«El Eterno se apareció a Avraham [Abraham] en el encinar de Mamre, cuando él estaba sentado en la entrada de la tienda, en el pleno calor del día.
Alzó sus ojos y miró, y he aquí tres hombres que estaban de pie frente a él. Y al verlos, corrió desde la entrada de la tienda para recibirlos, y se postró a tierra.»
(Bereshit / Génesis 18:1-2)
¡Qué gran enseñanza para los noájidas!
Presta atención.
El Eterno estaba visitando a Avraham.
El patriarca judío estaba gozando de la Presencia del Padre celestial.
Sin embargo, cuando Avraham vio que se aproximaban unas personas a las que podía hospedar, brindarles reposo, alimento, bebida, amparo, Avraham no dudo en dejar esperando al Mismísimo Todopoderoso, con tal de recibir a los visitantes, a esos extraños.
Corrió al encuentro de esos extranjeros, de esos lejanos que habían venido inesperadamente.
Los recibió, los agasajó, les prometió poco y brindó mucho, les dio enseñanza de las cosas del Eterno, no por medio de discursos y pomposos rituales, sino con sus acciones llenas de justicia y bondad.
El Eterno puede esperar cuando debes obrar para beneficiar generosamente a tu prójimo.
Tenlo presente.
Haz de esta enseñanza un modelo para tu vida.