecuencia, a todo lo que nos rodea. Con demasiada frecuencia tenemos una concepción egoísta del amor, como algo que queremos y necesitamos; pero el verdadero amor, al ser parte integral de nuestra relación con Dios, es altruista.
    Uno de nuestros principios más fundamentales es «Ama a tu prójimo como a ti mismo». ¿Pero cómo puede ser posible esto? ¿Acaso no nos amamos más de lo que podríamos amar a cualquier otra cosa? La respuesta está en el hecho de que el verdadero amor altruista no surge del cuerpo sino del alma. El amor es la predominancia del espíritu sobre la materia. Según la definición de materialismo, dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio simultáneamente. Pero el alma trasciende el tiempo y el espacio, y también trasciende el narcisismo, haciendo posible que nos compartamos realmente con otra persona.

  4. El sabio Hilel dice: «No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. Esta es toda la Tora, y el resto es comen tario.» El propósito de la sabiduría de Dios es uno: enseñar nos cómo amar, trascender nuestros límites materiales y lle gar a un lugar más espiritual. Ese viaje sólo sé hace con el alma, y el amor es el idioma que debemos aprender para hablar en el camino. El amor es un modo de hablar con Dios. Cuando miramos a los ojos de alguien y lo amamos, estarnos trascendiendo el mundo físico y conectándonos con Dios.
    De modo que el amor es mucho más que tratar a otra persona con compasión. Va más allá del intercambio de sentimientos de ternura. Es mucho más que hacer a otros solo lo que nos haríamos a nosotros mismos. El amor es un acto Divino, el modo más puro de alimentar el alma de otra persona tanto como la nuestra.
    El amor más profundo no es meramente humano. Es un amor imbuido de Divinidad, por el cual un beso mortal, se transforma en uno inmortal. El amor verdadero es un alma recibiendo a otra.

    Extracto del capítulo : El amor La más pura expresión del alma. Compendio de las enseñanzas de Rabí Mennajem Mendel Schneerson

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