Resp. 102 – De primogénitos

Hola Yehuda. Lo saludo de manera muy especial y espero que siga cumpliendo la
magnifica labor que viene desarrollando como mentor espiritual ( si le ofende
este termino, muy respetuosamente me disculpo de antemano) de judios y noajicos.

Yo tengo una pregunta: 1- Para nosotros los noajicos, que ensenanza particular
debemos darle a nuestro hijo mayor, el cual tiene la cobndicion de primogenito?
2- Y que significado tendria para un padre noajico tener un hijo mayor varon?

Como siempre, mis mas sinceros agradecimientos,

David Fernandez

EEUU

Shalom,
«¡Bendito el que viene en el nombre del Eterno!» (Tehilim / Salmos 118:26).
Bienvenido y gracias por enviarnos su interesante misiva.

Gracias por darme ese honor, que espero ser meritorio para él.
A diario pido al Eterno que me dé fuerzas, habilidad, sabidurí­­a para poder hacer mi modesta parte en la difusión de Sus cosas, para que de ese modo sea erradicada la mentira, la idolatrí­­a y el mal.
Espero contar también con la ayuda y apoyo de todos ustedes, pues esta tarea o la hacemos entre todos, o no la hace nadie.

Ahora, las respuestas en su orden.

1- En épocas remotas, eran los varones primogénitos los encargados de elevar las ofrendas, aprender para enseñar valores y principios, ser depositarios de la herencia y patrimonio espiritual.
Hasta que el Padre celestial escogió a la nación judí­­a como nación de sacerdotes, de portadores de la Luz de la Verdad. En ese momento los «privilegios» espirituales de los primogénitos cesaron, puesto que toda una nación fue consagrada -santificada- para ejercer intensivamente ese rol que antiguamente les correspondí­­a. La nación judí­­a tomó sobre sí­­ la enorme responsabilidad de servir al Eterno y guiar a sus hermanos por la senda del Bien.

Ahora bien, ya que el primogénito carece actualmente de función sacerdotal, ¿qué enseñanza particular el padre le podrí­­a brindar?

Pues, la de ser el prí­­ncipe del hogar.
Tal como el prí­­ncipe del reino es el primer ciudadano del mismo, el punto de referencia para los otros, el ejemplo, el lí­­der, así­­ podrí­­a ser el hijo mayor.
Por tanto, serí­­a bueno que el padre se esmere en educar a todos sus hijos e hijas para ser personas de bien, constructores de Shalom, promotores de vida, cumplidores de los preceptos noájicos.
Pero quizás serí­­a indicado dar al hijo mayor un rol de ayudante en la tarea de conducir a los otros hijos, de que sea la mano derecha del padre, el continuador de las enseñanzas en la ausencia de él.
El bastión de la familia, el escudo de la madre, el consejero fraternal.
Es una imagen idealizada la que estoy brindando, al menos eso es lo que siento mientras escribo, pero ciertamente que es una imagen posible y querible.
Claro está que es necesario ver las potencialidades del primogénito sin desconocer las virtudes superiores en alguna área que pudieran tener sus otros hermanos, porque el hecho de haber nacido el primero no indica necesariamente un rasgo de mayor espiritualidad o de ser mayor canal de bendición.
Recordemos que a lo largo de la Torá no fueron precisamente los hijos primogénitos los más luminosos, ni los que alcanzaron a recibir el mayor caudal de herencia espiritual.
Por tanto, no nos cerremos en la idea de «favorecer» el desempeño del primogénito, sino que hagamos el esfuerzo para conocer realmente a todos nuestros hijos, para que cada uno de ellos sea impulsado a realizar su faceta mejor.

2- Similar a tener una hija como mayor.
Ni el orden de nacimiento ni el género deben ser determinantes a la hora de amar y respetar a nuestros hijos, para ayudarles a desarrollar su misión en este mundo.

Si le quedan dudas pertinentes, hágalas llegar.

Iebarejejá H’ – Dios te bendiga, y que sepamos construir Shalom.

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